La historia de los mártires de Tyburn en Londres por Jorge Soley. ... .HISTORIA UNIVERSAL. . ..Santoral ....INDEX
El terror de los Tudor y el actual fundamentalismo laicista
Joseph Pierce ReL 13.07.2016
Publicado en The Imaginative
Conservative.
Traducción de Carmelo López-Arias.
Uno de los mayores errores que puede cometer un
estudiante de historia es confundir la llamada Reforma
inglesa con su homónima en el continente. Mientras que la
Reforma protestante en Europa estuvo animada por las diferencias
genuinamente teológicas que separaban a los seguidores de Lutero
o Calvino de quienes aceptaban la autoridad apostólica y
eclesiástica del catolicismo, en Inglaterra la llamada Reforma
sólo estuvo animada por las ambiciones políticas y los apetitos
lujuriosos del rey.
Enrique VIII no fue un protestante sino un tirano.
Al proclamarse a sí mismo jefe de la Iglesia en Inglaterra,
estaba convirtiendo la religión en un sujeto servil del poder
secular. Estaba pidiendo que las cosas de Dios se diesen al
César. Son palpables los paralelismos con el secularismo de
nuestra propia época y su guerra contra la libertad
religiosa.
Considerando los paralelos entre la Inglaterra de los Tudor y el
fundamentalismo laicista de nuestro tiempo, vale la pena
considerar la Resistencia inglesa al Terror de
los Tudor, con la esperanza de que inspire hoy una santidad y un
heroísmo similares.
Quienes desafiaron a los poderes seculares en Inglaterra
rechazando postrarse ante la religión impuesta por el Estado
fueron conocidos como recusantes.
Estas almas nobles pagaron elevadas multas y a menudo sufrieron
prisión o exilio por rechazar conformarse a la religión del
Estado. Muchos otros sufrieron martirio, dando
su vida por sus amigos y perdonando a sus enemigos desde el
patíbulo, prefiriendo la horca o el hacha del verdugo a la
esclavitud del secularismo.
Los heroicos cartujos de Londres estuvieron
entre las primeras víctimas del Terror de los Tudor. A algunos
los mataron de hambre por orden de Enrique VIII, otros fueron
ahorcados, destripados cuando aún estaban vivos y descuartizados,
sufriendo el penoso y horripilante destino que alcanzaría a
muchos otros todo a lo largo del reinado sangriento de los Tudor.
Otros mártires tempranos de la cínica y sacrílega Reforma
de Enrique fueron santo Tomás Moro y san
Juan Fisher, ambos decapitados por orden del rey.
Si las cosas ya fueron malas bajo Enrique, puede decirse que
fueron aún peores durante el reinado de Bloody Bess
[Isabel I la Sanguinaria], hija de la relación adulterina
de Enrique con la malhadada Ana Bolena. Fue durante el reinado,
teñido de sangre, de Isabel cuando la misión jesuita
en Inglaterra demostró el coraje, celo y espíritu evangelizador
de la Contrarreforma católica. Quizá los dos más célebres
mártires jesuitas son san Edmundo Campion y san
Roberto Southwell, martirizados en 1581 y 1595
respectivamente, habiendo tenido ambos una misteriosa conexión
con William Shakespeare que va más allá del objeto de
este artículo.
Aunque es imposible pagar el debido tributo de homenaje a los cientos
de mártires que dieron su vida por Dios y por el
prójimo durante el Terror de los Tudor, sería sin duda un
pecado de omisión no mencionar a santa Margarita
Clitherow y a santa Ana Line, dos
santas mujeres martirizadas por su fe durante el reinado de
Isabel.
Santa Margarita Clitherow, conocida como la Perla de York, fue
martirizada en 1586 por el crimen de
esconder de las autoridades a los sacerdotes. El método de
ejecución consistió en aplastarla hasta la muerte, una bárbara
sentencia que se llevó a cabo a pesar de que se creía que
estaba embarazada. Con un simbolismo providencial, la fecha de su
muerte fue el 25 de marzo, fecha histórica de la Encarnación de
Nuestro Señor (la Anunciación) y también de su Crucifixión.
Santa Ana Line, una conversa a la Fe que, como Campion y
Southwell, probablemente también conocía a Shakespeare,
fue martirizada el 26 de febrero de 1601, en los
últimos años del reinado de Isabel. Había sido detenida cuando
los cazadores de sacerdotes entraron en su hogar durante la
celebración de una misa clandestina. Aunque el
sacerdote jesuita que había celebrado la misa consiguió
quitarse a tiempo las vestiduras y librarse del arresto
mezclándose entre los fieles, Santa Ana Line fue detenida por
esconder sacerdotes y subió a la horca a sufrir el martirio por
el que había orado.
Estos santos mártires son sólo un puñado de las muchas almas
santas que escogieron la muerte y la gloria del martirio antes
que la sumisión a una tiranía secularista que
buscaba destruir la libertad religiosa.
El Terror de los Tudor duró desde la autoproclamación de
Enrique VIII como cabeza de la Iglesia en 1534
hasta la muerte de Isabel I en 1603.
Lamentablemente el Terror continuaría bajo los Estuardo,
siendo ejecutados los últimos católicos en la década
de 1680 y perdurando formas menos letales de
persecución hasta la Emancipación católica de 1829.
Luego, después de tres siglos de resistencia heroica y
desafiante, a los recusantes que quedaban se
unió una nueva oleada de conversos y una nueva oleada de
inmigrantes irlandeses, heraldos del inicio del Resurgimiento
católico. No era la primera vez en la gloriosa y sangrienta
historia de la Iglesia que su flagelación y muerte
conducían a una gloriosa resurrección. No fue la primera vez y
sin duda no será la última.
4 de mayo
Día de san Juan Houghton, san Roberto Lawrence y san Agustín Webster, presbíteros y mártires, priores respectivamente de las cartujas de Londres, Beauvalle y Axholme, y san Ricardo Reynolds, de la Orden de Santa Brígida, y el beato Juan Haile, presbítero, párroco de Isleworth, todos los cuales, en 1535, durante el reinado de Enrique VIII, y después de haber profesado valerosamente la fe de los padres, fueron arrastrados vivos hasta el lugar de su suplicio en Tyburn, donde el 4 de mayo de 1535 fueron ahorcados y descuartizados. Fueron conducidos a Tyburn sin ser antes reducidos al estado laical.
Santo Thomas More viendo desde su celda en la Torre cómo llevaban al patíbulo a los tres priores cartujos con sus hábitos de monjes le dijo a su hija:
"Look, Meg! These blessed Fathers be now as cheerfully going to their deaths as bridegrooms to their marriage!"
"¡Mira, Meg, cómo van estos sagrados Padres a su muerte tan alegres como novios a su boda!"
San John Houghton fue el primero en ser colgado. Cuando lo bajaron, todavía estaba vivo, pero comenzó entonces el proceso de descuartizarlo. Cuando el verdugo le abrió el pecho para sacarle el corazón, él oró así:
"O Jesu, what wouldst Thou do with my heart?"
"¡Oh Jesús! ¿Qué quieres hacer Tú con mi corazón?"
Francisco Zurbarán
representó a san Juan Houghton
con su corazón en la mano, ofreciéndolo, y con la soga
al cuello.