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La Pontificia Academia por la Vida publica una declaración sobre lo que dijo monseñor Paglia sobre la eutanasia y el suicidio asistido
[Véase más abajo lo que dijo textualmente Mons. Paglia, publicado en Il Riformista el 21.04.2023, y que incluye estas palabras finales: Personalmente non praticherei lassistenza al suicidio, ma comprendo che una mediazione giuridica possa costituire il maggior bene comune concretamente possibile nelle condizioni in cui ci troviamo.]
Fine-vita. Dichiarazione della Pontificia Accademia per la Vita
In relazione allintervento di Mons. Vincenzo Paglia, Presidente della Pontificia Accademia per la Vita, tenuto mercoledì 19 aprile al Festival Internazionale del Giornalismo a Perugia, ed in merito a interpretazioni scorrette del pensiero di Mons. Paglia, lUfficio Stampa della Pontificia Accademia per la Vita precisa quanto segue.
Mons. Vincenzo Paglia, Presidente della Pontificia Accademia per la Vita, ribadisce il suo no nei confronti delleutanasia e del suicidio assistito, in piena adesione al Magistero.
Nel suo intervento, nel quale trattava lintero argomento del fine-vita, Mons. Paglia alla fine ha accennato, senza svilupparla, alla Sentenza della Corte Costituzionale italiana 242/2019 ed alla specifica situazione italiana. La Corte Costituzionale conferma lassistenza al suicidio come reato. Elenca poi quattro condizioni specifiche e particolari nelle quali il reato è depenalizzato. In questo preciso e specifico contesto, Mons. Paglia ha spiegato che a suo avviso è possibile una mediazione giuridica (non certo morale) nella direzione indicata dalla Sentenza, mantenendo il reato e le condizioni in cui si depenalizza, in quanto la medesima Corte Costituzionale ha chiesto al Parlamento di legiferare. Per Mons. Paglia è importante che la Sentenza affermi che il reato resta tale e non viene abolito. Qualsiasi ulteriore considerazione è fuorviante. Sul piano scientifico e culturale, Mons. Paglia ha sempre sostenuto la necessità di un accompagnamento nei confronti dei malati nella fase terminale della vita, basato sulle Cure Palliative e sulla vicinanza, in modo che nessuno sia lasciato da solo di fronte alla malattia e alla sofferenza, nelle difficili decisioni che queste comportano.
Città del Vaticano, 24 aprile 2023
Via della Conciliazione 1, 00193 ROMA Tel: 0039 06 69895200 Fax: 0039 06 69882014 Email: pav@pav.va
Intervento di mons. Paglia - 19 aprile - italiano
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La Pontificia Academia por la Vida aclara la postura sobre la eutanasia de Monseñor Paglia
ACI Prensa, lunes, 24 de abril de 2023 / 10:47 a. m.
La Pontificia Academia por la Vida (PAV) aclaró la postura de su presidente, Mons. Vincenzo Paglia, sobre la ley italiana de suicidio asistido.
La Oficina de Prensa de la PAV publicó este lunes 24 de abril un comunicado explicando las declaraciones de su presidente, ante interpretaciones incorrectas del pensamiento de Mons. Paglia, tras su intervención, el pasado día 19, en un encuentro con periodistas en Perugia donde habló de una ley en Italia sobre el suicidio asistido.
Ese día, Mons. Paglia señaló que no hay que descartar que en nuestra sociedad sea practicable una mediación legal que permita la asistencia al suicidio en las condiciones especificadas por la Sentencia 242/2019 del Tribunal Constitucional: la persona debe ser mantenida con vida mediante tratamiento de soporte vital y afectada por una patología irreversible, fuente de sufrimiento físico o psíquico que ella encuentre intolerables, pero plenamente capaz de tomar decisiones libres y conscientes.
Personalmente no practicaría la asistencia al suicidio asistido, pero comprendo que una mediación jurídica pueda constituir el mayor bien común concretamente posible en las condiciones en las que nos encontramos, agregó el presidente de la PAV.
Las declaraciones del arzobispo italiano formaban parte de una presentación que incluía un documental sobre un hombre italiano que viajó a Suiza para morir mediante suicidio asistido.
En el comunicado publicado este lunes, 24 de abril de 2023, se señala que Mons. Vincenzo Paglia, Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, reitera su no a la eutanasia y al suicidio asistido, en plena adhesión al Magisterio.
"Mons. Paglia mencionó, sin desarrollarla, la Sentencia del Tribunal Constitucional italiano 242/2019 y la situación específica italiana. El Tribunal Constitucional confirma que la asistencia al suicidio es un delito, prosigue el texto.
Asimismo, el Tribunal, continúa la nota, enumera cuatro condiciones específicas y particulares en las que se despenaliza el delito.
En este contexto preciso y específico, Mons. Paglia explicó que, en su opinión, es posible una mediación jurídica (ciertamente no moral) en la dirección indicada por la Sentencia, manteniendo el delito y las condiciones en las que se despenaliza, ya que el mismo Tribunal Constitucional ha pedido al Parlamento que legisle, señala el comunicado.
Para Monseñor Paglia, es importante que la Sentencia diga que el delito se mantiene como tal y no se deroga. Cualquier otra consideración es engañosa.
En el comunicado, se explica además que a nivel científico y cultural, Mons Paglia siempre ha apoyado la necesidad del acompañamiento de los enfermos en la fase terminal de la vida, basado en los Cuidados Paliativos y en la cercanía, para que nadie se quede solo ante la enfermedad y el sufrimiento, en las difíciles decisiones que estos implican.
¿Qué enseña la Iglesia Católica sobre la eutanasia?
El numeral 2324 del Catecismo de la Iglesia Católica establece que la eutanasia voluntaria, cualesquiera que sean sus formas y sus motivos, constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador.
El Papa San Juan Pablo II publicó en 1995 su encíclica Evangelium vitae, en la que señala que la eutanasia es una grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente inaceptable de una persona humana. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de Dios escrita; es transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal.
En 2020, la Congregación hoy Dicasterio- para la Doctrina de la Fe reafirmó esa enseñanza en su carta Samaritanus bonus, "sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida".
El texto aprobado por el Papa Francisco afirma que el valor infranqueable de la vida es un principio fundamental de la ley moral natural y un fundamento esencial del ordenamiento jurídico".
"No podemos elegir de modo directo quitar la vida a otro, aunque lo pida, precisa.
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Sigue diciendo el informe de ACI Prensa:
Mons. Vincenzo Paglia es el presidente de la Pontificia Academia para la Vida y es también Gran Canciller del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia.
En un comunicado difundido por la Pontificia Academia para la Vida el 22.10.2022, después de que el papa Francisco recibiese en audiencia ese mismo 22 de octubre a Mons. Paglia, se aseguró que durante la audiencia, se resaltó el feliz camino de colaboración entre la Academia y el Instituto, esperado por el Papa en 2016 en el momento del doble nombramiento del Arzobispo Paglia, según informó ACI Prensa el mismo 22.10.2022, que añade:
El Presidente le explicó al Papa Francisco las muchas áreas y diferentes actividades sobre las que la Academia se propone trabajar en los próximos meses, recibiendo el pleno reconocimiento del Santo Padre, añade el comunicado.
La Pontificia Academia para la Vida, fundada por San Juan Pablo II en 1994, se ha visto envuelta en polémicas en los últimos meses.
Entre las recientes controversias de la Pontificia Academia para la Vida se encuentra la publicación del libro Theological Ethics of Life: Scripture, Tradition, and Practical Challenges (Ética teológica de la vida: Escritura, tradición y desafíos prácticos), que apunta a un cambio de paradigma en la teología moral, con la posibilidad de modificar la enseñanza de la Iglesia Católica sobre el uso de anticonceptivos.
El libro presenta una síntesis de un simposio organizado en 2021 por la Pontificia Academia para la Vida, y cuenta con la introducción de Mons. Vincenzo Paglia.
El 15 de octubre, el Papa Francisco nombró como nueva miembro de la Pontificia Academia para la Vida a Mariana Mazzucato, economista atea que se ha expresado a favor del aborto. Entre otros nombramientos anunciados ese día se encuentra el de Mons. Philippe Bordeyne, teólogo crítico de la Humanae vitae de San Pablo VI, que ha justificado alguna forma de bendición para las parejas homosexuales, como integrante del Consejo Directivo de la Pontificia Academia.
El reconocido médico José María Simón Castellvi, presidente Emérito de la Federación Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos (FIAMC), criticó este 19 de octubre el continuo nombramiento de académicos abortistas, defensores de la eutanasia en algún grado o detractores de la Humanae vitae como miembros de la Pontificia Academia para la Vida, y lamentó que alguien convenció al Santo Padre de ello.
En un comunicado publicado en su sitio web, bajo el título Declaración sobre reciente nombramiento para la Pontificia Academia para la Vida, la FIAMC, que reúne a médicos católicos de todo el mundo, dijo que desafortunadamente la nueva integrante nombrada por el Papa Francisco ha expresado sus puntos de vista favorables al aborto provocado abiertamente en las redes (sociales).
La FIAMC subrayó que los nuevos estatutos de la Academia exigen que los miembros se ajusten a las enseñanzas de la Iglesia.
Además, los médicos católicos recordaron que se puede revocar la membresía de un académico en el caso de una acción o declaración pública y deliberada manifiestamente contraria a [dichos] principios, o gravemente ofensiva a la dignidad y credibilidad de la Iglesia Católica y de la Academia misma.
[Hasta aquí ese informe de ACI Prensa, que incluye además un enlace con esta otra información de 28 de agosto de 2022]:
Presidente
de Pontificia Academia para la Vida defiende ley que legalizó
aborto en Italia
Creo que la ley 194 es ahora un pilar de
nuestra vida social, dijo Paglia durante el
programa televisivo Ágora del canal italiano Rai 3.
Tras dicha afirmación y sin hacer referencia al
término aborto, el presidente de la
Pontificia Academia para la Vida subrayó que hay una parte
que no se trata, y es el derecho a la maternidad, el ver crecer
nuestro país frente al drama de un desequilibrio de generaciones.
La ley 194 legalizó el aborto en Italia en 1978. Con esta norma
se puede realizar un aborto por cualquier razón durante los
primeros 90 días del embarazo. Tras ese plazo, el
aborto puede realizarse por ciertas razones con la
referencia de un médico [subraya ACI Prensa].
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Sul suicidio assistito è arrivato il momento di una legge
Nellambito del Festival del Giornalismo di Perugia, mons. Vincenzo Paglia, Presidente della Pontificia Accademia per la Vita, ha partecipato al dibattito sul tema Lultimo viaggio (verso il fine vita). Di seguito il testo integrale dellintervento di Mons. Vincenzo Paglia.
Anzitutto vorrei precisare che la Chiesa cattolica non è che abbia un pacchetto di verità prêt-à-porter, preconfezionate, come se fosse un distributore di pillole di verità. Il pensiero teologico si evolve nella storia, in dialogo con il Magistero e con il vissuto del popolo di Dio (sensus fidei fidelium), in una dinamica di reciproco arricchimento. Lintervento e la testimonianza della Chiesa, in quanto anchessa partecipa nel dibattito pubblico, intellettuale, politico e giuridico, si collocano sul piano della cultura e del dialogo tra le coscienze. Il contributo dei cristiani si dà allinterno delle differenti culture, né sopra come se essi possedessero una verità data a priori né sotto come se i credenti fossero portatori di unopinione rispettabile, ma svincolata dalla storia, «dogmatica» appunto, dunque inaccettabile . Tra credenti e non credenti cè una relazione di apprendimento reciproco.
Pensiamo ad esempio a quanto avvenuto per la questione della pena di morte: per il cambiamento delle condizioni culturali e sociali, per la maturazione della riflessione sui diritti, il Papa ha modificato il catechismo. Mentre prima non si escludeva che ci fossero delle circostanze per cui la si poteva legittimare, oggi non la consideriamo più ammissibile, in nessun caso. In quanto credenti ci poniamo quindi le stesse domande che riguardano tutti, nella consapevolezza di trovarci in una società democratica pluralista. In questo caso, circa la fine della vita (terrena), ci troviamo come tutti davanti a una domanda comune: come è possibile raggiungere (insieme) il modo migliore di articolare il bene (piano etico) e il giusto (piano giuridico), per ciascuno e per la società?
Per rispondere a questa domanda un primo punto fondamentale è come intendiamo la libertà. La riflessione teologica ha maturato una concezione della persona che parte da un dato per tutti riconoscibile, cioè che noi siamo fin dallinizio inseriti in un contesto di relazioni che ci rende solidali gli uni con gli altri. La nostra identità personale è strutturalmente relazionale. Ce ne siamo accorti con evidenza quasi brutale durante la pandemia: i comportamenti di ciascuno hanno (avuto) ricadute sugli altri. Siamo tutti interdipendenti, legati gli uni agli altri.
Anche la vita umana, che ognuno di noi (in quanto generato) riceve da altri, non è quindi riducibile solamente a oggetto di una decisione che si limita alla sfera privata e individuale: ne siamo responsabili verso altri, su cui le nostre scelte hanno un impatto (e viceversa). La libertà umana, per esercitarsi correttamente, deve tener conto delle condizioni che le hanno consentito di emergere e assumerle nel suo operare: in quanto preceduta da altri, è responsabile di fronte a loro. Questo è il motivo per cui lautodeterminazione è fondamentale, ma allo stesso tempo non è assoluta, ma sempre relativa (agli altri). Per quanto riguarda le decisioni sul morire, questo non significa ritornare al vecchio paternalismo medico, bensì sottolineare uninterpretazione dellautonomia relazionale e responsabile.
Accentuare astrattamente lautodeterminazione porta a sottostimare la reciproca influenza che si realizza attraverso la cultura condivisa e le circostanze concrete: richieste apparentemente libere sono in realtà frutto di uningiunzione sociale [spesso sotto la spinta di convenienze economiche]. Come si vede dallesperienza dei Paesi in cui è consentita la «morte (medicalmente) assistita» la platea delle persone ammesse tende a dilatarsi: ai pazienti adulti competenti si aggiungono pazienti in cui la capacità decisionale è compromessa, talvolta gravemente [pazienti psichiatrici, bambini, anziani con decadimenti cognitivi]. Sono così cresciuti i casi di eutanasia involontaria e di sedazione palliativa profonda senza consenso. Il risultato complessivo è che assistiamo a un esito contradditorio: in nome dellautodeterminazione si arriva a comprimere lesercizio effettivo della libertà, soprattutto per coloro che sono più vulnerabili; lo spazio dellautonomia viene gradualmente eroso.
Nel tempo in cui la morte si avvicina ritengo che la risposta principale sia quella dellaccompagnamento. E il primo passo per accompagnare è ascoltare le domande, spesso molto scomode, che si presentano in questa fase delicatissima. Dobbiamo ammettere che non siamo preparati a morire, anzi forse potremmo dire che una certa superficialità nel modo di affrontare le fondamentali domande di senso dellesistenza ci rende anche impreparati a vivere. Comunque il rimanere vicini (farsi prossimo) conduce a mettere in causa se stessi. Chi accompagna è investito dagli stessi interrogativi vissuti da chi è accompagnato: il senso della vita e della sofferenza, la dignità, la solitudine e la paura di essere abbandonato.
Certamente si tratta di alleviare il dolore e di promuovere la cultura della medicina palliativa, che rinuncia a guarire e continua a prendersi cura della persona malata, con tutte le sue esigenze, e della sua famiglia. Sappiamo che così in molti casi la domanda di eutanasia scompare; ma non sempre. Ed è una domanda con molte implicazioni, in cui giocano diversi fattori riguardanti la colpa, la vergogna, il dolore, il controllo, limpotenza. Il gioco di proiezioni tra il malato e chi se ne prende cura è molto intricato: distinguere tra il «soffre troppo» e il «soffro troppo a vederlo così» non è per nulla facile, come del resto è molto esigente assumere seriamente la richiesta di una relazione che aiuti a vivere la radicale solitudine del morire. Laccompagnamento in questo contesto richiede quindi un grande lavoro su di sé, non solo sul piano personale, ma anche su quello sociale e culturale, sul proprio essere solidali nel limite, nella separazione e nel passaggio della morte.
In questo contesto non è da escludersi che nella nostra società sia praticabile una mediazione giuridica che consenta lassistenza al suicidio nelle condizioni precisate dalla Sentenza 242/2019 della Corte costituzionale: la persona deve essere tenuta in vita da trattamenti di sostegno vitale e affetta da una patologia irreversibile, fonte di sofferenze fisiche o psicologiche che ella reputa intollerabili, ma pienamente capace di prendere decisioni libere e consapevoli. La proposta di legge approvata dalla Camera dei deputati (ma non dal Senato) andava fondamentalmente in questa linea. Personalmente non praticherei lassistenza al suicidio, ma comprendo che una mediazione giuridica possa costituire il maggior bene comune concretamente possibile nelle condizioni in cui ci troviamo.
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Ha llegado el momento de una ley sobre el suicidio asistido
Como parte del Festival de Periodismo de Perugia, Mons. Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, participó en el debate sobre el tema "El último camino (hacia el final de la vida)". A continuación, el texto completo del discurso de Mons. Vincenzo Paglia.
En primer lugar, me gustaría señalar que la Iglesia Católica no tiene un paquete de verdades prêt-à-porter, preempaquetado, como si fuera un dispensador de píldoras de la verdad. El pensamiento teológico evoluciona en la historia, en diálogo con el Magisterio y con la experiencia del pueblo de Dios (sensus fidei fidelium), en una dinámica de mutuo enriquecimiento. La intervención y el testimonio de la Iglesia, en la medida en que ella también participa en el debate público, intelectual, político y jurídico, se sitúan en el plano de la cultura y del diálogo entre las conciencias. La contribución de los cristianos se hace en el seno de las diferentes culturas, ni arriba -como si poseyeran una verdad dada a priori- ni abajo -como si los creyentes fueran los portadores de una opinión respetable, pero desligados de la historia, precisamente "dogmáticos", por tanto inaceptables -. Hay una relación de aprendizaje mutuo entre creyentes y no creyentes.
Pensemos, por ejemplo, en lo que sucedió con la cuestión de la pena de muerte: debido al cambio de las condiciones culturales y sociales, debido a la maduración de la reflexión sobre los derechos, el Papa ha modificado el catecismo. Si antes no se excluía que hubiera circunstancias por las que pudiera legitimarse, hoy ya no la consideramos admisible, bajo ninguna circunstancia. Como creyentes nos hacemos, pues, las mismas preguntas que a todos nos conciernen, sabiendo que nos encontramos en una sociedad democrática pluralista. En este caso, respecto al final de la vida (terrenal), todos nos encontramos frente a una pregunta común: ¿cómo es posible alcanzar (juntos) la mejor manera de articular el bien (plan ético) y el derecho (nivel jurídico), para cada persona y para la sociedad?
Para responder a esta pregunta, un primer punto fundamental es cómo entendemos la libertad. La reflexión teológica ha desarrollado una concepción de la persona que parte de un hecho reconocible por todos, es decir, que desde el principio estamos colocados en un contexto de relaciones que nos hacen solidarios unos con otros. Nuestra identidad personal es estructuralmente relacional. Nos dimos cuenta con evidencia casi brutal durante la pandemia: los comportamientos de todos tienen (tuvieron) repercusiones en los demás. Todos somos interdependientes, unidos unos a otros.
Incluso la vida humana, que caa uno de nosotros (como engendrado) recibe de los demás, no se reduce, por tanto, sólo al objeto de una decisión que se limita a la esfera privada e individual: somos responsables de ella frente a los demás, sobre quienes nuestras elecciones tienen un impacto impacto (y viceversa). La libertad humana, para ser correctamente ejercida, debe tener en cuenta las condiciones que le han permitido surgir y asumirlas en su funcionamiento: en la medida en que es precedida por otros, es responsable ante ellos. Por eso la autodeterminación es fundamental, pero al mismo tiempo no es absoluta, sino siempre relativa (a los demás). En cuanto a las decisiones sobre morir, esto no significa volver al viejo paternalismo médico, sino enfatizar una interpretación de autonomía relacional y responsable.
Acentuar de manera abstracta la autodeterminación lleva a subestimar la influencia recíproca que se produce a través de la cultura compartida y las circunstancias concretas: las solicitudes aparentemente libres son en realidad el resultado de un mandato social [a menudo bajo la presión de la conveniencia económica]. Como puede verse en la experiencia de países donde se permite la "muerte (médicamente) asistida", el número de personas admitidas tiende a expandirse: a pacientes adultos competentes se unen pacientes cuya capacidad de decisión está comprometida, a veces gravemente [pacientes psiquiátricos, niños, ancianos con deterioro cognitivo]. Así han crecido los casos de eutanasia involuntaria y sedación paliativa profunda sin consentimiento. El resultado general es que asistimos a un desenlace contradictorio: en nombre de la autodeterminación se coarta el ejercicio efectivo de la libertad, especialmente para los más vulnerables; el espacio de la autonomía se va erosionando paulatinamente.
A medida que se acerca la muerte, creo que la principal respuesta es la del acompañamiento. Y el primer paso para acompañar es escuchar las preguntas, muchas veces muy incómodas, que surgen en esta fase tan delicada. Tenemos que admitir que no estamos preparados para morir, de hecho, tal vez podríamos decir que cierta superficialidad en la forma en que enfrentamos las cuestiones fundamentales del sentido de la existencia también hace que no estemos preparados para vivir. Sin embargo, permanecer cerca (estar cerca) lleva a cuestionarse. Quienes acompañan están inmersos en las mismas preguntas que experimentan los acompañados: el sentido de la vida y el sufrimiento, la dignidad, la soledad y el miedo al abandono.
Ciertamente se trata de aliviar el dolor y de promover la cultura de la medicina paliativa , que renuncia a curar y sigue cuidando al enfermo, con todas sus necesidades, ya su familia. Sabemos que en muchos casos desaparece la exigencia de la eutanasia; Pero no siempre. Y es una pregunta con muchas implicaciones, en la que intervienen diversos factores de culpa, vergüenza, dolor, control, impotencia. El juego de proyecciones entre el paciente y la persona que lo cuida es muy intrincado: distinguir entre "sufre demasiado" y "sufro demasiado de verlo así". no es nada fácil, como es muy exigente tomar en serio la petición de una relación que ayude a vivir la soledad radical del morir. El acompañamiento en este contexto requiere, por tanto, mucho trabajo sobre uno mismo, no sólo a nivel personal, sino también a nivel social y cultural, en el ser solidario en el límite, en la separación y en el paso de la muerte.
En este contexto, no puede descartarse que en nuestra sociedad sea factible una mediación legal que permita el suicidio asistido en las condiciones especificadas por la Sentencia del Tribunal Constitucional 242/2019 : la persona debe ser mantenida con vida mediante tratamientos de soporte vital y afectada de una patología irreversible, fuente de sufrimiento físico o psíquico que ella considera intolerable, pero plenamente capaz de tomar decisiones libres e informadas". El proyecto de ley aprobado por la Cámara de Diputados (pero no por el Senado) básicamente siguió esta línea. Personalmente no practicaría el suicidio asistido, pero entiendo que la mediación judicial puede constituir el mayor bien común concretamente posible en las condiciones en las que nos encontramos.
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