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San José de Cupertino (1603 - 1663) - Patrón de los Estudiantes - 18 de septiembre
El 18 de septiembre es el día de
san José de Cupertino, protector de los estudiantes, al que se
le pide ayuda para aprobar con ésta oración:
"Haz que me toquen en suerte puntos en los que yo
esté más fuerte".
O sea que algo hay que saber y además se necesita
suerte y estas dos cosas son las que se le piden a Dios por medio
de este santo.
Aunque santo Tomás de Aquino es el patrón de los estudiantes, digamos que para aprender, el motivo de que se le haya tomado a san José de Cupertino como patrón de los estudiantes para aprobar es que, siendo él mismo muy limitado, consiguió pasar los exámenes necesarios para que le pudieran ordenar de sacerdote con una inmensa suerte providencial.
En una ocasión se tenía que examinar de la Biblia y él humildemente reconocía que sólo sabía explicar una frase del Evangelio, que fue precisamente la que le tocó al azar.
En otra ocasión, estaba en la cola para examinarse, cuando el examinador después de haber pasado a varios alumnos, exclamó que era evidente que estaban todos muy bien preparados, y que no hacía falta seguir con los demás, quedando todos aprobados.
El año 2003, el papa san Juan Pablo II dedicó dos de sus documentos a este santo. En uno de ellos dijo de él:
"San José de Cupertino, patrón de los estudiantes, estimula al mundo de la cultura, en particular de la escuela, a fundar el saber humano en la sabiduría de Dios. Y precisamente gracias a su docilidad interior a las sugerencias de la sabiduría divina, este singular santo puede proponerse como guía espiritual de todas las clases de fieles. A los sacerdotes y a los consagrados, a los jóvenes y a los adultos, a los niños y a los ancianos, a cualquiera que desee ser discípulo de Cristo, sigue indicándole las prioridades que implica esta opción radical. El reconocimiento del primado de Dios en nuestra existencia, el valor de la oración y de la contemplación, y la adhesión apasionada al Evangelio "sin glosa", sin componendas, son algunas condiciones indispensables para ser testigos creíbles de Jesús, buscando con amor su santo rostro. Así hizo este místico extraordinario, ejemplar seguidor del Poverello de Asís. Tenía un amor tierno al Señor, y vivió al servicio de su reino. Desde el cielo ahora no deja de proteger y sostener a cuantos, siguiendo sus pasos, quieren convertirse a Dios y caminar con decisión por la senda de la santidad" (22 de febrero de 2003).
(Pulsa aquí para ver los textos de san Juan Pablo II sobre san José de Cupertino)
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San
José de Cupertino,
18 de Septiembre,
Patrón de los Estudiantes, 1603 - 1663
http://www.accioncatolica.com/santo12.htm
Tomado del Libro "Vidas de Santos" del P. Eliecer Salesman
José nació en
1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino. Sus padres
eran sumamente pobres. El niño vino al mundo en un pobre
cobertizo pegado a la casa, porque el papá, un humilde
carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su
casa y se la habían embargado.
Triste niñez. Murió el papá, y entonces la
mamá, ante la situación de extrema pobreza en que se hallaba,
trataba muy ásperamente al pobre niño y este creció debilucho
y distraído. Se olvidaba hasta de comer. A veces pasaba por las
calles con la boca abierta mirando tristemente a la gente, y los
vecinos le pusieron por sobrenombre el "Boquiabierta".
Las gentes lo despreciaban y lo creían un poca cosa. Pero lo que
no sabían era que en sus deberes de piedad era
extraordinariamente fervoroso y que su oración era sumamente
agradable a Dios, el cual le iba a responder luego de maneras
maravillosas.
Un distraído desechable. A los 17 años pidió
ser admitido de franciscano pero no fue admitido. Pidió que lo
recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego,
pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo
distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba al comedor.
Se le olvidaban los oficios que le habían puesto. Parecía que
estaba siempre pensando en otras cosas. Por inútil lo mandaron
fuera.
Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar
suyo que era rico, pero él declaró que este joven "no era
bueno para nada", y lo echó a la calle. Se vio entonces
obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La
mamá no sintió ni el menor placer al ver regresar a semejante
"inútil", y para deshacerse de él le rogó
insistentemente a un pariente que era franciscano, para que le
recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los
padres franciscanos.
Cambio inesperado. Sucedió entonces que en
José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo
recibieron los padres como obrero y lo pusieron a trabajar en el
establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos
los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su
amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la
oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los
religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los
frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.
Coincidencias agradables. Lo pusieron a estudiar
para prepararse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando
iba a los exámenes se trababa todo y no era capaz de responder.
Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la
única frase del evangelio que era capaz de explicar
completamente bien era aquella que dice: "Bendito el fruto
de tu vientre Jesús". Estaba asustadísimo, pero al empezar
el examen, el jefe de los examinadores dijo: "Voy a abrir el
evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que
explicar". Y salió precisamente la única frase que
el Cupertino se sabía perfectamente: "Bendito sea
el fruto de tu vientre".
Otra chiripa. Llegó al fin el examen definitivo
en el cual se decidía quiénes serían ordenados. Y los primeros
diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente
bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen
diciendo: "¿Para qué seguir examinando a los
demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?"
y por ahí estaba haciendo turno para que lo examinaran, José de
Cupertino, temblando de miedo por si lo iban a descalificar. Y se
libró de semejante catástrofe por casualidad.
Después de conocer la vida de San José, podemos notar que las
"coincidencias o chiripas" se trataban más bien de
Providencias de Nuestro Señor.
Fuertes penitencias. Ordenado sacerdote en 1628,
se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de
la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para
predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas
deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones
por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de
licor Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran
esfuerzo y consagración a los trabajos manuales del convento (que
era para lo único que se sentía capacitado).
Un caso único y raro. Desde el día de su
ordenación sacerdotal su vida fue una serie no interrumpida de
éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales en un
grado tal que no se conocen en semejante cantidad en ningún otro
santo. Bastaba que le hablaran de Dios o del cielo, para qué se
volviera insensible a lo que sucediera a su alrededor. Ahora se
explicaban por que de niño andaba tan distraído y con la boca
abierta. Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un
corderito, lo echó al hombro, y al pensar en Jesús Buen Pastor,
se fue elevando por los aires con cordero y todo.
Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por un
campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su
alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas
en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo
acompañaban por cuadras y cuadras.
Los 70 éxtasis. Ya sabemos que la Iglesia
Católica llama éxtasis a un estado de elevación del alma hacia
lo sobrenatural, durante lo cual la persona se libra
momentáneamente del influjo de los sentidos (no oye, no siente)
para dedicarse a contemplar lo que pertenece a la divinidad. La
palabra éxtasis significa en griego: ser transportado hacia lo
sobrenatural.
San José de Cupertino quedaba en éxtasis con mucha frecuencia
durante la santa Misa, o cuando estaba rezando los Salmos de la S.
Biblia. Durante los 17 años que estuvo en el convento de
Grotella, sus compañeros de comunidad presenciaron 70 éxtasis
de este santo. El más famoso sucedió cuando diez obreros
deseaban llevar una pesada cruz a una alta montaña y no lo
lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con cruz y
todo y la llevó hasta la cima del monte.
Prohibición
de aparecer en público
Como estos sucesos tan raros podían producir verdaderos
movimientos de exagerado fervor entre el pueblo, los superiores
le prohibieron celebrar misa en público, ir a rezar en comunidad
con los demás religiosos, asistir al comedor cuando estaban los
otros allí, y concurrir a las procesiones u otras reuniones
públicas de devoción.
Cuando estaba en éxtasis le pinchaban con agujas, le daban
golpes con palos, y hasta le acercaban a sus dedos velas
encendidas y no sentía nada. Lo único que le hacía volver en
sí, era oír la voz de su superior que lo llamaba a que fuera a
cumplir con sus deberes. Cuando regresaba de sus éxtasis pedía
perdón a sus compañeros diciéndoles: "Excúsenme por
estos 'ataques de mareo' que me dan".
Las levitaciones. En la Iglesia han sucedido
levitaciones a más de 200 santos. Consisten en elevarse el
cuerpo humano desde el suelo, sin ninguna fuerza física que lo
esté llevando. Se ha considerado como un regalo que Dios hace a
ciertas almas muy espirituales. San José de Cupertino tuvo
numerosísimas levitaciones.
Un día llegó el embajador de España con su esposa y mandaron
llamar a Fray José para hacerle una consulta espiritual. Este
llegó corriendo. Pero cuando ya iba a empezar a hablar con ellos,
vio un cuadro de la Virgen que estaba en lo más alto del
edificio, y dando su típico pequeño grito, se fue elevando por
el aire hasta quedar frente al rostro de la sagrada imagen. El
embajador y su esposa contemplaban emocionados semejante suceso
que jamás habían visto. El santo rezó unos momentos. Luego
descendió suavemente al suelo, y como avergonzado, subió
corriendo a su habitación, y ya no bajó más en ese día.
Besando al Niño Jesús. En Osimo, donde el
santo pasó sus últimos seis años, un día los demás
religiosos lo vieron elevarse hasta una estatua de la Virgen
María que estaba a tres metros y medio de altura, y darle un
beso al Niño Jesús, y allí junto a la Madre y al Niño se
quedó un buen rato rezando con intensa emoción, suspendido por
los aires.
Su última misa. El día de la Asunción de la
Virgen en el año 1663, un mes antes de su muerte, celebró su
última misa. Y celebrando quedó suspendido por los aires como
si estuviera con el mismo Dios en el cielo. Muchos testigos
presenciaron este suceso.
Tratamientos duros. Muchos enemigos empezaron a
decir que todo esto eran meros inventos y lo acusaban de
engañador. Fue enviado al Superior General de los Franciscanos
en Roma y este al darse cuenta que era tan piadoso y tan humilde,
reconoció que no estaba fingiendo nada. Lo llevaron luego donde
el Sumo Pontífice Urbano VIII el cual deseaba saber si era
cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y de las
levitaciones del frailecito. Y mientras hablaba con el Papa,
quedó José en éxtasis y se fue elevando por el aire. El Duque
de Hanover, que era protestante, al ver a José en éxtasis, se
convirtió al catolicismo.
El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo en no aceptar como
milagro nada que no fuera en verdad milagro, estudió
cuidadosamente la vida de José de Cupertino y declaró: "todos
estos hechos no se pueden explicar sin una intervención muy
especial de Dios".
Getsemaní antes de la glorificación. Los
últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a
conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. La
gente descubría dónde estaba y allá corrían las multitudes.
Entonces lo enviaban a otro convento más apartado aún. El
sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en
Getsemaní), pero, después, a base de mucha oración y de
continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A
los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un
remedio "Rezar, no cansarse nunca de rezar. Que Dios no es
sordo ni el cielo es de bronce. "Todo el que le pide recibe".
Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años.
Que Dios nos enseñe con estos hechos tan maravillosos, que El
siempre enaltece a los que son humildes y los llena de gracias y
de bendiciones.
Tomado del Libro "Vidas de Santos" del P. Eliecer Salesman
Novena
a san José de Cupertino para aprobar los exámenes Poderoso san José de Cupertino Tú que con tus oraciones conseguías de Dios que te preguntaran en los exámenes sobre la única materia que sabías, intercede por mí ante el Altísimo y alcánzame que apruebe como tú los exámenes para los que me estoy preparando. Prometo darte a conocer y amar. AMÉN Petición: Haz que me toquen en suerte puntos en los que yo estoy más fuerte. Un padrenuestro por intercesión de san José de Cupertino
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