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Contextualizar las palabras de Monseñor Fernández
A propósito del revuelo ante el nombramiento
de Monseñor Fernández
Sucede no pocas veces, respecto al Papa, Vicario de Jesucristo,
que la vista se fija en demasía en el Vicario, en el hombre, y
en sus ideas particulares, y con esto se olvida a Jesucristo y
así no faltan los que suponen ilusoriamente que esas ideas
particulares suplantarán o suplantan ya las doctrinas de la
Iglesia. Siendo esta ilusoria y heterodoxa suposición la raíz
común de los lefebvrianos, afines y similares en todos sus
grados por un lado, y de los progres de dentro y de fuera de la
Iglesia por el lado contrario. Ambos lados sublevados contra la
autoridad del Papa como tal.
La solución del padre Orlandis es la idea del Reino de
Cristo:
"En la idea del Reino de Cristo nos parece ver invertidos
los términos. En el primer término se nos presenta Jesucristo
viviente en su Iglesia, viviente en su representante en la tierra.
Si así llegara a mirarse por todo el mundo al Vicario de
Jesucristo, se le vería siempre sobrenaturalizado, más aún,
divinizado.
Esta es la necesidad más urgente de nuestro
tiempo: sobrenaturalizarlo todo, incluso el Romano
Pontífice. Esta vida sobrenatural es la que trae
consigo el Reinado de Jesucristo; ésta es la que implora sin
darse cuenta la indigencia de nuestro tiempo, ésta es la que
reclama el alma de nuestra sociedad" (Sobre
la actualidad de la fiesta de Cristo Rey. 1945).
Lo que hay que contextualizar son las palabras de Monseñor Fernández, lo mismo que hay que contextualizar las palabras de un obispo muy bueno que tenemos en España, pero que a veces se pasa de oficialista, como cuando se opuso a la doctrina de Pío XI en la Divini Illius Magistri diciendo que hay que contextualizar su enseñanza de que los católicos deben llevar a sus hijos a colegios que impartan educación diferenciada, cuando ello es posible.
Las palabras del obispo muy bueno hay que situarlas en el contexto del oficialismo y en la moda del pseudofeminismo.
Pseudofeminismo, o feminismo a secas, es la creencia y la militancia en que "la" mujer para no ser inferior al varón ha de luchar para conseguir tener el atuendo del varón, los oficios del varón, los usos y costumbres del varón, las adicciones del varón, las aficiones del varón, las prácticas deportivas del varón, etc.; siendo así que las mujeres, con todas sus diferencias respecto a los varones, son en conjunto netamente superiores a ellos, como sabemos los varones desde la preadolescencia. Por lo cual las mujeres no deben intentar imitar a los que son inferiores. Y cuando lo intentan, esto no borra las diferencias, por suerte para las mujeres y para los varones. Sólo muestra la otra realidad característica de las mujeres desde el pecado original, y es que, siendo superiores, se supeditan a los varones. Y esto queda aún más patente en el feminismo o pseudofeminismo. Lo de pseudo simplemente denota que querer ser como los varones es una postura falsa y que el feminismo falsea y desvaloriza a las mujeres. No hay varones que imiten a las mujeres, excepto algunos de los que tienen invertida su sexualidad y se dejan llevar por ello. A las mujeres no les gustan, ni les atraen.
El oficialismo excesivo le hizo creer al buen obispo que para estar en línea con sus superiores debía seguir la corriente feminista.
Y las palabras de Monseñor Fernández aún son más fáciles de contextualizar. Basta considerar el oficialismo y la homosexualización de moda en la época más moderna del último pseudofeminismo, el que se basa en la ideología de género, que por cierto es radicalmente repudiado por las militantes del primer feminismo.
Francisco nombra Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe [antiguo Santo Oficio de la Inquisición] a Monseñor Fernández, Arzobispo de La Plata; y le da nuevas directrices inquisitoriales.