El cangrejo americano: una historia de invasión.
El caso de cangrejo americano (Procambarus_clarkii) fue una acción controlada por el ICONA. En los años setenta era frecuente ir a pescar cangrejos al río. Las familias numerosas salíamos armados de reteles, con cebo de casquería fina, como corazones, y regresábamos al caer la tarde cargados de cangrejos y de ... picotazos de mosquitos. Se cogían por docenas, y la población de cangrejos autóctonos, (Austropotamobius pallipes), pronto empezó a decaer.
En 1973 se introdujeron 100 kg de cangrejos procedentes de Nueva Orleans en Badajoz y posteriormente, en las marismas del Guadalquivir propiciado por el ICONA, Instituto para la Conservación de la Naturaleza , que apostó por estudiar su cría. Pensaron que la casi desaparición del cangrejo autóctono, no se varía empeorada por la introducción de esta especie de gran capacidad reproductiva.
El cangrejo se desarrolló de manera inmediata, con una alta tasa de reproducción. proporcionando un beneficio económico que se fue extendiendo a los arrozales de Valencia (1978) y el Delta del Ebro (1979). El cangrejo rojo posee una elevada tasa de dispersión natural por lo que en poco tiempo, el cangrejo rojo se extendió hacia Portugal y toda la cuenca del Guadiana,entrando en competencia con cangrejos de la zona.El cangrejo autóctono, muy afectado de manera natural por la pérdida de calidad de las aguas de los ríos, fue además afectado por un hongo, la afanomicosis que portaba consigo el cangrejo americano, manteniéndose únicamente en las cabeceras de algunos ríos de aguas limpias y frías, inaccesibles para el cangrejo rojo, siendo hoy una especie en peligro de extinción en muchas partes de España.
¿Cuál es el problema?
1. La voracidad del cangrejo y su alta densidad reproductiva crea perturbaciones irreversibles en su entorno. La diversidad en la cadena trófica de la marisma ibérica se ha simplificado ya que arrasa los cursos de los ríos y los cultivos: como resultado la cadena trófica se simplifica y disminuye la diversidad.
2. El cangrejo americano es un excavador nato, más que el autóctono, llegando a destrozar cultivos e incluso cambiando el curso de algunas aguas.
3. Además es vector de algún virus y del hongo Aphanomyces astaci, que acaba con los cangrejos autóctonos. Su erradicación es ya imposible.
4.Provoca la disminución de anfibios ya que consume tanto sus huevos como individuos no adultos.
Preguntas
1. ¿Se te ocurre cómo se podría combatir?
2. Imagina que eres un gestor de medio ambiente, ¿qué directrices crees que podrías establecer?
3. "Los dos cangrejos ocupan el mismo nicho ecológico", ¿cómo lo explicarías con tus palabras?
4. Sus depredadores naturales son: la cigüeñas blanca y negra o la nutria. ¿Crees que variarán con respecto a los propios?
5. ¿Se te ocurre alguna ventaja que aportará su introducción?
La plaga de conejos en Australia
Uno de los casos más conocidos de especies invasoras es la de los conejos en Australia.
En 1859, Thomas Austin, un cazador británico introdujo en Australia doce pares de conejos. Pronto, los conejos sobrepasaron las vallas y, hacia 1887, solamente en la provincia de Nueva Gales del Sur se habían abatido unos 20 millones de conejos. Cincuenta años más tarde, 600 millones de estos animales colonizaron el 60% del territorio a una velocidad media de 110 kilómetros por año. A principios del siglo XX la plaga de conejos en Australia era de tal magnitud que en amplias zonas del país la vegetación herbácea había sido arrasada y numerosas especies nativas estaban en grave peligro de extinción por falta de alimento.
¿A qué se debió su tremendo avance?
1. Su tremenda capacidad reproductiva: una hembra adulta tiene hasta 40 crías al año
2. Los conejos no tienen en Australia ningún enemigo natural. Son muy adaptables y se reproducen a un ritmo muy rápido. Se alimentan de vegetación, provocando una crisis en la agricultura y la ecología. Solo se ven amenazados por el hambre. Todas las especies comenzaron a experimentar una disminución en la población excepto los conejos…
¿Cómo se luchó?
Éste es el cartel que se publicó en Australia con sus depredadores.
- Las autoridades animaron a su caza: loss australianos los combatieron con balas, trampas y venenos.
-Intentaron frenar su avance levantando una valla a prueba de conejos, una cerca de 1.830 kilómetros [1.139 millas] que atraviesa el estado de Australia Occidental.
La lucha biológica
Consiste en buscar un depredador o un parásito que regule su crecimiento. En el caso del conejo se probó con:
1. La mixomatosis. Se liberaron mosquitos infectados con el virus de la mixomatosis (una enfermedad mortal para el conejo europeo). En poco tiempo se consiguió reducir la población extendiéndose la plaga por todo el continente. Las consecuencias se dejaron notar y comenzaron a recuperarse los pastos para uso ganadero y las especies que dependen de ello.
Pero... no toda la población de conejos desapareció. Y los que lograron sobrevivir a la enfermedad, transmitieron esta resistencia a sus descendientes. El virus de la mixomatosis es tan letal que produce la muerte del conejo infectado antes de que algún mosquito llegara a picarle y pudiese infectar a otros conejos. Así la cepa del virus se iba extinguiendo junto a sus hospedadores.Aparecieron cepas mutantes, que no producían la muerte del animal con tanta rapidez, pudiendo diseminarse en la población de conejos, viéndose favorecidos por la selección natural , por lo que muchos conejos comenzaron a sobrevivir, controlados por el parásito.
Este es un ejemplo de coevolución del parásito y su hospedador hasta alcanzar un equilibrio dinámico: cuando la población de conejos aumenta en exceso se originan plagas en las cuales de nuevo aparecen cepas muy virulentas de virus de la mixomatosis, con lo que la población se reduce mucho, iniciándose un nuevo ciclo. Así, este virus, a falta de depredadores, se ha encargado de mantener controladas las poblaciones de conejos en Australia. Pero, en la década de 1990, su número se había disparado a unos 300 millones.
2. En 1995, Australia lanzó su segunda arma biológica: la enfermedad hemorrágica del conejo. Aparece en China en 1984. A Europa llegó por el año 1998, y en poco tiempo acabó en Italia con 30.000.000 de conejos domésticos. Para Europa, ambas plagas fueron nefastas, pero en Australia al cabo de dos meses, el virus terminó con 10.000.000 de individuos. El conejo afectado muere de treinta a cuarenta horas después de la infección y sin señales visibles de sufrimiento. Para el año 2003, la enfermedad hemorrágica había afectado en regiones áridas de Australia en un 85% o más.
La eficacia de esta nueva arma complace a ecologistas y granjeros, pues ha librado a la economía nacional de un gasto anual de 600 millones de dólares australianos. Con todo, todavía están por verse los efectos a largo plazo de esta enfermedad en la resistente población de conejos australianos, así como el desequilibrio ecológico.
Preguntas
1. Dibuja la gráfica de expansión de los conejos, sabiendo también que a los seis años, Mr. Austin calculaba que había cazado unos 20000 y que aún quedaban en sus tierras otros tantos. ¿Cuál será su tasa reproductiva?
2. ¿Cuáles son sus depredadores?
3. ¿Qué formas de combatirlos se te ocurren? ¿Conoces sus depredadores naturales?
La fuga o la suelta incontrolada de estas mascotas y su reproducción en libertad está convirtiendo a esta especie en un problema creciente
El País. Ana María Zaharía| madrid 09/02/2015
El mapache, un mamífero de origen americano que como especie invasora tiene un efecto desastroso sobre el ecosistema español, se ha adaptado perfectamente a su nuevo ambiente ibérico, especialmente a la Comunidad de Madrid, de donde no parece tener intención de marcharse. «El aspecto simpático de este animal, junto con su atractiva imagen en las películas de dibujos animados, han servido para promocionarlo», asegura el subdirector general de Conservación de Medio Natural de la Comunidad de Madrid, Felipe Ruza.
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Un mapache reclama atención de una persona. - EFE/Sergei Chirikov
Hasta hace unos años, el mapache en Europa sólo se podía encontrar en algunas granjas de producción peletera, pero ahora no es raro hallarlo como mascota en los hogares españoles, a pesar de su elevado precio (unos 600 euros). La fuga o la suelta incontrolada de estas mascotas y su posterior reproducción en libertad, sobre todo en la región madrileña, ha convertido a esta especie en un problema creciente.
Por un lado, «puede ocupar parte de los nichos ecológicos disponibles para la fauna autóctona, como nutrias, garduñas o zorros», para los cuales se convierte en un competidor feroz, indica Ruza, y por otro lado «produce daños en las cosechas, huertas, viñas y maizales».
Por eso, está considerada una «especie plaga» en los cultivos, ya que el mapache come de todo: desde maíz hasta frutas, pasando por el pienso que encuentran en las naves ganaderas y todo tipo de presas, domésticas o silvestres, que encuentran a su paso: patos, pollos, conejos, cangrejos y otras. Con una media de peso de seis kilos, los técnicos especialistas han capturado animales sueltos de hasta 10 kilos, aunque el ejemplar más grande apresado llegó a pesar unos 28 kilos, detalla Francisco José García, uno de los biólogos que trabaja en Madrid para erradicar a este mamífero.
Según García, la primera vez que se detectó en España la existencia de estos animales en libertad fue entre finales de 2003 y principios de 2004 en el madrileño Parque del Sureste y, dos años más tarde, llegaban a Azuqueca de Henares (Guadalajara).
«Hicimos un cálculo hace tres años y nos salían unos 450 ejemplares adultos; hoy, sólo entre Madrid y Guadalajara debe haber unos 400», estima este experto, que está elaborando una tesis doctoral sobre esta especie.
No son muchos, si se compara con el caso de Alemania, donde anualmente se cazan unos 25.000 ejemplares, pero las administraciones tratan de reducir su número promoviendo diversas campañas de trampeo como en Castilla-La Mancha.
Además, varias comunidades autónomas han intensificado los controles sobre centros de venta de mascotas y de comercio entre particulares para evitar su comercialización. «No hay que demonizarlo, pero hay que dejar claro que no es una mascota: no hay que intentar cogerlo, ni siquiera tocarlo, pues ya se han dado casos de ataques a personas», advierte, por lo que, «si vemos un mapache en libertad, lo mejor que podemos hacer es llamar a los guardias forestales o al Seprona».
Tanto Ruza como García hacen hincapié además en las enfermedades «potencialmente peligrosas tanto para la fauna como para el ser humano» que pueden transmitir estos animales: desde la rabia hasta la lombriz redonda, un parásito intestinal.
La enfermedad producida por la lombriz redonda es «desconocida» en España, pero en Estados Unidos y Alemania hay casos diagnosticados sobre todo en niños que tuvieron tratos con mapaches y «es muy peligrosa, porque este nematodo puede producir ceguera si alcanza la fóvea del ojo a través del torrente sanguíneo y, aún peor, alimentarse directamente del cerebro, si llega a él».
Preguntas:
Inventario de plantas alóctonas de España