LA FUNCIÓN DE ORGANIZACIÓN.

Llevar a efecto los planes requiere la función de organización, que constituye la segunda fase del proceso de dirección. Así como la función de planificación genera un objetivo al que ha de dirigirse la empresa, la función de organización hace posible que estos planes se lleven a efecto de forma conjunta y colectiva entre todos los elementos del sistema.

La división en tres niveles de la tarea de dirección, en la pirámide organizativa a que se hizo referencia anteriormente, forma parte de la función de organización. Organizar es dividir el trabajo entre las personas y los grupos y coordinar sus actividades. Una empresa, sea pequeña o grande, y cualquier organización, sea lucrativa o no, está bien organizada si cada uno sabe con claridad cuál es su traba­jo y si todas las partes se encajan para desarrollar perfectamente las funciones del sistema y conseguir sus objetivos. Está mal organizada si sus unidades funcionan con objetivos cruzados, si departamentos rivales están constantemente peleando por sus competencias, o si algunas funciones no se realizan porque nunca quedaron claramente asignadas a alguien. En una entidad bien organizada nadie es impres­cindible. Si una persona acude a algún organismo de la Administración Pública española a ciertas horas para resolver algún trámite, es frecuente que no le puedan atender porque «quien lleva esos asuntos» está desayunando. Es un síntoma de mala organización. ¿Qué sucedería a la tramitación de esos asuntos si ese funciona­rio tuviera una enfermedad prolongada? La tendencia en las empresas bien dirigidas es tener estructuras sencillas. Es muy fácil caer en la tentación de hacer una organización compleja. Las tareas urgentes se encargan a grandes comisiones, los principales directivos, distraídos por sus obligaciones en las comisiones, suplican mayores órganos staffs que les asesoren, y entre tanto se hace bien poco. Es algo frecuente en muchos organismos de la Administración Pública, pero también sucede en algunas empresas privadas. Es preciso evitar las estructuras organizativas rígidas y complejas. En general, es preferible delegar en los subordinados, dándoles autonomía para que utilicen sus propias capacidades. La autonomía no significa caos si va acompañada de un con­trol adecuado.

El de la estructura organizativa es un tema tan importante y complejo que a él se le dedica integramente el siguiente capitulo. Aquí sólo queda señalar brevemente los cinco objetivos principales de la organización de empresas, que son los siguientes:

1.      Suministrar una estructura organizativa que permita definir las funciones de los puestos de trabajo, describirlos y determinar las relaciones entre ellos.

2.      Establecer líneas de autoridad y de responsabilidad. La organización pone de manifiesto quién está encargado y quién es responsable de cada tarea.

3. Crear canales de comunicación. La estructura organizativa establece cana­les de comunicación ascendentes, descendentes e interdepartamentales.

4.      Establecer procedimientos para alcanzar los objetivos de la organización.

5.  Determinar procedimientos para la contratación y asignación de los recur­sos humanos. Cuando una empresa contrata nuevos empleados, éstos se integran en un departamento, dependencia, sucursal, o división con unas obligaciones específicas.