El psicólogo Marc Masip advierte de los daños que causan los móviles y videojuegos a los chicos y del aumento de los trastornos de conducta alimentaria durante la pandemia a causa de las redes sociales
«El teléfono
móvil es la heroína del siglo XXI» »Dar un móvil a un niño a los 12 años o dejarle jugar a videojuegos es ponerle en riesgo »Los chicos no deberían tener un smartphone, con conexión a internet, antes de los 16 años »El móvil es la principal causa de petición de psicólogo »Somos el país de la UE con más adicción adolescente a internet »La OMS ha dicho que los videojuegos son causantes de enfermedad »La adicción a los videojuegos existe, para los adictos, la solución es la abstinencia total »Las chicas juegan tanto como los chicos, pero el 95% de los adictos son chicos. »La pandemia ha afectado a la salud mental de los adolescentes. Han aumentado las adicciones, sobre todo en videojuegos »Nos vienen casos cada vez más graves y complicados »Facebook estaba escondiendo que Instagram era malo para los adolescentes: esto debería ser un delito
»Para enseñar no hace falta ninguna aplicación, sino un maestro que fomente el esfuerzo
»El mejor sentimiento del mundo es la satisfacción personal por algo que ha costado conseguir «Se debería regular dentro de una ley estatal:
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«El teléfono móvil es la heroína del siglo XXI»
El psicólogo Marc Masip dice que «el Gobierno debe regular el uso de pantallas» y que «los videojuegos nocivos se deberían prohibir a los menores». «Los padres no son conscientes de los peligros que pueden causar», avisa. «Estamos creando una sociedad de cobardes sin habilidades para relacionarse»
OLGA R. SANMARTÍN. MADRID. EL MUNDO. SÁBADO 25 DE SEPTIEMBRE DE 2021
Pregunta ¿Hasta qué edad los padres deberían aguantar hasta darles un móvil a sus hijos?
Respuesta. No deberían tener un smartphone, con conexión a internet, antes de los 16 años, que es también la edad mínima de acceso WhatsApp, aunque en la práctica no se respete. ¿Por qué los 16 años? Primero, porque antes no tienen el cerebro suficientemente desarrollado ni la madurez necesaria para utilizarlo y, segundo, porque en realidad no lo necesitan.
P. Los que no lo tienen dicen que se quedan descolgados del grupo.
R. Es mentira. Hay niños sin móvil que tienen amigos y niños con móvil que no tienen amigos. Esas familias que dijeron: «Se lo doy porque todos los tienen» ahora se encuentran con un montón de problemas. El móvil es la principal causa de petición de psicólogo para ayuda familiar en España. Y somos el país de la UE con más adicción adolescente a internet: casi doblamos la media europea.
P. ¿Qué alternativas propone?
R. Formación a educadores y familias en el buen uso de las nuevas tecnologías y aprobación de leyes estatales. El Gobierno debe regular el uso de pantallas.
P. China ha prohibido a los menores jugar a videojuegos más de tres horas a la semana. ¿Lo ve bien?
R. Es un avance pero no suficiente. La OMS ha dicho que los videojuegos son causantes de enfermedad y patología, así que, para los adictos, la solución es la abstinencia total, no dejarles jugar tres horas a la semana. Los videojuegos nocivos se deberían prohibir a los menores.
P. ¿Cuáles son los nocivos?
R. Los que tienen componentes adictivos, como recompensas por la victoria, penalización si no se finaliza la partida, incentivos por jugar cada día, opción de pagar para ganar...
P. ¿Puede citar algunos?
R. Fortnite, GTA, Call of Duty, Counter-Strike, League of Legends, Among Us, Clash Royale, Browl Stars o Fifa, en la parte de la compraventa de jugadores. Las chicas juegan tanto como los chicos, pero el 95% de los adictos son chicos.
P. ¿Han aumentado las adicciones durante la pandemia de Covid?
R. Hemos visto un aumento de casos, sobre todo en videojuegos. La pandemia ha afectado a la salud mental de los adolescentes y, como los padres han estado con ellos, han podido darse cuenta de lo que pasaba. Nos vienen casos cada vez más graves y complicados.
P. ¿Por ejemplo?
R. Chicos que se ponen muy agresivos con sus padres por no querer darles el móvil. O una chica de 16 años que tenía una dependencia total a Instagram: se vestía como las influencers pero su cuerpo no era el mismo, así que tuvo anorexia nerviosa, se autolesionaba, la expulsaron del colegio porque estaba permanentemente revisando el teléfono...
P. Según los datos que ocultó Facebook, el 32% de las chicas dice que, cuando se siente mal con su cuerpo, Instagram lo empeora...
R. Facebook estaba escondiendo que Instagram era malo para los adolescentes: esto debería ser un delito y veremos si se depuran responsabilidades. Desde la pandemia han crecido un 20% los trastornos de conducta alimentaria. La anorexia convive mucho con Instagram. Las niñas ven prototipos de cuerpos que se parecen muy poco a la realidad. Noruega, por poner un ejemplo, ha prohibido a las influencers retocar sus fotos.
P. ¿Hay más peligro en las redes sociales o en los videojuegos?
R. En los dos. La adicción a los videojuegos existe, pero los padres no son conscientes de los peligros que pueden causar. Provoca síndrome de abstinencia, sustitución de actividades y afectación a la vida diaria. Dar un móvil a un niño a los 12 años o dejarle jugar a videojuegos es ponerle en riesgo. El móvil es la heroína del siglo XXI.
P. ¿Qué más efectos causa?
R. Aislamiento, desmotivación, fracaso académico, falta de autoestima, agresividad, problemas de higiene y alimentación, estrés, ansiedad, depresión... Además de una merma en las habilidades sociales: estamos creando una sociedad de cobardes sin habilidad para relacionarse.
P. ¿Qué lección podemos sacar del caso conocido la semana pasada sobre el menor hospitalizado por su adicción al Fortnite?
R. Da una voz de alerta para todas las familias.
P. Usted dirige dos centros donde tratan a los adolescentes y les dan atención educativa, algo que no es habitual. ¿Cómo funcionan?
R. Tenemos 110 pacientes en Barcelona y 90 en Madrid desde los 11 a los 19 años; el 70% por adicciones a las nuevas tecnologías. Además del hospital de día, donde se realiza el tratamiento sanitario, el objetivo del aula terapéutica es que los chicos puedan seguir con sus estudios para no perder el curso. Cuando están mejor, sacan mejores notas y, cuando sacan mejores notas, se encuentran mejor. Los resultados son muy buenos y tienen una vida normalizada dentro de su problemática. Van a dormir a su casa y no pierden el vínculo con sus padres.
P. ¿Le preocupa el auge que han adquirido las pantallas en los colegios tras el Covid?
R. Las videoclases han sido un recurso ante una situación excepcional urgente, pero ya está. Lo humano siempre va a ser mejor que lo virtual. Para enseñar no hace falta ninguna aplicación, sino un maestro que fomente el esfuerzo.
P. El Gobierno está dando mucha importancia a introducir las nuevas tecnologías en el aprendizaje...
R. El Gobierno sobreprotege al alumnado
con una ley que no premia el esfuerzo.
Ha quitado los exámenes de recuperación y da
igual que un alumno suspenda o apruebe para pasar de curso.
El mejor sentimiento del mundo es la
satisfacción personal por algo que ha costado conseguir.
Si les estamos enseñando a los alumnos
que en el colegio todo es diversión, ¿qué
harán cuando lleguen al trabajo? Tienen
que estar preparados para cuando les vengan mal dadas.
PROHIBIR EL SMARTPHONE EN TODOS LOS COLEGIOS CON UNA
LEY ESTATAL Recomienda prohibir el móvil en colegios e institutos y sacar las pantallas de las aulas. «Los menores están en el patio mirando el teléfono, sin hablar entre ellos. Es escalofriante porque el recreo es un espacio para relacionarse. Además, las pantallas dentro del aula distraen, ya que les dan infinidad de posibilidad de ver otras cosas. Los controles son fáciles de saltar y la atención no es la misma», Es partidario de que todas las escuelas, públicas y privadas, apliquen un mismo criterio y que se haga «a nivel nacional». «Se debería regular dentro de una ley estatal», recalca. |
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Marc Masip entrevistado por Carlota Fominaya en ABC el 13 12 2020
Si no te dan el pin, no le des el teléfono móvil
Carlota Fominaya. ABC 13 12 2020
Psicólogo y experto en adicción a las Nuevas Tecnologías (teléfono móvil, redes sociales y videojuegos), fue el protagonista de la XI Lección Anual de la Familia organizada por The Family Watch y que fue inaugurada el pasado martes 1 de diciembre por la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís. Durante su intervención, titulada con el elocuente título de «La Heroína del Siglo XXI», el fundador y CEO de Desconect@, programa pionero nacido en 2012 para aprender a hacer un buen uso de las nuevas tecnologías sin deteriorar las relaciones personales y sin crear dependencias o adicciones, fue desgranando una serie de consejos que sirven a padres y educadores:
-No debemos dar a nuestro hijo un móvil antes de los 16 años
-Los videojuegos de ahora tienen un componente demasiado adictivo como para permitir que cualquiera juegue.
-Si queremos que nuestros hijos sean responsables con los móviles, los padres debemos dar ejemplo: nunca anteponer el móvil a una buena conversación con ellos.
-Los padres somos el principal ejemplo de nuestros hijos. Lo que aprendan con nosotros lo aplicarán en su día a día;
-Es fundamental establecer leyes, a nivel estatal, que regulen el buen uso de las Nuevas Tecnologías.
-Fomentar formación, a padres y educadores del uso seguro y responsable de las Nuevas Tecnologías.
En esta línea, conjuntamente con Family Watch, Masip explica que Desconect@ está creando «una hoja de ruta que permita legislar nuevas leyes de uso de las nuevas tecnologías. Creemos que es fundamental formar a familias, educadores, profesorado y profesionales de la salud mental para poder educar mejor a los jóvenes y esa educación debe ir apoyada de unas leyes que fomenten una mejor relación entre jóvenes y pantallas».
Usted señala en dieciséis la edad a la que unos padres podrían dar un móvil a sus hijos, y va más allá incluso de lo que recomienda la Policía Nacional, que fija la edad en catorce años. La realidad es que esto ocurre mucho antes.
La Policía intenta poner normativas reales, y hace muy bien. Pero una cosa es lo que esté pasando, y otra lo que debería pasar. Porque es verdad que actualmente las familias están dando el móvil entre los 10 y los 12 años como tarde. Entre la Primera Comunión y Primero de la ESO, diría. Nosotros, como sanitarios mentales, recomendamos no entregar un móvil a un adolescente hasta que no cumpla los 16 años. No tienen el cerebro maduro para ello, no tienen la preparación ni la capacidad para utilizar un aparato de estas características.
Muchos padres se excusan diciendo: «es que mi hijo me dice que lo necesita, porque lo tienen todos sus amigos». ¿Qué pueden responder?
Cuando la gente dice que es exagerado, les decimos: miren a sus hijos a ver si de verdad lo necesitan. Primero, no lo necesitan. Esa historia de que si no lo tienen, no tienen amigos, no es cierta. De hecho podemos asegurar que los adolescentes que no lo tienen disponen de herramientas muy superiores para poder empatizar e interrelacionarse con sus iguales.
Es más, la ventaja de tener móvil es muy inferior a las desventajas de un mal uso del mismo. Al final, ¿qué queremos? Que se relacionen con sus iguales, y eso se puede hacer sin móvil. Que estén localizables no afecta tampoco. Se puede lograr de otras formas.
Lo que nosotros vemos cada día en consulta es que cuando tienen teléfono, se relacionan mal, se produce el ciberbullying de una forma muy potente, en el caso de las anorexias se manifiestan también de forma más grave... Al final cuando tienen móvil, como no saben utilizarlo, tienen problemas de autotestima, de pertenencia al grupo... Ni siquiera aprenden a aburrirse.
Muchos padres se lo dan a niños incluso más pequeños para que se entretengan en ratos de espera, por ejemplo.
Pero consiguen justo lo contrario. En mi opinión es una excusa para que el niño se calle... Pero la educación va mucho más allá de eso también. Requiere de un buen uso de los padres. Te ha tocado educar, para eso has tenido un hijo, y más vale que te esfuerces al principio que al final, cuando ya se han producido unos problemas muy serios.
El móvil genera un hábito y una dependencia, si les acostumbras a tenerlo desde que son pequeños, luego es más difícil desengancharlos. Cuanto más tarde vean a los padres utilizarlo, mejor.
Sería importante, entonces, que los niños no vieran tanto tiempo a sus padres con el móvil.
Es que el padre es el espejo del hijo, si el padre esta mirando el correo electrónico a la hora de cenar, el hijo estará mirando un Tik Tok... O si el padre mira el móvil conduciendo, luego no le podremos pedir al adolescente que no se salte las normas. Tienes que controlar tu espacio y tu momento, no hay excusa para la educación tecnológica, que nosotros comparamos con la educación sexual o de sustancias.
¿Donde está el mayor error en la educación digital de los padres?
Las familias lo que hacen es usar el teléfono móvil de moneda de cambio. Pero en este sentido debería darles igual igual si se porta bien, o si saca buenas notas para darle un móvil. Vamos a mirarlo de esta otra forma: «no porque saques buenas notas te voy a dar un raya de cocaína». ¿Qué es lo que hay que hacer? Tanto si se porta bien como se porta mal, formarte como padre y educar a tu hijo en un buen uso.
¿Los padres deben conocer cómo se usan todas las redes sociales que van saliendo?
Siempre digo que para operar un corazón no hace falta haber tenido un infarto, hace falta saber operar. De la misma forma que no hace falta tener todas las redes sociales instaladas en el móvil, basta con saber de qué van, y dónde están los límites y los peligros. Sobre todo, hay que hablar mucho con el niño, es muy recomendable compartir con él, incluso navegar juntos, hablar de los aspectos positivos... pero también explicarle qué consecuencias puede tener meterte en ciertos contenidos.
Los chavales suelen alegar que saben más, tecnológicamente hablando, que sus padres.
El problema de todo esto es que el móvil ofrece una libertad del cien por cien absoluta y total. Lo que más desea el ser humano es libertad, pero para tener libertad, hay que tener conocimiento, no solo técnico o tecnológico. Cuanto más sabes, más tienes para escoger y más libre eres, pero un móvil lo que hace es ofrecer toda la libertad del mundo a niños y adolescentes que no tienen conocimiento.
¿Cómo podemos controlar el uso del móvil que hacen los adolescentes?
Es fundamental poner límites y por supuesto un control parental, como también es fundamental saber su código pin y poder entrar cuando queramos. Es más, si no te dan el pin, no le des el teléfono móvil.