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Es hoy cuando más necesaria es la autoridad de la Iglesia. Que sea aceptada. Y que sea ejercida.

Y los medios de la Iglesia, además de su autoridad docente, disciplinar y de gobierno: la dispensación de la gracia, mediante la misa, los sacramentos

 

Santo Tomás de Aquino pone la ley natural en obrar conforme a nuestra razón según normas conocidas por la luz natural de nuestra razón, obrar según nuestra naturaleza (todo ser es bueno si es conforme a su naturaleza) y nuestra naturaleza es racional. Nuestra naturaleza no nos la hemos dado nosotros. El que nos ha dado nuestra naturaleza nos ha dado el obrar según nuestra naturaleza, por eso la ley natural es una ley, son normas que nos han sido dadas, normas naturales dadas por Dios mediante nuestra razón, como hay normas positivas dadas por Dios mediante la revelación, hay ley divina natural y positiva:

La ley natural «no es otra cosa que la luz de la inteligencia puesta en nosotros por Dios; por ella conocemos lo que es preciso hacer y lo que es preciso evitar. Esta luz o esta ley, Dios la ha dado al hombre en la creación.
(Santo Tomás de Aquino, In duo pracepta caritatis et in decem Legis praecepta expositio, c. 1).

Catecismo de la Iglesia católica, nº 1979

La ley natural es inmutable, permanente a través de la historia. Las normas que la expresan son siempre substancialmente válidas. Es la base necesaria para la edificación de las normas morales y la ley civil.

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"La ley natural puede ser descubierta por toda criatura racional, con ella se pone la base para entablar el diálogo con todos los hombres de buena voluntad y, más en general, con la sociedad civil y secular".
(Benedicto XVI, 5 de octubre de 2007).

Pero en la situación actual constata y reconoce Benedicto XVI:

"A causa de la influencia de factores de orden cultural e ideológico, la sociedad civil y secular se encuentra hoy en una situación de desvarío y confusiónse ha perdido la evidencia originaria de los fundamentos del ser humano y de su obrar ético, y la doctrina de la ley moral natural se enfrenta con otras concepciones que constituyen su negación directa".

En la raíz de esta tendencia se encuentra el relativismo ético... la mayoría que existe en un momento determinado se convertiría en la última fuente del derecho. La historia demuestra con gran claridad que las mayorías pueden equivocarse. La verdadera racionalidad no queda garantizada por el consenso de un gran número de personas.

"Ninguna ley hecha por los hombres puede trastocar la norma escrita por el Creador en el corazón del hombre, sin que la sociedad misma quede herida dramáticamente

"La ley natural se convierte en la verdadera garantía ofrecida a cada persona para vivir libre, respetada en su dignidad y protegida de toda manipulación ideológica y de todo arbitrio o abuso del más fuerte.

"Si, por un trágico oscurecimiento de la conciencia colectiva, el escepticismo y el relativismo ético llegaran a cancelar los principios fundamentales de la ley moral natural, el mismo ordenamiento democrático quedaría radicalmente herido en sus fundamentos.

"Del respeto de esta ley depende, de hecho, que las personas y la sociedad avancen por el camino del auténtico progreso, en conformidad con la recta razón, que es participación en la Razón eterna de Dios.
(Benedicto XVI, 5 de octubre de 2007).

Ya en 2005 Benedicto XVI proclama:

Ley moral natural es el "fundamento de los derechos arraigados en la naturaleza de la persona y, como tales, derivados de la voluntad misma de Dios creador. Anteriores a cualquier ley positiva de los Estados, son universales, inviolables e inalienables; y, por tanto, todos deben reconocerlos como tales, especialmente las autoridades civiles, llamadas a promover y garantizar su respeto. Aunque en la cultura actual parece haberse perdido el concepto de "naturaleza humana", es un hecho que los derechos humanos no se pueden comprender sin presuponer que el hombre, en su mismo ser, es portador de valores y de normas que hay que descubrir y reafirmar, y no inventar o imponer de modo subjetivo y arbitrario.

Debe mostrarse con evidencia que la negación de un fundamento ontológico de los valores esenciales de la vida humana desemboca inevitablemente en el positivismo y hace que el derecho dependa de las corrientes de pensamiento dominantes en una sociedad, pervirtiendo así el derecho en un instrumento del poder en vez de subordinar el poder al derecho".

Pero es necesaria la autoridad de la Iglesia para que se pueda conocer por todos, siempre y con seguridad la ley moral natural, aunque de suyo es cognoscible y cumplible por el hombre, pero no sin la gracia después del pecado original. Precisamente en la actualidad es cuando más ofuscada está la conciencia humana y es hoy cuando más necesaria es la autoridad de la Iglesia. Que sea aceptada. Y que sea ejercida. Y los medios de la Iglesia, además de su autoridad docente, disciplinar y de gobierno: la dispensación de la gracia, mediante la misa, los sacramentos, la oración

Catecismo de la Iglesia católica, nº 1960:

Los preceptos de la ley natural no son percibidos por todos, sin dificultad, con firme certeza y sin mezcla alguna de error. En la situación actual, la gracia y la revelación son necesarias al hombre pecador para que las verdades religiosas y morales puedan ser conocidas “de todos y sin dificultad, con una firme certeza y sin mezcla de error” (Concilio Vaticano I:  DS 3005; Pío XII, enc. Humani generis: DS 3876). La ley natural proporciona a la Ley revelada y a la gracia un cimiento preparado por Dios y armonizado con la obra del Espíritu.