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Ramón Gelpí (8.04.1944-17.04.2013)

Por José Manuel Zubicoa Bayón. 23 de abril de 2013

--Voy a ir al cielo.

--¿Qué dices? ¿Al cielo?

--Sí claro, yo voy a ir al cielo.

Ramón conoció su enfermedad en el verano de 2012, cáncer de pleura; y aunque el pronóstico era en principio favorable, --le dijeron que era un cáncer curable--, él ya pensaba en morirse. Pero no empleaba la palabra morir, sino que decía que iba a ir al cielo. Hablaba así ante todo por sentido sobrenatural, porque la fe la vivía, no era una simple teoría para él, sino su vida. Pero además lo decía así por la exquisita cortesía, que siempre le caracterizó, también sobrenaturalizada. Trataba de evitarles a los suyos y a los demás oír que iba a morirse y la palabra cáncer. Lo único que le preocupaba era el trauma para su familia, porque él tenía asumidas y aceptadas su enfermedad y su muerte. Y era consciente de que esta tranquila aceptación era una gracia especial. Puesto que él sabía que la muerte en sí es horrible; lo había dicho años atrás hablando de la muerte de otra persona. Y sabía que Dios tiene una providencia especial con el común de los mortales para que no conozcamos el cuándo y el cómo, porque de natural nos es insoportable la muerte. Sólo pedía algo de tiempo para poder dejarles arregladas a los suyos las cosas de él. Porque ante los problemas de ellos, de sus familiares, veía esto mismo como solución: el cielo, el cielo, ir él al cielo. Siguiendo el ejemplo de santa Teresita del Niño Jesús decía que les sería mucho más útil ayudándoles desde el cielo. Este recuerdo se le hacía muy presente como ejemplo a seguir, porque en su parroquia de san Juan Bautista de Mirasol, hay una gran estampa de santa Teresita en lugar destacado con esa petición a Dios de la santa del Niño Jesús: "Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra". Empleó sus últimas energías en aquellos arreglos, a costa de sacrificar sus proyectos más elaborados. No dudó en sacrificar sus avanzados proyectos de tener una casa energéticamente autosuficiente, para no dejarles a los suyos la preocupación de aprender a manejarlos.

Su vinculación a Schola Cordis Iesu, sección del Apostolado de la Oración, databa de medio siglo atrás. Y previamente fue miembro de la Congregación Mariana en la que inició sus tareas apostólicas como catequista en Ca'n Baró. También allí empezó a participar en la Adoración Nocturna en la que ha perseverado toda su vida. Como muchos miembros de Schola de su generación, pasó de la Congregación a Schola Cordis Iesu a través de una tanda de Ejercicios Espirituales impartida por el padre Alba y por consejo de éste. Esos años finales en la Congregación eran aquellos en los que se iba imponiendo la falsificación del Concilio en muchos medios eclesiales, entre ellos en la Congregación Mariana dominada por los no ignacianos. Ramón Gelpí militó firmemente en defensa de la doctrina y de la vida de la Iglesia y del Concilio. Una de sus tareas apostólicas destacadas fue contrarrestar una conferencia de Louis Evély, uno de aquellos viejos heterodoxos, que los dirigentes no ignacianos de la Congregación organizaron entre las actividades de aquella falsificación. Esto le valió una considerable persecución, al igual que a otros como José María Petit, fallecido también prematuramente en junio de 2007 a los 66 años de edad.

Los primeros artículos de Ramón en Cristiandad datan también de hace muchas décadas. En su funeral mosén José María Manresa leyó un fragmento de un artículo de Ramón de 1974. También escribió ya en aquella época en El Pensamiento Navarro dirigido por Echave. Tuvo gran resonancia un artículo de Ramón, publicado en este diario carlista en 1971, en el que situaba la obra de Picasso en su verdadera dimensión insignificante y birriosa, calificando a Picasso como pintamonas. Los medios de la cultura oficial se rasgaron las vestiduras exhibiendo su escándalo. Era la época de Franco y de su gobierno monocolor de los tecnócratas, pero ya hacía tiempo que estaba muy mal visto no enaltecer a Picasso en la España oficial, que ya había iniciado la transición hacia el régimen actual desde hacía nueve años. Ramón lo que hizo fue atreverse a poner por escrito lo que la gente pensaba y piensa.

En los últimos años, Ramón publicaba en cada número de la revista Cristiandad un artículo sobre la vida de Jesús según los Evangelios que tenía el compromiso de publicar en su página web. Compromiso con los suscriptores de su web que cumplía puntualmente con gran esfuerzo, a veces superior a sus fuerzas.

Se dedicaba a difundir la vida de Jesús, con la misma profesionalidad con la que se ocupaba de todo lo que emprendía. Desde que en 1999 fue en peregrinación a Tierra Santa, no se limitó a estudiar a fondo la vida de Jesús, sino que emprendió esta tarea de documentarla y de difundirla para la que dominó la tecnología de la elaboración de páginas web, de la adquisición de dominios en la red, el alojamiento de archivos, su publicación en la web y su difusión. Su dedicación a fondo a estas actividades apostólicas le llevó también a diplomarse en estudios tomistas en los cursos de la Balmesiana. En su página, además alojaba la web del Apostolado de la Oración de Barcelona.

Escribió tres libros en los últimos años, fruto de sus trabajos sobre los Evangelios:

Vida de Jesús. Evangelios concordados, comentados por un peregrino de Tierra Santa.
En esta obra realiza una sistemática aportación de datos sobre los textos concordados de los Evangelios, a los que da el protagonismo, y sobre los que realiza la ignaciana composición de lugar.

Pequeña vida de san José y la Sagrada Familia.
Ampliación de la obra anterior en los aspectos relacionados con san José a base de comentarios rigurosos y documentados para conseguir también la composición de lugar ignaciana

Santa María Magdalena y la familia de Betania.
Este tercer libro es otra ampliación del primero con datos y explicaciones de los pasajes de los Evangelios relacionados con María Magdalena y las hermanas de Lázaro.

Su ensayo titulado La Esperanza del Cielo lo publicó en su página web el 15 de octubre de 2012, cuando ya sabía que estaba enfermo, pero cuando todo hacía pensar que su cáncer era curable. Excepto a su esposa, Mari, que se temía que no iba a ser posible la curación. Ramón motivado, como dice, por una vivencia personal que omite especificar, pero que sin duda es la de su enfermedad y la posibilidad de morirse, realiza en esta obra un trabajo muy documentado y profundo sobre el cielo. Ramón se queja, como lo hacía Petit, de que no se predica sobre el cielo; y trata de incentivar la virtud de la esperanza y el deseo del cielo. Además de sus atinadas explicaciones Ramón en este ensayo deja traslucir a cada momento sus propios deseos de ir al cielo y su esperanza basada, como la certeza que pone en labios de santo Tomás Moro, de que Dios «no rechazará a quien tiene tantos deseos de verse ante Él». Ramón no veía su enfermedad como un problema, sino como una oportunidad. La de ir al cielo ya. Lo describe como una inmersión en el fuego del amor divino expresado en el Sagrado Corazón de Jesús. Es lo mismo que dice en su despedida que se incluye aquí más abajo. La definición del hombre optimista es que ve todo problema como una oportunidad, mientras que el pesimista ve toda oportunidad como un problema. Ramón pues es un ejemplo en Schola de aquel optimismo sobrenatural que quería el padre Orlandis.

Su vida personal y familiar se centraba en estos años aún más que nunca en la Eucaristía, el rosario, la lectura de la Sagrada Biblia, secundando y obedeciendo lo que pide la Virgen María en sus últimas apariciones. En el apostolado en el que incluía a sus otros familiares. En la abnegación en el cuidado de sus nietos, de su mujer y de sus hijas.

En todas sus actividades combinaba un interés personal intenso con aquella gran técnica que consideraba necesaria, lo mismo en sus trabajos profesionales, que en sus tareas apostólicas y en sus aficiones, entre las que destacaba la música y sobre todo el canto, cultivando su bella voz de tenor mediante ejercicios y prácticas constantes. Tenía grandes dotes para la comunicación, que pudo desplegar cuando se dedicó a la enseñanza de automoción, sin desdeñar las invitaciones que le hacían sus alumnos para participar en sus representaciones teatrales, en las que tuvo un gran éxito. En su juventud fue un gran apreciador de los divertidísimos monólogos de Joan Capri. Pero Ramón no se limitó a disfrutar de ellos, sino que los representaba con una enorme fuerza cómica, no sólo bien, sino mejorados en algunos aspectos, para deleite de sus amigos. Todavía se permitía recordar alguno de ellos para aludir con humor a su última enfermedad.

Era muy catalán, muy tradicional, y ejercía como tal. Y como era muy fiel a la Cataluña verdadera, repudiaba todo nacionalismo, y especialmente la falsificación nacionalista de Cataluña. Sus ideas eran las tradicionales. También en lo político: el tradicionalismo político español, el carlismo. Se sentía, como catalán, muy vinculado a España. Y como refractario que era a todo nacionalismo, y por su refinada cortesía, como forma de excelencia delicada de la caridad, y por su modestia, no tenía ningún prejuicio negativo respecto a personas de otras procedencias, e incluso era excepcional en la carencia de todo complejo de superioridad, tan contagioso desde el nacionalismo, que contamina el ambiente. Su humildad y su modestia no sólo era en lo personal, sino que era él ajeno a aquella forma de orgullo de pertenencia a una sobrevalorada colectividad, que Canals explicaba que se les colaba a veces a personas que cultivaban la humildad personal.

Ramón tenía una altísima idea de la familia. La Biblia que utilizaba y quería era la de su padre, una edición de 1885, aunque por sus intensos trabajos últimos tuvo que conocer y manejar otras traducciones muy actuales.

Su vida profesional fue muy larga y muy intensa, porque la inició muy joven, aunque ya con gran preparación técnica. Destaca en ella su dedicación y su afición a la automoción, tanto en trabajos técnicos, como docentes; y tiene un libro dedicado a la conducción correcta y eficaz: Normas para conducir bien. Acervo. 1980. Uno de sus primeros empleos fue en una famosa empresa de producción de tejados prefabricados con un material que incluía el amianto. Y aunque su puesto estaba en la oficina técnica, su interés y su profesionalidad le llevaron a querer conocer el proceso de producción y, para ello, entró en alguna ocasión en la nave industrial. Así fue como sufrió el contacto con el amianto, cuyos efectos virulentamente cancerígenos no fueron conocidos hasta varias décadas después. Pero muchas personas que trabajaron en aquella fábrica enfermaron años después de cáncer y murieron.

Tras su jubilación como profesor de automoción intensificó enormemente sus trabajos apostólicos y además aportaba un gran esfuerzo al cuidado de sus nietos. La jubilación le liberó de un trabajo agobiante y le llevó a múltiples trabajos agobiantes fuente de estrés.

Cuando ya supo que su enfermedad no tenía cura, pidió oraciones en febrero por medio de los padres de santa Teresita, ya beatificados. Un mes antes fue incluido en la novena al Sagrado Corazón que se promovió entre los de Schola también por la salud de José María Alsina Roca.

Los que tuvieron contacto con él durante el rápido tramo final de su enfermedad dan cuenta del bien que les hacía el contacto con Ramón. Hay que destacar en esta etapa su despedida de los de Schola de Barcelona para lo que subió expresamente a San José de la Montaña.

Y el 22 de febrero se despidió Ramón así de los suscriptores de su página web:

«Estimados suscriptores:

»Por razones de salud, me veo obligado a dejar la web www.christusregnat.com en muy breve tiempo. Un cáncer de pleura, que ha resultado incurable me deja muy poco tiempo para organizarme antes de entregar mi alma a Dios. Sé que su infinita Misericordia acogerá mi alma y podré entrar a gozar en lo más profundo del Corazón de Cristo y ser envuelto en el fuego de su amor. Así sea, loado sea Dios.

»Mantendré abierta mientras pueda la Web www.christusregnat.com, pero la daré de baja inevitablemente, si  cuando fallen mis fuerzas, no consigo encontrar  a alguien que la quiera continuar. Pido disculpas por ello, y no descarto totalmente la posibilidad de que alguien pudiera utilizar el material para reabrirla pasado algún tiempo.

»Un cordial saludo y un abrazo en los Corazones de Jesús, José y María».

Él ya esperaba su final en esta vida de un momento a otro desde antes de Semana Santa (que fue la última semana de marzo). Decía que un buen día para morirse sería el Viernes Santo. Quedó un poco decepcionado cuando pasó ese día. Y el día de su cumpleaños, el lunes día 8 de abril, decía que no esperaba haber llegado a esa edad, 69 años. El día anterior, el domingo de la Divina Misericordia, no sólo comulgó, sino que fue a misa porque tenía algo más de fuerza, aunque explicaba que ya le llegaba el cáncer al pericardio y que se moriría en cualquier momento. Sabía lo que dijo Nuestro Señor de que los que comulgaran en esa fiesta de la Divina Misericordia tendrían perdonada la culpa y la pena. [La culpa, porque ya estaban en gracia, puesto que comulgaban válidamente; y ahora ya la pena por la indulgencia plenaria establecida por el Decreto de 2002]. Decía: «Huy, ya muchas veces se me ha perdonado la culpa y la pena». No quiso morir en un hospital y, como había deseado, Dios le concedió morir en su hogar. Fue el 17 de abril de 2013.  

Nos es muy útil a nosotros recordar cosas de Ramón, porque nos son muy edificantes y nos avisan de que debemos prepararnos nosotros. Y a Ramón lo que le será práctico es que recemos por él y por su mujer, por sus hijas, por sus nietos y por su hermana.

No debemos dejar de encomendar a los que tuvieron una vida y una muerte santas, no sea que, mientras les homenajeamos y nos beneficiamos de su vida y de su obra, los estemos dejando olvidados en el purgatorio; además, si realmente no necesitasen esos sufragios, les beneficiarán a otros. Y como toda oración, en primer lugar le une al que reza con Dios. Ramón tiene ya encargado a sus familiares que promuevan misas en sufragio de su alma.

Además de Ramón, se beneficiarán de nuestras oraciones los que ya partieron hacia la Schola del cielo: Narciso Torres, Lamarca, Casañas, Serra Goday, Luis Creus, Mª. Asunción López, Petit, Canals, Basil, Gomis, Arquer, Pablo López, Pueyo. Mª José Lasheras.., entre los que hemos conocido.

Podemos mantener el pacto de que los que vayan quedando en este peregrinaje pidan por los que parten antes y que los que llegan al cielo pidan por los demás.

Canals ya miembro de la Schola del cielo, como podemos esperar del Corazón de Jesús misericordioso, decía, como muchos recordarán, que el padre Orlandis está en la puerta del cielo esperando y ayudando a entrar en la patria celestial a todos los de Schola que aún peregrinamos en la tierra.