Creer es pensar con asentimiento en el sentido propio de pensar
IIª-IIae q. 2 a. 1 (Traducción de Néstor Martínez, en infocatolica, el 28.01.19, a las 4:49 PM, http://www.infocatolica.com/blog/praeclara.php/1901280342-en-la-fiesta-de-santo-tomas-d)
¿Creer es «pensar con asentimiento»? [cum assensu cogitare]
Objeciones por las que parece que creer no es «pensar con asentimiento»:
1. Pensar implica cierta inquisición, pues es como dar vueltas a una cosa. Pero San Juan Damasceno dice que la fe es un consentimiento sin inquisición. Por lo tanto, el pensar no compete a la fe.
2. Como diremos luego, la fe reside en la razón. La cogitación, en cambio, es acto de la potencia cogitativa, que pertenece a la parte sensible, como hemos expuesto. El pensar [cogitare], pues, no pertenece a la fe.
3. Además, creer es acto del entendimiento, pues su objeto es la verdad. Ahora bien, el acto de asentir incumbe no al entendimiento, sino a la voluntad, lo mismo que el consentir, como hemos expuesto también. Por lo tanto, creer no es pensar con asentimiento.
Contra esto: está el hecho de que así lo define San Agustín en su libro De praedestinatione sanctorum
Respondo:
Pensar [cogitare] puede entenderse en tres sentidos. Primero, de manera general, significando cualquier consideración actual del intelecto. Así lo entiende San Agustín en XV De Trin. cuando escribe: Llamo inteligencia a la potencia por la que pensando entendemos. Otro, más propio, significando la consideración del entendimiento que conlleva cierta búsqueda o inquisición antes de llegar a la perfecta inteligencia por la certeza de la visión. En este sentido lo toma San Agustín al afirmar en XV De Trin. que el Hijo de Dios no se llama pensamiento de Dios, sino Verbo de Dios. En efecto, nuestro verbo surge solamente cuando el pensamiento llega a saber y es informado por las cosas que conoce. Por eso el Verbo de Dios debe entenderse sin la cogitación, pues en él no hay nada formable y que pueda ser informe. Según eso, pensar se llama propiamente el movimiento de la mente que delibera cuando todavía no ha llegado a la perfección por la visión plena de la verdad. Pero ese movimiento de la mente cuando piensa puede versar, bien sobre las intenciones universales, en cuyo caso pertenece a la parte intelectiva; bien sobre representaciones particulares, lo cual pertenece a la parte sensitiva; de ahí que, en el segundo sentido, pensar es acto de la inteligencia que indaga, y en el tercer sentido, es acto de la facultad cogitativa.
Por lo tanto, si el acto de pensar se toma en la acepción común, o sea, en el primer sentido, la frase pensar con asentimiento" no expresa toda la esencia de lo que es el acto de creer, ya que, en ese sentido, quien considera las cosas que conoce o entiende, también piensa asintiendo. Tomándolo, en cambio, en el segundo sentido, se expresa toda la esencia del acto de creer. En efecto, de los actos de la inteligencia, algunos incluyen asentimiento firme sin tal cogitación, pues esa consideración está ya hecha. Otros actos del entendimiento, en cambio, tienen cogitación, aunque informe, sin asentimiento firme, sea que no se inclinen a ninguna de las partes, como es el caso de quien duda; sea que se inclinen a una parte más que a otra por ligeros indicios, y es el caso de quien sospecha; sea, finalmente, porque se inclinan hacia una parte, pero con temor de que la contraria sea verdadera, y estamos con ello en la opinión. El acto de fe entraña adhesión firme a una sola parte, y en esto convienen el que cree, el que conoce y el que entiende. Pero su conocimiento no ha llegado al estado perfecto, efecto de la visión clara del objeto, y en esto coincide con el que duda, sospecha y opina. Por eso, lo propio del que cree es pensar con asentimiento, y de esta manera se distingue el acto de creer de los demás actos del entendimiento que versan sobre lo verdadero o lo falso.
A las objeciones:
1. La fe no entraña investigación de la razón natural que demuestre lo que cree. Implica, sin embargo, indagación sobre los motivos que conducen al hombre a creer, como, por ejemplo, que lo ha dicho Dios y está confirmado por milagros.
2. El pensar está tomado aquí no como acto de la facultad cogitativa, sino como acto del entendimiento, según hemos expuesto.
3. El entendimiento del que cree está determinado hacia una cosa no por la razón, sino por la voluntad. Por eso, el asentimiento se considera aquí como acto del entendimiento determinado hacia una parte por la voluntad.
Para entender mejor esto último, cfr. IIa. IIae., q. 2, a. 9:
Según hemos ya expuesto, nuestros actos son meritorios en cuanto que proceden del libre albedrío movido por la gracia de Dios. De ahí que todo acto humano, si está bajo el libre albedrío y es referido a Dios, puede ser meritorio. Ahora bien, el de la fe es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina bajo el imperio de la voluntad movida por la gracia de Dios; se trata, pues, de un acto sometido al libre albedrío y es referido a Dios. En consecuencia, el acto de fe puede ser meritorio.
[Nestor dice]: Añadimos que, como puede verse comparando, hemos debido hacer graves correcciones a la traducción que se presenta en: