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EDUCACIÓN, POLITICA, RELIGION
CRISTIANDAD, Barcelona, Año XXX. Número 505 Mar 1973
En la Francia de la Revolución, cuando el liberalismo conservador se "horroriza" de la anarquía revolucionaria y se forma la Santa Alianza como sistema de política internacional, a la vez que se produce un movimiento apologético, en el que participan desde Chautebriand hasta De Maistre en una mezcla de espíritu antirrevolucionario y liberalismo, surge desde el seno del racionalismo ilustrado un movimiento filosófico-político del que son destacados representantes Saint-Simon y su discípulo Augusto Comte, fundador del positivismo. La situación política actual de Occidente es todavía hoy deudora de aquella "organización social", filantrópica, progresiva, técnica e industrializada en la que pusieron sus esperanzas redentoras y su entusiasmo iluminista los prohombres de la aristocracia y de la burguesía del siglo XIX. A diferencia del espíritu volteriano o "filosófico" del siglo XVIII, lo que anima este desarrollo económico-industrial es la "asimilación" de la idea cristiana reduciéndola a la consecución de la paz universal por medio del mejoramiento material de las clases pobres. Esta organización político-social tiene el carácter de un "partido de orden" que se opone a la vez a la anarquía y a lo retrógrado y que se refleja en el lema tópico de Comte: "Orden y Progreso". Es, pues, una "revolución desde arriba", que debe ser realizada por los poderosos y debe ser usufructuada por los ricos. La identificación de la moral con la política confiere a ésta el carácter de verdadera Religión de la Humanidad, lo que expresa Saint-Simon diciendo que el verdadero primer mandamiento es el segundo, idea madre cuya divulgación está encomendada al clero del nuevo cristianismo, en su papel de director de la sociedad sin Dios. En nuestra época la educación "positiva" sigue siendo, más que nunca, el instrumento estatal indispensable para esta vasta organización social que sustituye a la religión verdadera, pues, como escribe Dewey: "En lo que respecta a la educación los que creen en la religión como expresión natural de la experiencia humana, deben consagrarse al desarrollo de las ideas de la vida que están implícitas en nuestra ciencia todavía nueva, y en nuestra democracia aún más nueva. Deben interesarse en la transformación de aquellas instituciones que llevan todavía el sello dogmático y feudal, hasta que estén de acuerdo con estas ideas".
Saint-Simon y la secularización tecnocrática de la Iglesia
CRISTIANDAD, Barcelona, Año XXX. Número 505 Mar 1973
Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825), era sobrino segundo del duque del mismo título autor de las famosas "Memorias" en que describe por dentro la corte de Luis XIV. Tuvo una existencia muy movida en su juventud: combate en Norteamérica por su independencia en 1779; vuelve a Francia a los 23 años convertido en coronel; se retira del ejército y viaja por Holanda y España donde prepara con Cabarrús un proyecto de canal entre Madrid y el mar y para constituir un "ejército de trabajadores". La Revolución francesa frustra estos proyectos y Saint-Simon regresa, pero no toma parte activa en ella; en cambio, renuncia a su título y hace una fortuna especulando con los bienes nacionales. Decide convertirse en organizador de la sociedad y para ello adquirir conocimientos científicos, pues cree que las leyes sociales son aplicaciones a otro campo de las leyes físicas; estudia durante cinco años con los profesores de la Escuela Politécnica y con los de la de Medicina; viaja a Inglaterra, Alemania y Suiza. Se casa y se divorcia en 10 meses; se arruina y le recoge su antiguo ayuda de cámara. Al morir éste, Saint-Simon cae en la miseria extrema; pero sigue enviando sus escritos a los poderosos y a los científicos oficiales a los que pide ayuda. Toda su vida, es un desconocido y un fracasado; en 1823 intenta suicidarse al darse cuenta "de que le haría falta mucho más tiempo del que había pensado para que la gente se interesara por sus trabajos". Sólo al final, tiene algunos discípulos entre ellos Agustín Thierry y Augusto Comte y éstos por poco tiempo (1).
En su primera etapa, piensa encontrar la clave del problema de la organización social en las leyes físicas.
Busca la "ciencia general" que debe gobernar al mundo en la ciencia positiva, es decir la razón actuando sobre los hechos, generalizada de los hechos físicos a los sociales.
La política y la moral son sólo aspectos de la "ciencia general". La ley de la gravedad sería la ley más general y debe ser aplicada a la sociedad. La determinación del bien y del mal incumbe a los sabios.
A esta etapa corresponden las Lettres d'un habitant de Genève (1802).
En el Catéchisme des industriels (1823-24), en el que colabora Comte, expone la idea central de la segunda etapa: el fin a que tiende la sociedad se puede prever con precisión matemática, pues el estudio del pasado permite conocer con seguridad el porvenir; la historia es una ciencia positiva: "la física social".
En Nouveau Christianisme (1825), pretende, por último, organizar la sociedad a partir de la religión, pero de una religión transformada, subvertida del todo.
La finalidad de este artículo es exponer el sistema social planeado por Saint-Simon en el Nouveau Christianisme porque formula lo vigente hoy y porque lo formula sistematizado, de modo que permite apreciar que la crisis actual de Occidente no es un conjunto de fenómenos aislados coincidentes por casualidad, sino relacionados, concatenados, a partir de sus principios, que en Saint-Simon aparecen expuestos en toda su crudeza, y apuntando a un estado final de organización de la sociedad que también Saint-Simon expone.
La lectura de Saint-Simon ayudará a algunos, quizás, a darse cuenta de que
En nuestros cIías, esta mentalidad saint-simoniana de Iglesia secularizada, instrumento de desarrollo, se da en los progresistas, pero también se da en el poder anticristiano imperante el propósito de construir una sociedad al margen de Dios ordenada mediante el desarrollo socioecon6mico. Por eso es gran ceguera la de los católicos que por combatir al progresismo se echan en brazos de ese poder anticristiano.
RELIGION SIN DIOS
Saint-Simon dice (2) que se propone con su escrito "precisar la acción del sentimiento religioso en la sociedad" (101), es decir, parece que intenta poner de relieve la virtualidad social, no sólo privada de la religión. Pero se trata de una religión sin Dios, sin culto ni dogma, pues Saint-Simon dirige su escrito a todos los que "miren la religión como teniendo como objeto esencial la moral; a todos los hombres que admitan la mayor libertad de culto y dogma" (102).
En el Nuevo Cristianismo que pretende fundar Saint-Simon el culto y el dogma no son más que "accesorios útiles" para "fijar la atención sobre la moral"; a esta idea que repite constantemente le atribuye un origen divino, revelado, la considera como lo único y principalmente revelado de la religión:
"Lo que hay de verdaderamente sublime, de divino en el primer Cristianismo (es) la superioridad de la moral sobre... el culto y el dogma" (103) .
Toda la religión se reduce a la fraternidad social, éste es el principio de la moral, que es lo único importante por ser lo único revelado de la religión:
"Los hombres deben conducirse como hermanos respecto a los otros; este principio sublime encierra todo lo que hay de divino en la religión cristiana" (l08).
Es decir, que del amor excluye el amor a Dios, fuente del amor al prójimo, al que llama divino, lo único divino; y excluye la fe en Dios, fuente del amor. Para ello se apoya en una cita de la epístola de San Pablo a los Romanos que pone como epígrafe del libro:
"El que ama a los otros ha cumplido la Ley. Todo está contenido en compendio en esta palabra: amarás a tu prójimo como a ti mismo".
Son unos fragmentos de los versículos 8 y 9 del cap. 13 de dicha epístola en la que lo que enseña San Pablo es lo que niega Saint-Simon, que el hombre queda justificado por la fe:
"Pues razonamos ser por la fe justificado el hombre independientemente de las obras de la Ley" (Rom. 3, 28).
Y en la fe, como en su principio, se fundamenta la Ley con sus obras:
"¿Anulamos con esto la Ley por medio de la fe? ¡Eso, no!, antes bien, afianzamos la Ley" (Rom. 3, 31).
Y todo amor que pueda haber en nosotros los hombres hacia nuestros semejantes procede de Dios, Él es quien nos infunde el amor:
"Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos fue dado" (Rom. 5, 5).
Excluir a Dios del amor al prójimo, como hace Saint-Simon, es pues, negar al Espíritu Santo y sustituir el mismo amor al prójimo por otra cosa que no es amor. Saint-Simon dice que la verdadera base del cristianismo es "el sentimiento filantrópico" (147), que es una religión "eminentemente filantrópica" y que él quiere "rejuvenecerla", desembarazándola "de todas las creencias y de todas las prácticas supersticiosas e inútiles" (163).
LA «ÉTICA» SOBRE LA TEOLOGIA
Esta transformación, que parte de la separación del amor al prójimo del amor de Dios, centra la religión en la sociedad; la religión es la moral y la moral es "la ciencia que constituye la sociedad, es la que le sirve de base" (187).
Reduce, pues, la religión a ciencia de la organización de la sociedad y del trabajo y le da como fin el desarrollo económico y social en vez del gozo de Dios.
Los hombres "deben organizar su sociedad de la manera que pueda ser más ventajosa al mayor número; deben proponerse por meta en todos sus trabajos, en todas sus acciones, mejorar lo más pronto y lo más completamente posible la existencia moral y física de la clase más numerosa. - Yo digo que en esto y sólo en esto consiste la parte divina de la religión cristiana" (109).
Principio del cristianisno primitivo:
"Los hombres deben conducirse como hermanos los unos para con los otros".
Su transfiguración en el Nuevo Cristianismo:
"La, religión debe dirigir la sociedad hacia el gran fin de la mejora más rápida posible de la clase más pobre" (117).
"Es igualmente cierto que en el origen del cristianismo este principio ha debido ser expresado bajo la primera fórmula, y que hoy la segunda fórmula debe ser empleada" (173).
Este cambio lo justifica Saint-Simon apelando implícitamente a la ley del progreso social, que aparece constantemente a lo largo de todo su escrito de una manera más o menos explícita. El culto y el dogma quedan reducidos a instrumentos propagandísticos de la política de desarrollo a implantar con obligatoriedad religiosa. Son instrumentos útiles a este fin. Lutero hizo mal en minimizar el aparato externo de estos "instrumentos".
" ... cuanto más progreso hace la sociedad, más necesidad tiene de que el culto sea perfeccionado; pues el culto tiene por objeto llamar la atención de los hombres, regularmente reunidos en el día de descanso, sobre los intereses que son comunes a todos los miembros de la sociedad, sobre los intereses generales de la especie humana" (159).
"Hoy el culto no debe ya ser considerado más que como un medio de llamar, en los días de descanso, la atención de los hombres sobre las consideraciones y los sentimientos filantrópicos, y el dogma no debe ya ser concebido más que como una colección de comentarios, que tienen por objeto aplicaciones generales de estas consideracicmes y de estos sentimientos a los grandes acontecimientos políticos que pueden sobrevenir, o facilitar a los fieles las aplicaciones de la moral a las relaciones diarias que existen entre ellos" (166-7).
"El predicador llamado, por la naturaleza de las cosas, a emplear la elocuencia, que es la primera de las bellas artes, debe hacer temblar a su auditorio mediante el cuadro de la posición espantosa en la que se encuentra, en esta vida, el hombre que ha merecido el menosprecio público; debe incluso mostrar el brazo de Dios levantado sobre el hombre del que todos los sentimientos no están dominados por el de la filantropía" (160).
Lutero "ha reducido el culto de la Iglesia reformada a la simple predicación; ha hecho todo lo prosaicos que ha podido todos los sentimientos cristianos; ha desterrado de sus templos todos los adornos de pintura y de escultura; ha suprimido la música, y ha dado la preferencia a los edificios religiosos de las formas más insignificantes, y por consiguiente menos propias para disponer favorablemente el corazón de los fieles a apasionarse por el bien público" (162).
Notemos de paso que, en realidad, no se busca el amor al prójimo, a las personas concretas que Dios nos da como prójimos, sino que se inculca el amor al "bien público", a la "especie humana", cuyos "intereses generales" nos definirán, naturalmente, los planificadores del desarrollo.
El trabajo es lo único que redime al hombre; Saint-Simon falsifica el Evangelio:
"Ciertamente todos los cristianos aspiran a la vida eterna, pero el único medio de obtenerla consiste en trabajar en esta vida en el acrecentamiento del bienestar de la especie humana" (154).
"Jesucristo ha prometido la vida eterna a los que más hayan contribuido a la mejora de la existencia de la clase más pobre en el aspecto moral y en el aspecto físico" (120).
"Jesucristo ha prometido la vida eterna a los que trabajen con más celo en el crecimiento del bienestar de la clase más numerosa" (121-2).
"El clero católico, lo mismo que todos los otros cleros, tiene pues por misión excitar el ardor de todos los miembros de la sociedad hacia los trabajos de utilidad general" (122).
Proponer otros medios, especialmente sobrenaturales, para alcanzar la vida eterna es impiedad, herejía:
"El Nuevo Cristianismo está llamado... a pronunciar anaterna sobre la teología, y a clasificar como impía toda doctrina que tenga por objeto enseñar a los hombres otros medios para obtener la vida eterna que el de trabajar todo lo que puedan en la mejora de la existencia de sus semejantes" (163-164).
"Hasta el presente el clero no ha dado a los fieles para el empleo de su vida, más que un objetivo metafísico: el paraíso celeste... unos han persuadido a sus clientes de que para obtener el paraíso debían desgarrarse el cuerpo a golpes de disciplina; los otros que llevando un cilicio..., privarse de comida, comer pescado..., leer oraciones casi todas insignificantes... en una lengua ignorada.... pasar una gran parte del día de rodillas en las iglesias, cosas todas ellas que no podían de ninguna manera contribuir a la mejora de la suerte de la clase pobre. - Esta conducta del clero ha podido y debido tener lugar en la época de la infancia de la religión" (153-4).
Por eso acusa Saint-Simon de herejes al Papa a los cardenales y a todo el clero católico, por la excesiva importancia que dan a la teología.
"Esta ciencia es indiscutiblemente la más importante de todas para los cleros heréticos, teniendo en cuenta que proporciona el medio de fijar la atención de los fieles sobre minucias, y de hacer perder de vista a los cristianos el gran objetivo terrestre que deben proponerse para obtener la vida eterna, es decir, la mejora más rápida posible de la existencia moral y física de la clase pobre" (125-6).
La misma acusación hace a los protestantes:
"... todas las religiones pretendidas cristianas que se profesan hoy no son más que herejías, es decir, que no tienden directamente a la mejora más rápida posible del bienestar de la clase más pobre, que es la realidad única del cristianismo" (118).
La autoridad, la infalibilidad, de la Iglesia depende según Saint-Simon de la ciencia del clero, no de la inspiración de Dios:
" ... hay que distinguir lo que Dios ha dicho personalmente de lo que el clero ha dicho en su nombre" (l08).
"... lo que el clero ha dicho en nombre de Dios compone una ciencia susceptible de perfeccionamiento, lo mismo que todas las otras ciencias humanas" (l08).
"En el caso en que la Iglesia tenga por jefes a los hombres más capaces de dirigir las fuerzas de la sociedad hacia el fin divino, creo que la Iglesia puede sin inconveniente ser reputada infalible y que la sociedad obra sabiamente dejándose conducir por ella" (111).
"El mejor teólogo es el que hace las aplicaciones más generales del principio fundamental de la moral divina; el mejor teólogo es el verdadero Papa, él es el vicario de Dios en la tierra. Si las consecuencias que voy a presentar son justas, si la doctrina que voy a exponer es buena, es en nombre de Dios que habré hablado" (116).
" ... estoy convencido de que cumplo una misión divina llamando a los pueblos y a los reyes al verdadero espíritu del Cristianismo" (188).
"¡PRÍNCIPES,
Escuchad la voz de Dios, que os habla por mi boca, volved a ser buenos cristianos, cesad de considerar a los ejércitos mercenarios, a los nobles, a los cleros herejes y a los jueces perversos como vuestros principales apoyos; unidos en el nombre del cristianismo, sabed cumplir todos los deberes que impone a los poderosos; acordaos que les manda emplear todas sus fuerzas en acrecentar lo más rápidamente posible la felicidad social del pobre!" (192).
LA RELIGIÓN DEL DESARROLLO ECONOMICO
Esta ciencia es la moral en el sentido saintsimoniano: la política entendida como ciencia de la organización social, como planificación del desarrollo económíco y social.
"... los jefes de la Iglesia cristiana deben ser escogidos entre los hombres más capaces de dirigir los trabajos que tienen por objeto el acrecentamiento y el bienestar de la clase más pobre" (120).
"Los que deben fundar el Nuevo Cristianismo y constituirse jefes de la nueva iglesia son los hombres más capaces de contribuir mediante sus trabajos al crecimiento del bienestar de la clase más pobre" (117),
Lutero debía haber dicho al Papa: "El objetivo general que debéis presentar a los hombres en sus trabajos, es la mejora de la existencia moral y física de la clase más numerosa, y debéis producir una combinación de organización social apropiada para favorecer más este orden de trabajos y para asegurar su preponderancia sobre todos los otros, de cualquier importancia que puedan parecer... ahora que la dimensión de nuestro planeta es conocida, haced hacer por los sabios, por los artistas y los industriales un plan general de trabajos a ejecutar para hacer la posesión territorial de la especie humana la más productiva y posible y la más agradable de habitar bajo todos los aspectos" (152).
Lutero al Papa debía haber dicho: "... tres nuevas capacidades se muestran: las bellas artes reaparecen, las ciencias vienen a superponerse a todas las otras ramas de nuestros conocimientos, y las grandes combinaciones industriales tienden más directamente a la mejora de la suerte de la clase pobre que ninguna de las medidas tomadas hasta este día por el poder temporal así como por el poder espiritual. - Estas tres capacidades son de orden pacífico; es por consiguiente de vuestro interés, de interés del clero, combinarse con ellas. Por medio de esta combinación, vos podéis en poco tiempo, y sin experimentar grandes obstáculos, organizar la especie humana de la manera más favorable para la mejora de la existencia moral y física de la clase más numerosa. Por este medio, el poder de César, que es impío en su origen y en sus pretensiones, se encontrará completamente aniquilado. - Si, por el contrario... , vos continuáis presentando las ideas místicas como las más importantes de todas para la felicidad de la especie humana, los artistas, los sabios y los jefes de la industria se ligarán con César contra vos..." (154-5).
Id.: "La masa inmensa de trabajos que vos determinaréis sobre el terreno, contribuirá más eficazmente a la mejora de la suerte de la clase pobre que no podrían hacerlo, las limosnas, más abundantes; y por este medio los ricos, lejos de empobrecerse por sacrificios pecuniarios, se enriquecerán al mismo tiemrpo que los pobres" (152-3).
Por eso acusa también de herejes al Papa y a todo el clero católico, por no ser los mejores en la dirección de la elaboración de los planes de desarrollo económico y social que es su misión. Debían haber estado a la altura del progreso en cuanto a la organización social a las técnicas productivas:
" ... es un fin herético, el de persuadir a los laicos que no están en estado de conducirse por sus propias luces, y que deben dejarse dirigir por el clero, sin que el clero esté obligado a poseer una capacidad superior a la de ellos. En la época en que Jesús confió a sus apóstoles la sublime misión de organizar la especie humana en interés de la clase más pobre, la civilización estaba aún en su infancia" (144).
"Las dimensiones del planeta no eran conocidas, de manera que no podía ser concebido ningún plan de mejora para la propiedad territorial de la especie humana" (145).
"Todas las naciones estaban divididas en dos grandes clases, la de los señores y la de los esclavos... en esta época, la moral no podía ser más que la parte menos desarrollada de la religión puesto que no había reciprocidad de deberes comunes entre las dos grandes clases que dividían la sociedad" (166).
"En la infancia de la religión... el comercio, que después ha civilizado al mundo, no existía aún más que como rudimentos... Así la filantropía no podía existir aún en esta época más que como un sentimiento especulativo" (165).
"En una palabra, la parte material de la religión ha desempeñado un papel tanto más considerable cuanto esta institución más cerca ha estado de su fundación, y la parte espiritual ha siempre adquirido preponderancia a medida que la intelectualidad del hombre se ha desarrollado" (166) .
"Considero a los Padres de la Iglesia como habiendo sido infalibles para la época en que vivieron" (111).
"Los primeros jefes de la Iglesia habían sido nombrados por todos los fieles y el único motivo que determinó su nombramiento fue que estaban considerados como los de más celo por el bien de los pobres, y los más capaces de descubrir los medios de mejorar la existencia moral y física de la clase más numerosa" (136-7).
"Las primeras indulgencias habían sido concedidas en recompensa de trabajos útiles a la sociedad, tales como las construcciones de puentes, de grandes caminos, etc." (139).
"La asociación Católica, Apostólica y Romana... ha sucedido inmediatamente a la asociación cristiana, lo que le da un cierto barniz de ortodoxia... León X ha sido su fundador" (118-9).
"El clero romano ha sido ortodoxo hasta el advenimiento de León X al trono papal porque hasta esta época ha sido superior a los laicos en todas las ciencias cuyos progresos han contribuido al crecimiento del bienestar de la clase más pobre; después se ha vuelto herético porque no ha cultivado más que la teología, y se ha dejado superar por los laicos en las bellas artes, en las ciencias exactas y en lo referente a la capacidad industrial" (126).
En el siglo XV se produjeron grandes descubrimientos y progresos "de utilidad positiva" debidos casi enteramente a los trabajos de los laicos.
"Los laicos habían pues adquirido una superioridad positiva sobre los eclesiásticos... El Papa y los cardenales no poseían ya la capacidad suficiente para dirigir al clero cristiano y el clero cristiano no se encontraba ya en estado de conducir a la masa de los fieles" (133).
"En la época en que Lutero operó su reforma, la civilización había hecho grandes progresos; desde el establecimiento del cristianismo la sociedad había enteramente cambiado de faz; la organización social se hallaba fundada sobre nuevas bases" (145).
"Es a Lutero que se debe la disolución de un poder espiritual que no estaba ya en relación con el estado de la sociedad" (141).
"América había sido descubierta; y la especie humana, conociendo toda la extensión de sus posesiones territoriales, se encontraba en posición de hacer un plan general de los trabajos a ejecutar para sacar el mayor partido posible de su planeta" (146-7).
Pero tampoco los luteranos supieron, según SaintSimon, estar a la altura del progreso, no se adueñaron de las técnicas de la organización y planificación:
"Acuso a los luteranos de ser herejes... de haber adoptado una moral que es muy inferior a la que puede convenir a los cristianos en el estado actual de su civilización" (142).
TEOCRACIA SECULARIZADA
La dirección de todas las instituciones, no sólo espirituales sino sobre todo las políticas, debe ser asumida por este clero secularizado, experto en la planificación del desarrollo económico y social. El poder político debe estar en manos de los dirigentes de esta iglesia del hombre, no de Dios. Se trata de eliminar definitivamente el reinado que pertenece a Cristo sobre la sociedad; se trata de secularizar definitivamente la vida política, no ya como querían los liberales, que pretendían que la vida social fuera laica y relegaban la religión al ámbito de la conciencia privada, sino haciendo que los dirigentes eclesiásticos prediquen esta religión cuyo primer mandamiento es el amor al hombre y no el amor a Dios, no la religión de Cristo, de Dios que se hace hombre, sino del hombre que se hace Dios. Se trata de una teocracia secularizada en la que ya no se dividirá al hombre entre la Iglesia cristiana y el Estado laico (la vida privada, religiosa; la vida social, atea), sino que se separará al hombre entero de Dios.
" ... aunque la moral protestante no haya sido proporcionada a las luces de la civilización moderna, Lutero ha preparado la nueva reforma de la religión cristiana" (172).
"Toda la sociedad debe trabajar en la mejora de la existencia moral y física de la clase más pobre; la sociedad debe organizarse de la manera más conveniente para hacerle alcanzar este gran fin" (173).
" ... el claro ejercerá siempre una influencia preponderante en las instituciones temporales de todos los pueblos, cuando trabaje de una manera positiva para mejorar la existencia de la clase pobre, que es en todas partes la más numerosa" (150).
"La nueva organización cristiana deducirá las instituciones temporales, así como las instituciones espirituales, del principio de que todos los hombres deben conducirse los unos para con los otros como hermanos. Dirigirá todas las instituciones, de cualquier naturaleza que sean, hacia el acrecentamiento del bienestar de la clase más pobre" (113).
"La primera doctrina cristiana no ha dado a la sociedad más que una organización parcial y muy incompleta. Los derechos de César han quedado independientes de los derechos atribuidos a la Iglesia" (113).
En esta Iglesia secularizada ya no habrá dos poderes, el del Papa y el de la autoridad civil, como en la Iglesia de Dios (en la que no son independientes sino que ambos forman parte de la Iglesia, y el poder civil debe someterse al papal en los asuntos de la competencia de éste, y el clero obedecer las leyes civiles), sino que el poder político será asumido por este clero tecnócrata secularizado. No se trata de que la autoridad civil sea sobrenaturalizada, cristianizada, reconozca que su poder le viene de Dios y debe ejercerlo dentro de la Iglesia de Dios, sino de negar que el poder venga de Dios, declarar impío todo poder político que no se base en la capacidad o eficacia planificadora y de que quede en manos del clero tecnócrata secularizado que desempeñará las únicas funciones útiles a la sociedad: las de planificación del desarrollo.
" ... el poder temporal... , este poder impío que tiende por su naturaleza a someter a los hombres al imperio de la fuerza física, y a gobernar las naciones en su provecho" (167-8).
El origen del poder temporal es impío
"puesto que sus derechos se han fundado primitivamente en la ley del más fuerte" (136).
"Jesús no ha podido tener para los hombres más que el lenguaje que podían comprender en la época en que habló; ha depositado en las manos de sus apóstoles el germen del cristianismo, y ha encargado a su Iglesia del desarrollo de este germen precioso; la ha encargado del cuidado de suprimir todos los derechos políticos derivados de la ley del más fuerte, y todas las instituciones que formaban obstáculos a la mejora de la existencia moral y física de la clase más pobre" (168).
"Al final del siglo catorce... el poder espiritual cesa de luchar con el poder temporal; no se identifica ya con las últimas clases de la sociedad.., se hace un plan de conducta cuyo objeto esencial es conservar la importancia y las riquezas adquiridas por la Iglesia militante, y gozar de ellas sin tomarse molestias y sin desempeñar ninguna función verdaderamente útil a la sociedad" (134-5).
"Lutero... en lugar de tomar las medidas necesarias para acrecentar la importancia social de la religión cristiana, ha hecho retrogradar esta religión hasta su punto de partida; la ha vuelto a colocar fuera de la organizactón social; ha por consiguiente reconocido que el poder de César era aquel del que todos los otros emanaban; no ha reservado a su clero más que el derecho de humilde súplica respecto al poder temporal; y, por estas disposiciones, ha consagrado las capacidades pacíficas a quedar eternamente en la dependencia de los hombres de pasiones violentas y capacidad militar. - Ha constreñido de esta manera la moral cristiana en los estrechos límites que el estado de la civilización había impuesto a los primeros cristianos. - La acusación de herejía que hago contra los protestantes, en razón de la moral que han adoptado, moral que se encuentra muy por detrás del estado presente de nuestra civilización, es pues fundada" (158)
" ... a los sucesores de César... el Cristianismo no les reconoce ya el derecho de mandar a los hombres, derecho fundado en la conquista, es decir en la ley del más fuerte" (149).
"En el estado presente de las luces y de la civilización, ningún derecho político debe ya presentarse como derivado de la ley del más fuerte para los individuos, del derecho de conquista para las masas; la realeza no es ya legítima más que cuando los reyes emplean su poder en hacer concurrir a los ricos a la mejora de la existencia moral y física de los pobres" (177).
" ... los verdaderos cristianos se proponen como objetivo final de sus trabajos aniquilar completamente el poder de la espada, el poder de César, que, por su naturaleza, es esencialmente provisional" (189).
MESIANISMO ANTICRISTIANO
Esta religión humanista de Saint-Simon es también un mesianismo secularizado. La esperanza que la Iglesia de Dios tiene de la paz en la tierra cuando venga a nosotros el Reino de Dios que pertenece a Cristo como Rey de la sociedad, esta iglesia del hombre la pone en el reinado de los tecnócratas, en su doctrina humanista que se impondrá como única religi6n.
"El pueblo de Dios... ha sentido siempre que la doctrina cristiana, fundada por los Padres de la Iglesia, estaba incompleta; ha proclamado siempre que llegará una gran época, a la que ha dado el nombre de mesiánica, época en la que la doctrina religiosa será presentada con toda la generalidad de que es susceptible; que regulará igualmente la acción del poder temporal y la del espiritual, y que entonces toda la especie humana no tendrá ya más que una sola religión, más que una sola organización" (114).
"El verdadero Cristianismo debe hacer a los hombres felices, no sólo en el cielo, sino en la tierra" (148).
"El Nuevo Cristianismo está llamado a hacer triunfar los principios de la moral general en la lucha que existe entre estos principios y las combinaciones que tienen por objeto obtener un bien particular a expensas del bien público; esta religi6n rejuvenecida esá llamada a constituir todos los pueblos en un estado de paz permanente... está llamada a coaligar entre ellos a los sabios, a los artistas y a los industriales y a constituirlos directores generales de la especie humana... está llamada a colocar las bellas artes, las ciencias de observación y la industria a la cabeza de los conocimientos sagrados" (163-4).
Lutero debía haber dicho al Papa: "No es ya sobre ideas abstractas que debéis fijar la atención de los fieles; es empleando convenientemente las ideas sensuales, es combinándolas para procurar a la especie humana el más alto grado de felicidad que puede alcanzar durante su vida terrestre, que llegaréis a constituir el Cristianismo, religión general, universal y única" (148).
"El Cristianismo será la religión universal y única... La verdadera doctrina del Cristianismo... será producida, y en seguida cesarán las diferencias que existen en las opiniones religiosas" (112).
Esta doctrina, base de su ecumenismo, no difiere del viejo deísmo más que en la expresión. Saint-Simon intenta convencer de ello a los filósofos laicos (entre ellos quizás a su ex-discípulo Augusto Comte). No deben recelar de que él emplee fórmulas cristianas, sólo es cuestión de palabras:
Los que no consideren "las ideas sobre la Divinidad y sobre la revelación más que como fórmulas que han podido tener utilidad en épocas de ignorancia y de barbarie, y que encuentren anti-filosófico el empleo de semejantes fórmulas en el siglo XIX... buscarán probablemente en sus sistemas pretendidos filosóficos una f6rmula de moral más general, más simple y más popular que la fórmula cristiana; y si no encontrasen para sustituirla más que la razón pura y la ley natural, revelada en el fondo de los corazones, no sostendrían ya sin duda una discusión de palabras" (104).
LA REVOLUCION DESDE ARRIBA
Saint-Simon propugna la subversión total del orden político y espiritual, pero se trata de una revolución impuesta desde arriba, son los poderosos los llamados a realizarla, son los ricos los llamados a usufructuarIa; será una revolución jerarquizada, el clero secularizado, en nombre del bienestar de los pobres, se colocará a la cabeza en virtud de su superior capacidad planificadora y se servirá de los hombres más capaces, más eficaces, en la realización de los planes de desarrollo económico y social; ellos dirigirán la opinión pública. Se trata de una revolución conservadora, no se trata de lanzar a los pobres contra los gobiernos y contra los ricos, sino que son éstos los que dirigirán y realizarán la revolución evitando cuidadosamente que se vuelva contra ellos, evitando la violencia; es el clásico sueño conservador de implantar la revolución con orden:
El estudio demasiado profundo de la Biblia que han hecho los protestantes
"fija la atención en deseos políticos contrarios al bien público; impulsa a los gobernantes a establecer en la sociedad una igualdad que es absolutamente impracticable" (170).
Es "... el sistema de política en el que los intereses generales estuvieran dirigidos por los hombres más capaces en las ciencias de observación, en las bellas artes y en las combinaciones industriales: el mejor sistema social que la especie humana puede alcanzar, puesto que es el que contribuiría más directamente y más eficazmente a la mejora moral y física de la existencia de los pobres" (170).
"Los cleros deben... fijar la atención de sus oyentes sobre este hecho... que los ricos, acrecentando la felicidad de los pobres, mejorarán su propia existencia" (122-3).
"Los nuevos cristianos... no deben emplear más que las fuerzas de su inteligencia para hacer adoptar su doctrina" (178).
" ... en ningún caso, se les verá emplear la fuerza física contra sus adversarios" (179).
"Después de haber encontrado el medio de rejuvenecer el Cristianismo haciendo sufrir una transformación a su principio fundamental, mi primer cuidado ha sido, ha debido ser, tomar todas las precauciones necesarias para que la emisión de la nueva doctrina no llevase a la clase pobre a actos de violencia contra los ricos y contra los gobiernos".
"Me he debido dirigir en primer lugar a los ricos y a los poderosos para disponerles favorablemente a la nueva doctrina, haciéndoles sentir que no era contraria a sus intereses, puesto que era evidentemente imposible mejorar la existencia moral y física de la clase pobre por otros medios que los que tienden a dar crecimiento a los goces de la clase rica" (179).
"He debido hacer sentir a los artistas, a los sabios y a los jefes de los trabajos industriales que sus intereses eran esencialmente los mismos que los de la masa del pueblo; que pertenecían a la clase de los trabajadores, al mismo tiempo que eran sus jefes naturales... He debido insistir mucho sobre este punto, habida cuenta que es de la mayor importancia, puesto que es el solo medio de dar a las naciones guías que merezcan verdaderamente su confianza, guías que sean capaces de dirigir sus opiniones y de ponerlas en estado de juzgar sanamente las medidas políticas que son favorables o contrarias a los intereses del mayor número, Finalmente he debido hacer ver a los católicos y a los protestantes la época en la que habían errado el camino, a fin de facilitarles los medios de volver a entrar en el bueno. Debo insistir sobre este punto, porque la conversión de los cleros católico y protestante daría potentes apoyos al Nuevo Cristianismo" (180).
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1. Los datos biográficos se toman de S. CHARLÉTY: "Historia del Sansimanismo", Madrid, 1969; y del escrito autobiográfico "Histoire de ma vie", en Oeuvres de Claude Henri de Saint Simon, 6 vols. París, 1966, 1, pp. 6'6-68.
2. Las citas están tomadas del vol. I de Oeuvres.