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La Ascensión de Jesús a los Cielos es una prueba que dió Él, el Verbo hecho carne, de Su presencia real en la Eucaristía
«Yo soy el pan de la vida.
Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no
muera.
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan,
vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne
por la vida del mundo».
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste
darnos a comer su carne?»
Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la
carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis
vida en vosotros.
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le
resucitaré el último día.
Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en
él.
Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el
Padre, también el que me coma vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros
padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este
lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?»
Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos
murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?
¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...
(Jn 6,48-62)