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Dolores Ibárruri murió católica tras confesarse y comulgar, según la biografía del jesuita José María de Llanos y su correspondencia con la dirigente comunista, publicada por el padre Lamet en 2013

"A ver si convertimos lo que nos resta de vida en un canto de alabanza y acción de gracias al Dios-amor, como ensayo de nuestro eterno quehacer" [Dolores Ibárruri, antes conocida como la Pasionaria]

Dolores Ibárruri, antes conocida como la Pasionaria, murió católica y tras confesarse y haber recibido la comunión. Esto es lo que aparece en la biografía del conocido padre Llanos, uno de los fundadores de CCOO, escrita por el jesuita Pedro Miguel Lamet tras estudiar cientos de documentos del también jesuita padre Llanos. En ellos encontró pruebas de la conversión de la ex Pasionaria, Dolores Ibárruri, que fue presidenta del Partido Comunista y el referente del comunismo durante la Guerra de España de 1936.

En una entrevista, el jesuita padre Lamet dice:

-Llanos visitaba cada quince días a Dolores Ibárruri. Llegaron a intimar y hasta a cantar himnos religiosos de su época como "Cantemos al amor de los amores". El jesuita nunca reveló nada sobre la conversión de la Pasionaria que en su juventud había sido católica y después de casada con un ateo en medio de la escasez, se hizo comunista y atea. Pero he encontrado cartas que atestiguan que esta mujer al final de su vida volvió a la fe, aunque resultaba muy fuerte hacer público que el símbolo por antonomasia del comunismo de la Guerra Civil hubiera muerto católica, por lo que ese episodio debía quedar en el fuero interno del sacerdote amigo. Él guardaría siempre ese íntimo secreto. Pero hay una carta que he descubierto en sus archivos, fechada el día de Reyes de 1989, donde Dolores, después de decirle que sabe que pide por ella "al partir del Pan (la misa)", añade: "A ver si los "viejitos" que somos convertimos lo que nos resta de vida en un canto de alabanza y acción de gracias al Dios-amor, como ensayo de nuestro eterno quehacer". Publico en mi libro además dos hermosos poemas de Llanos dedicados a la Pasionaria y el testimonio de una amiga que corrobora que Llanos la confesó y le dio la comunión.

El testimonio de Anna Biriukov, bisnieta de la exPasionaria y convertida al catolicismo

La bisnieta de Dolores Ibárruri, Anna Biriukov, aseguró en una entrevista: "tengo noticia de que Dolores murió confesada".

En otra entrevista se contaba que La Pasionaria, que fue durante la guerra implacable con sus enemigos, en especial con los sacerdotes, en cambio, fue protectora de las monjas y así lo refirió la carmelita santa Maravillas de Jesús.

Anna nació en Moscú en 1975 y tras una educación atea y soviética ahora vive en España, tiene seis hijos y pertenece al Opus Dei. "Mi padre recibió el bautismo de rito ortodoxo cuando era pequeñito, y nunca ha practicado. Mi madre no está ni bautizada".

La bisnieta de la Pasionaria afirmaba además que "soy la oveja negra de una familia...roja. En Rusia ni juré sobre la Biblia ni escupí en ella. No había Biblia". A los 17 años llegó a España para estudiar y aquí conoció a su marido. "Conocí el catolicismo por mi marido y el Opus Dei por mis hijos. Dios es de primera necesidad".

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Azúl y rojo: biografía del jesuita que militó en las dos Españas y eligió el suburbio

Pedro Miguel Lamet: "El Padre Llanos confesó y dio la comunión a la Pasionaria, que murió católica"

Religión Digital Redacción, 10 de abril de 2013

Azul y rojo (La Esfera), de Pedro Miguel Lamet

El jesuita padre José María Llanos (1906-1992), conocido como el "cura del Pozo del Tío Raimundo" y considerado un auténtico mito tanto del nacionalacatolicismo de Franco como de la transición española, confesó y dio la comunión a Dolores Ibárruri, la Pasionaria, que murió católica.

La presidenta del PCE, que enardecía a las masas y confesaba su ateísmo durante la guerra civil, cantaba al final himnos religiosos con el padre Llanos y compartía su fe en piadosas cartas dirigidas al sacerdote. Lo cuenta Pedro Miguel Lamet en Azul y rojo, (biografía del jesuita que militó en las dos Españas y eligió el suburbio), una obra de 730 páginas y cerca de mil notas, que revela documentación inédita sobre el "cura rojo" y acaba de publicar La Esfera de los Libros.

-Poesía, novela, ensayo, biografías, ¿cuántos libros ya?
-Casi cuarenta. Este hace el treinta y nueve de una larga trayectoria.

-¿Por qué el padre Llanos ahora, después de veintiún años de su muerte?
- Era mi amigo, aunque nunca me había atrevido a escribir su biografía por su complejidad y los tópicos de que se vio rodeado. Le conocí en los años sesenta cuando el Pozo era un barrizal y yo, estudiante de filosofía, iba desde Alcalá todas las semanas allí a dar catequesis. Era un hombre inclasificable, de carácter difícil, pero heroico, creador, líder y de una fe muy profunda.

-¿No existen ya un par de biografías de Llanos? ¿Por qué otra?
-Las que existen, escritas a raíz de su muerte, carecen de aparato crítico y por tanto no pudieron, como es lógico, bucear en sus archivos más íntimos. Llanos lo guardaba todo: cartas, poemas, fotos, diarios personales y miles de artículos y conferencias. Conservaba hasta las estampas, sus carnets de Ciudadano del Mundo, del PC, Comisiones Obreras y hasta su brazalete falangista de su época de capellán del Frente de Juventudes. Claro, eso es una riqueza que permite conocer íntimamente a un personaje y desmitificarlo de tópicos.

-¿Y qué ha descubierto?
-En primer lugar que el radicalismo de Llanos data de su juventud. De padre militar y familia católica, y nacido en la calle Serrano de Madrid, cuando estudiaba Química se peleó con José Antonio Primo de Rivera, y cuando se hizo jesuita hizo voto de perfección, luchando con un permanente dolor de estómago que le duró toda su vida. Vivió la expulsión de los jesuitas en el destierro de Bélgica y la guerra desde Portugal, cuando en España fueron fusilados sus dos hermanos, Félix y Manuel. A este último, el más joven, se lo cargaron después de torearle con su capa madrileña y romperle los dientes con su propio crucifijo.

-Luego se ordena sacerdote en Granada y se convierte en el cura de moda del franquismo.
-Así es. Por sus manos pasaría la juventud más brillante de aquella época, en la Congregación, los Luises, el Frente del Juventudes, el SEU, el SUT, cientos de tandas de Ejercicios Espirituales, etc. Hasta Franco le llamó para que le diera los Ejercicios de San Ignacio. Llanos decía que el caudillo era "milagrero" y que le dijo que se le había aparecido Santa Teresa. Pero siempre le respetó. Llanos estaba en una lista de "intocables" para la policía, firmada por Franco.

-Y un hombre así, ¿cómo da el salto al otro extremo, a Comisiones Obreras y el comunismo?
-Fue un proceso paulatino. Cuando se albergaba en castillos históricos con los muchachos de las centurias comenzó a sentir que había otra España empobrecida olvidada a sus espaldas. Entonces experimenta una conversión a los pobres y al mundo del trabajo. Crea los campamentos de universitarios obreros del SUT y empieza a auxiliar a los marginados de Madrid.

-¿Cuándo decide marcharse al suburbio?
-A mitad de su vida al cumplir los cincuenta años. En 1955 escribe una interesante carta al provincial de los jesuitas, hasta ahora inédita que publico íntegra en mi libro. Su primera idea era plantar una chabola, una "casita de Nazaret" en el barrizal del Pozo del Tío Raimundo, sólo para dar testimonio, sin predicar, sino para vivir como ellos. Mas tarde, al darse cuenta de la miseria y de sus muchos conocimientos en el centro de Madrid, sirve de puente con el suburbio y se compromete en el desarrollo del mismo: escuelas, luz, agua, cultura y luego casas, un barrio nuevo... Pero al principio se enfrentaba con la guardia civil cuando los recién llegados construían de noche sus chabolas.

-Pero eso no explica que levantara el puño en el primer mitin del PC y que contribuyera con Marcelino Camacho a la fundación de Comisiones Obreras.
-La razón de fondo es que él quería ser del pueblo "a muerte". Y la gente del Pozo, en su mayoría emigrada y represaliada, era del PCE. Luego va a visitar a Marcelino Camacho en la cárcel y se hace amigo de Carrillo y la Pasionaria. Hay cartas muy íntimas con estos líderes políticos.

-¿Cómo prueba en su libro que la Pasionaria murió católica?
-Llanos visitaba cada quince días a Dolores Ibárruri. Llegaron a intimar y hasta a cantar himnos religiosos de su época como "Cantemos al amor de los amores". El jesuita nunca reveló nada sobre la conversión de la Pasionaria que en su juventud había sido católica y después de casada con un ateo en medio de la escasez, se hizo comunista y atea. Pero he encontrado cartas que atestiguan que esta mujer al final de su vida volvió a la fe, aunque resultaba muy fuerte hacer público que el símbolo por antonomasia del comunismo de la Guerra Civil hubiera muerto católica, por lo que ese episodio debía quedar en el fuero interno del sacerdote amigo. Él guardaría siempre ese íntimo secreto. Pero hay una carta que he descubierto en sus archivos, fechada el día de Reyes de 1989, donde Dolores, después de decirle que sabe que pide por ella "al partir del Pan (la misa)", añade: "A ver si los "viejitos" que somos convertimos lo que nos resta de vida en un canto de alabanza y acción de gracias al Dios-amor, como ensayo de nuestro eterno quehacer". Publico en mi libro además dos hermosos poemas de Llanos dedicados a la Pasionaria y el testimonio de una amiga que corrobora que Llanos la confesó y le dio la comunión.

- El padre Llanos ¿no se arrepentía de sus arriesgados gestos?
-El padre Llanos se arrepentía de todo. No he conocido un hombre más crítico consigo mismo hasta la depresión. Pero tampoco con mayor personalidad, fe y coherencia interna. Al final de su vida, retirado en la residencia de ancianos jesuitas de Alcalá, confiesa a un periodista local que, como sacerdote, se arrepiente de lo del puño en alto, pero no de ser comunista pues debía compartir todo con aquel pueblo. Y declara que su pasión de siempre, lo que le motivaba de fondo toda su vida, era su amor a Jesucristo.

- Como escritor, ¿qué destacaría de su obra?
-Vivía atado a su Olivetti y envuelto en una manta. Escribió más de cuatro mil artículos y docenas de libros. Era un posconciliar antes del Concilio, un outsider, un profeta para su tiempo, con un corazón universal, ciudadano del mundo y pionero en muchas cosas. Dio credibilidad a la Iglesia en la transición, junto a Díez-Alegría y otros, demostrando que el Evangelio no es patrimonio de un único partido político.

- Y sus superiores de la Compañía, la jerarquía de la Iglesia, ¿cómo le permitieron todo eso?
-Porque mascaba el barro, vivía pobremente, nunca se tomaba vacaciones. Le apreciaban los de izquierdas y los de derechas, desde Solana a Fraga, de Álvarez del Manzano a Carrillo, de Franco a Tierno Galván.

-¿Nunca hubo una mujer en su vida?
-Era desde muy joven, como buen poeta, muy sensible a los encantos femeninos. Tuvo novias muy inocentes antes de hacerse jesuita. Escribía versos casi a a diario, algunos a mujeres, pero él mismo confiesa que nunca había "besado de verdad". Al final tuvo un amor platónico muy intenso a Carmen Díez-Rivera, la llamada "musa de la transición", que también era una marginada por la vida y la enfermedad. Pero no pasó de escribirle cartas y poemas. Como es muy curiosa la admiración y amistad que le profesaba el anticlerical Francisco Umbral. Los tres se autodenominaban "la trilateral".

-Si tuviera que definir José María de Llanos en una sola frase, ¿cual sería?
-Llanos es indefinible e inabarcable por su compleja personalidad e inagotable actividad. Nunca me ha costado más, por esta razón, escribir una biografía, y he escrito más de una docena. Elegiría la definición que a raíz de su muerte publiqué en Diario 16: "Fue ante todo un poeta, un soñador que escribió, con hechos de vida, su mejor poema, desde su consciente debilidad".

-¿En su opinión qué significado tiene la figura de Llanos en el momento presente?
-En un mundo azotado por la crisis, la corrupción y la obsesión económica, Llanos representa que la fe es inseparable de la lucha por la justicia y que hay valores desprestigiados por el actual neoliberalismo dominante, como son la solidaridad, el amor y la esperanza que dan pleno sentido a la vida humana.

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Una bisnieta de la Pasionaria es católica y del Opus Dei

ReL 27.03.2011

Se llama Anna Biriukov, nació en Moscú en 1975 y en 1992, con 16 años, se trasladó con sus padres a vivir a Madrid.

Fue educada en el comunismo y en el ateísmo más severo. Militó en organizaciones del PCUS. Recibió una formación sovietica. Ni fue bautizada ni leyó nunca una Biblia. Todo lo religioso le era ajeno salvo algunas advertencias de su abuela Raïsa que le decía: "Anna, que Dios te ve" o "Anna, eso que has hecho no le gusta a la Virgen".

Lo explica en El Mundo la veterana periodista Pilar Urbano en una amplio reportaje titulado "La bisnieta de la Pasioneria que acabó en el Opus Dei".

Luchadora en la Guerra Civil
Más de uno se llevará las manos a la cabeza al ver las vueltas que da la vida. Dolores Ubárruri, más conocida como la Pasionaria, fue una legendaria dirigente del Partido Comunista de España, temida por su ferocidad en la Guerra Civil, implacable con sus enemigos, en especial con los sacerdotes y, en cambio, protectora de las monjas en plena contienda, y buena cuenta de ello dió en su día santa Maravillas de Jesús. El nombre de la Pasionaria provocaba escalofríos en el Madrid republicano del 36 por las tremendas y violentas historias que se contaban de ella.

Una bisnieta suya, Anna Biriukov, casada con un español y con seis hijos, da fe de su conversión al catolicismo y el descubrimiento de su vocación al Opus Dei.

Oveja negra
Dice que es "la oveja negra de una familia...roja. En Rusia ni juré la Biblia ni escupí en ella. No había Bíblia".

"Ya en Madrid, por amor a Nacho (su marido), empiezo a recibir catequesis. Voy descubriendo el Antiguo Testamento, el Evangelio, las riquezas espirituales de la Iglesia... Sobre todo me voy encontrando con una persona: Jesucristo. Es un proceso sereno -dice Anna-. No quiero que sea un trámite para la boda. Es más, no hay boda hasta tres años después. Llego a la fe con racionalidad, con sinceridad, con libertad. Y con mucha alegría. Bueno, digo que ´llego a la fe´, pero no llego sola. Dios me lleva. Y me bautizo".

Y, luego, el Opus Dei
Anna lleva a sus hijos a dos colegios de Fomento, Aldovea y Aldeafuente, cuyo asistencia religiosa está encomendada a sacerdotes de la Prelatura del Opus Dei.
"Dios se hizo oír. No respondí enseguida. Tardé. Ahí se produjo un escaqueo, un juego del escondite. Pero Dios respetó mis dudas, mis temores. Hasta que un día descubrí el talismán con el que sería capaz de todo: la gracia. Y dije: ´Aquí estoy, quiero ser del Opus´".

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Azul y rojo. José María de Llanos. Biografía del jesuita que militó en las dos Españas y optó por el suburbio

http://www.esferalibros.com/libro/azul-y-rojo-jose-maria-de-llanos/

Pedro Miguel Lamet

José María de Llanos, una de las figuras más admiradas y controvertidas del franquismo y la transición española, llegó a convertirse en todo un mito.

Hijo de militar, nacido en la calle Serrano de Madrid y compañero en la universidad de José Antonio y de Pedro Arrupe, tras ingresar en la Compañía de Jesús, vivió la expulsión de la República y desde el exilio el fusilamiento por los rojos de dos de sus hermanos. De regreso a España se convirtió en «cura del régimen», capellán del Frente de Juventudes y del SEU, creador del SUT e incansable director de ejercicios espirituales, que llegó a impartir incluso al mismísimo general Franco.

A mediana edad despertó a la otra España olvidada y decidió marcharse al Pozo del Tío Raimundo, donde plantó su chabola en el suburbio para asumir la causa de los oprimidos hasta su muerte. Con el deseo de ser como ellos, colaboró en la fundación de Comisiones Obreras y defendió a los represaliados hasta el extremo de hacerse del PCE y alzar el puño cuando este fue legalizado.

Primera biografía crítica del jesuita, fruto de una exhaustiva investigación, este libro aporta numerosos documentos inéditos, diarios, poemas y cartas personales a destacadas figuras del siglo xx, que van de Fraga a La Pasionaria, Gallardón, Javier Solana, Álvarez del Manzano, Santiago Carrillo y Marcelino Camacho, junto con otros testimonios de intelectuales, políticos y periodistas.

Pedro Miguel Lamet consigue al mismo tiempo deshacer tópicos y desvelar la auténtica vida íntima y profundamente espiritual del padre Llanos a través de un relato ameno que coincide con una época apasionante de la historia de España.

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Pedro Miguel Lamet (Cádiz, 1941) es autor de treinta y nueve libros de muy diversos géneros, desde la poesía a la novela, pasando por la biografía, la historia, el ensayo y el periodismo. Además de director del semanario Vida Nueva y conocido columnista de diversos periódicos, emisoras y revistas (Radio Vaticano, cadena Cope, Radio Nacional, Pueblo, El País, El Globo), especialmente en Diario 16, fue profesor de Estética y Cinematografía en varias universidades y ha obtenido ocho premios periodísticos y literarios.

De su extensa obra destacan ocho poemarios, entre ellos Génesis de la ternura (1986) y Como el mar a la mar (1995), recogidos en su antología El mar de dentro (2006); los ensayos La seducción de Dios (1991), Cartas a Marian (1997) y La santa de Galdós (2000); su estudio sobre los confesores reales Yo te absuelvo, majestad (1991-2004); las biografías Pedro Arrupe (1989-2007), Juan Pablo II: hombre y papa (2005) y Díez Alegría, un jesuita sin papeles (2005); las prosas poéticas Desde mi ventana (2002) y Fotos con alma (2003); los relatos Las palabras calladas (2004-2012) y Las palabras vivas (2011)y las novelas históricas El caballero de las dos banderas (2000), El esclavo blanco (2002), Borja, los enigmas del duque (2003-2009), El aventurero de Dios: Francisco de Javier (2006), El retrato: Jesús de Nazaret (2007), El místico: Juan de la Cruz (2009) y El último jesuita (2011). Con el presente libro, retorna a la biografía, centrada esta vez en uno de los personajes más apasionantes de nuestra reciente historia.