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La cristianización de los judíos

Sobre este primordial asunto de la teología de la historia tenemos en primer lugar los anuncios y vaticinios del propio Mesías Jesús, el Verbo hecho carne

«La salvación viene de los judíos».
(Jn 4,22).

«Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo Pastor».
(Jn 10, 16).
Juan Leal explica que el redil era el pueblo de Israel, por entonces el pueblo de Dios, y que "Jesús profetiza la entrada de los gentiles en este pueblo de Dios".
(La Sagrada Escritura, texto y comentario por profesores de la Compañía de Jesús, Nuevo Testamento I, 1961, pág. 968).
El papa Pío XI, con mayor autoridad, también dice que esuna profecía de Jesús (Misserentissimus).

Que sean uno

Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros... ...No solo por ellos ruego, sino también por los que crean en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. 22 Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno; 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno, de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y que los has amado a ellos como me has amado a mí.
(Jn 17, 11, 20-23). (Juan Leal, Ib, pp. 1067-1068).

Las profecías de San Pablo como profeta

La reinserción de los judíos en el pueblo de Dios

Dios no ha rechazado a su pueblo, al que había elegido de antemano... En la actualidad ha quedado un resto, elegido por gracia... Israel no consiguió lo que buscaba, mientras que sí lo consiguieron los elegidos... por su caída, la salvación ha pasado a los gentiles, para darles celos a ellos. Pero si su caída ha significado una riqueza para el mundo y su pérdida, una riqueza para los gentiles, ¡cuánto más significará su plenitud! ...Si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué no será su reintegración sino volver desde la muerte a la vida?...Si tú fuiste cortado del olivo silvestre natural, para ser injertado, contra tu naturaleza, en un olivo excelente, ¡cuánto más serán injertados ellos, según su naturaleza, en su propio olivo! Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, para que no os engriáis: el endurecimiento de una parte de Israel ha sucedido hasta que llegue a entrar la totalidad de los gentiles y así todo Israel será salvo, como está escrito: Llegará de Sión el Libertador; alejará los crímenes de Jacob; y esta será la alianza que haré con ellos cuando perdone sus pecados. Según el Evangelio, son enemigos y ello ha revertido en beneficio vuestro; pero según la elección, son objeto de amor en atención a los padres, pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. En efecto, así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios, pero ahora habéis obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que también ellos alcancen ahora misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.
(Rom 11, 2, 5, 7, 11-12, 15, 24-32).

 

El Concilio Vaticano II, al mismo tiempo que declara que «la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios» (Nostra Aetate, 4), declara también:

La Iglesia de Cristo reconoce que los comienzos de su fe y de su elección se encuentran ya en los Patriarcas, en Moisés y los Profetas, conforme al misterio salvífico de Dios. Reconoce que todos los cristianos, hijos de Abraham según la fe, están incluidos en la vocación del mismo Patriarca y que la salvación de la Iglesia está místicamente prefigurada en la salida del pueblo elegido de la tierra de esclavitud. Por lo cual, la Iglesia no puede olvidar que ha recibido la Revelación del Antiguo Testamento por medio de aquel pueblo, con quien Dios, por su inefable misericordia se dignó establecer la Antigua Alianza, ni puede olvidar que se nutre de la raíz del buen olivo en que se han injertado las ramas del olivo silvestre que son los gentiles. Cree, pues, la Iglesia que Cristo, nuestra paz, reconcilió por la cruz a judíos y gentiles y que de ambos hizo una sola cosa en sí mismo.
La Iglesia tiene siempre ante sus ojos las palabras del Apóstol Pablo sobre sus hermanos de sangre, "a quienes pertenecen la adopción y la gloria, la Alianza, la Ley, el culto y las promesas; y también los Patriarcas, y de quienes procede Cristo según la carne" (
Rom 9, 4-5), hijo de la Virgen María. Recuerda también que los Apóstoles, fundamentos y columnas de la Iglesia, nacieron del pueblo judío, así como muchísimos de aquellos primeros discípulos que anunciaron al mundo el Evangelio de Cristo.

Como afirma la Sagrada Escritura, Jerusalén no conoció el tiempo de su visita, gran parte de los Judíos no aceptaron el Evangelio e incluso no pocos se opusieron a su difusión. No obstante, según el Apóstol, los Judíos son todavía muy amados de Dios a causa de sus padres, porque
Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación.
(Nostra Aetate, 4)

Por lo que allí mismo, en dicho sacrosanto Concilio Vaticano II, la Iglesia expresó su esperanza segura con esta solemne firmeza

«La Iglesia, juntamente con los Profetas y el mismo Apóstol espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con una sola voz y "le servirán hombro con hombro" (Soph 3,9)».
«Una cum Prophetis eodemque Apostolo Ecclesia diem Deo soli notum expectat, quo populi omnes una voce Dominum invocabunt et "servient ei umero uno" (Soph 3,9).
(Cfr. Is 66,23; Ps 65,4; Rom 11,11-32)».
(Nostra Aetate, 4)

Los textos que les citó el Papa el 19.08.2005 en la sinagoga de Colonia y que tanto les impactaron a los rabinos

«Como el apóstol san Pablo, los cristianos están convencidos de que "los dones y la vocación de Dios son irrevocables" (Rm 11, 29; cf. 9, 6. 1; 11, 1 s). Teniendo en cuenta la raíz judía del cristianismo (cf. Rm 11, 16. 24), mi venerado Predecesor [Juan Pablo II], confirmando una afirmación de los obispos alemanes, dijo:  "Quien se encuentra con Jesucristo se encuentra con el judaísmo"». (Discurso a los representantes de la comunidad judía17 de noviembre de 1980, n. 1:  L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 23 de noviembre de 1980, p. 15).

«Nuestro encuentro tiene lugar durante el año en que se conmemora el cuadragésimo aniversario de la declaración Nostra aetate del concilio Vaticano II, cuya doctrina desde entonces ha servido de base para la relación de la Iglesia con el pueblo judío. El Concilio [Vaticano II] reafirmó la convicción de la Iglesia de que, en el misterio de la elección divina, los inicios de su fe se encuentran ya en Abraham, en Moisés y en los Profetas.
El "patrimonio espiritual" atesorado por cristianos y judíos es de por sí la fuente de la sabiduría y de la inspiración que puede guiarnos  hacia "un  porvenir de esperanza", de acuerdo con el plan divino (cf. Jr 29, 11)».
(Benedicto XVI, el 9.05.2005, a una delegación del Comité judío internacional para consultas interreligiosas)

 

«Desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a ellos pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén» (Rom 9, 3-5)

La impresionante profecía de los huesos del cap 37 del libro de Ezequiel, sobre la cristianización de los judíos:

La mano del Señor se posó sobre mí. El Señor me sacó en espíritu y me colocó en medio de un valle todo lleno de huesos. Me hizo dar vueltas y vueltas en torno a ellos: eran muchísimos en el valle y estaban completamente secos. Me preguntó: «Hijo de hombre: ¿podrán revivir estos huesos?». Yo respondí: «Señor, Dios mío, tú lo sabes». Él me dijo: «Pronuncia un oráculo sobre estos huesos y diles: “¡Huesos secos, escuchad la palabra del Señor! Esto dice el Señor Dios a estos huesos: Yo mismo infundiré espíritu sobre vosotros y viviréis. Pondré sobre vosotros los tendones, haré crecer la carne, extenderé sobre ella la piel, os infundiré espíritu y viviréis. Y comprenderéis que yo soy el Señor”». Yo profeticé como me había ordenado, y mientras hablaba se oyó un estruendo y los huesos se unieron entre sí. Vi sobre ellos los tendones, la carne había crecido y la piel la recubría; pero no tenían espíritu. Entonces me dijo: «Conjura al espíritu, conjúralo, hijo de hombre, y di al espíritu: “Esto dice el Señor Dios: ven de los cuatro vientos, espíritu, y sopla sobre estos muertos para que vivan”». Yo profeticé como me había ordenado; vino sobre ellos el espíritu y revivieron y se pusieron en pie. Era una multitud innumerable. Y me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son la entera casa de Israel, que dice: “Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, ha perecido, estamos perdidos”. Por eso profetiza y diles: “Esto dice el Señor Dios: Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os sacaré de ellos, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel. Y cuando abra vuestros sepulcros y os saque de ellos, pueblo mío, comprenderéis que soy el SeñorPondré mi espíritu en vosotros y viviréis; os estableceré en vuestra tierra y comprenderéis que yo, el Señor, lo digo y lo hago” —oráculo del Señor—». Me fue dirigida esta palabra del Señor: «Y tú, Hijo de hombre, cógete una vara y escribe en ella: “Judá y los hijos de Israel que le están asociados”; coge luego otra vara y escribe en ella: “José y la casa de Israel que le está asociada”. Esta es la vara de Efraín. Empálmalas luego la una con la otra, de modo que en tu mano formen una sola vara. Cuando te pregunte la gente de tu pueblo: “¿Qué significa eso?”, respóndeles: “Esto dice el Señor Dios: Cogeré la vara de José que está en la mano de Efraín, y las tribus de Israel que están unidas a él y las pondré junto a la vara de Judá, de modo que formen una sola vara y queden unidas en mi mano”. Las varas sobre las que habrás escrito estarán en tu mano a la vista de tu pueblo. Entonces les dirás: “Esto dice el Señor Dios: Recogeré a los hijos de Israel de entre las naciones adonde han ido, los reuniré de todas partes para llevarlos a su tierra. Los haré una sola nación en mi tierra, en los montes de Israel. Un solo rey reinará sobre todos ellos. Ya no serán dos naciones ni volverán a dividirse en dos reinos. No volverán a contaminarse con sus ídolos, sus acciones detestables y todas sus transgresiones. Los liberaré de los lugares donde habitaban y en los cuales pecaron. Los purificaré; ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Mi siervo David será su rey, el único pastor de todos ellos. Caminarán según mis preceptos, cumplirán mis prescripciones y las pondrán en práctica. Habitarán en la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en la que habitaron sus padres: allí habitarán ellos, sus hijos y los hijos de sus hijos para siempre, y mi siervo David será su príncipe para siempre. Haré con ellos una alianza de paz, una alianza eterna. Los estableceré, los multiplicaré y pondré entre ellos mi santuario para siempretendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y reconocerán las naciones que yo soy el Señor que consagra a Israel, cuando esté mi santuario en medio de ellos para siempre”».

La Liturgia: la oración tras la cuarta lectura de la misa pascual:

Rovira: