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Mil trescientos túneles de Hamás a utilizar tanto de forma defensiva como ofensiva

D.S. ABC Madrid 25/10/2023

Uno de los enormes desafíos a los que se enfrenta el Ejército de Israel es a los túneles de Hamás que hay en Gaza. Se calcula que el grupo islamista tiene 1.300 túneles que abarcan aproximadamente 500 kilómetros y algunos de ellos están hasta 70 metros bajo tierra.

La mayoría de estos canales subterráneos tienen dos metros de alto y dos metros de ancho. El Gobierno de Benjamin Netanyahu cree que los más de 200 rehenes que tiene cautivos la milicia están repartidos por estos túneles [229 rehenes].  De hecho, han repartido folletos en árabe en Gaza para quien quiera dar información o pistas sobre las personas secuestradas.

Un análisis del exmilitar estadounidense, John Spencer, argumenta que el desafío en Gaza «con los túneles subterráneos es único». En un artículo publicado en el Instituto Moderno de Guerra perteneciente a la Academia Militar de Estados Unidos, revela que la pesadilla de Israel es el «metro de Gaza» porque es una auténtica «ciudad» que Hamás, en caso de una incursión terrestre, utilizaría tanto de forma defensiva como ofensiva. Spencer dice que el ejemplo reciente que tiene Israel sobre lo que le puede deparar es en el año 2014 cuando desplegó una campaña terrestre para destruirlos.

El 'metro' de Gaza tiene generadores de energía, ventilación de aire, tuberías de agua y reservas de alimentos que permiten a los milicianos subsistir en medio de los bombardeos. «Los túneles interconectados bajo áreas urbanas permiten a Hamás moverse rápidamente entre posiciones de ataque preparadas con escondites de rifles de francotirador, municiones antitanques, granadas propulsadas por rifles y otras armas. Los túneles serán el elemento vital de la estrategia de guerra de guerrillas de Hamás», explica este exmilitar estadounidense.

La unidad de Yahalom

Hamás también utiliza los túneles para esconder y mover cohetes. Estos pueden detonarse de forma remota o transportarse a sitios de lanzamiento ocultos en el último minuto. El Ejército israelí tiene una unidad especializada en este tipo de tácticas: la unidad Yahalom del cuerpo de ingeniería de combate. Está especializada en encontrar, limpiar y destruir túneles, están bien equipados para hacer frente a las nuevas formas de guerra clandestina.

Utiliza n sensores terrestres y aéreos, radares, equipos de perforación y otros sistemas para encontrar túneles. Las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) también utilizan simuladores de entrenamiento de realidad virtual que permiten a los soldados entrenar incluso cuando no están en sitios de entrenamiento físico. El desafío al que se enfrenta los FDI es complejo debido a la dimensión kilométrica que tiene los túneles y las posiciones en las que se encuentran.

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Incursión de Israel en Gaza: una ratonera en una guerra urbana que puede ser mortífera

De los escenarios que se abren en este conflicto se desliza una pregunta clave: qué quiere el enemigo que haga

ALEXIA COLUMBA JEREZ ABC 13/10/2023
Actualizado 14/10/2023

«Cambiaremos la realidad sobre el terreno en Gaza para los próximos 50 años», es la declaración de intenciones del ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant. Y la población civil gazatí e israelí contiene el aliento por lo que está por llegar. Mientras, los cristales de las ventanas siguen retumbando y el suelo temblando con el intercambio de bombardeos. Y las sirenas convierten los refugios israelíes y las huidas en una rutina. La cuenta atrás para ir a mayores está en marcha, mientras se despliegan 540.000 soldados para una 'ofensiva total' sobre Gaza. Entretanto, el mundo se pregunta qué va realmente a pasar si se da el siguiente paso. Y las lecciones supuestamente aprendidas no son especialmente esperanzadoras. Evidencian un escenario donde la incursión podría traducirse en una guerra urbana mortífera. Con una resistencia numantina de combate que puede no tan solo ir de barrio a barrio, sino de casa por casa.

Básicamente esto es así porque en Gaza nos encontramos con calles estrechas que actuarían como cuellos de botellas y junto con los escombros impedirían moverse a los tanques. Se reduciría el margen de maniobra y dejaría expuestos a los soldados. Todo esto puede causar un baño de sangre generalizado, tal como afirmaba a los medios el teniente General Francisco José Gan Pampols.

No olvidemos que nos movemos en un terreno densamente poblado, poco más grande que la Gomera. Y estamos frente a un adversario que tiene sus puestos de mando en edificios públicos, es decir está incrustado en una población civil. Un enemigo que usa y usará, sin margen de duda, tanto a la población gazatí, que incluye a un millón de niños, como a los israelíes secuestrados como escudos humanos, es su modus operandi, según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

Ya en 2014 en el contexto de la Operación Acantilado Poderoso, la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo) denunció que varias de sus escuelas que estaban desocupadas estaban siendo utilizadas para almacenar armamento. Poniendo en peligro la vida de civiles y también la misión la UNRWA, que bajo ningún concepto permite que en sus instalaciones se use para actividades que no sean humanitarias.

Además, sobre el terreno tenemos trazados laberínticos y una extensa red de túneles subterráneos que facilitan las emboscadas y los ataques sorpresa al ejército. Cabe señalar que algunos de estos túneles incursionan hasta territorio de Israel. Al tiempo que les permite a los terroristas escapar y esconderse con relativa facilidad, haciendo que un ejército fuerte pueda ver diezmado su poder. Y a estos detalles se une la máxima de que atacar un terreno que el enemigo conoce al dedillo y en el que se mueve con soltura, siempre supone un riesgo.

Los túneles de Hamás

Han sido y son utilizados para producir y almacenar armas y llevar a cabo operaciones de contraofensiva y emboscadas. Parece que los túneles aún no descubiertos están sirviendo a Hamás como lugar de ocultación de los rehenes.

Las bocas de los túneles suelen estar dentro de edificaciones para evitar su localización aérea

¿Qué quiere el enemigo?

Pese a todo, antes de pensar en este escenario cabe hacerse una pregunta fundamental. Y esto es lo que sugiere acertadamente el columnista Thomas Friedman del periódico 'The New York Times'. Es un esfuerzo que nunca está de más hacer dado lo que está en juego. La cuestión es qué quieren mis enemigos que haga y cómo hago justo lo contrario. Seguirle el juego al adversario tiene sus consecuencias. La idea maquiavélica que expone es que «Hamás, y su patrocinador iraní, quiere que Israel entre en Gaza y se vea envuelto en luchas callejeras», afirma. «Con combates que maten a muchos civiles palestinos». Eso golpearía moralmente a Israel y al apoyo que recibe de Occidente. Y a su vez distraería al gobierno israelí, cuando tiene importantes desafíos en Cisjordania y con Hizbolá.

Tenía un profesor que siempre decía «lo único bueno de los pesimistas es que siempre están preparados». De modo que si el peor escenario se despliega los expertos ya piensan en qué puede suponer. Es el caso de Félix Arteaga del Real Instituto Elcano en su escrito «La guerra de Hamás será larga y dura», apunta que se ha roto el patrón conocido y se ha elevado a un nivel que está por explorar.

Por eso recuerda que si bien la guerra del Yom Kippur duró hasta que los contendientes dejaron claro su incapacidad para hacerles frente. En esta ocasión las cosas pueden ser distintas, a Hamás le basta con demostrar que Israel tampoco puede imponerse militarmente, »y eso coloca al gobierno israelí en la disyuntiva de demostrar lo contrario o resignarse a la impotencia».

Además si el despliegue es duro tiene que ser corto, porque los daños colaterales sobre la población civil socavarían la legitimidad del 'casus belli' israelí y eso podría debilitar el apoyo que recibe. En cambio si es largo, el ejército israelí estaría ante algo más inédito.

Esto es así porque como nos explica Vicente Palacio, director de Política Internacional de la Fundación Alternativas, hasta ahora las pequeñas guerras de Israel con Gaza han durado semanas, han sido cortas, "el ejército israelí tiene una capacidad de respuesta muy potente a corto plazo, pero si llevase a cabo una guerra de desgaste, eso podría debilitar mucho la posición israelí", afirma.

El análisis de este experto expone que la operación requiere algo más que ajusticiar a los responsables de las masacres, tiene que demostrar a los seguidores en Gaza que Hamás no puede protegerlos del sufrimiento que causan sus acciones. Por eso no necesitarían ocupar toda la franja, pero si desmantelar el prestigio de este grupo terrorista, de lo contrario aumentarán su capacidad de influencia sobre el resto de las facciones de Gaza y Cisjordania. Lo que iría en detrimento de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

Criatura desatada y lecciones pasadas

«Romperles los huesos, pero no enviarlos al hospital», para Raphael S. Cohen, politólogo del 'think tank' Rand, esta es la analogía del malabarismo que ha estado haciendo Israel en el desafío de cómo controlar la violencia de Hamás, y a su vez mantenerla dentro de la Franja. Mientras el gobierno de Netanyahu era uno de sus financiadores , según revelaba 'The Jerusalem Post', en 2019. Citando las palabras del gobernante: «El dinero para Hamás es parte de la estrategia para mantener divididos a los palestinos».

Sin embargo, ahora Hamás, en contra de todo pronóstico, es una criatura con vida propia que se ha desatado. Y este enemigo al que se enfrenta Israel parece ser un adversario híbrido, decidido y adaptable.

En ese sentido, para Cohen, a pesar de todas las ventajas tecnológicas en inteligencia y armamento de precisión de los ejércitos modernos, cuando las fuerzas terrestres convencionales se encuentran una resistencia decidida en terreno urbano, el resultado nunca es una operación limpia y sin derramamiento de sangre. Pero puede aprenderse de enfrentamientos pasados y sacar conclusiones aleccionadoras.

Algunos activos solo pueden ser destruidos en tierra

Una de ellas sería que el poder aéreo enfrenta serias limitaciones en un terreno urbano denso. Cohen señala que esta estrategia parece ofrecer una gratificación sin tener que cobrarse el coste directo de sangre militar. Pero esta idea es una ilusión, porque sus efectos son limitados y no pueden ocultar la brutalidad de toda guerra. Cosa que se hizo evidente en 2014, con la Operación Margen Protector, desplegada del 8 al 16 de julio. «La Fuerza Aérea de Israel siguió su manual de defensa y llevó a cabo aproximadamente 1.700 ataques», detalla Cohen. Sin embargo, no logró poner fin a la amenaza de los cohetes desde Gaza. Ni contrarrestar la táctica de Hamas, y esto fue así gracias a sus túneles.

Si bien el poder aéreo atacó con éxito a altos dirigentes de Hamás y a sitios de suministro, desde el aire se mantenían ocultos muchos puntos clave. De modo que el alto el fuego tuvo más que ver con el buen hacer de la diplomacia. «Pero cuando las condiciones políticas cambiaron, estalló otra guerra en Gaza», puntualiza de forma no gratuita Cohen.

En esa tónica de aprender del pasado, el experto del Rand ilustra como las operaciones terrestres israelíes han mostrado importantes fallos. Y pone como ejemplo paradigmático la batalla de Shuja'iya en 2014. Era un barrio muy poblado y un bastión de Hamás contra el que las FDI lanzó una operación para destruir seis túneles que llegaban a Israel. Pero un vehículo blindado de transporte de personal se averió, y los militantes de Hamás les tendieron una emboscada.

Los intentos del ejército por auxiliar a sus compañeros solo consiguieron aumentar las bajas y la situación se descontroló. Con un balance de 13 soldados muertos, 65 combatientes de Hamás caídos y cientos de heridos entre los civiles. El nivel de violencia tomó por sorpresa a los más expertos, hasta el punto que el Secretario de Estado, John Kerry, un veterano de Vietnam, destacó de Hamás la increíble precisión en su respuesta.

Guerra legal

Una «guerra legal» que es «la estrategia de utilizar o 'abusar' de la ley como sustituto de los medios militares tradicionales para lograr un objetivo operacional», explica Cohen. Y durante las guerras de Israel en Gaza, las FDI fueron muy conscientes de esto. Enviaron abogados para que sirvieran como asesores legales a niveles inferiores de mando. Las FDI incluso experimentaron con la realización de «guerra legal» para justificar de manera preventiva por qué una determinada operación estaba dentro de los límites legales.

Después de la operación 'Margen Protector' de 2014, Israel estuvo bajo un intenso escrutinio tanto de las ONG como de las Naciones Unidas. Y el informe de Amnistía Internacional de 2014 concluyó que «la operación militar israelí 'Margen Protector' se cobró la vida de más de 1.500 civiles en Gaza, dejó miles de heridos y causó una destrucción enorme. Lo que agravó las penalidades de la población».

Sin embargo, la lección más esquiva para Cohen y en realidad para todos es convertir el éxito en una victoria duradera. Cuando lo normal en este conflicto enquistado es solo dar con una relativa calma, pues la paz perpetua sigue siendo una utopia, y el caos la norma. Por tanto, «el ganador será el que controle el caos, tanto el propio como el de los enemigos».