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Las 181 monjas de Lerma y La Aguilera constituidas como Hermanas de Iesu Communio por el papa Benedicto XVI

Viernes, 10 de diciembre de 2010 por Begoña Cisneros Aranda - Noticias

http://www.diariodelaribera.org/aranda/2325-las-monjas-clarisas-de-la-aguilera-instauran-la-nueva-comunidad-iesu-communio.html

Las monjas que desde hace algunos meses se han establecido en la localidad de La Aguilera, provenientes de las clarisas de Lerma, acaban de recibir la notificación del Papa Benedicto XVI para instaurar una nueva orden que a partir de ahora concretará la especial forma de vida que llevan estas hermanas. El nuevo instituto religioso pasará a denominarse Iesu Communio.

Se trata de la respuesta que Benedicto XVI ha dado a la petición que la congregación instalada en la Ribera del Duero, que solicitaba una nueva definición para estas hermanas. “Esta decisión se produce después del estudio, por los organismos competentes de la Curia romana, de la documentación presentada a través del señor. Arzobispo de Burgos, Monseñor Francisco Gil Hellín, como respuesta a la petición por la que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada había animado a la comunidad en 2009 a procurar definir con claridad la forma de vida a la que se sentía llamada por Dios”, explica la comunidad de Lerma-La Aguilera a través de un comunicado.

Ahora, el Arzobispo de Burgos ha recibido la comunicación oral por parte del Papa, algo que “nos ha transmitido inmediatamente”.

Explican las antiguas clarisas, a partir de ahora hermanas de «Iesu Communio», que hasta ahora se había venido guardando la noticia sin darla a conocer públicamente debido a que se trataba de una petición que se estaba estudiando desde la Santa Sede. “La aprobación que ahora se nos comunica contiene la gozosa novedad y la fuerte responsabilidad de confirmarnos en la vida que Dios había suscitado entre nosotras desde hace tiempo. Él es el protagonista de todo y en Él confiamos para que lleve a buen término la vida que ha comenzado”, afirman en el comunicado.

Ahora sólo queda que los documentos oficiales se hagan públicos para poder hablar con rotundidad de una nueva orden promovida por la que en estos momentos ostenta el cargo de abadesa superior de la comunidad, la arandina sor Verónica [Marijose Berzosa, hermana del obispo auxiliar de Oviedo]. Mientras tanto, manifiestan su alegría por la noticia. “Queremos expresar nuestra alegría y nuestra acción de gracias a Dios, a la Iglesia por su cuidado maternal, a nuestro querido Santo Padre y a nuestro Sr. Arzobispo”, señalan.

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Comunicado de la comunidad de Lerma - La Aguilera

Arzobispado de Burgos - Oficina de información, jueves, 9 de diciembre de 2010

Ante las peticiones de información que nos llegan, queremos confirmar que hemos recibido notificación oral de la decisión de Su Santidad Benedicto XVI de aprobar nuestra forma propia de vida y erigir nuestra comunidad como un nuevo instituto religioso femenino de derecho pontificio, denominado "Iesu communio". Estamos a la espera de conocer los documentos pertinentes, por lo que en este momento no nos es posible proporcionar una información más detallada.

Esta decisión se produce después del estudio, por los organismos competentes de la Curia romana, de la documentación presentada a través del Sr. Arzobispo de Burgos, Mons. Francisco Gil Hellín, como respuesta a la petición por la que la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada había animado a la comunidad en 2009 a procurar definir con claridad la forma de vida a la que se sentía llamada por Dios. El Sr. Arzobispo recibió asimismo la comunicación oral de la decisión pontificia, que nos transmitió inmediatamente.

Hasta ahora se ha venido guardando la lógica y necesaria reserva, por tratarse de materia sometida al estudio y decisión de la Santa Sede. La aprobación que ahora se nos comunica contiene la gozosa novedad y la fuerte responsabilidad de confirmarnos en la vida que Dios había suscitado entre nosotras desde hace tiempo. Él es el protagonista de todo y en Él confiamos para que lleve a buen término la vida que ha comenzado.

Una vez difundida la noticia, a la espera del momento de hacer públicos los documentos oficiales, queremos expresar nuestra alegría y nuestra acción de gracias a Dios, a la Iglesia por su cuidado maternal, a nuestro querido Santo Padre y a nuestro Sr. Arzobispo.

¡Somos gracias a Cristo y a la Iglesia!

Comunidad de hermanas Lerma-La Aguilera

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Lerma, un oasis de vocaciones

DIARIO LA RAZON

Un grado. Es lo que ayer marcaba el termómetro en Lerma. También en La Aguilera, a unos 37 kilómetros al sur, aunque allí la sensación de frío es algo mayor. Sin embargo, en el locutorio de los dos conventos de las hermanas de la «Iesu communio» la temperatura es siempre más cálida. «Y lo que tengo te doy, es nuestro gran tesoro», entonan con ritmo y coreografía las 181 monjas de clausura que, con una media de edad entre 18 y 35 años, forman esta comunidad burgalesa cada vez que reciben una visita en fin de semana. Su alegría y acogida contagian hasta tal punto que tienen lista de espera entre las chicas que quieren vivir una experiencia de discernimiento y descubrir si Dios las llama a entregarse a la vida contemplativa. Y aunque ellas mismas se muestran prudentes y repiten una y otra vez que la obra tiene que madurar, en los últimos cinco años sólo dos han colgado los hábitos.

Lo cierto es que este fenómeno vocacional de Lerma  parece imparable y rompe fronteras. Esta semana el teléfono no ha dejado de sonar tanto en el monasterio de la Ascensión del Señor en Lerma como en el de San Pedro Regalado en La Aguilera. Sacerdotes, obispos, familiares, amigos… Todos quieren darles la enhorabuena por la decisión de la Santa Sede que les comunicó hace unos días de viva voz el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín. Benedicto XVI ha aprobado que se constituyan como un instituto femenino de derecho pontificio denominado «Iesu communio». Así pues, las conocidas hasta ahora como clarisas de Lerma pasan a ser una nueva congregación con unas constituciones propias, carisma específico, una misión concreta... «El Vaticano lo único que ha hecho ha sido poner nombre y oficializar algo que se ha ido forjando poco a poco», señala un familiar de una de las hermanas, si bien han nacido y beben de la misma fuente de la familia franciscana. 

Es más, las tomas de hábito de las últimas semanas han seguido fielmente el rito de Santa Clara, y las nuevas novicias han entrado en la capilla vestidas de novia, para desposarse de las joyas, cortar su cabello, sustituir el traje por el hábito, recibir el volumen de la liturgia de las horas y la regla y constituciones de la orden. Además, continúan con la formación propia de las clarisas, si bien hacen un especial hincapié en la tradición recibida de los padres de la Iglesia. «Quizá el cambio más significativo venga de su deseo de dar testimonio a los jóvenes en una sociedad secularizada», comenta un sacerdote cercano a la comunidad, que explica que «los fines de semana el locutorio se ha convertido en un lugar donde ellas dan catequesis a los grupos que acuden, comparten sus vivencias con ellos... De ahí que hayan eliminado las rejas».

Más postulantes

Ante el consiguiente revuelo mediático que ha generado el respaldo del Papa, se han visto obligadas a elaborar incluso una nota de prensa. «Estamos a la espera de conocer los documentos pertinentes, por lo que en este momento no nos es posible proporcionar una información más detallada», explican las religiosas, que han pospuesto dos tomas de hábito  a la espera de tener en sus manos los papeles de Roma. Sin embargo, como hasta ahora continúan las entradas de nuevas postulantes, tanto las recién llegadas como las más veteranas del grupo están al tanto de los cambios intramuros. «No queremos precipitarnos, simplemente seguir como hasta ahora en nuestro día a día», explica Sor Andrea, que se disculpa por no abrir las puertas de la casa a este diario ni facilitar datos más allá de los oficiales. Pero ¿cuál es el secreto del éxito de Lerma? «Está en la fidelidad, viven fielmente su vocación, sin componendas ni a medias. Son felices y además lo contagian», señala otro sacerdote, que analiza el escepticismo y temores que este fenómeno ha provocado en algunos sectores de la Iglesia. «Es tan llamativo que es normal que genere algún recelo. Sin embargo, como ocurre con todas las cosas de Dios, hay que darle tiempo. Pero, de momento, los buenos frutos están a la vista y se nota que es obra del Señor en tanto que, a pesar de las limitaciones con las que han contado, han salido adelante como una verdadera fraternidad».

Y es que, desde que sor Verónica, actual abadesa, fuera nombrada en 1994 maestra de novicias con sólo 28 años, las entradas en Lerma comenzaron a acumularse. Si a finales de los 90 superaron el medio centenar, en 2009 ya sobrepasaban las 130. La casa no daba abasto. Se quedaron pequeñas las literas, las celdas improvisadas en la sacristía de la capilla y las casas anexas al convento que alquilaron para salir del paso. Fue entonces, ante el elevado número de hermanas, cuando solicitaron a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica poder contar con dos casas distintas –La Aguilera y Lerma–, pero manteniéndose como una única comunidad con una misma superiora, aunque estén repartidas. Los franciscanos cedieron las instalaciones de San Pedro Regalado y el cardenal Franc Rodé dio el visto bueno, si bien las invitaba a definir la forma de vida a la que se sentían llamadas ante la nueva realidad que se estaba configurando.

Música y danzas creativas

Desde entonces, las más veteranas van rotando entre una y otra casa. En Lerma está el obrador donde las más avezadas trabajan para sufragar los gastos de las obras de La Aguilera, amén de los benefactores anónimos. Las recién llegadas continúan la formación en el otro convento, además de la vida de silencio y oración propia de la vida monástica, el trabajo en la huerta y los tiempos de ocio, donde las jóvenes dan rienda suelta a su creatividad a través de la música -han grabado varios cds-, la pintura, el deporte, la danza contemplativa... Así, con quietud y templanza viven las hermanas del «Iesu communio», frente a la crisis vocacional que sufre Europa. Un  catequista que las visita con frecuencia explica la realidad del nuevo instituto parafraseando al profeta Isaías: «Algo nuevo está brotando. ¿No lo notáis?».

Contemplativas del siglo XXI

- En la comunidad «Iesu communio», hay universitarias que dejaron sus puesto de trabajo: profesoras de educación física, arquitectas, abogadas, ingenieras, historiadoras… Otras dieron el paso nada más cumplir la mayoría de edad. También han acogido a dos comunidades de clarisas mayores que iban a echar el cierre de sus conventos.

- De familias con un alto poder adquisitivo, pero también de humildes barriadas, las monjas proceden de toda España y distintas realidades eclesiales, desde el Camino Neocatecumenal a Acción Católica. Incluso hay cinco hermanas de una misma familia. 

- Tal es el tirón que generan estas monjas, que la RAI les dedicó un reportaje con Raniero Cantalamessa, predicador oficial del Papa.

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24.12.2010

Lerma, casa abierta «para el herido»

La Razón

Después de que se conociera que Benedicto XVI aprobó que las 181 monjas de clausura que forman la comunidad de Lerma-La Aguilera (Burgos) se constituyeran en un nuevo instituto religioso bajo el nombre de «Iesu Communio», las religiosas han roto su silencio para explicar el ser y hacer de la nueva congregación en el documento «Un único proyecto: secundar el querer de Dios», que ellas mismas firman.

«Como religiosas contemplativas, las hermanas nos sentimos llamadas a ser por entero de Jesucristo, a estar con Él y permanecer en vela para orar sin interrupción por los hijos que nos han sido confiados», detallan, si bien subrayan que buscan «ser posada del Buen Samaritano, una casa abierta, donde los peregrinos sedientos y heridos puedan encontrarse con Jesucristo Redentor y experimentar que han sido acogidos». Asimismo, explican el porqué de su denominación, «Iesu Communio»: «La propia misión es ser ‘‘comunión de Jesús’’, comunión que brota del don de Jesucristo y se hace testimonio de la unidad en la caridad y manifestación de que el Espíritu convoca a los dispares y a los dispersos para que sean un solo corazón y una sola alma».

Crecimiento de vocaciones

Enviadas pues a ser testimonio desde la oración y la acogida, el texto se detiene especialmente en analizar cómo ha sido el proceso hasta llegar a la Nochebuena de 2010 como un nuevo instituto. «Ha sido un largo camino el que nos ha traído hasta el día de hoy», explican sobre este peregrinar, si bien puntualizan que «quien sólo haya conocido las últimas noticias podría tener la impresión de que nuestra vida ha cambiado de la noche a la mañana, pero no es ese el caso. Dios ha ido sembrando y trabajando este designio suyo día a día, durante bastantes años, en medio, sin duda, de nuestra fragilidad».

En el escrito ellas mismas reconocen que, «en la comunidad de Lerma, por pura gracia, no es posible reducir a explicaciones humanas, comenzó a darse un crecimiento de vocaciones, que nos llenaba de asombro también a nosotras mismas».  También explican cómo las instalaciones del monasterio eran «gravemente insuficientes» para acoger a tantas religiosa, así como la creciente afluencia de peregrinos, lo que les llevó a buscar un nuevo espacio: el convento de San Pedro Regalado de La Aguilera, que primero fue cedido por treinta años por los franciscanos y que finalmente compraron. «Poco a poco lo vamos pagando», explican sobre este convento que estaba deshabitado y deteriorado y que ahora han llenado de vida con sus oraciones y gracias al obrador y los donativos que reciben.

A pesar de que el «boom» vocacional les obligaba a vivir en dos casas diferentes, las monjas relatan cómo solicitaron al  Vaticano «poder ser una única comunidad en dos sedes diferentes y con un único gobierno y una única casa de formación». La petición fue atendida por el cardenal Rodé, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, que les pidió que reflexionaran sobre el futuro de su misión, y aceptó esta fórmula de vida durante tres años con una revisión anual. Fue esta invitación la que les llevó, en contacto directo con el arzobispo de Burgos, Francisco Gil Hellín, a redactar «el texto de unas Constituciones».Comenza-ba pues a plasmarse por escritos lo que ellas consideran «los aspectos esenciales de la vida que ya venía viviendo la comunidad desde hacía más de diecisiete años».

A partir de ese momento se pusieron en marcha los procedimientos habituales para dar forma a los documentos, como la convocatoria de un Capítulo, en el que quisieron contar incluso con la voz de las profesas temporales, novicias y postulantes, aunque a priori su votación de los documentos no tiene valor jurídico. Por unanimidad aprobaron las Constituciones, un texto que se remitió a Roma, que dio su visto bueno el pasado 4 de diciembre.

A pesar de la alegría generada en la comunidad por estos hechos, las religiosas de la «Iesu Communio» también se hacen eco en el comunicado de las dificultades de esta andadura al hacer referencia a las «voces, no siempre afectuosas ni respetuosas, pero muchas veces también sencillas y desconcertadas, que no comprendían lo que estaba sucediendo. Hemos sentido siempre un vivo dolor al oír que hacíamos mal y hasta traición a la Orden por secundar la llamada a una vida que no observaba estrictamente la Regla de las clarisas. Incluso algunas voces que decían que no éramos verdaderas clarisas eran las mismas que nos pedían a la vez que enviásemos hermanas a sus conventos».

Acogedoras

De la misma manera aclaran que «nunca nos ha dejado indiferente la reiterada petición» de que algunas de las religiosas fueran repartidas a otros conventos», aunque subrayan que las nuevas vocaciones «se sentían llamadas a abrazar precisamente esta forma de vida que acaba de ser aprobada». Es más, las monjas de avanzada edad que acogieron de los monasterios de Briviesca y Nofuentes, también ubicados en Burgos, estuvieron al tanto desde un primer momento de la nueva realidad que comenzaba a nacer.

Está claro que al constituirse ahora como una nueva congregación, dejan de ser clarisas y de pertenecer a la familia franciscana. Sin embargo, aclaran que «no se trata de una negación, sino de la afirmación y acogida, en obediencia, de un designio de Dios sobre la virtud de esta comunidad que se perfilaba como una vida contemplativa que se hace presencia y testimonio». Es más, se muestran agradecidas, pues «el franciscanismo ha sido la cuna en la que Dios ha querido que surja una nueva forma de vida», y reconocen que "llevamos grabadas a fuego las palabras de Santa Clara: «Vivid siempre fieles y sujetas a los pies de la Madre Iglesia»".

Pero si algo cabe destacar del documento es la huella de Juan Pablo II en la impronta de la comunidad. «Muchas de nosotras hemos sentido la llamada a la consagración en las Jornadas Mundiales de la Juventud», comentan sobre esta iniciativa creada por el Papa Wojtyla y que recalará en Madrid el próximo verano.

Madre Verónica, fundadora y superiora

Junto al documento en el que relatan su peregrinar como comunidad, las religiosas detallan en una nota informativa las principales disposiciones sobre la nueva congregación:

- El monasterio autónomo de la Ascensión de Nuestro Señor de Lerma se transforma en un nuevo instituto, «Iesu Communio».

- La Madre Verónica María Berzosa es reconocida como Fundadora y confirmada como Superiora General.

- Se ratifican Constituciones por cinco años, como es habitual. En este tiempo se comprobará si las normas e instrumentos son suficientes «para ordenar la vida y misión del instituto», o si hay que completarlas.  El arzobispo de Burgos es el encargado de velar por la vida del instituto.

-  Las hermanas que han hecho su profesión solemne o temporal en el monasterio extinguido conservan su condición, al igual que las postulantes y novicias, en relación al tiempo de formación que hayan superado.

- Las monjas que «por ancianidad, salud u otros motivos fundados así lo pidan, se les concede por indulto especial de la Santa Sede la facultad de continuar como monjas clarisas».

Aspectos principales de la aprobación del «Iesu Communio»

La Razón

En la audiencia concedida el pasado 4 de diciembre al Cardenal Franc Rodé, Su Santidad el Papa Benedicto XVI, tras oír el parecer favorable del Dicasterio, dio su beneplácito a la resolución propuesta por el Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada. En consecuencia, dicha Congregación emite el Decreto fechado el 8 de diciembre de 2010, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, que contiene las siguientes disposiciones principales:

1. El monasterio autónomo de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, de Lerma, se transforma en un nuevo instituto religioso de derecho pontificio, denominado “Iesu communio”.

2. En el mismo acto se aprueban y confirman las Constituciones del nuevo instituto ad experimentum por cinco años, conforme a la praxis habitual. Durante este tiempo debe experimentarse si las normas e instrumentos previstos en la redacción aprobada resultan suficientes para ordenar la vida y misión del instituto o es preciso revisarlas o completarlas en algún aspecto antes de su aprobación definitiva.

En ejecución de dicha decisión:

—Se declara extinguido a todos los efectos canónicos el monasterio autónomo y, conforme a lo previsto para ese caso por las Constituciones Generales de la Orden de las Hermanas Pobres de Santa Clara, la Santa Sede dispone que su patrimonio, activo y pasivo, pase al nuevo instituto religioso.

—Por gracia de la Sede Apostólica, las hermanas que han hecho su profesión solemne o temporal en el monasterio extinguido, conservan en el nuevo instituto la condición respectiva de profesas solemnes o temporales, con los derechos y deberes establecidos por el derecho universal y las Constituciones del instituto religioso “Iesu communio”. Se procede análogamente, respecto a las hermanas que aún no habían profesado en la fecha del Decreto, con los tiempos de postulantado y noviciado transcurridos.

—A las hermanas que por ancianidad, salud u otros motivos fundados así lo pidan, se les concede por indulto especial de la Santa Sede la facultad de continuar como monjas clarisas, sin la obligación de pasar al nuevo instituto o a otro monasterio; y de permanecer unidas a la comunidad con derecho de voz activa en el Capítulo y con los deberes adecuados a su edad y salud.

—La Madre Verónica María Berzosa es reconocida como Fundadora y confirmada como Superiora general del nuevo instituto. Se confirma asimismo en sus cargos a la Vicaria y a las demás hermanas que forman el Consejo.

—Finalmente, se encomienda al Arzobispo de Burgos el especial cuidado y vigilancia de la vida del nuevo instituto, sin perjuicio de la autonomía de vida y gobierno propia de un instituto religioso, por un periodo de cinco años, durante los cuales se le pide que informe anualmente a la Congregación de su desarrollo.

El Decreto concluye expresando el deseo de que, “fieles a la vocación recibida y dóciles a la acción del Espíritu, los miembros del instituto ‘Iesu communio’ sean, en la Iglesia y para el mundo, signo vivo del amor de Dios, manifestado en Jesucristo, crucificado y resucitado”.

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Las 181 monjas de Lerma explican lo que es su comunidad Iesu communio: «UN ÚNICO PROYECTO: SECUNDAR EL QUERER DE DIOS»

24.12.2010 La Razón

UN ÚNICO PROYECTO: SECUNDAR EL QUERER DE DIOS

Suplicando la luz del Espíritu Santo, queremos releer con vosotros, en este momento de nuestro peregrinar, lo que el Señor ha venido haciendo en esta comunidad, como don de Dios que se nos está concediendo vivir. Hoy resuenan en nosotras, con especial fuerza, las palabras de Jesús: “La mujer, cuando va a dar a luz, está triste, porque le ha llegado su hora; pero cuando ha dado a luz al niño, ya no se acuerda del aprieto por el gozo de que ha nacido un hombre en el mundo. Vuestra alegría nadie os la podrá quitar” (Jn 16, 21). Nos sentimos pobres criaturas con el único deseo de vivir el don de Dios.

Los comienzos

Ha sido un largo camino el que nos ha traído hasta el día de hoy. Quien sólo haya conocido las últimas noticias podría tener la impresión de que nuestra vida ha cambiado de la noche a la mañana, pero no es ése el caso. Dios ha ido sembrando y trabajando este designio suyo día a día, durante bastantes años, en medio, sin duda, de nuestra fragilidad.

En la comunidad de Lerma, por pura gracia, que no es posible reducir a explicaciones humanas, comenzó a darse un crecimiento de vocaciones, que nos llenaba de asombro también a nosotras mismas. Dentro de una comunidad de Damas Pobres de Santa Clara, de modo sereno y paulatino, algo estaba naciendo. Bebíamos de San Francisco y de Santa Clara, pero también de los Padres de la Iglesia, de los santos, de los maestros y teólogos de la Iglesia y, por supuesto, del Magisterio, muy especialmente el de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, a quienes amamos entrañablemente. Muchas de nosotras hemos sentido la llamada a la consagración en las Jornadas Mundiales de la Juventud.

Nuestra situación actual no es resultado de la negación de un carisma radiante como el de San Francisco y Santa Clara, en cuyo seno se han generado y seguirán generándose grandes santos. Si, aparte de la Madre del Señor, tuviésemos que afirmar una mujer apasionadamente enamorada de Jesucristo, tenemos grabado en lo más hondo la figura de Santa Clara: hija, mujer, esposa y madre según el corazón de Cristo. Sus cartas han sellado en nosotras la certeza de que la consagración es un camino de plenitud, de bienaventuranza, vivido en “un amor incomparable” (Sta. Clara, Carta III). Esta inquebrantable certeza, con la gracia de Dios, ha sostenido nuestra perseverancia en la vida consagrada. El franciscanismo ha sido la cuna en la que Dios ha querido que surja una nueva forma de vida.

No se trata de una negación, sino de la afirmación y acogida, en obediencia, de un designio de Dios sobre la vida de esta comunidad, que se perfilaba como una vida contemplativa que se hace presencia y testimonio. Siempre han resonado en nosotras las palabras que Juan Pablo II dirigió en Ávila a las religiosas contemplativas: “Consientan vuestros monasterios en abrirse a los que tienen sed. Vuestros monasterios son lugares sagrados y podrán ser también centros de acogida cristiana para aquellas personas, sobre todo jóvenes, que van buscando una vida sencilla y transparente en contraste de la que les ofrece la sociedad de consumo”.

A lo largo del camino, se han alzado voces, no siempre afectuosas ni respetuosas, pero muchas veces también sencillas y desconcertadas, que no comprendían lo que estaba sucediendo. Hemos sentido siempre un vivo dolor al oír que hacíamos mal y hasta traición a la Orden por secundar la llamada a una vida que no observaba estrictamente la Regla de las Clarisas. Incluso algunas voces que decían que no éramos verdaderas Clarisas, eran las mismas que nos pedían a la vez que enviásemos hermanas a sus conventos. Nunca nos ha dejado indiferentes la reiterada petición de que las hermanas de una comunidad, que iba haciéndose tan numerosa, fuesen repartidas por los diversos monasterios de Clarisas. Pero no era posible, en conciencia y ante Dios, acceder a esas demandas, porque las vocaciones que iban surgiendo se sentían llamadas a abrazar precisamente esta forma de vida que acaba de ser aprobada.

Cuando nuestras hermanas de los monasterios de Briviesca y Nofuentes, necesitadas de ayuda por su avanzada edad, nos pidieron con toda sencillez que las acogiéramos entre nosotras, les explicamos lo que estaba aconteciendo en nuestra comunidad; ellas lo aceptaron y su llegada ha sido una bendición para nuestra casa.

Discernimiento y aprobación

Dios, poco a poco, ha ido desvelando su designio sobre nuestra comunidad. Pero este peregrinar, movido únicamente por el deseo de secundar dócilmente su querer, podía ser una mera ilusión sin el discernimiento y la aprobación de la Iglesia. Llevamos grabadas a fuego las palabras de Santa Clara: “Vivid siempre fieles y sujetas a los pies de la Madre Iglesia”.El rápido y continuo crecimiento de la comunidad hizo que el espacio vital de nuestro monasterio de Lerma resultara gravemente insuficiente. Por otro lado, crecía también el número de peregrinos que se acercaban a nuestros locutorios con un único deseo en el corazón: “Queremos ver a Jesús” (Jn 12, 21); y por tanto, necesitábamos con urgencia espacios adecuados. Tras llamar a muchas puertas, sólo apareció un lugar con posibilidades realistas: el convento de San Pedro Regalado de La Aguilera (Burgos), además muy cercano a Lerma. En un primer momento, los hermanos franciscanos, con la firma de dos contratos complementarios, nos cedieron su uso por treinta años a cambio de una contraprestación económica que debería pagarse cuando se pudiera vender el convento de Briviesca. El convento de La Aguilera, aunque ofrecía el necesario espacio, llevaba mucho tiempo casi deshabitado y se hallaba en un estado de grave deterioro, que hizo necesario emprender una obra de saneamiento muy importante. Un bienhechor quiso hacerse cargo de la reconstrucción.

Pero la comunidad seguía creciendo y nos veíamos en la necesidad de realizar ampliaciones que no era prudente acometer con la incertidumbre de si sería posible seguir usando el lugar cuando transcurriera el tiempo de la cesión. Creímos oportuno, por eso, pedir a la Provincia franciscana que nos vendiera el convento de La Aguilera. La Provincia nos comunicó su aceptación y las condiciones poco después; y con la ayuda de bienhechores —muchos de ellos, como la viuda del Evangelio, incluso “nos daban de lo que tenían para vivir”— se formalizó la compra, y poco a poco lo vamos pagando.

Cuando una parte de la comunidad iba a pasar a La Aguilera, solicitamos autorización a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada para poder ser una única Comunidad en dos sedes diferentes y con un único gobierno y una única casa de formación. El Cardenal Rodé, Prefecto de la Congregación, respondió: “Este Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada ha decidido acoger su instancia, en espera de que la Comunidad llegue serenamente a una mayor claridad respecto a lo que se sienten llamadas a realizar. Tal concesión es válida por tres años, con el ruego de enviar anualmente una relación a este Dicasterio”.

Nuestro Arzobispo, padre y pastor de la Diócesis, D. Francisco Gil Hellín, nos aconsejó que pusiésemos por escrito la realidad que se estaba viviendo en nuestra comunidad. Durante casi un año de oración, discernimiento y trabajo, fuimos redactando el texto de unas Constituciones. No era cuestión de idear conforme a un modelo unos Estatutos con más o menos acierto práctico, ni de elaborar un calculado proyecto de futuro. Se trataba de procurar plasmar por escrito los aspectos esenciales de la vida que ya venía viviendo la comunidad desde hacía más de diecisiete años.

Una vez acabada la redacción, se convocó un Capítulo, bajo la presidencia del Sr. Arzobispo, para que la comunidad se pronunciara sobre la oportunidad de poner en manos de la Santa Sede nuestra forma de vida, tal como quedaba expresada en el Proyecto de Constituciones. Se dio lectura del documento a toda la comunidad, con las oportunas explicaciones y dando respuesta a las preguntas que se iban planteando. Teniendo en cuenta la trascendencia del momento, se pidió en primer lugar que se pronunciaran en votación secreta, antes de abandonar la sala capitular, las hermanas que no forman parte del Capítulo, es decir, profesas temporales, novicias y postulantes. Aunque esa votación no tenía valor jurídico, parecía necesario que se expresaran en conciencia sobre el paso que la comunidad estaba decidiendo. A continuación tuvo lugar la votación del Capítulo propiamente dicha y se escrutaron por separado los resultados de las dos votaciones. Ambas asintieron por unanimidad a que los documentos que reflejaban nuestra forma de vivir fueran presentados ante la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada.

El pasado 4 de diciembre, nuestro Sr. Arzobispo nos comunicó con gozo que el Santo Padre Benedicto XVI, oído el parecer favorable de la Congregación, había manifestado su beneplácito para que las Constituciones fueran aprobadas y nuestra comunidad fuera transformada en un nuevo instituto religioso de derecho pontificio con el nombre de “Iesu communio”. El correspondiente Decreto de la Congregación está firmado el día de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Las hermanas nos llenamos de alegría, porque la Madre Iglesia había discernido y aprobado nuestra forma de vivir, y confirmaba su nacimiento, con el deseo de que sea acogido y cuidado por la comunidad eclesial sin sombras ni sospechas.

“Iesu communio”

Quienes nos habéis conocido y habéis leído el libro Ven y verás, tendréis muy vivas estas experiencias expresadas por las hermanas, una tras otra: “Queremos hacer presente a Jesús, la victoria del Resucitado, lo que Él ha hecho y está haciendo día tras día con nosotras; nos experimentamos gozosamente como piedrecillas de un mosaico que no se entienden separadamente sino llamadas a hacer presente en comunión una única Vida: Jesús”. La propia misión es ser “comunión de Jesús”, “Iesu communio”, comunión que brota del don de Jesucristo y se hace testimonio de la unidad en la caridad y manifestación de que el Espíritu convoca a los dispares y a los dispersos para que sean un solo corazón y una sola alma.

Como religiosas contemplativas, las hermanas nos sentimos llamadas a ser por entero de Jesucristo, a estar con Él y permanecer en vela para orar sin interrupción por los hijos que nos han sido confiados: “Que ninguno se pierda” (Jn 6, 39). Ser posada del Buen Samaritano, una casa abierta, donde los peregrinos sedientos y heridos puedan encontrarse con Jesucristo Redentor y experimentar que han sido acogidos en la oración y presentados al Padre, esperados como hijos por la Madre Iglesia; lugar de encuentro para avivar en comunión nuestra fe hasta hacer arder el deseo de santidad como plenitud de vida.

A quienes nos habéis acompañado en el camino y a toda la Iglesia os pedimos vuestra oración para vivir la misión que, por voluntad de Dios, la Iglesia nos ha confiado. Hoy más que nunca somos conscientes de nuestra fragilidad, pero avanzamos fiadas en la promesa de que el Espíritu Santo llevará a feliz término lo que ha comenzado en nosotras, porque para Dios nada hay imposible.

Somos hijas de la Iglesia; creemos y esperamos en la comunión de los santos; en ella queremos vivir, madurar y abrazar el don del seguimiento a Cristo hasta el fin, porque ¿a quién vamos a seguir? Sólo Jesucristo tiene promesa de vida eterna, sólo Él nos explica la vida. Según la palabra y experiencia de nuestro Santo Padre Benedicto XVI: “Quien deja entrar a Cristo en la propia vida no pierde nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre, bella y grande”.

Gracias, Jesucristo; gracias, Madre Iglesia.

Hermanas Iesu communio

La Aguilera-Lerma