Has guardado mi Palabra y no has renegado de mi nombre
Canals decía comentando este versículo:
«Has guardado mi Palabra y no has renegado de mi nombre» (Ap 3,8).
Esta expresión "has guardado mi palabra", significa que las autoridades eclesiásticas de la actual época de Filadelfia no han desechado la palabra de Dios, no la "han tirado por la ventana", decía Canals textualmente. Ciertamente en el propio versículo, la Escritura explica esta expresión, "has guardado mi Palabra", diciendo que equivale a "no has renegado de mi nombre". Y lo dice como un elogio. Y se está refiriendo a los fieles de la época con sus autoridades eclesiásticas al frente. Sólo no renegar ellos ya es elogiable. Realmente eso no es poco con la que está cayendo.
La Escuela de Bolonia y
todos los progres, en mayor o menor grado, proclaman
que el Concilio Vaticano II supuso una ruptura con la
Tradición de la Iglesia, mostrándose a favor
de tal supuesta ruptura. Los lefebvrianos proclaman que el Concilio Vaticano II supuso una ruptura con la Tradición de la Iglesia, mostrándose en contra de tal supuesta ruptura. El Papa Francisco
manifiesta que "el mejor hermeneuta del Concilio
Vaticano II" es Agostino Marcheto, el
crítico más irreductible de la Escuela de Bolonia. |
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San Pablo VI cuando hizo balance de su pontificado cinco semanas antes de morir, en el "umbral supremo", declara que puede decir como san Pablo, fidem servavi, he guardado la fe, y sólo destaca una cosa en este aspecto, que él repitió incansablemente que Jesús es el Mesías, es Dios:
«Nos sentimos en este umbral supremo consolado y animado por la conciencia de haber repetido incansablemente ante la Iglesia y el mundo: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16); y como Pablo, creemos que podemos decir: "He combatido el buen combate, he terminado mí carrera, he guardado la fe" (2 Tim 4, 7)... He ahí, hermanos e hijos, el propósito incansable, vigilante, agobiador que nos ha movido durante estos quince años de pontificado. Fidem servavi, podemos decir hoy, con la humilde y firme conciencia de no haber traicionado nunca "la santa verdad"». (Beato Pablo VI, Homilía del 29.06.1978).
Realmente lo único que interesa de un Papa es que actúe como tal y para ello que proclame la verdad de fe de que Jesucristo es Dios, con las verdades conexas, y las aplique y exhorte a que se apliquen por todos personal y colectivamente. Y si no puede exhortar a que se aplique plenamente a la vida del colectivo social, debido al progreso de la descristianización, al menos, como mal menor, que proclame, aunque no se aplique plenamente a lo social, que Jesucristo es Dios. Y si no puede ni siquiera proclamarlo explícitamente, al menos que no traicione esta santa verdad y que no reniegue de Jesucristo y de la esperanza de su Reinado.
San Pablo VI emplea la expresión, fidem servavi, he guardado la fe, la misma expresión que aparece en el Apocalipsis al caracterizar a la Iglesia de la época actual, en gran parte la Iglesia de Filadelfia:
«Has guardado mi Palabra y no has renegado de mi nombre» (Ap 3,8).
Canals explicaba esta expresión has guardado mi palabra, diciendo que significa que las autoridades eclesiásticas de esta época simplemente no han desechado la palabra de Dios, no la "han tirado por la ventana", decía Canals textualmente. Ciertamente en el propio versículo, el Apocalipsis explica esta expresión, has guardado mi Palabra, diciendo que consiste en que no has renegado de mi nombre. Y lo dice como un elogio. Y se está refiriendo a los fieles con las autoridades eclesiásticas y el Papa a la cabeza, a la santa Madre Iglesia Jerárquica. Sólo no renegar ellos ya es elogiable. Debido a la que está cayendo.
(Si a los moderados les parece muy dura y violenta la expresión de Canals, hay que hacerles notar que es mucho más suave que la de la propia palabra de Dios que dice que es elogiable que el Papa y los obispos no renieguen de Jesucristo. [¡Qué fuerte!, ¿eh?]. Pues a Pablo VI mismo le tranquilizaba según su expresión «no haber traicionado nunca "la santa verdad"». Una expresión más fuerte que la de Canals y que se aproxima más al lenguaje bíblico, como debe ser, que para eso era el Papa).