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La época de Fernando VI (1746-1759)
A la muerte de su hermano, el rey Luis I, en agosto de 1724, Fernando tenía
diez años. Ambos eran hijos de Felipe V y de su primera esposa Mª. Luisa
Gabriela de Saboya, pero la ambiciosísima Isabel de Farnesio, segunda esposa de
Felipe V, tras el fallecimiento de la primera en febrero de 1714, consiguió
convencer a Felipe V para que volviese a ocupar el trono, pese a que había
abdicado en enero de aquel mismo año 1724.
Fernando fue proclamado Príncipe de Asturias y jurado por las Cortes ese mismo
año 1724. Su matrimonio fue concertado por los reyes con la infanta portuguesa
Bárbara de Braganza para asegurar la paz y las buenas relaciones entre ambas
monarquías tras su enfrentamiento en la Guerra de Sucesión, para resolver los
conflictos entre ambas en sus posesiones de América y como parte de la
concertación de un doble matrimonio en la que la infanta española Mariana
Victoria quedaba prometida al príncipe heredero de Portugal.
El príncipe Fernando experimentó un gran rechazo ante la fealdad de Bárbara de
Braganza, la primera vez que la vio; pero se casó con ella y llegó a un gran
enamoramiento, que fue mutuo, y a un enorme apego por ella. La boda se celebró
en 1729 en la catedral de Badajoz. Todavía estuvieron otros diecisiete años como
príncipes de Asturias, experimentando un aislamiento al que fueron sometidos por
instigación de Isabel de Farnesio, tan estricto que parecía una reclusión
domiciliaria.
En 1746, a la muerte de Felipe V, inicia su reinado. Su directriz fundamental fue conseguir y afianzar la paz. No el pacifismo, sino acompañada del fortalecimiento, es decir la paz armada, mediante una política de neutralidad armada, en los conflictos que continuaban entre las potencias que seguían enfrentadas: Inglaterra frente a Francia y Austria frente a Prusia. En esto, como en todo, se fortalecía y era fuertemente influido por la reina.
El político más importante con el que pudo contar Fernando VI fue el marqués de la Ensenada. La política de neutralidad armada que este propuso al rey en 1751 se basaba en la idea de aumentar los efectivos de la Marina, no para igualar los de Inglaterra; y los del ejército, sin pretender igualar los de Francia; pero sí hasta conseguir que ambas potencias constatasen que, sumados los efectivos de España a cualquiera de ellas mediante u na alianza, podría hacer frente a la otra. Y así se fijó como objetivo tener 100 batallones de infantería y 100 escuadrones de caballería para ser desplegados en campaña, para reducir la diferencia respecto de Francia que en aquellos momentos tenía 377 batallones y 235 escuadrones. Y sumar en cinco años 60 navíos, a los 33 de la Armada, frente a los 288 de la Flota británica. Al efecto, Ensenada fomentó la construcción de astilleros como el de La Carraca en Cádiz, y continuó la política naval con el desarrollo de los arsenales y bases navales de El Ferrol, de La Carraca (Cádiz) y de Cartagena.
Para ello, había propuesto ya en 1749 hacer un inventario de la riqueza imponible existente en España, mediante la realización de un catastro general sobre el que llegar a imponer un impuesto unificado, como ya se había hecho en Cataluña con el impuesto llamado el catastro. El catastro general de Ensenada no se pudo llegar a completar totalmente, pero sí se realizó un trabajo gigantesco, se pudieron allegar muchos recursos para todos los proyectos y se saneó la Hacienda.
Otros proyectos fueron:
-La creación en 1752 del Real Giro, un banco para facilitar transferencias de fondos públicos y privados fuera de España. Y así, estas operaciones quedaron en manos de la Real Hacienda. Se le puede considerar el antecesor del Banco de San Carlos, que se instituyó durante el reinado de Carlos III y fue un antecesor del Banco de España.
-El impulso del comercio con las Indias, que pretendió acabar con el monopolio. Así se apoyó a los navíos de registro frente al sistema de flotas. El nuevo sistema consistía en la sustitución de las flotas y convoyes por barcos españoles sueltos autorizados para comerciar libremente con América. Esto incrementó los ingresos y disminuyó el fraude.
-Se siguieron creando Manufacturas Reales, fábricas del Estado, y desarrollando las existentes.
-La construcción de canales y de vías de comunicación.
-La mejora de los puertos.
-Junto a la Real Academia Española, creada en 1713, se crearon la de la Historia en 1735, la de Jurisprudencia en 1739 y la de Bellas Artes de San Fernando en 1757, para difundir la versión oficial en los distintos ámbitos.
-Se creó el jardín botánico de Migas Calientes y también el definitivo Jardín Botánico del Paseo del Prado que lo sustituyó.
-Una mancha enorme e intensa fue el intento genocida de exterminar a los gitanos que vivían en España en 1749. El proyecto, ideado y dirigido por el marqués de la Ensenada, consistía en recluir separadamente a los hombres y a las mujeres gitanos para que no pudieran reproducirse y conseguir así su extinción. Fernando VI decidió llevarlo a cabo en lo que se denominó Prisión general de gitanos o la Gran Redada. Se inició en la madrugada del 31 de julio de 1749 y prosiguió durante los días siguientes. Hubo una segunda fase a partir de la tercera semana de agosto en Cataluña y en algunas localidades a donde no había llegado la orden inicial de prisión, especialmente Málaga, Cádiz y Almería. Afortunadamente tan genocida medida fue un fracaso.
En política exterior, tras la Paz de Aquisgrán de 1748, se firman toda una serie de Tratados para resolver conflictos:
El Tratado de Permuta de Madrid firmado en 1750 con Portugal tendía a resolver los conflictos originados por la política expansiva de los bandeirantes brasileños hacia el sur y el oeste, más allá de la delimitación del meridiano de Tordesillas. En 1680 estos bandeirantes habían fundado la Colonia de Sacramento en la orilla uruguaya del Río de la Plata. Los españoles habían recobrado varias veces militarmente la ciudad de Colonia y la Colonia de Sacramento y otras tantas la habían tenido que devolver, por ejemplo en 1715 al hacer la paz con Portugal tras la Guerra de Sucesión en la que España había recuperado dicha Colonia de Sacramento. Ahora en este Tratado de Permuta de Madrid firmado en 1750, Portugal devuelve la Colonia de Sacramento a cambio de toda una serie de territorios, que también eran de España, para ampliar enormemente Brasil; y entre ellos el territorio del Ibicuy y sus misiones, que no sólo no estaba vacío, sino que allí estaban asentadas siete de las treinta reducciones jesuíticas del Paraguay, en las que los indios guaraníes se organizaban por sí mismos en la vida urbana, pero que ahora por este Tratado debía ser entregado a Portugal, en cuyos territorios brasileños se permitía esclavizar a los indios, mientras que en los territorios españoles los indios eran súbditos de la Corona y no podían ser esclavizados. Esta situación provocó la resistencia y la rebelión que desembocó en la Guerra Guaranítica en la que los guaraníes lucharon durante cuatro años e impidieron por el momento que estas siete misiones orientales pasaran a manos portuguesas. Además, parece ser que el marqués de la Ensenada contribuyó a que no se aplicase este Tratado advirtiendo de lo perjudicial que era al rey de Nápoles, el futuro Carlos III. Y el Tratado de Madrid de Permuta de 1750 con Portugal fue anulado en 1761 mediante el Tratado de El Pardo. Aunque actualmente esta región de Misiones Orientales forma parte del estado brasileño de Río Grande del Sur.
En el Tratado de Madrid de 1750 con Inglaterra, España renuncia a su política de alianza con Francia mediante los Pactos de Familia e Inglaterra renuncia a las concesiones de España en Utrecht del Asiento de Negros y del Navío de Permiso; aunque como compensación España debía abonar 100.000 libras a la South Sea Company y mercaderes británicos continuaron introduciendo en las Indias españolas esclavos negros de contrabando desde Jamaica y Belice.
En el Tratado de Aranjuez de 1752 con Austria y Saboya se acuerda mantener el equilibrio en Italia.
En el Concordato de 1753 se resuelven los conflictos con la Santa Sede derivados, por una parte del hecho del apoyo papal al Archiduque cuando la Guerra de Sucesión; y principalmente de la tendencia regalista de importantes políticos españoles que pretendían que el rey de España tuviese el patronato universal; y además como una regalía, es decir, como si fuese un derecho de la Corona española. Ahora en este Concordato de 1752, Ensenada consigue de Benedicto XIV el Patronato casi universal, es decir el derecho de presentación de candidatos a los obispados y demás cargo y beneficios eclesiásticos en España y en las Indias, menos unos pocos, que exceptúa el Papa precisamente para dejar constancia de que se trataba de una concesión y no de un derecho o regalía del rey de España.
En 1754, tiene lugar la intriga en la que triunfa la maniobra para derribar del poder a Ensenada. Éste estaba tomando medidas para contrarrestar el contrabando británico en las Indias españolas, especialmente de esclavos africanos; y sobre todo seguía desarrollando su política de construcción de barcos de guerra, lo que primordialmente siempre quería impedir Inglaterra; concretamente en aquellos momentos Ensenada quería preparar una flota en La Habana para desalojar a los británicos de Campeche y Belice. El embajador británico, Keene, utilizando al secretario de Estado Wall, anglófilo, y al mayordomo mayor de Palacio, el duque de Huéscar, futuro duque de Alba, (el que había aconsejado al rey que nombrara a Wall secretario de Estado), trama denunciar ante Fernando VI que Ensenada, sin consultar al rey, estaba preparando una guerra contra un país con el que había un tratado de paz firmado, lo cual era una insubordinación inadmisible a la Corona; también parece ser que formaba parte de la denuncia contra Ensenada, su apego a los jesuitas en plena rebelión de los guaraníes de las Reducciones; y que Ensenada había advertido al infante Carlos, rey de Nápoles y heredero del trono de España, al no tener descendencia Fernando VI, de que era tan perjudicial el Tratado firmado con Portugal en Madrid en 1750, y que en definitiva, Ensenada había impedido que se cumpliese la voluntad omnímoda del rey. Para efectuar la denuncia el embajador británico utilizó también a la reina Bárbara de Braganza, la cual influía totalmente con suma facilidad en Fernando VI sin alardear de ello como había hecho Isabel de Farnesio de su influencia en Felipe V. Keene y Huéscar hicieron llegar a la reina, ya descontenta al parecer con Ensenada por su oposición al Tratado de 1750 que tan indebidamente beneficiaba a Portugal, la insinuación de que Ensenada manejaba a los reyes como títeres y la convencieron de que debía actuar contra el marqués de la Ensenada; y al final fue Bárbara de Braganza la que hizo que el rey prescindiera del marqués e incluso lo desterrara. El embajador británico Keene ponderaba en un revelador informe a su gobierno el alcance del triunfo conseguido:
«Los grandes proyectos de Ensenada para el fomento de la Marina han sido suspendidos. No se construirán más buques».
Al estallar en 1756 la Guerra de los Siete Años, la España de Fernando VI sigue manteniendo la neutralidad, pese a las incitaciones y promesas de Francia e Inglaterra enfrentadas para atraerla a su alianza respectiva.
Y tras la muerte en 1758 de la reina Bárbara de Braganza, la salud mental siempre deficiente de Fernando VI, se deteriora del todo en el año que le queda de vida. Es "el año sin rey". Le sucede su hermano Carlos III, al no tener descendencia.
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