.....Explicaciones y desarrollos....
La crisis económica iniciada en 2007.......

Política y ética

Normas objetivas de moralidad

La actuación política de los católicos

Lo que aporta la Iglesia

La moral debe limitar el mercado contra lo que dogmatizan los liberales

Eduardo Arroyo El Semanal Digital 6 de agosto de 2011

En realidad, la "cultura del esfuerzo" oculta una falta total de sentido crítico con el sistema, con un orden social que genera ricos cada vez más ricos, destruye la clase media y empobrece a las clases más desfavorecidas. Esto es la consecuencia directa de un orden en el que lo importante es que el mercado funcione y no cómo funcione ese mercado. El ardid para evitar este debate consiste en decir que quienes cuestionan este ordenamiento están "contra la iniciativa privada" o contra "el mercado".

Últimamente se ha puesto de moda entre economistas "católicos" –por lo general, norteamericanos- escribir plúmbeos mamotretos contra el Estado que acaban haciendo una apología ciega del capitalismo de mercado. Merece la pena detenerse en ellos ya que reclaman para el cristianismo, casi la única instancia de legitimación moral que queda en Occidente, el orden liberal capitalista como único sistema "cristiano". Aunque llenen páginas y páginas de datos y cifras siempre fallan en lo mismo: en el fundamento y en el sentido del orden social resultante. Su problema es en realidad filosófico y antropológico. Pero ellos eluden, deliberadamente o por ignorancia, el debate en ese plano, mientras se les llena la boca con la falacia de la "ciencia económica".

Creer que un mero aparato técnico tiene que ser abandonado a su propia mecánica con la esperanza de que de ahí salga un sistema, ya no el más justo, sino simplemente justo, es como para morirse de risa. Es como quitar al conductor del autobús, sentarlo en el asiento de atrás y esperar que el autobús, por si solo, nos lleve a destino. Ninguno de esos autores se han parado a pensar que la primacía del orden moral en la sociedad es un pilar de la "ciudad de Dios" cristiana y que esto no puede abandonarse en manos de la eficiencia productiva. Por eso la moral debe limitar el mercado. He leído incluso a un fundamentalista liberal decir la estupidez de que la Iglesia deja libertad de creencias en estos temas. Si algún autor católico -en realidad de casi cualquier otra religión- dijera algo semejante sería contraviniendo 2000 años de doctrina. Y es que, en realidad, esgrimir los errores y sinsentidos de la economía planificada soviética para acabar alabando los logros del capitalismo sin control no es más que la vieja estrategia de caricaturizar al adversario para poder derrotarle mejor. Todo eso oculta un fanatismo en favor de un sistema que prima el lucro y el beneficio económico caiga quién caiga y se hunda lo que se hunda. Venirnos ahora con asuntos como el "esfuerzo" -cuando son millones los que trabajan más para obtener cada vez menos frutos, al revés que la clase política- implica un cinismo de notable calado. En esto, como en tantas otras cosas, habría que repensar el asunto desde el principio, al margen de errores que no por hallarse plenamente establecidos dejan de ser errores.