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Clanes de hace 87 siglos

Boletín semanal de Materia

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La revista Nature nos presenta los detalles del árbol genealógico más antiguo, hasta ahora, de una familia humana

Nuestro viaje al pasado nos lleva primero a una necrópolis al sur de París, donde en 2004 aparecieron los primeros de más de 100 cadáveres enterrados hace 6.700 años, en pleno Neolítico, cuando por primera vez en la historia se pudo acumular grandes cantidades de alimento, y las primeras riquezas y desigualdades. La escasez de objetos de valor junto a los muertos llevó a los arqueólogos a pensar que se trataba de gente corriente. Los análisis genéticos nos revelan mucho más, según nos cuenta mi compañero Nuño Domínguez:

Ahora, un grupo de científicos francoalemanes ha conseguido extraer ADN de 94 cadáveres del cementerio francés para obtener su genoma completo. Las secuencias genéticas han dibujado los lazos de parentesco entre los fallecidos hasta componer un árbol de familia que se remonta siete generaciones; el mayor y más antiguo que se conoce de nuestra especie. [...] El ADN de este colectivo que vivió hace casi siete milenios abre una ventana única para entender la familia, la sociedad y la cultura de una época tan importante como desconocida, pues aún no había escritura.

Los análisis de ADN distinguen dos grandes clanes familiares, de los cuales el mayor comprende a 64 familiares y abarca siete generaciones. Además, los hallazgos confirman un fenómeno ya observado en yacimientos más recientes: los hombres se quedaban toda la vida en su lugar de origen mientras las mujeres se iban a otros grupos a vivir y a formar familias.

 Los isótopos de estroncio acumulados en los dientes indican de dónde proviene el agua que bebió una persona durante su niñez, y los de las mujeres enterradas en Gurgy son de muchos lugares distintos. En cambio, apenas hay mujeres que fueran parte de los dos clanes originales del lugar. Estos hallazgos refuerzan la presencia de una práctica común en humanos y otros primates conocida como patrilocalidad y que evita los problemas asociados a la endogamia.

"Que la mujer se mueva entre grupos es muy interesante. Esto implica que son ellas las que hacen de nexo entre grupos y probablemente también de canal de comunicación”, destaca el historiador Roberto Risch, que nos ayuda a valorar el nuevo estudio. Para Vanessa Villalba-Mouco, bióloga molecular experta en ADN antiguo, la importancia de estos datos es que permiten conectar la Edad de Piedra y la Edad de Bronce:

Sin embargo, pese a que los estudios prehistóricos hasta la fecha muestran la patrilocalidad y la exogamia femenina como norma general, todos ellos presentan particularidades en la organización social. Por ejemplo, en este nuevo estudio destaca la ausencia de medio hermanos o la poligamia o monogamia seriada entre parejas sexuales, aspecto que sí se ha visto en otros estudios con muestras posteriores, incluido el que hicimos de las relaciones de parentesco en la cultura de El Argar de la edad del bronce en la península Ibérica. No sabemos si lo que para algunas sociedades era tabú, para otras era una práctica cotidiana.

A la paleogenetista Maïte Rivollat, primera autora del estudio, le parecen muy relevantes los indicios encontrados de una gran fertilidad de las mujeres, de abundancia de alimentos y (probablemente) de estabilidad social:

Hemos encontrado parejas que tuvieron muchos hijos. En un caso vemos hasta seis hermanos que vivieron hasta la edad adulta, y a su vez tuvieron varios hijos, lo que supone una familia muy extensa. Probablemente, tuvieron también hermanas cuyos restos no están aquí, pues se fueron a vivir a otros grupos.