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El artículo Parusía de la Enciclopedia Espasa

por el P. Juan Rovira Orladis S. J. :

«La Parusía no es otra cosa, según dijimos, sino la segunda venida de Cristo. Vendrá Cristo Jesús del cielo a donde subió en su gloriosa ascensión (Act. 1,9-11), más no vendrá como vino la primera vez cuando el Verbo se hizo carne (…) antes vendrá y aparecerá con gloria, con gloria y esplendor (…) después que el sol se obscurecerá y la luna no dará su luz y las estrellas caerán, entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre (probablemente la cruz), y entonces lamentarán todas las tribus de la tiera y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria (Mt.24,30; Mc. 13,26; Luc.21,27), (…) pero entre todas campea la descripción que de esta venida nos hace el apóstol San Juan en el capítulo 19 del Apocalipsis, en donde lo describe como rey guerrero que va a pelear contra el Anticristo (…) Cristo no vendrá solo como rey que es, vendrá acompañado de su corte (…) con sus ángeles (Mt.26,27) (…), con sus santos.. (Jud. 14,25) (…) Seguiráse después la resurrección de los santos. Verdad es que acerca de este punto no están de acuerdo los teólogos e interpretes, pues comúnmente dicen que la resurrección ha de ser de todos juntos y a un mismo tiempo, pero esto ha de entenderse de la resurrección general. Mas esta resurrección particular de los santos será como un privilegio y así como resucitó Cristo y con Cristo resucitaron también otros santos, como dice San Mateo (27,52-53), los cuales probablemente, como asiente Santo Tomas (S.Th. Sup. Q.77,a1,ad3), no volvieron a morir, así también puede admitirse que cuando aparecerá Cristo en su segunda venida para destruir al Anticristo, resucitarán por privilegio, no todos los santos, sino solamente algunos. (…) Según esto, distingue San Pablo claramente a la venida de Cristo dos clases o suertes de justos que se le juntarán. Los unos serán los muertos que resucitarán primeramente, resucitarán incorruptos; los otros serán los vivos, los cuales no morirán sino que serán transformados de mortales y corruptibles en incorruptibles e inmortales y juntamente con los otros serán arrebatados por el aire sobre las nubes del cielo al encuentro de Cristo. (…) Los otros muertos no vivieron hasta que se cumplan los mil años. San Juan parece indicar dos clases o suertes de escogidos, los unos son los degollados por el testimonio de Jesús, esto es, los mártires, o todos o algunos, y en primer lugar los Apóstoles a los cuales prometió el mismo Cristo que en la regeneración se sentarían sobre 12 tronos para juzgar a las 12 tribus de Israel; los otros son los que no adoraron a la bestia ni recibieron su señal, aunque no hayan sido martirizados sino que estén vivos, pues de lo contrario no habría que distinguirlos de los mártires. (…)

Efecto de la venida de Cristo será también la destrucción del Anticristo. (…) Entonces, pues, vendrá Cristo a destruirle y a salvar y liberar a los suyos. (…) se manifestará aquel inicuo, al cual el señor matará (propiamente quitará de en medio) con el soplo de su rostro y lo destruirá con el resplandor de su venida (2Tes 2,8). Y San Juan en el Apocalipsis dice lo mismo (Ap. 19,11-21) (…) Destruidas las potestades antiteocráticas y encadenado y encarcelado el demonio, siguiráse luego el reino de Cristo y de los santos. Este reino predícelo el profeta Daniel en el capitulo séptimo de su profecía[1] (…) En este texto se predice claramente que a la destrucción del Anticristo y de las otras potestades antiteocráticas le seguirá no sólo un triunfo, sino un reino de Cristo y de los Santos, un reino que será sobre la tierra o debajo del cielo, como dice Daniel, un reino en que el poder será del pueblo de los santos altísimos, al cual (pueblo) todos los reyes le servirán y obedecerán. (…) Véase por ejemplo, lo que dice Cornelio a Lapide: “Entonces, destruido el reino del Anticristo la Iglesia reinará en toda la tierra y de los judíos y de los gentiles se hará un solo redil con un solo pastor”. Seguiráse después la sublevación o rebelión de Gog y Magog contra la ciudad de los santos, que es probablemente según veremos diversa de la persecución del Anticristo. Luego, más tarde, el fuego de la conflagración (…) y por fin terminará todo con la resurrección última y el juicio final (…) Y San Pablo (1Cor.15,24-28) dice también que Cristo reinará hasta que ponga bajo sus pies a todos sus enemigos, y la última de todas será destruida la muerte: después de esto Cristo entregará su reino al Padre y entonces será Dios todas las cosas en todos.»

«Hemos visto que según la predicción de Daniel (7,26-27) inmediatamente después de la muerte del Anticristo no se acabará el mundo, sino que seguirá la Iglesia compuesta de judíos y gentiles y extendida por toda la tierra, y los santos ejercerán el poder y la soberanía y a ellos servirán y obedecerán todos los reyes del orbe. (…) aunque Daniel dice que su reino será sempiterno, es porque nos presenta este reino de los santos en la tierra continuándose con el de después del juicio. Más ahora hablamos solamente del reino de los santos en la tierra, del reino de los santos anterior al juicio final y este claro está que no ha de ser eterno (…). Algunos interpretes, aun de los que admiten el reino de los santos en la tierra, dicen como Tirini, a Lapide que este reino ha de durar breve tiempo; otros no hablan de su duración, otros suponen o afirman que durará largo tiempo (…) En este punto los milenaristas fundándose en el Apocalipsis (20,1-9) admitieron después de la muerte del Anticristo un reino de Cristo y de los santos en la tierra que había de durar mil años.»