alimentación
     
 

Las chucherías

Las golosinas están constituidas principalmente por azúcares simples (glúcidos como glucosa, fructosa y sacarosa). Los glúcidos son la fuente de energía que más rápidamente quemamos.

Estos azúcares, al metabolizarse en nuestro organismo. se transforman en glucosa que es absorbida en el intestino, de donde pasa al hígado. Si hemos consumido bastantes, se transforman en glucógeno y se almacenan como reserva energética hasta una cantidad máxima de 100 gramos en el hígado y 200 gramos en los músculos. Si la cantidad de azúcares ingerida es tal que se sobrepasan los límites de almacenamiento de glucógeno, el exceso de glucosa en sangre se transforma en grasa en el tejido adiposo, constituyendo una forma de reserva energética a largo plazo.

Uno de los grandes problemas de los últimos tiempos es la obesidad en niños. Especialmente grave porque porque en esta etapa se produce un aumento del número de células de este tejido graso, relacionado con la ingesta de energía. Si el aumento de células grasas es alto, se sientan las bases para una futura obesidad, ya que para volver atrás habría que reducir el consumo calórico en una época especialmente sensible ya que coincide con el crecimiento.
En la mayoría de las golosinas, la proteína se presenta en forma de gelatina, que se caracteriza por una composición incompleta en aminoácidos ya que no aporta las cantidades necesarias de algunos esenciales: metionina, lisina y triptófano. No se las debe considerar como productos que aportan proteína.
En resumen, las golosinas representan un elevado aporte energético, poca proteína de escasa calidad, muy pocos minerales y ausencia de vitaminas, por lo que no deberían formar parte de la dieta habitual. A pesar de que no haya normativa referente a esta cuestión, las de gran tamaño suponen un riesgo para los niños pequeños: debido a su textura gomosa se mastican con dificultad, lo que puede provocar atragantamientos que podrían desembocar en asfixia.

Si consideramos chuches a palomitas, patatas fritas y demás, estarían acompañadas de grasas saturadas y sal en exceso (sobre todo las de los cines)

Actualizado en noviembre de 2011 por Isabel Etayo Salazar

Inicio