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La actual persecución cruenta anunciada en el Apocalipsis y en Fátima
Los fieles perseguidos o discriminados a causa del Evangelio en muchos lugares del mundo son los testigos martirizados que presenta el capítulo 11 del Apocalipsis en la matanza en la que, como anunció la Virgen en Fátima, irán muriendo, uno tras otro, "obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones" y en la que el Papa será "muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros y saetas" . No parece que el disparo de Alí Agca sobre el Papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981 se pueda interpretar como los disparos de un grupo de soldados, "un grupo de soldados que le dispararon varios tiros" al Papa, como dice la Virgen en el tercer secreto de Fátima.
Que el Espíritu Santo dé luz y fuerza a las
comunidades cristianas y a los fieles perseguidos o
discriminados a causa del Evangelio en muchos lugares
del mundo.
(Intención misional para marzo de 2011 del Papa Benedicto XVI).
El siglo XXI está superando al XX, que fue el siglo con más mártires por la fe en la historia de la Iglesia, con sangrientas persecuciones anticristianas en todo el mundo. No debe sorprender que en una era en la que se proclaman los derechos humanos universales al margen de Dios y contra Dios, algunos países hayan legalizado la persecución anticristiana.
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Esta gran cantidad de muertos mártires en la gran matanza anunciada en el Evangelio y en el Apocalipsis, cuando el poder anticristiano haga, como ya hace, la guerra a los mejores cristianos que testimonian de palabra y obra a Cristo, los venza y los mate generalizada y masivamente, como ya los está matando, recuerda lo anunciado en Fátima el 13 de julio 1917 por la Madre de Jesucristo, tal como la Iglesia, por mandato del papa Juan Pablo II, lo dio a conocer como el tercer secreto de Fátima el 13 de mayo de 2000, al finalizar la misa de beatificación de los pastorcillos Jacinta y Francisco, oficiada por el propio Papa en Fátima. El Cardenal Secretario de Estado Angelo Sodano dijo entonces al dar a conocer el tercer secreto de Fátima que "las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado", sin comprometerse a asegurarlo como interpretación de la Iglesia, sino como un parecer. Pero justamente la persecución cruenta contra la Iglesia se ha recrudecido desde entonces y lo que parece es justamente que van muriendo, uno tras otro, "obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones" en una persecución en la que se dio a conocer en Fátima anticipadamente que el papa será "muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros" .
"Y vimos... a un obispo vestido de blanco, hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre, también a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas, medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Angeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios".
(Texto original del tercer secreto de Fátima, revelado el 13 de julio de 1917 a los tres pastorcillos en la Cueva de Iria, Fátima, transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944 y hecho público por el Secretario de Estado, Cardenal Angelo Sodano, el 13 de mayo de 2000).
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Los dos testigos del capítulo 11 del Apocalipsis que predicarán el evangelio y luego morirán mártires son personas morales o colectivos representados bien sea por Elías y Henoch, bien sea por Elías y Moisés, porque son todos los que han actuado y actuarán en su mismo espíritu de difundir su mensaje por obediencia al mandato de Dios, es decir como todos los profetas y misioneros, entre los que se autoincluye en primer lugar Jesucristo. Nuestro Señor. Jesucristo mismo lo explicó a los apóstoles Pedro, Santiago y Juan después de haberse transfigurado ante ellos en el monte Tabor:
"Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»
Sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?»
Respondió él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo.
Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del Hombre tendrá que padecer de parte de ellos.»
Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista" (Mt 17, 9-13).
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Dice Benedicto XVI:
«Escribía mi venerado Predecesor, el Papa Juan Juan Pablo II:
La memoria jubilar nos ha abierto un panorama sorprendente, mostrándonos nuestro tiempo particularmente rico en testigos que, de una manera u otra, han sabido vivir el Evangelio en situaciones de hostilidad y persecución, a menudo hasta dar su propia sangre como prueba suprema
(Juan Juan Pablo II: Novo millennio ineunte, 41).La participación en la misión de Cristo, en efecto, marca también la vida de los anunciadores del Evangelio, para quienes está reservado el mismo destino de su Maestro. Recordad lo que os dije: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán (Jn 15,20). La Iglesia sigue el mismo camino y sufre la misma suerte de Cristo, porque no actúa según una lógica humana o contando con las razones de la fuerza, sino siguiendo la vía de la Cruz y haciéndose, en obediencia filial al Padre, testigo y compañera de viaje de esta humanidad».
(Benedicto XVI: Jornada Mundial de las Misiones, 29 de junio de 2009).
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Dijo Juan Pablo II:
«El domingo pasado, junto al Coliseo de Roma, hicimos la conmemoración de tantos testigos de la fe del siglo XX, recordando las tribulaciones sufridas por ellos, a través de significativos testimonios que nos dejaron. Una nube incalculable de testigos valientes de la fe nos legó una herencia preciosa, que debe permanecer viva en el tercer milenio. Aquí en Fátima, donde fueron vaticinados estos tiempos de tribulación pidiendo Nuestra Señora oración y penitencia para abreviarlos, quiero hoy dar gracias al Cielo por la fuerza del testimonio que se ha manifestado en todas aquellas vidas y deseo una vez más celebrar la bondad del Señor para conmigo, cuando, duramente herido aquel 13 de mayo de 1981, fui salvado de la muerte. Expreso mi gratitud también a la beata Jacinta por los sacrificios y oraciones ofrecidas por el Santo Padre, que ella había visto en gran sufrimiento».
(Juan Pablo II: Homilía del Papa durante la Beatificación de los Pastores Jacinta y Francisco en Fátima, 13 de mayo, 2000).
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Según la organización francesa Ayuda a la Iglesia necesitada (Aide à lEglise en détresse), hoy son 200 millones los cristianos en el mundo los que no pueden vivir su fe libremente. (Véase su página web: http://www.aed-france.org/ ).
Mapa de la persecución anticristiana en el mundo:
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Recordad lo que os dije: No es el siervo más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán (Jn 15,20).
«Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros» (Mt 5,11-12).
«Os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes» (Mt 10,17-18).
«Seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará» (Mt 10,22).
«Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre» (Mt 10,23).
«Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna» (Mt 10,28).
«Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos» (Mt 10,32-33).
«El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 10,39).
"Se le concedió hacer la guerra a los santos y vencerlos" (Ap 13,7).
"La Bestia que surja del Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará" (Ap 11,7).
Y "que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre". (Ap 13,15-17).
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Apocalipsis 11
1 Luego me fue dada una caña de medir parecida a una vara, diciéndome: «Levántate y mide el Santuario de Dios y el altar, y a los que adoran en él.
2 El patio exterior del Santuario, déjalo aparte, no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles, que pisotearán la Ciudad Santa 42 meses.
3 Pero haré que mis dos testigos profeticen durante 1260 días, cubiertos de sayal».
4 Ellos son los dos olivos y los dos candeleros que están en pie delante del Señor de la tierra.
5 Si alguien pretendiera hacerles mal, saldría fuego de su boca y devoraría a sus enemigos; si alguien pretendiera hacerles mal, así tendría que morir.
6 Estos tienen poder de cerrar el cielo para que no llueva los días en que profeticen; tienen también poder sobre las aguas para convertirlas en sangre, y poder de herir la tierra con toda clase de plagas, todas las veces que quieran.
7 Pero cuando hayan terminado de dar testimonio, la Bestia que surja del Abismo les hará la guerra, los vencerá y los matará.
8 Y sus cadáveres, en la plaza de la Gran Ciudad, que simbólicamente se llama Sodoma o Egipto, allí donde también su Señor fue crucificado.
9 Y gentes de los pueblos, razas, lenguas y naciones, contemplarán sus cadáveres tres días y medio: no está permitido sepultar sus cadáveres.
10 Los habitantes de la tierra se alegran y se regocijan por causa de ellos, y se intercambian regalos, porque estos dos profetas habían atormentado a los habitantes de la tierra.
11 Pero, pasados los tres días y medio, un aliento de vida procedente de Dios entró en ellos y se pusieron de pie, y un gran espanto se apoderó de quienes los contemplaban.
12 Oí entonces una fuerte voz que les decía desde el cielo: «Subid acá.» Y subieron al cielo en la nube, a la vista de sus enemigos.
13 En aquella hora se produjo un violento terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y con el terremoto perecieron 7.000 personas. Los supervivientes, presa de espanto, dieron gloria al Dios del cielo.
(Ap 11,1-13)
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"Ha sido arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba día y noche delante de nuestro Dios.
Ellos lo vencieron gracias a la sangre del Cordero y a la palabra de testimonio que dieron, porque despreciaron su vida ante la muerte" (Ap 12, 10-11).
"Despechado contra la Mujer, se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, los que guardan los mandamientos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús". (Ap 12,17).
"Se le concedió hacer la guerra a los santos y vencerlos" (Ap 13,7)
"Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia. Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente, y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre.
(Ap 13,15-17).
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Texto
original del tercer secreto de Fátima
Hecho público por el Secretario de Estado, Cardenal Angelo
Sodano, el 13 de mayo de 2000
Tercera parte del secreto de Fátima, revelado el 13 de julio de 1917 a los tres pastorcillos en la Cueva de Iria-Fátima y transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944.
"Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.
"Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Angel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: 'algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él' a un Obispo vestido de Blanco 'hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre'. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Angeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios".
Los dos primeros secretos de Fátima
Dos de los tres secretos revelados por la hermana Lucía en 1942 son:
1) "Vosotros habéis visto el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarles, Dios desea establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón."
2) "La Primera Guerra mundial terminará pronto. Sin embargo, si la humanidad no deja de ofender a Dios, otra guerra peor surgirá en el Reinado del Papa Pío XI. Cuando vosotros veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que éste es el gran signo que Dios os da, porque Él va a castigar el mundo por sus crímenes a través de las guerras, el hambre, la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir esto, Yo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión de reparación de los Primeros Sábados.
Si mi petición es acatada, Rusia se convertirá, y habrá paz. Si no, Rusia transmitirá sus errores a través del mundo, promoviendo guerras y la persecución de la Iglesia; los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas; al final mi Inmaculado Corazón triunfará. El santo Padre me consagrará Rusia, la cual se convertirá, y algún tiempo de paz se le dará al mundo."
El Cardenal Sodano presenta el tercer secreto de Fátima
FÁTIMA 13.05.2000 (ACI).- El Cardenal Secretario de Estado Angelo Sodano puso fin a décadas de especulaciones al revelar, por expresa voluntad del Papa Juan Pablo II, el tercer secreto de Fátima, al finalizar la emotiva misa de beatificación de los pastorcillos. "Aunque las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado", dijo.
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Homilía del Papa Juan Pablo II durante la Beatificación de los Pastores Jacinta y Francisco en Fátima
ACI. Fátima, 13 de mayo, 2000
«Y apareció en el Cielo otra señal: un enorme Dragón» (Ap 12, 3).
Estas palabras de la primera lectura de la Misa, nos hace pensar en la gran lucha que se traba entre el bien y el mal, pudiéndose constatar, cómo el hombre, dejando a Dios de lado, no consigue llegar a la felicidad, antes termina por destruirse a sí mismo.
¡Cuántas víctimas a lo largo del último siglo del segundo milenio! Vienen a la memoria los horrores de la primera y segunda Gran Guerra y de otras más en tantas partes del mundo, los campos de concentración y exterminio, los gulags, las limpiezas étnicas y las persecuciones, el terrorismo, los raptos de personas, la droga, los atentados contra los niños no nacidos y la familia.
La pequeña Jacinta sintió y vivió como propia esa aflicción de Nuestra Señora, ofreciéndose heroicamente como víctima por los pecadores.
Bien podía ella exclamar con San Pablo: «Me alegro de sufrir por vosotros y completo en mi misma lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1, 24).
«El domingo pasado, junto al Coliseo de Roma, hicimos la conmemoración de tantos testigos de la fe del siglo XX, recordando las tribulaciones sufridas por ellos, a través de significativos testimonios que nos dejaron. Una nube incalculable de testigos valientes de la fe nos legó una herencia preciosa, que debe permanecer viva en el tercer milenio. Aquí en Fátima, donde fueron vaticinados estos tiempos de tribulación pidiendo Nuestra Señora oración y penitencia para abreviarlos, quiero hoy dar gracias al Cielo por la fuerza del testimonio que se ha manifestado en todas aquellas vidas y deseo una vez más celebrar la bondad del Señor para conmigo, cuando, duramente herido aquel 13 de mayo de 1981, fui salvado de la muerte. Expreso mi gratitud también a la beata Jacinta por los sacrificios y oraciones ofrecidas por el Santo Padre, que ella había visto en gran sufrimiento».
(Homilía del Papa Juan Pablo II durante la Beatificación de los Pastores Jacinta y Francisco en Fátima, 13 de mayo, 2000).
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Mateo 10
1 Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los
espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda
enfermedad y toda dolencia.
2 Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón,
llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su
hermano Juan;
3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el
de Alfeo y Tadeo;
4 Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le
entregó.
5 A estos doce envió Jesús, después de darles estas
instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni
entréis en ciudad de samaritanos;
6 dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
7 Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.
8 Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad
demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis.
9 No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas;
10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni
bastón; porque el obrero merece su sustento.
11 «En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién
hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis.
12 Al entrar en la casa, saludadla.
13 Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es
digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.
14 Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid
de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros
pies.
15 Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la
tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad.
16 «Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed,
pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas.
17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los
tribunales y os azotarán en sus sinagogas;
18 y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y
reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los
gentiles.
19 Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o
qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os
comunicará en aquel momento.
20 Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el
Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.
21 «Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a
hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.
22 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre;
pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.
23 «Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también
en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro: no
acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el
Hijo del hombre.
24 «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo
por encima de su amo.
25 Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo
como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul,
¡cuánto más a sus domésticos!
26 «No les tengáis miedo. Pues no hay nada encubierto que no
haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.
27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz;
y lo que oís al oído, proclamadlo desde los terrados.
28 «Y no temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar
el alma; temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición
alma y cuerpo en la gehenna.
29 ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de
ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre.
30 En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza
están todos contados.
31 No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos.
32 «Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo
también me declararé por él ante mi Padre que está en los
cielos;
33 pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo
también ante mi Padre que está en los cielos.
34 «No penséis que he venido a traer paz a la tierra.
No he venido a traer paz, sino espada.
35 Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a
la hija con su madre, a la nuera con su suegra;
36 y enemigos de cada cual serán los que conviven con
él.
37 «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es
digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no
es digno de mí.
38 El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno
de mí.
39 El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda
su vida por mí, la encontrará.
40 «Quien a vosotros recibe, a mí me recibe, y quien me recibe
a mí, recibe a Aquel que me ha enviado.
41 «Quien reciba a un profeta por ser profeta, recompensa de
profeta recibirá, y quien reciba a un justo por ser justo,
recompensa de justo recibirá.
42 «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de
agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo,
os aseguro que no perderá su recompensa.»
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Otro intento en 2011 de terminar en el Reino Unido con la discriminación que sufren los católicos en Inglaterra, en el Reino Unido y en los otros 15 países de la Conmmomwealth |
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Uno de los mayores
males de nuestro tiempo es la mediocridad en las
cuestiones de fe. No nos hagamos ilusiones. O somos
católicos o no lo somos. Si lo somos, es preciso que se
manifieste en todos los campos de nuestra vida (Palabras dichas por el beato mártir Stepinac en 1943, citadas por el papa Benedicto XVI en su visita pastoral a Croacia de 2011). |