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La guerra de 1793-1795 contra la Convención

La Guerra contra la Convención (1793-1795), participación de España en la 1ª guerra de la Revolución Francesa formando parte de la 1ª coalición contra la Francia de la revolución.

1ª Coalición: 1792 Austria, Prusia, Saboya. Fue el gobierno revolucionario de Francia el que declara la guerra "al rey de Bohemia y Hungría".
.......................1793 Toda Europa menos Rusia. Inglaterra los maneja para impedir que Francia retenga Bélgica que ha arrebatado al emperador de Alemania, Francisco II de Austria.
.......................1795 Paz de Basilea. Paz casi general España da un paso más y se alía con Francia mediante el Tratado de San Ildefonso de 1796 presentado como "Pacto de Familia".  Pero Inglaterra y Austria siguen en guerra.
.......................1796 España, al pasar a ser aliada de Francia, está en guerra con Inglaterra. 1797,  batalla naval del Cabo de San Vicente: derrota de la flota española. Batalla de Santa Cruz de Tenerife del 25.07.1797: Nelson, al     mando de una poderosa flota, intenta tomar la ciudad y es derrotado por el general Gutiérrez de Otero, al mando básicamente de las milicias isleñas formadas por los propios vecinos.
Nelson, que perdió un brazo en la batalla, afirmó que había tenido que luchar contra 8.000 defensores, cuando en realidad solo fueron 1.700, y los británicos sufrieron grandes pérdidas tanto humanas como materiales. Según el parte presentado por Nelson, tuvo un total de 349 bajas (44 muertos en combate, 177 ahogados, 5 desaparecidos y 123 heridos). En cambio, las bajas españolas se redujeron a 72 (32 muertos y 40 heridos).
.......................1797 Paz de Campo Formio: firma la paz Austria vencida en Italia por Bonaparte. Inglaterra sigue en guerra.
.......................1798 Campaña de Bonaparte en Egipto contra Inglaterra. Napoleón regresa para ser 1er Cónsul en 1799. La campaña acaba fracasando en 1801.

La guerra de 1793-1795 contra la Convención, también conocida como Guerra del Rosellón o, en Cataluña, como Guerra Gran ('Guerra Grande'), fue parte de las guerras de la Revolución Francesa durante 1ª coalición contra ella.  En el mundo angloparlante es conocida como Guerra de los Pirineos.

Antecedentes y contexto

Seguía la guerra de la Revolución Francesa desencadenada en las fases anteriores de la misma (1792-1815), en la Legislativa, iniciada por los girondinos el 20.04.1792 e intensificada por los jacobinos para fanatizar y radicalizar más la revolución, aunque al principio se oponían. Los termidorianos quisieron liquidar la guerra, y casi lo logran en la paz casi general de Basilea (1795) y en la paz de Campo Formio de 1797, a la que se tiene que rendir Austria derrotada en Italia por Napoleón, antes de su llegada al poder.
Inglaterra sigue la lucha, en la que había entrado el 1.02.1793, porque Francia sigue reteniendo Bélgica, lo que en Inglaterra se considera un peligro de invasión, y la primera consigna de la política exterior británica es no permitir, como sea, que al otro del Canal haya poderes fuertes. Inglaterra domina el mar con su flota mandada por Nelson; Francia, en tierra. Francia tiene 25 millones de habitantes. España e Inglaterra, 12. En Francia impera el servicio militar obligatorio, desde la leva en masa de Robespierre, y tiene ejércitos inmensos. Inglaterra busca aliados que trabajen para ella, que luchen en su favor en tierra. Napoleón vence en tierra y desbarata esas alianzas una y otra vez. Pero Inglaterra, dueña del mar, queda fuera de su alcance y rehace las coaliciones, cuando convence de nuevo a las potencias continentales para que se vuelvan a atrever a ir a la guerra contra Napoleón. Por eso la guerra napoleónica es la misma que la de la revolución. La guerra revolucionaria y napoleónica se subdivide en etapas que son las coaliciones; hay hasta seis coaliciones.

Según el historiador Pedro Rújula, la guerra contra la Convención inicia en España un ciclo de guerras, que abarca de 1793 a 1840, año del final de la 1ª Guerra Carlista, «caracterizado por el choque entre revolución y contrarrevolución». (Religión, Rey y Patria. Los orígenes contrarrevolucionarios de la España contemporánea, 1793-1840. Madrid. Marcial Pons2023, pág 19).

El gobierno español de Carlos IV dirigido por el conde de Floridablanca, José Moñino, ante el estallido de la Revolución Francesa y su continua radicalización contra la monarquía de Luis XVI, tomó una serie de medidas para que no llegasen noticias que desprestigiasen a la Ilustración, que había desembocado en la Revolución, con el pretexto de evitar el contagio revolucionario en todos los territorios españoles, militarizó las fronteras, aumentó la censura y restableció parcialmente la actividad de la Inquisición. Ante lo ineficaz de su política, para sostener a Luis XVI, Carlos IV sustituyó a Floridablanca en febrero de 1792 por el conde de Aranda, Pedro Abarca de Bolea, que adoptó una política de acercamiento a los revolucionarios de Francia. Esto tampoco sirvió para ayudar a Luis XVI, lógicamente, el 20 de junio de 1792, se produjo el asalto las Tullerías y la tarde del 13 de agosto, el rey de los franceses fue encarcelado en el Temple. La monarquía francesa fue abolida y proclamada la república el 21 de septiembre de 1792, es la I República, ahora van ya en Francia por la V República.

La política contemporizadora de Aranda tampoco había funcionado y Carlos IV lo sustituyó el 15 de noviembre de 1792 por Manuel Godoy, un joven de 25 años. Godoy detenta todo el poder del despotismo ilustrado en la época de Carlos IV por ser el favorito del rey y, según la intensa sospecha general, especialmente de la reina Mª Luisa. Aunque son sinónimos, validos se les llama a los del XVII; privados, a los de la Edad Media; y favorito a Godoy. Éste tuvo el cargo de Primer Secretario de Estado y del Despacho Universal, es decir, jefe del gobierno, entre otros muchos cargos.  

Tras la muerte de Luis XVI en la guillotina el 21 de enero de 1793, el gobierno ilustrado de Carlos IV ya no puede seguir resistiéndose al clamor popular que venía exigiendo que se declarase la guerra a la Francia de la Revolución cada vez más evidenciada como un poder anticristiano. Lo mismo les pasa a los demás gobiernos europeos y la guerra de la 1ª coalición se generaliza. Además es la Francia revolucionaria la que se anticipa a declararles la guerra, confiando en la enorme superioridad numérica de sus ejércitos basada, no sólo en su muy superior demografía, sino en la leva en masa, el servicio militar obligatorio.

Pero mientras la Convención tramita la movilización de 300 000 soldados, el 11 de marzo de 1793 estalla la sublevación de la población campesina de la Vendée contra la Revolución, al negarse a entregar sus hijos a su descristianización en el ejército republicano, comenzando así La Guerra de la Vendée. El 14 de marzo de 1793, Jacques Cathelineau asume el mando del Ejército Católico y Real de los vandeanos.

Entre los revolucionarios de Francia surgió la idea de fomentar el nacionalismo en las regiones del sur de los Pirineos para crear allí estados satélites de Francia, por ejemplo decía Georges Couthon:

"Nos parece más acorde con nuestros intereses y nuestros principios intentar convertir Cataluña en una pequeña república independiente que, bajo la protección de Francia, servirá de barrera allí donde terminan los Pirineos. Este sistema halagará sin duda a los catalanes que lo adoptarán más gustosos aún que su unión a Francia. En las montañas se deben llevar nuestros límites hasta los extremos y, como consecuencia, establecerse de manera estable en toda la Cerdaña, tomar el Valle de Arán, en una palabra, todo lo que está al otro lado de los montes... Pero Cataluña, convertida en departamento francés, sería tan difícil de conservar como lo es hoy el antiguo Rosellón".
(
Pérez, Joseph: Historia de España. Planeta. 1999, p. 385).

La guerra contó con un enorme apoyo popular, como indican la gran cantidad de donativos que recibió el gobierno. La Gazeta de Madrid publicaba a diario esos donativos.

También se hicieron públicas diariamente las listas de voluntarios que se alistaban en el Ejército.[29]

Otro indicador son textos como los del beato Fray Diego José de Cádiz autor de El soldado católico en guerra de religión, título que expresa el carácter de cruzada de esta guerra.

 «La guerra contra la República francesa era una guerra de religión, una auténtica Cruzada contra unas hordas que pretendía acabar con el fundamento de la sociedad presente: la religión» (Rújula, p. 25)

También circularon coplas populares como las que decían en catalán y que re Rújula (pp. 24 y 228):

Valerosos catalans
anem tots à la Campanya,
a defensar nostre Deu,
Ley, Patria, y Rey de España

Valerosos catalanes
vayamos todos a la Campaña,
 a defender a nuestro Dios,
 Ley, Patria, y Rey de España
A la guerra Catalans
a defender lo Rey de España
que amb la voluntat de Deu,
ne guanyarem la batalla
A la guerra Catalanes
a defender al rey de España
que con la voluntad de Dios
ganaremos la batalla

 

Este apoyo popular expresa el auge del patriotismo tradicional muy diferente del nacionalismo revolucionario.

Aspectos militares

Inicialmente las tropas españolas dominan y penetran en Francia donde, al mando del general Ricardos, recuperan el Rosellón y la Cerdaña y los mantienen entre marzo de 1793 y marzo de 1794. También dominan en los Pirineos occidentales desde marzo de 1793 hasta julio de 1794, y penetran en Francia desde Fuenterrabía al mando del general Ventura Caro llegando hasta las puertas de Bayona y avanzando además hacia San Juan de Pie de Puerto.

Después vino la contraofensiva francesa, la derrota y la rendición y entrega a las tropas de la Revolución Francesa de plazas fuertes y ciudades por sus autoridades ilustradas, preliberales y liberales simpatizantes de dicha Revolución. Destaca la entrega de Figueras y de su castillo de San Fernando, que el barón de Maldá en su Diario atribuye a «la depravada conducta de la tropa castellana y de sus oficiales». Y destaca la entrega de San Sebastián el 3 de agosto de 1794.

En 1795 el ejército francés controlaba una parte importante del nordeste y del norte de España cuando se firmó la Paz de Basilea.

Paz de Basilea de 1795. Casi todas las potencias enemigas firman la paz por dos razones: además de que estaban siendo vencidas, les parecen aceptables los que ahora están en el poder en Francia, que no son ya los terroristas, y que además devuelven casi todas sus conquistas. Así se deshace la 1ª Coalición contra la Revolución Francesa (Austria derrotada en Italia por Napoleón Bonaparte, que empezaba a brillar, firma también la paz en 1797). Debido a que Francia sigue reteniendo Bélgica, Inglaterra sigue irreductiblemente la lucha, pero de momento se ha quedado sin aliados de tierra y de nada le sirve su dominio del mar para acabar con Francia, aunque sí para estar a salvo de ella. La paz que firma España es la de Basilea, propiamente; en ella recupera todo lo que ocupaba Francia en Cataluña y en Vascongadas a cambio de ceder a Francia los dos tercios de la Española. Esta entrega no se pudo cumplir por la inestabilidad revolucionaria en Haití. España había dado un paso más y se había convertido en aliada de Francia en el Tratado de San Ildefonso de 1796.

Posteriormente el Ayuntamiento de San Sebastián fue detenido y sometido a consejo de guerra en Pamplona desde febrero de 1796.​ En 1798 se dictó sentencia: el alcalde y los concejales fueron condenados a destierro  e inhabilitación, así como los responsables militares de la plaza de San Sebastián.

Y en Vascongadas prevalecieron las ideas tradicionales (religiosas, patrióticas españolas y monárquicas) de la inmensa mayoría de la población sobre las ilustradas, preliberales y liberales de un pequeño grupo de notables.

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