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Constitución apostólica Universi Dominici Gregis, de 1996, sobre la elección papal y la Sede vacante, modificada en 2013

CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA UNIVERSI DOMINICI GREGIS DEL SUMO PONTÍFICE JUAN PABLO II SOBRE LA VACANTE DE LA SEDE APOSTÓLICA Y LA ELECCIÓN DEL ROMANO PONTÍFICE

JUAN PABLO II SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS PARA PERPETUA MEMORIA

 

ACTUALIZADA SEGÚN LAS MODIFICACIONES INTRODUCIDAS POR EL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI CON LA CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE MOTU PROPRIO NORMAS NONNULLAS, DEL 22 DE FEBRERO DE 2013

 

Versión original del 22 de febrero de 1996 [pdf]

Motu Proprio con el que el Santo Padre Benedicto XVI restablece la norma tradicional acerca de la mayoría requerida para la elección del Sumo Pontífice (11 de junio de 2007)
[AlemánFrancésLatín]

 

Versión válida a partir del 22 de febrero de 2013 según la Carta Apostólica Motu Proprio "Normas nonnullas" sobre algunas modificaciones
a las normas relativas a la elección del Romano Pontífice

 

Pastor de todo el rebaño del Señor es el Obispo de la Iglesia de Roma, en la cual el Bienaventurado Apóstol Pedro, por soberana disposición de la Providencia divina, dio a Cristo el supremo testimonio de sangre con el martirio. Por tanto, es comprensible que la legítima sucesión apostólica en esta Sede, con la cual «cada Iglesia debe estar de acuerdo por su alta preeminencia» [1], haya sido siempre objeto de especial atención.

Precisamente por esto los Sumos Pontífices, en el curso de los siglos, han considerado como su deber preciso, así como también su derecho específico, regular con oportunas normas la elección del Sucesor. Así, en los tiempos cercanos a nosotros, mis Predecesores san  Pío X [2],  Pío XI [3]Pío XII [4]Juan XXIII [5] y por último Pablo VI [6], cada uno con la intención de responder a las exigencias del momento histórico concreto, proveyeron a emanar al respecto sabias y apropiadas reglas para disponer la idónea preparación y el ordenado desarrollo de la reunión de los electores a quienes, en la vacante de la Sede Apostólica, les corresponde el importante y arduo encargo de elegir al Romano Pontífice.

Si hoy me dispongo a afrontar por mi parte esta materia, no es ciertamente por la poca consideración de aquellas normas, que más bien aprecio profundamente y que en gran parte quiero confirmar, al menos en lo referente a la sustancia y a los principios de fondo que las inspiraron. Lo que me mueve a dar este paso es la conciencia de la nueva situación que está viviendo hoy la Iglesia y la necesidad, además, de tener presente la revisión general de la ley canónica, felizmente llevada a cabo, con el apoyo de todo el Episcopado, mediante la publicación y promulgación primero del Código de Derecho Canónico y después del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales. De acuerdo con esta revisión, inspirada en el Concilio Ecuménico Vaticano II, he querido sucesivamente adecuar la reforma de la Curia Romana mediante la Constitución apostólica Pastor Bonus [7]. Por lo demás, precisamente lo dispuesto en el canon 335 del Código de Derecho Canónico, y propuesto también en el canon 47 del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, deja entrever el deber de emanar y actualizar constantemente leyes específicas, que regulen la provisión canónica de la Sede Romana cuando esté vacante por cualquier motivo.

En la formulación de la nueva disciplina, aun teniendo en cuenta las exigencias de nuestro tiempo, me he preocupado de no cambiar sustancialmente la línea de la sabia y venerable tradición hasta ahora seguida.

Indiscutible, verdaderamente, es el principio según el cual a los Romanos Pontífices corresponde definir, adaptándolo a los cambios de los tiempos, el modo en el cual debe realizarse la designación de la persona llamada a asumir la sucesión de Pedro en la Sede Romana. Esto se refiere, en primer lugar, al organismo al cual se le pide el cometido de proveer a la elección del Romano Pontífice: la praxis milenaria, sancionada por normas canónicas precisas, confirmadas también por una explícita disposición del vigente Código de Derecho Canónico (cf. can. 349 del C.I.C.), lo constituye el Colegio de los Cardenales de la Santa Iglesia Romana. Siendo verdad que es doctrina de fe que la potestad del Sumo Pontífice deriva directamente de Cristo, de quien es Vicario en la tierra [8], está también fuera de toda duda que este poder supremo en la Iglesia le viene atribuido, «mediante la elección legítima por él aceptada juntamente con la consagración episcopal» [9]. Muy importante es, pues, el cometido que corresponde al organismo encargado de esta elección. Por consiguiente, las normas que regulan su actuación deben ser muy precisas y claras, para que la elección misma tenga lugar del modo más digno y conforme al cargo de altísima responsabilidad que el elegido, por investidura divina, deberá asumir mediante su aceptación.

Confirmando, pues, la norma del vigente Código de Derecho Canónico (cf. can. 349 C.I.C.), en el cual se refleja la ya milenaria praxis de la Iglesia, ratifico que el Colegio de los electores del Sumo Pontífice está constituido únicamente por los Padres Cardenales de la Santa Iglesia Romana. En ellos se expresan, como en una síntesis admirable, los dos aspectos que caracterizan la figura y la misión del Romano Pontífice. Romano, porque se identifica con la persona del Obispo de la Iglesia que está en Roma y, por tanto, en estrecha relación con el Clero de esta ciudad, representado por los Cardenales de los títulos presbiterales y diaconales de Roma, y con los Cardenales Obispos de las Sedes suburbicarias; Pontífice de la Iglesia universal, porque está llamado a hacer visiblemente las veces del invisible Pastor que guía todo el rebaño a los prados de la vida eterna. La universalidad de la Iglesia está, por lo demás, bien reflejada en la composición misma del Colegio Cardenalicio, formado por Purpurados de todos los continentes.

En las actuales circunstancias históricas la dimensión universal de la Iglesia parece expresada suficientemente por el Colegio de los ciento veinte Cardenales electores, compuesto por Purpurados provenientes de todas las partes de la tierra y de las más variadas culturas. Por tanto, confirmo como máximo este número de Cardenales electores, precisando al mismo tiempo que no quiere ser de ningún modo indicio de menor consideración el mantener la norma establecida por mi predecesor Pablo VI, según la cual no participan en la elección aquellos que ya han cumplido ochenta años de edad el día en el que comienza la vacante de la Sede Apostólica [10]. En efecto, la razón de esta disposición está en la voluntad de no añadir al peso de tan venerable edad la ulterior carga constituida por la responsabilidad de la elección de aquél que deberá guiar el rebaño de Cristo de modo adecuado a las exigencias de los tiempos. Esto, sin embargo, no impide que los Padres Cardenales mayores de ochenta años tomen parte en las reuniones preparatorias del Cónclave, según lo dispuesto más adelante. De ellos en particular, además, se espera que, durante la Sede vacante, y sobre todo durante el desarrollo de la elección del Romano Pontífice, actuando casi como guías del Pueblo de Dios reunido en las Basílicas Patriarcales de la Urbe, como también en otros templos de las Diócesis del mundo entero, ayuden a la tarea de los electores con intensas oraciones y súplicas al Espíritu Divino, implorando para ellos la luz necesaria para que realicen su elección teniendo presente solamente a Dios y mirando únicamente a la «salvación de las almas que debe ser siempre la ley suprema de la Iglesia» [11].

Especial atención he querido dedicar a la antiquísima institución del Cónclave: su normativa y praxis han sido consagradas y definidas, al respecto, también en solemnes disposiciones de muchos de mis Predecesores. Una atenta investigación histórica confirma no sólo la oportunidad contingente de esta institución, por las circunstancias en las que surgió y fue poco a poco definida normativamente, sino también su constante utilidad para el desarrollo ordenado, solícito y regular de las operaciones de la elección misma, particularmente en momentos de tensión y perturbación.

Precisamente por esto, aun consciente de la valoración de teólogos y canonistas de todos los tiempos, los cuales de forma concorde consideran esta institución como no necesaria por su naturaleza para la elección válida del Romano Pontífice, confirmo con esta Constitución su vigencia en su estructura esencial, aportando sin embargo algunas modificaciones para adecuar la disciplina a las exigencias actuales. En particular, he considerado oportuno disponer que, en todo el tiempo que dure la elección, las habitaciones de los Cardenales electores y de los que están llamados a colaborar en el desarrollo regular de la elección misma estén situadas en lugares convenientes del Estado de la Ciudad del Vaticano. Aunque pequeño, el Estado es suficiente para asegurar dentro de sus muros, gracias también a los oportunos recursos más abajo indicados, el aislamiento y consiguiente recogimiento que un acto tan vital para la Iglesia entera exige de los electores.

Al mismo tiempo, considerado el carácter sagrado del acto y, por tanto, la conveniencia de que se desarrolle en un lugar apropiado, en el cual, por una parte, las celebraciones litúrgicas se puedan unir con las formalidades jurídicas y, por otra, se facilite a los electores la preparación de los ánimos para acoger las mociones interiores del Espíritu Santo, dispongo que la elección se continúe desarrollando en la Capilla Sixtina, donde todo contribuye a hacer más viva la presencia de Dios, ante el cual cada uno deberá presentarse un día para ser juzgado.

Confirmo, además, con mi autoridad apostólica el deber del más riguroso secreto sobre todo lo que concierne directa o indirectamente las operaciones mismas de la elección: también en esto, sin embargo, he querido simplificar y reducir a lo esencial las normas relativas, de modo que se eviten perplejidades y dudas, y también quizás posteriores problemas de conciencia en quien ha tomado parte en la elección.

Finalmente, he considerado la necesidad de revisar la forma misma de la elección, teniendo asimismo en cuenta las actuales exigencias eclesiales y las orientaciones de la cultura moderna. Así me ha parecido oportuno no conservar la elección por aclamación quasi ex inspiratione, juzgándola ya inadecuada para interpretar el sentir de un colegio electoral tan extenso por su número y tan diversificado por su procedencia. Igualmente ha parecido necesario suprimir la elección per compromissum, no sólo porque es de difícil realización, como ha demostrado el cúmulo casi inextricable de normas emanadas a este respecto en el pasado, sino también porque su naturaleza conlleva una cierta falta de responsabilidad de los electores, los cuales, en esta hipótesis, no serían llamados a expresar personalmente el propio voto.

Después de madura reflexión he llegado, pues, a la determinación de establecer que la única forma con la cual los electores pueden manifestar su voto para la elección del Romano Pontífice sea la del escrutinio secreto, llevado a cabo según las normas indicadas más abajo. En efecto, esta forma ofrece las mayores garantías de claridad, nitidez, simplicidad, transparencia y, sobre todo, de efectiva y constructiva participación de todos y cada uno de los Padres Cardenales llamados a constituir la asamblea electiva del Sucesor de Pedro.

Con estos propósitos promulgo la presente Constitución apostólica, que contiene las normas a las que, cuando tenga lugar la vacante de la Sede Romana, deben atenerse rigurosamente los Cardenales que tienen el derecho-deber de elegir al Sucesor de Pedro, Cabeza visible de toda la Iglesia y Siervo de los siervos de Dios.


PRIMERA PARTE

VACANTE DE LA SEDE APOSTÓLICA
 

CAPÍTULO I

PODERES DEL COLEGIO DE LOS CARDENALES MIENTRAS
ESTÁ VACANTE LA SEDE APOSTÓLICA

1. Mientras está vacante la Sede Apostólica, el Colegio de los Cardenales no tiene ninguna potestad o jurisdicción sobre las cuestiones que corresponden al Sumo Pontífice en vida o en el ejercicio de las funciones de su misión; todas estas cuestiones deben quedar reservadas exclusivamente al futuro Pontífice. Declaro, por lo tanto, inválido y nulo cualquier acto de potestad o de jurisdicción correspondiente al Romano Pontífice mientras vive o en el ejercicio de las funciones de su misión, que el Colegio mismo de los Cardenales decidiese ejercer, si no es en la medida expresamente consentida en esta Constitución.

2. Mientras está vacante la Sede Apostólica, el gobierno de la Iglesia queda confiado al Colegio de los Cardenales solamente para el despacho de los asuntos ordinarios o de los inaplazables (cf. n.6), y para la preparación de todo lo necesario para la elección del nuevo Pontífice. Esta tarea debe llevarse a cabo con los modos y los límites previstos por esta Constitución: por eso deben quedar absolutamente excluidos los asuntos, que -sea por ley como por praxis- o son potestad únicamente del Romano Pontífice mismo, o se refieren a las normas para la elección del nuevo Pontífice según las disposiciones de la presente Constitución.

3. Establezco, además, que el Colegio Cardenalicio no pueda disponer nada sobre los derechos de la Sede Apostólica y de la Iglesia Romana, y tanto menos permitir que algunos de ellos vengan menguados, directa o indirectamente, aunque fuera con el fin de solucionar divergencias o de perseguir acciones perpetradas contra los mismos derechos después de la muerte o la renuncia válida del Pontífice [12]. Todos los Cardenales tengan sumo cuidado en defender tales derechos.

4. Durante la vacante de la Sede Apostólica, las leyes emanadas por los Romanos Pontífices no pueden de ningún modo ser corregidas o modificadas, ni se puede añadir, quitar nada o dispensar de una parte de las mismas, especialmente en lo que se refiere al ordenamiento de la elección del Sumo Pontífice. Es más, si sucediera eventualmente que se hiciera o intentara algo contra esta disposición, con mi suprema autoridad lo declaro nulo e inválido.

5. En el caso de que surgiesen dudas sobre las disposiciones contenidas en esta Constitución, o sobre el modo de llevarlas a cabo, dispongo formalmente que todo el poder de emitir un juicio al respecto corresponde al Colegio de los Cardenales, al cual doy por tanto la facultad de interpretar los puntos dudosos o controvertidos, estableciendo que cuando sea necesario deliberar sobre estas o parecidas cuestiones, excepto sobre el acto de la elección, sea suficiente que la mayoría de los Cardenales reunidos esté de acuerdo sobre la misma opinión.

6. Del mismo modo, cuando se presente un problema que, a juicio de la mayor parte de los Cardenales reunidos, no puede ser aplazado posteriormente, el Colegio de los Cardenales debe disponer según el parecer de la mayoría.

 

CAPÍTULO II

LAS CONGREGACIONES DE LOS CARDENALES
PARA PREPARAR LA ELECCIÓN
DEL SUMO PONTÍFICE

7. Durante la Sede vacante tendrán lugar dos clases de Congregaciones de los Cardenales: una general, es decir, de todo el Colegio hasta el comienzo de la elección, y otra particular. En las Congregaciones generales deben participar todos los Cardenales no impedidos legítimamente, apenas son informados de la vacante de la Sede Apostólica. Sin embargo, a los Cardenales que, según la norma del n. 33 de esta Constitución, no tienen el derecho de elegir al Pontífice, se les concede la facultad de abstenerse, si lo prefieren, de participar en estas Congregaciones generales.

La Congregación particular está constituida por el Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana y por tres Cardenales, uno por cada Orden, extraídos por sorteo entre los Cardenales electores llegados a Roma. La función de estos tres Cardenales, llamados Asistentes, cesa al cumplirse el tercer día, y en su lugar, siempre mediante sorteo, les suceden otros con el mismo plazo de tiempo incluso después de iniciada la elección.

Durante el período de la elección las cuestiones de mayor importancia, si es necesario, serán tratadas por la asamblea de los Cardenales electores, mientras que los asuntos ordinarios seguirán siendo tratados por la Congregación particular de los Cardenales. En las Congregaciones generales y particulares, durante la Sede vacante, los Cardenales vestirán el traje talar ordinario negro con cordón rojo y la faja roja, con solideo, cruz pectoral y anillo.

8. En las Congregaciones particulares deben tratarse solamente las cuestiones de menor importancia que se vayan presentando diariamente o en cada momento. Si surgieran cuestiones más importantes y que merecieran un examen más profundo, deben ser sometidas a la Congregación general. Además, todo lo que ha sido decidido, resuelto o denegado en una Congregación particular no puede ser revocado, cambiado o concedido en otra; el derecho de hacer esto corresponde únicamente a la Congregación general y por mayoría de votos.

9. Las Congregaciones generales de los Cardenales tendrán lugar en el Palacio Apostólico Vaticano o, si las circunstancias lo exigen, en otro lugar más oportuno a juicio de los mismos Cardenales. Preside estas Congregaciones el Decano del Colegio o, en el caso de que esté ausente o legítimamente impedido, el Vicedecano. En el caso de que uno de ellos o los dos no gocen, según la norma del n. 33 de esta Constitución, del derecho de elegir al Pontífice, presidirá las asambleas de los Cardenales electores el Cardenal elector más antiguo, según el orden habitual de precedencia.

10. El voto en las Congregaciones de los Cardenales, cuando se trate de asuntos de mayor importancia, no debe ser dado de palabra, sino de forma secreta.

11. Las Congregaciones generales que preceden el comienzo de la elección, llamadas por eso «preparatorias», deben celebrarse a diario, a partir del día establecido por el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana y por el primer Cardenal de cada orden entre los electores, incluso en los días en que se celebran las exequias del Pontífice difunto. Esto debe hacerse para que el Cardenal Camarlengo pueda oír el parecer del Colegio y darle las comunicaciones que crea necesarias u oportunas; y también para permitir a cada Cardenal que exprese su opinión sobre los problemas que se presenten, pedir explicaciones en caso de duda y hacer propuestas.

12. En las primeras Congregaciones generales se proveerá a que cada Cardenal tenga a disposición un ejemplar de esta Constitución y, al mismo tiempo, se le dé la posibilidad de proponer eventualmente cuestiones sobre el significado y el cumplimiento de las normas establecidas en la misma. Conviene, además, que sea leída la parte de esta Constitución que hace referencia a la vacante de la Sede Apostólica. Al mismo tiempo, todos los Cardenales presentes deben prestar juramento de observar las disposiciones contenidas en ella y de guardar el secreto. Este juramento, que debe ser hecho también por los Cardenales que habiendo llegado con retraso participen más tarde en estas Congregaciones, será leído por el Cardenal Decano o, eventualmente por otro presidente del Colegio (conforme a la norma establecida en el n. 9 de esta Constitución) en presencia de los otros Cardenales según la siguiente fórmula:

Nosotros, Cardenales de la Santa Iglesia Romana, del Orden de los Obispos, del de los Presbíteros y del de los Diáconos, prometemos, nos obligamos y juramos, todos y cada uno, observar exacta y fielmente todas las normas contenidas en la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis del Sumo Pontífice Juan Pablo II, y mantener escrupulosamente el secreto sobre cualquier cosa quede algún modo tenga que ver con la elección del Romano Pontífice, o que por su naturaleza, durante la vacante de la Sede Apostólica, requiera el mismo secreto.

Seguidamente cada Cardenal dirá: Y Yo, N. Cardenal N. prometo, me obligo y juro. Y poniendo la mano sobre los Evangelios, añadirá: Así me ayude Dios y estos Santos Evangelios que toco con mi mano.

13. En una de las Congregaciones inmediatamente posteriores, los Cardenales deberán, en conformidad con el orden del día preestablecido, tomar las decisiones más urgentes para el comienzo del proceso de la elección, es decir:

a) establecer el día, la hora y el modo en que el cadáver del difunto Pontífice será trasladado a la Basílica Vaticana, para ser expuesto a la veneración de los fieles;

b) disponer todo lo necesario para las exequias del difunto Pontífice, que se celebrarán durante nueve días consecutivos, y fijar el inicio de las mismas de modo que el entierro tenga lugar, salvo motivos especiales, entre el cuarto y el sexto día después de la muerte;

c) pedir a la Comisión, compuesta por el Cardenal Camarlengo y por los Cardenales que desempeñan respectivamente el cargo de Secretario de Estado y de Presidente de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano, que disponga oportunamente tanto los locales de la Domus Sanctae Marthae para el conveniente alojamiento de los Cardenales electores, como las habitaciones adecuadas para los que están previstos en el n. 46 de la presente Constitución, y que, al mismo tiempo, provea a que esté dispuesto todo lo necesario para la preparación de la Capilla Sixtina, a fin de que las operaciones relativas a la elección puedan desarrollarse de manera ágil, ordenada y con la máxima reserva, según lo previsto y establecido en esta Constitución;

d) confiar a dos eclesiásticos de clara doctrina, sabiduría y autoridad moral, el encargo de predicar a los mismos Cardenales dos ponderadas meditaciones sobre los problemas de la Iglesia en aquel momento y la elección iluminada del nuevo Pontífice; al mismo tiempo, quedando firme lo dispuesto en el n. 52 de esta Constitución, determinen el día y la hora en que debe serles dirigida la primera de dichas meditaciones;

e) aprobar -bajo propuesta de la Administración de la Sede Apostólica o, en la parte que le corresponde, del Gobierno del Estado de la Ciudad del Vaticano-, los gastos necesarios desde la muerte del Pontífice hasta la elección del sucesor;

f) leer, si los hubiere, los documentos dejados por el Pontífice difunto al Colegio de Cardenales;

g) cuidar que sean anulados el Anillo del Pescador y el Sello de plomo, con los cuales son enviadas las Cartas Apostólicas;

h) asignar por sorteo las habitaciones a los Cardenales electores;

i) fijar el día y la hora del comienzo de las operaciones de voto.

 

CAPÍTULO III

ALGUNOS CARGOS DURANTE LA SEDE APOSTÓLICA VACANTE

14. Según el art. 6 de la Constitución apostólica  Pastor Bonus [13], a la muerte del Pontífice todos los Jefes de los Dicasterios de la Curia Romana, tanto el Cardenal Secretario de Estado como los Cardenales Prefectos y los Presidentes Arzobispos, así como también los Miembros de los mismos Dicasterios, cesan en el ejercicio de sus cargos. Se exceptúan el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana y el Penitenciario Mayor, que siguen ocupándose de los asuntos ordinarios, sometiendo al Colegio de los Cardenales todo lo que debiera ser referido al Sumo Pontífice.

Igualmente, de acuerdo con la Constitución Apostólica  Vicariae Potestatis (n. 2 § 1) [14], el Cardenal Vicario General de la diócesis de Roma no cesa en su cargo durante la vacante de la Sede Apostólica y tampoco cesa en su jurisdicción el Cardenal Arcipreste de la Basílica Vaticana y Vicario General para la Ciudad del Vaticano.

15. En el caso de que a la muerte del Pontífice o antes de la elección del Sucesor estén vacantes los cargos de Camarlengo de la Santa Iglesia Romana o de Penitenciario Mayor, el Colegio de los Cardenales debe elegir cuanto antes al Cardenal o, si es el caso, los Cardenales que ocuparán su cargo hasta la elección del nuevo Pontífice. En cada uno de los casos citados la elección se realiza por medio de votación secreta de todos los Cardenales electores presentes, por medio de papeletas, que serán distribuidas y recogidas por los Ceremonieros y abiertas después en presencia del Camarlengo y de los tres Cardenales Asistentes, si se trata de elegir al Penitenciario Mayor; o de los citados tres Cardenales y del Secretario del Colegio de los Cardenales si se debe elegir al Camarlengo. Resultará elegido y tendrá ipso facto todas las facultades correspondientes al cargo aquél que haya obtenido la mayoría de los votos. En el caso de empate, será designado quien pertenezca al orden más elevado y, dentro del mismo orden, quien haya sido creado primero Cardenal. Hasta que no haya sido elegido el Camarlengo, ejerce sus funciones el Decano del Colegio o, en su ausencia o si está legítimamente impedido, el Vicedecano o el Cardenal más antiguo según el orden de precedencia conforme al n. 9 de esta Constitución, el cual puede tomar sin ninguna dilación las decisiones que las circunstancias aconsejen.

16. En cambio, si durante la Sede vacante falleciese el Vicario General de la Diócesis de Roma, el Vicegerente en funciones ejercerá también la función propia del Cardenal Vicario además de su jurisdicción ordinaria vicaria [15]. Si también faltase el Vicegerente, el Obispo Auxiliar más antiguo en el nombramiento desempeñará las funciones.

17. Apenas recibida la noticia de la muerte del Sumo Pontífice, el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana debe comprobar oficialmente la muerte del Pontífice en presencia del Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, de los Prelados Clérigos y del Secretario y Canciller de la Cámara Apostólica, el cual deberá extender el documento o acta auténtica de muerte. El Camarlengo debe además sellar el estudio y la habitación del mismo Pontífice, disponiendo que el personal que vive habitualmente en el apartamento privado pueda seguir en él hasta después de la sepultura del Papa, momento en que todo el apartamento pontificio será sellado; comunicar la muerte al Cardenal Vicario para la Urbe, el cual dará noticia al pueblo romano con una notificación especial; igualmente al Cardenal Arcipreste de la Basílica Vaticana; tomar posesión del Palacio Apostólico Vaticano y, personalmente o por medio de un delegado suyo, de los Palacios de Letrán y de Castel Gandolfo, ejerciendo su custodia y gobierno; establecer, oídos los Cardenales primeros de los tres órdenes, todo lo que concierne a la sepultura del Pontífice, a menos que éste, cuando vivía, no hubiera manifestado su voluntad al respecto; cuidar, en nombre y con el consentimiento del Colegio de los Cardenales, todo lo que las circunstancias aconsejen para la defensa de los derechos de la Sede Apostólica y para una recta administración de la misma. De hecho, es competencia del Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, durante la Sede vacante, cuidar y administrar los bienes y los derechos temporales de la Santa Sede, con la ayuda de los tres Cardenales Asistentes, previo el voto del Colegio de los Cardenales, una vez para las cuestiones menos importantes, y cada vez para aquéllas más graves.

18. El Cardenal Penitenciario Mayor y sus Oficiales, durante la Sede vacante, podrán llevar a cabo todo lo que ha sido establecido por mi Predecesor Pío XI en la Constitución apostólica  Quae divinitus, del 25 de marzo de 1935 [16], y por mí mismo en la Constitución apostólica  Pastor Bonus [17].

19. El Decano del Colegio de los Cardenales, sin embargo, apenas haya sido informado por el Cardenal Camarlengo o por el Prefecto de la Casa Pontificia de la muerte del Pontífice, tiene la obligación de dar la noticia a todos los Cardenales, convocándolos para las Congregaciones del Colegio. Igualmente comunicará la muerte del Pontífice al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede y a los Jefes de Estado de las respectivas Naciones.

20. Durante la vacante de la Sede Apostólica, el Sustituto de la Secretaría de Estado así como el Secretario para las Relaciones con los Estados y los Secretarios de los Dicasterios de la Curia Romana conservan la dirección de la respectiva oficina y responden de ello ante el Colegio de los Cardenales.

21. De la misma manera, no cesan en el cargo y en las propias facultades los Representantes Pontificios.

22. También el Limosnero de Su Santidad continuará en el ejercicio de las obras de caridad, con los mismos criterios usados cuando vivía el Pontífice; y dependerá del Colegio de los Cardenales hasta la elección del nuevo Pontífice.

23. Durante la Sede vacante, todo el poder civil del Sumo Pontífice, concerniente al gobierno de la Ciudad del Vaticano, corresponde al Colegio de los Cardenales, el cual sin embargo no podrá emanar decretos sino en el caso de urgente necesidad y sólo durante la vacante de la Santa Sede. Dichos decretos serán válidos en el futuro solamente si los confirma el nuevo Pontífice.

 

CAPÍTULO IV

FACULTADES DE LOS DICASTERIOS
DE LA CURIA ROMANA DURANTE LA VACANTE
DE LA SEDE APOSTÓLICA

24. Durante la Sede vacante, los Dicasterios de la Curia Romana, excepto aquéllos a los que se refiere el n. 26 de esta Constitución, no tienen ninguna facultad en aquellas materias que, Sede plena, no pueden tratar o realizar si no facto verbo cum SS.mo, o ex Audientia SS.mi o vigore specialium et extraordinarium facultatum, que el Romano Pontífice suele conceder a los Prefectos, a los Presidentes o a los Secretarios de los mismos Dicasterios.

25. En cambio, no cesan con la muerte del Pontífice las facultades ordinarias propias de cada Dicasterio; establezco, no obstante, que los Dicasterios hagan uso de ellas sólo para conceder gracias de menor importancia, mientras las cuestiones más graves o discutidas, si pueden diferirse, deben ser reservadas exclusivamente al futuro Pontífice; si no admitiesen dilación (como, entre otras, los casos in articulo mortis de dispensas que el Sumo Pontífice suele conceder), podrán ser confiadas por el Colegio de los Cardenales al Cardenal que era Prefecto hasta la muerte del Pontífice, o al Arzobispo hasta entonces Presidente, y a los otros Cardenales del mismo Dicasterio, a cuyo examen el Sumo Pontífice difunto las hubiera confiado probablemente. En dichas circunstancias, éstos podrán decidir per modum provisionis, hasta que sea elegido el Pontífice, todo lo que crean más oportuno y conveniente para la custodia y la defensa de los derechos y tradiciones eclesiásticas.

26. El Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica y el Tribunal de la Rota Romana, durante la vacante de la Santa Sede, siguen tratando las causas según sus propias leyes, permaneciendo en pie lo establecido en el art. 18, puntos 1 y 3 de la Constitución apostólica  Pastor Bonus [18].

 

CAPÍTULO V

LAS EXEQUIAS DEL ROMANO PONTÍFICE

27. Después de la muerte del Romano Pontífice, los Cardenales celebrarán las exequias en sufragio de su alma durante nueve días consecutivos, según el Ordo exsequiarum Romani Pontificis, cuyas normas, así como las del Ordo rituum Conclavis ellos cumplirán fielmente.

28. Si la sepultura se hiciera en la Basílica Vaticana, el correspondiente documento auténtico es extendido por el Notario del Capítulo de la misma Basílica o por el Canónigo Archivero. Sucesivamente, un delegado del Cardenal Camarlengo y un delegado del Prefecto de la Casa Pontificia extenderán separadamente los documentos que den fe de que se ha efectuado la sepultura; el primero en presencia de los miembros de la Cámara Apostólica y el otro ante el Prefecto de la Casa Pontificia.

29. Si el Romano Pontífice falleciese fuera de Roma, corresponde al Colegio de los Cardenales disponer todo lo necesario para un digno y decoroso traslado del cadáver a la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

30. A nadie le está permitido tomar con ningún medio imágenes del Sumo Pontífice enfermo en la cama o difunto, ni registrar con ningún instrumento sus palabras para después reproducirlas. Si alguien, después de la muerte del Papa, quiere hacer fotografías para documentación, deberá pedirlo al Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, el cual, sin embargo, no permitirá que se hagan fotografías del Sumo Pontífice si no está revestido con los hábitos pontificales.

31. Después de la sepultura del Sumo Pontífice y durante la elección del nuevo Papa, no se habite ninguna parte del apartamento privado del Sumo Pontífice.

32. Si el Sumo Pontífice difunto ha hecho testamento de sus cosas, dejando cartas o documentos privados, y ha designado un ejecutor testamentario, corresponde a éste establecer y ejecutar, según el mandato recibido del testador, lo que concierne a los bienes privados y a los escritos del difunto Pontífice. Dicho ejecutor dará cuenta de su labor únicamente al nuevo Sumo Pontífice.


SEGUNDA PARTE

LA ELECCIÓN DEL ROMANO PONTÍFICE

CAPÍTULO I

LOS ELECTORES DEL ROMANO PONTÍFICE

33. El derecho de elegir al Romano Pontífice corresponde únicamente a los Cardenales de la Santa Iglesia Romana, con excepción de aquellos que, antes del día de la muerte del Sumo Pontífice o del día en el cual la Sede Apostólica quede vacante, hayan cumplido 80 años de edad. El número máximo de Cardenales electores no debe superar los ciento veinte. Queda absolutamente excluido el derecho de elección activa por parte de cualquier otra dignidad eclesiástica o la intervención del poder civil de cualquier orden o grado.

34. En el caso de que la Sede Apostólica quedara vacante durante la celebración de un Concilio Ecuménico o de un Sínodo de los Obispos, que tengan lugar, bien sea en Roma o en otra ciudad del mundo, la elección del nuevo Pontífice debe ser hecha única y exclusivamente por los Cardenales electores, indicados en el número precedente, y no por el mismo Concilio o Sínodo de los Obispos. Por tanto, declaro nulos e inválidos los actos que, de la manera que sea, intentaran modificar temerariamente las normas sobre la elección o el colegio de los electores. Es más, quedando a este respecto confirmados el can. 340 y también el can. 347 2 del Código de Derecho Canónico y el can. 53 del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, el mismo Concilio o el Sínodo de los Obispos, sea cual sea el estado en el que se encuentren, deben considerarse inmediatamente suspendidos ipso iure, apenas se tenga noticia cierta de la vacante de la Sede Apostólica. Por consiguiente, deben interrumpir, sin demora alguna, toda clase de reunión, congregación o sesión y dejar de redactar o preparar cualquier tipo de decreto o canon o de promulgar los confirmados, bajo pena de nulidad; tampoco podrá continuar el Concilio o el Sínodo por ninguna razón, aunque sea gravísima y digna de especial consideración, hasta que el nuevo Pontífice canónicamente elegido no haya dispuesto que los mismos continúen.

35.n Ningún Cardenal elector podrá ser excluido de la elección, activa o pasiva, por ningún motivo o pretexto, quedando en pie lo establecido en los números 40 y 75 de esta Constitución.

36. Un Cardenal de la Santa Iglesia Romana, que haya sido creado y publicado en Consistorio, tiene por eso mismo el derecho a elegir al Pontífice según el n. 33 de la presente Constitución, aunque no se le hubiera impuesto la birreta, entregado el anillo, ni hubiera prestado juramento. En cambio, no tienen este derecho los Cardenales depuestos canónicamente o que hayan renunciado, con el consentimiento del Romano Pontífice, a la dignidad cardenalicia. Además, durante la Sede vacante, el Colegio de los Cardenales no puede readmitir o rehabilitar a éstos.

37.n Establezco, además, que desde el momento en que la Sede Apostólica esté legítimamente vacante, se espere durante quince días completos a los ausentes antes de iniciar el Cónclave, aunque dejo al Colegio de los Cardenales la facultad de anticipar el comienzo del Cónclave si consta la presencia de todos los cardenales electores, así como la de retrasarlo algunos días si hubiera motivos graves. Pero pasados al máximo veinte días desde el inicio de la Sede vacante, todos los Cardenales electores presentes están obligados a proceder a la elección.

38. Todos los Cardenales electores, convocados por el Decano, o por otro Cardenal en su nombre, para la elección del nuevo Pontífice, están obligados, en virtud de santa obediencia, a dar cumplimiento al anuncio de convocatoria y a acudir al lugar designado al respecto, a no ser que estén imposibilitados por enfermedad u otro impedimento grave, que deberá ser reconocido por el Colegio de los Cardenales.

39. Pero, si algunos Cardenales electores llegasen re integra, es decir, antes de que se haya procedido a elegir al Pastor de la Iglesia, serán admitidos a los trabajos de la elección en la fase en que éstos se hallen.

40. Si, acaso, algún Cardenal que tiene derecho al voto se negase a entrar en la Ciudad del Vaticano para llevar a cabo los trabajos de la elección o, a continuación, después que la misma haya comenzado, se negase a permanecer para cumplir su cometido sin una razón manifiesta de enfermedad reconocida bajo juramento por los médicos y comprobada por la mayor parte de los electores, los otros procederán libremente a los procesos de la elección, sin esperarle ni readmitirlo nuevamente. Por el contrario, si un Cardenal elector debiera salir de la Ciudad del Vaticano por sobrevenirle una enfermedad, se puede proceder a la elección sin pedir su voto; pero si quisiera volver a la citada sede de la elección, después de la curación o incluso antes, debe ser readmitido.

Además, si algún Cardenal elector saliera de la Ciudad del Vaticano por otra causa grave, reconocida por la mayoría de los electores, puede regresar para volver a tomar parte en la elección.

 

CAPÍTULO II

EL LUGAR DE LA ELECCIÓN
Y LAS PERSONAS ADMITIDAS EN RAZÓN DE SU CARGO

41. El Cónclave para la elección del Sumo Pontífice se desarrollará dentro del territorio de la Ciudad del Vaticano, en lugares y edificios determinados, cerrados a los extraños, de modo que se garantice una conveniente acomodación y permanencia de los Cardenales electores y de quienes, por título legítimo, están llamados a colaborar al normal desarrollo de la elección misma.

42. En el momento establecido para el comienzo del proceso de la elección del Sumo Pontífice, todos los Cardenales electores deberán haber recibido y tomado una conveniente acomodación en la llamada Domus Sanctae Marthae, construida recientemente en la Ciudad del Vaticano.

Si razones de salud, previamente comprobadas por la competente Congregación Cardenalicia, exigen que algún Cardenal elector tenga consigo, incluso en el período de la elección, un enfermero, se debe proveer que a éste le sea asignada una adecuada habitación.

43.n Desde el momento en que se ha dispuesto el comienzo del proceso de la elección hasta el anuncio público de que se ha realizado la elección del Sumo Pontífice o, de todos modos, hasta cuando así lo ordene el nuevo Pontífice, los locales de la Domus Sanctae Marthae, como también y de modo especial la Capilla Sixtina y las zonas destinadas a las celebraciones litúrgicas, deben estar cerrados a las personas no autorizadas, bajo la autoridad del Cardenal Camarlengo y con la colaboración externa del Vicecamarlengo y del Sustituto de la Secretaría de Estado, según lo establecido en los números siguientes.

Todo el territorio de la Ciudad del Vaticano y también la actividad ordinaria de las Oficinas que tienen su sede dentro de su ámbito deben regularse, en dicho período, de modo que se asegure la reserva y el libre desarrollo de todas las actividades en relación con la elección del Sumo Pontífice. De modo particular se deberá cuidar, también con la ayuda de los Prelados Clérigos de Cámara, que nadie se acerque a los Cardenales electores durante el traslado desde la Domus Sanctae Marthae al Palacio Apostólico Vaticano.

44. Los Cardenales electores, desde el comienzo del proceso de la elección hasta que ésta tenga lugar y sea anunciada públicamente, deben abstenerse de mantener correspondencia epistolar, telefónica o por otros medios de comunicación con personas ajenas al ámbito del desarrollo de la misma elección, si no es por comprobada y urgente necesidad, debidamente reconocida por la Congregación particular a la que se refiere el n. 7. A la misma corresponde reconocer la necesidad y la urgencia de comunicar con los respectivos dicasterios por parte de los Cardenales Penitenciario Mayor, Vicario General para la diócesis de Roma y Arcipreste de la Basílica Vaticana.

45. A todos aquellos que, no estando indicados en el número siguiente, y que casualmente, aunque presentes en la Ciudad del Vaticano por justo título, como se prevé en el n. 43 de esta Constitución, encontraran a algunos de los Cardenales electores en tiempo de la elección, está absolutamente prohibido mantener coloquio, de cualquier forma, por cualquier medio o por cualquier motivo, con los mismos Padres Cardenales.

46.n Para satisfacer las necesidades personales y de oficio relacionadas con el desarrollo de la elección, deberán estar disponibles y, por tanto, alojados convenientemente dentro de los límites a los que se refiere el n. 43 de la presente Constitución, el Secretario del Colegio Cardenalicio, que actúa de Secretario de la asamblea electiva; el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias con ocho Ceremonieros y dos religiosos adscritos a la Sacristía Pontificia; un eclesiástico elegido por el Cardenal Decano, o por el Cardenal que haga sus veces, para que lo asista en su cargo.

Además, deberán estar disponibles algunos religiosos de varias lenguas para las confesiones, y también dos médicos para eventuales emergencias.

Se deberá también proveer oportunamente para que un número suficiente de personas, adscritas a los servicios de comedor y de limpieza, estén disponibles para ello.

Todas las personas aquí mencionadas deberán recibir la aprobación previa del Cardenal Camarlengo y de los tres Asistentes.

47.n Todas las personas señaladas en el n. 46 y en el n. 55, párrafo 2 de la presente Constitución apostólica, que por cualquier motivo o en cualquier momento fueran informadas por quien sea sobre algo directa o indirectamente relativo a los actos propios de la elección y, de modo particular, de lo referente a los escrutinios realizados en la elección misma, están obligadas a estricto secreto con cualquier persona ajena al Colegio de los Cardenales electores; por ello, antes del comienzo del proceso de la elección, deberán prestar juramento según las modalidades y la fórmula indicada en el número siguiente.

48.n Las personas señaladas en el n. 46 y en el n. 55, párrafo 2 de la presente Constitución, debidamente advertidas sobre el significado y sobre el alcance del juramento que han de prestar antes del comienzo del proceso de la elección, deberán pronunciar y subscribir a su debido tiempo, ante el Cardenal Camarlengo u otro Cardenal delegado por éste, en presencia de dos Protonotarios apostólicos de Número Participantes, el juramento según la fórmula siguiente:

Yo N. N. prometo y juro observar el secreto absoluto con quien no forme parte del Colegio de los Cardenales electores, y esto perpetuamente, a menos que reciba especiales facultades dadas expresamente por el nuevo Pontífice elegido o por sus Sucesores, acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice.

Prometo igualmente y juro que me abstendré de hacer uso de cualquier instrumento de grabación, audición o visión de cuanto, durante el período de la elección, se desarrolla dentro del ámbito de la Ciudad del Vaticano, y particularmente de lo que directa o indirectamente de algún modo tiene que ver con las operaciones relacionadas con la elección misma.

Declaro emitir este juramento consciente de que una infracción del mismo comportaría para mí la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica.

Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano.

 

CAPÍTULO III

COMIENZO DE LOS ACTOS DE LA ELECCIÓN

49. n Celebradas las exequias del difunto Pontífice, según los ritos prescritos, y preparado lo necesario para el desarrollo regular de la elección, el día establecido para el inicio del Cónclave, según lo previsto en el n. 37 de la presente Constitución, todos los Cardenales se reunirán en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, o donde la oportunidad y las necesidades de tiempo y de lugar aconsejen, para participar en una solemne celebración eucarística con la Misa votiva  Pro eligendo Papa [19]. Esto deberá realizarse a ser posible en una hora adecuada de la mañana, de modo que en la tarde pueda tener lugar lo prescrito en los números siguientes de la presente Constitución.

50.n Desde la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, donde se habrán reunido en una hora conveniente de la tarde, los Cardenales electores, en hábito coral, irán en solemne procesión, invocando con el canto del Veni Creator la asistencia del Espíritu Santo, a la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico, lugar y sede del desarrollo de la elección. Participan en la procesión el Vicecamarlengo, el Auditor General de la Cámara Apostólica y dos miembros de cada uno de los Colegios de Protonotarios Apostólicos de Número Participantes, de los Prelados Auditores de la Rota Romana y de los Prelados Clérigos de Cámara.

51.n Conservando los elementos esenciales del Cónclave, pero modificando algunas modalidades secundarias, que el cambio de las circunstancias ha hecho irrelevantes para el objeto que servían anteriormente, con la presente Constitución establezco y dispongo que todo el proceso de la elección del Sumo Pontífice, según lo prescrito en los números siguientes, se desarrolle exclusivamente en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico Vaticano, que sigue siendo lugar absolutamente reservado hasta el final de la elección, de tal modo que se asegure el total secreto de lo que allí se haga o diga de cualquier modo relativo, directa o indirectamente, a la elección del Sumo Pontífice.

Por tanto, el Colegio Cardenalicio, que actúa bajo la autoridad y la responsabilidad del Camarlengo ayudado por la Congregación particular de la que se habla en el n. 7 de la presente Constitución, cuidará de que, dentro de dicha Capilla y de los locales adyacentes, todo esté previamente dispuesto, incluso con la ayuda desde el exterior del Vicecamarlengo y del Sustituto de la Secretaría de Estado, de modo que se preserve la normal elección y el carácter reservado de la misma.

De modo especial se deben hacer precisos y severos controles, incluso con la ayuda de personas de plena confianza y probada capacidad técnica, para que en dichos locales no sean instalados dolosamente medios audiovisuales de grabación y transmisión al exterior.

52. Llegados los Cardenales electores a la Capilla Sixtina, según lo dispuesto en el n. 50, en presencia aún de quienes han participado en la solemne procesión, emitirán el juramento, pronunciando la fórmula indicada en el número siguiente.

El Cardenal Decano o el primer Cardenal por orden y antigüedad, según lo dispuesto en el n. 9 de la presente Constitución, leerá la fórmula en voz alta; al final cada uno de los Cardenales electores, tocando los Santos Evangelios leerá y pronunciará la fórmula en el modo indicado en el número siguiente.

Después que haya prestado juramento el último de los Cardenales electores, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias pronunciará el extra omnes y todos los ajenos al Cónclave deberán salir de la Capilla Sixtina.

En ella quedarán únicamente el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y el eclesiástico, ya designado para tener la segunda de las meditaciones a los Cardenales electores, a la que se refiere el n. 13/d, sobre el gravísimo deber que les incumbe y, por tanto, sobre la necesidad de proceder con recta intención por el bien de la Iglesia universal solum Deum prae oculis habentes.

53. Según lo dispuesto en el número precedente, el Cardenal Decano, o el primer Cardenal por orden y antigüedad, pronunciará la siguiente fórmula de juramento:

Todos y cada uno de nosotros Cardenales electores presentes en esta elección del Sumo Pontífice prometemos, nos obligamos y juramos observar fiel y escrupulosamente todas las prescripciones contenidas en la Constitución Apostólica del Sumo Pontífice Juan Pablo II, Universi Dominici Gregis, emanada el 22 de febrero de 1996. Igualmente, prometemos, nos obligamos y juramos que quienquiera de nosotros que, por disposición divina, sea elegido Romano Pontífice, se comprometerá a desempeñar fielmente el « munus petrinum » de Pastor de la Iglesia universal y no dejará de afirmar y defender denodadamente los derechos espirituales y temporales, así como la libertad de la Santa Sede. Sobre todo, prometemos y juramos observar con la máxima fidelidad y con todos, tanto clérigos como laicos, el secreto sobre todo lo relacionado de algún modo con la elección del Romano Pontífice y sobre lo que ocurre en el lugar de la elección concerniente directa o indirectamente al escrutinio; no violar de ningún modo este secreto tanto durante como después de la elección del nuevo Pontífice, a menos que sea dada autorización explícita por el mismo Pontífice; no apoyar o favorecer ninguna interferencia, oposición o cualquier otra forma de intervención con la cual autoridades seculares de cualquier orden o grado, o cualquier grupo de personas o individuos quisieran inmiscuirse en la elección del Romano Pontífice.

A continuación, cada Cardenal elector, según el orden de precedencia, prestará juramento con la fórmula siguiente:

Y yo, N. Cardenal N. prometo, me obligo y juro, y poniendo la mano sobre los Evangelios, añadirá: Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano.

54. Después de predicada la meditación, el eclesiástico que la ha pronunciado sale de la Capilla Sixtina junto con el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. Los Cardenales electores, después de haber recitado las oraciones según el relativo Ordo, escuchan al Cardenal Decano (o a quien haga sus veces), el cual somete al Colegio de los electores ante todo la cuestión de si se puede ya proceder a iniciar el proceso de la elección, o si fuera preciso aún aclarar dudas sobre las normas y las modalidades establecidas en esta Constitución, pero sin que a nadie le esté permitido poder modificar o sustituir alguna de ellas, referente sustancialmente a los actos de la elección misma, aunque se diera la unanimidad de los electores, y esto bajo pena de nulidad de la misma deliberación.

Si además, según la mayoría de los electores, nada impide que se proceda a las operaciones de la elección, se pasará inmediatamente a ellas de acuerdo con las modalidades indicadas en esta misma Constitución.

 

CAPÍTULO IV

OBSERVANCIA DEL SECRETO
SOBRE TODO LO RELATIVO A LA ELECCIÓN

55. El Cardenal Camarlengo y los tres Cardenales Asistentes pro tempore están obligados a vigilar atentamente para que no se viole en modo alguno el carácter reservado de lo que sucede en la Capilla Sixtina, donde se desarrollan las operaciones de votación, y de los locales contiguos, tanto antes como durante y después de tales operaciones.

De modo particular, incluso recurriendo a la pericia de dos técnicos de confianza, procurarán tutelar este carácter reservado, asegurándose de que ningún medio de grabación o de transmisión audiovisual sea introducido por alguien en los locales indicados, especialmente en la citada Capilla donde se desarrollan los actos de la elección.

n Si se cometiese y descubriese una infracción a esta norma, sepan los autores que estarán sujetos a la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica.

56. En todo el tiempo que dure el proceso de la elección, los Cardenales electores están obligados a abstenerse de correspondencia epistolar y de conversaciones incluso telefónicas o por radio con personas no debidamente admitidas en los edificios reservados a ellos.

Únicamente razones gravísimas y urgentes, comprobadas por la Congregación particular de los Cardenales, de la que habla el n. 7, podrán consentir semejantes conversaciones.

Los Cardenales electores, antes de iniciar los actos de la elección, proveerán pues a que se disponga todo lo referente a las exigencias de su cargo o personales y no aplazables, de modo que no sea necesario recurrir a tales coloquios.

57. Los Cardenales electores deberán abstenerse igualmente de recibir o enviar cualquier tipo de mensajes fuera de la Ciudad del Vaticano, existiendo naturalmente la prohibición de que éstos se hagan por medio de alguna persona legítimamente admitida allí. De forma específica se prohíbe a los Cardenales electores, mientras dure el proceso de la elección, recibir prensa diaria y periódica de cualquier tipo, así como escuchar programas radiofónicos o ver transmisiones televisivas.

58. Quienes, de algún modo, según lo previsto en el n. 46 de la presente Constitución, prestan su servicio en lo referente a la elección, y que directa o indirectamente pudieran violar el secreto -ya se trate de palabras, escritos, señales, o cualquier otro medio- deben evitarlo absolutamente, porque de otro modo incurrirían en la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica.

59. En particular, está prohibido a los Cardenales electores revelar a cualquier otra persona noticias que, directa o indirectamente se refieran a las votaciones, como también lo que se ha tratado o decidido sobre la elección del Pontífice en las reuniones de los Cardenales, tanto antes como durante el tiempo de la elección. Tal obligación del secreto concierne también a los Cardenales no electores participantes en las Congregaciones generales según la norma del n. 7 de la presente Constitución.

60. Ordeno además a los Cardenales electores, graviter onerata ipsorum conscientia, que conserven el secreto sobre estas cosas incluso después de la elección del nuevo Pontífice, recordando que no es lícito violarlo de ningún modo, a no ser que el mismo Pontífice haya dado una especial y explícita facultad al respecto.

61. Finalmente, para que los Cardenales electores puedan salvaguardarse de la indiscreción ajena y de eventuales asechanzas que pudieran afectar a su independencia de juicio y a su libertad de decisión, prohíbo absolutamente que, bajo ningún pretexto, se introduzcan en los lugares donde se desarrollan las operaciones de la elección o, si ya los hubiera, que sean usados instrumentos técnicos de cualquier tipo que sirvan para grabar, reproducir o transmitir voces, imágenes o escritos.

 

CAPÍTULO V

DESARROLLO DE LA ELECCIÓN

62.n Abolidos los modos de elección llamados per acclamationem seu inspirationem y per compromissum, la forma de elección del Romano Pontífice será de ahora en adelante únicamente per scrutinium.

Establezco, por lo tanto, que para la elección válida del Romano Pontífice se requieren al menos los dos tercios de los votos, calculados sobre la totalidad de los electores presentes y votantes.

63. Se procederá a la elección inmediatamente después de que se hayan cumplido las formalidades contenidas en el n. 54 de la presente Constitución.

Si eso sucede ya en la tarde del primer día, se tendrá un solo escrutinio; en los días sucesivos si la elección no ha tenido lugar en el primer escrutinio, se deben realizar dos votaciones tanto en la mañana como en la tarde, comenzando siempre las operaciones de voto a la hora ya previamente establecida bien en las Congregaciones preparatorias, bien durante el periodo de la elección, según las modalidades establecidas en los números 64 y siguientes de la presente Constitución.

64.n El procedimiento del escrutinio se desarrolla en tres fases, la primera de las cuales, que se puede llamar pre-escrutinio, comprende: 1) la preparación y distribución de las papeletas por parte de los Ceremonieros —llamados al Aula junto con el Secretario del Colegio de los Cardenales y con el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias— quienes entregan por lo menos dos o tres a cada Cardenal elector; 2) la extracción por sorteo, entre todos los Cardenales electores, de tres Escrutadores, de tres encargados de recoger los votos de los enfermos, llamados por brevedad Infirmarii, y de tres Revisores; este sorteo es realizado públicamente por el último Cardenal Diácono, el cual extrae seguidamente los nueve nombres de quienes deberán desarrollar tales funciones; 3) si en la extracción de los Escrutadores, de los Infirmarii y de los Revisores, salieran los nombres de Cardenales electores que, por enfermedad u otro motivo, están impedidos de llevar a cabo estas funciones, en su lugar se extraerán los nombres de otros no impedidos. Los tres primeros extraídos actuarán de Escrutadores, los tres segundos de Infirmarii y los otros tres de Revisores.

65. En esta fase de escrutinio hay que tener en cuenta las siguientes disposiciones: 1) la papeleta ha de tener forma rectangular y llevar escritas en la mitad superior, a ser posible impresas, las palabras: Eligo in Summum Pontificem, mientras que en la mitad inferior debe dejarse espacio para escribir el nombre del elegido; por tanto, la papeleta está hecha de modo que pueda ser doblada por la mitad; 2) la compilación de las papeletas debe hacerse de modo secreto por cada Cardenal elector, el cual escribirá claramente, con caligrafía lo más irreconocible posible, el nombre del que elige, evitando escribir más nombres, ya que en ese caso el voto sería nulo, doblando dos veces la papeleta; 3) durante las votaciones, los Cardenales electores deben permanecer en la Capilla Sixtina solos y por eso, inmediatamente después de la distribución de las papeletas y antes de que los electores empiecen a escribir, el Secretario del Colegio de los Cardenales, el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y los Ceremonieros deben salir de allí; después de su salida, el último Cardenal Diácono cerrará la puerta, abriéndola y cerrándola todas las veces que sea necesario, como por ejemplo cuando los Infirmarii salgan para recoger los votos de los enfermos y vuelven a la Capilla.

66. La segunda fase, llamada escrutinio verdadero y propio, comprende: 1) la introducción de las papeletas en la urna apropiada; 2) la mezcla y el recuento de las mismas; 3) el escrutinio de los votos. Cada Cardenal elector, por orden de precedencia, después de haber escrito y doblado la papeleta, teniéndola levantada de modo que sea visible, la lleva al altar, delante del cual están los Escrutadores y sobre el cual está colocada una urna cubierta por un plato para recoger las papeletas. Llegado allí, el Cardenal elector pronuncia en voz alta la siguiente fórmula de juramento: Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido. A continuación deposita la papeleta en el plato y con éste la introduce en la urna. Hecho esto, se inclina ante el altar y vuelve a su sitio.

Si alguno de los Cardenales electores presentes en la Capilla no puede acercarse al altar por estar enfermo, el último de los Escrutadores se acerca a él, previo el mencionado juramento, entrega la papeleta doblada al mismo Escrutador, el cual la lleva de manera visible al altar y, sin pronunciar el juramento, la deposita en el plato y con éste la introduce en la urna.

67. Si hay Cardenales electores enfermos en sus habitaciones, a los cuales se refiere el n. 41 y siguientes de esta Constitución, los tres Infirmarii se dirigen a ellos con una caja, que tenga en la parte superior una abertura por donde pueda introducirse una papeleta doblada. Los Escrutadores, antes de entregar esta caja a los Infirmarii la abren públicamente, de modo que los otros electores puedan comprobar que está vacía, después la cierran y depositan la llave sobre el altar. Seguidamente los Infirmarii, con la caja cerrada y un conveniente número de papeletas sobre una bandeja, se dirigen, debidamente acompañados, a la Domus Sanctae Marthae, donde esté cada enfermo, el cual, tomando una papeleta, vota en secreto, la dobla y, previo el mencionado juramento, la introduce en la caja a través de la abertura. Si algún enfermo no está en condiciones de escribir, uno de los tres Infirmarii u otro Cardenal elector escogido por el enfermo, después de haber prestado juramento ante los mismos Infirmarii de mantener el secreto, lleva a cabo dichas operaciones. Después de esto, los Infirmarii devuelven a la Capilla la caja, que será abierta por los Escrutadores una vez que los Cardenales presentes hayan depositado su voto, contando las papeletas que contiene y comprobando que su número corresponde al de los enfermos, las ponen una a una en el plato y con éste las introducen todas juntas en la urna. Para no alargar demasiado las operaciones de voto, los Infirmarii pueden rellenar y depositar sus papeletas en la urna después del primero de los Cardenales, yendo después a recoger el voto de los enfermos del modo indicado más arriba mientras los otros electores depositan su papeleta.

68. Una vez que todos los Cardenales electores hayan introducido su papeleta en la urna, el primer Escrutador la mueve varias veces para mezclar las papeletas e, inmediatamente después, el último Escrutador procede a contarlas, extrayéndolas de manera visible una a una de la urna y colocándolas en otro recipiente vacío, ya preparado para ello. Si el número de las papeletas no corresponde al número de los electores, hay que quemarlas todas y proceder inmediatamente a una segunda votación; si, por el contrario, corresponde al número de electores, se continúa el recuento como se dice más abajo.

69. Los Escrutadores se sientan en una mesa colocada delante del altar; el primero de ellos toma una papeleta, la abre, observa el nombre del elegido y la pasa al segundo Escrutador quien, comprobado a su vez el nombre del elegido, la pasa al tercero, el cual la lee en voz alta e inteligible, de manera que todos los electores presentes puedan anotar el voto en una hoja. El mismo Escrutador anota el nombre leído en la papeleta. Si durante el recuento de los votos los Escrutadores encontrasen dos papeletas dobladas de modo que parezcan rellenadas por un solo elector, si éstas llevan el mismo nombre, se cuentan como un solo voto; si, por el contrario, llevan dos nombres diferentes, no será válido ninguno de los dos; sin embargo, la votación no será anulada en ninguno de los dos casos.

Concluido el escrutinio de las papeletas, los Escrutadores suman los votos obtenidos por los varios nombres y los anotan en una hoja aparte. El último de los Escrutadores, a medida que lee las papeletas, las perfora con una aguja en el punto en que se encuentra la palabra Eligo y las inserta en un hilo, para que puedan ser conservadas con más seguridad. Al terminar la lectura de los nombres, se atan los extremos del hilo con un nudo y las papeletas así unidas se ponen en un recipiente o al lado de la mesa.

70. Sigue después la tercera y última fase, llamada también post-escrutinio, que comprende: 1) el recuento de los votos; 2) su control; 3) la quema de las papeletas.

n Los Escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado al menos los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido al menos los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice.

En ambos casos, es decir, haya tenido lugar o no la elección, los Revisores deben proceder al control tanto de las papeletas como de las anotaciones hechas por los Escrutadores, para comprobar que éstos han realizado con exactitud y fidelidad su función.

Inmediatamente después de la revisión, antes de que los Cardenales electores abandonen la Capilla Sixtina, todas las papeletas son quemadas por los Escrutadores, ayudados por el Secretario del Colegio y los Ceremonieros, llamados entre tanto por el último Cardenal Diácono. En el caso de que se debiera proceder inmediatamente a una segunda votación, las papeletas de la primera votación se quemarán sólo al final, junto con las de la segunda votación.

71. Ordeno a todos y a cada uno de los Cardenales electores que, a fin de mantener con mayor seguridad el secreto, entreguen al Cardenal Camarlengo o a uno de los tres Cardenales Asistentes los escritos de cualquier clase que tengan consigo relativos al resultado de cada escrutinio, para que se quemen junto con las papeletas.

Establezco además que, al finalizar la elección, el Cardenal Camarlengo de la Santa Iglesia Romana redacte un escrito, que debe ser aprobado también por los tres Cardenales Asistentes, en el cual declare el resultado de las votaciones de cada sesión. Este escrito será entregado al Papa y después se conservará en el archivo correspondiente, cerrado en un sobre sellado, que no podrá ser abierto por nadie, a no ser que el Sumo Pontífice lo permitiera explícitamente.

72. Confirmando las disposiciones de mis Predecesores, san Pío X  [20], Pío XII  [21] y Pablo VI [22], ordeno que -exceptuada la tarde de la entrada en el Cónclave-, sea por la mañana como por la tarde, inmediatamente después de una votación en la cual no haya tenido lugar la elección, los Cardenales electores procedan inmediatamente a una segunda en la que darán de nuevo su voto. En este segundo escrutinio deben observarse todas las modalidades del primero, con la diferencia de que los electores no están obligados a hacer un nuevo juramento ni a elegir nuevos Escrutadores,  Infirmarii ni Revisores, siendo válido también para el segundo escrutinio lo que se ha hecho en el primero, sin repetir nada.

73. Todo cuanto se ha establecido más arriba acerca del desarrollo de las votaciones debe ser observado diligentemente por los Cardenales electores en todos los escrutinios, que se deben hacer cada día, en la mañana y en la tarde, después de las celebraciones sagradas u oraciones establecidas en el mencionado Ordo rituum Conclavis.

74. En el caso de que los Cardenales electores encontrasen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona a elegir, entonces, después de tres días de escrutinios sin resultado positivo, según la forma descrita en los números 62 y siguientes, éstos se suspenden al máximo por un día, para una pausa de oración, de libre coloquio entre los votantes y de una breve exhortación espiritual hecha por el primer Cardenal del Orden de los Diáconos. A continuación, se reanudan las votaciones según la misma forma y después de siete escrutinios, si no ha tenido lugar la elección, se hace otra pausa de oración, de coloquio y de exhortación, hecha por el primer Cardenal del Orden de los Presbíteros. Se procede luego a otra eventual serie de siete escrutinios, seguida, si todavía no se ha llegado a un resultado positivo, de una nueva pausa de oración, de coloquio y de exhortación, hecha por el primer Cardenal del Orden de los Obispos. Después, según la misma forma, siguen las votaciones, las cuales, si no tiene lugar la elección, serán siete.

75.n Si las votaciones a las que se refieren los números 72, 73 y 74 de la mencionada Constitución no tuvieran resultado positivo, dedíquese un día a la oración, a la reflexión y al diálogo; en las sucesivas votaciones, observado el orden establecido en el número 74 de dicha Constitución, tendrán voz pasiva solamente los dos nombres que en el precedente escrutinio hayan obtenido el mayor número de votos, sin apartarse de la norma de que también en estas votaciones se requiere para la validez de la elección la mayoría cualificada de al menos dos tercios de los sufragios de los Cardenales presentes y votantes. En estas votaciones los dos nombres que tienen voz pasiva carecen de voz activa.

76. Si la elección se hubiera realizado de modo distinto a como ha sido prescrito en la presente Constitución o no se hubieran observado las condiciones establecidas en la misma, la elección es por eso mismo nula e inválida, sin que se requiera ninguna declaración al respecto y, por tanto, no da ningún derecho a la persona elegida.

77. Establezco que las disposiciones concernientes a todo lo que precede a la elección del Romano Pontífice y al desarrollo de la misma, deben ser observadas íntegramente aun cuando la vacante de la Sede Apostólica pudiera producirse por renuncia del Sumo Pontífice, según el can. 332 § 2 del Código de Derecho Canónico y del can. 44 § 2 del Código de los Cánones de las Iglesias Orientales.

 

CAPÍTULO VI

LO QUE SE DEBE OBSERVAR O EVITAR
EN LA ELECCIÓN DEL SUMO PONTÍFICE

78. Si en la elección del Romano Pontífice se perpetrase -Dios nos libre- el crimen de la simonía, determino y declaro que todos aquellos que fueran culpables incurrirán en la excomunión  latae sententiae, y que, sin embargo, sea quitada la nulidad o no validez de la provisión simoníaca, para que -como ya establecieron mis predecesores- no sea impugnada por este motivo la validez de la elección del Romano Pontífice [23].

79. Confirmando también las prescripciones de mis Predecesores, prohíbo a quien sea, aunque tenga la dignidad de Cardenal, mientras viva el Pontífice, y sin haberlo consultado, hacer pactos sobre la elección de su Sucesor, prometer votos o tomar decisiones a este respecto en reuniones privadas.

80. De la misma manera, quiero ratificar cuanto sancionaron mis Predecesores a fin de excluir toda intervención externa en la elección del Sumo Pontífice. Por eso nuevamente, en virtud de santa obediencia y bajo pena de excomunión latae sententiae, prohíbo a todos y cada uno de los Cardenales electores, presentes y futuros, así como también al Secretario del Colegio de los Cardenales y a todos los que toman parte en la preparación y realización de lo necesario para la elección, recibir, bajo ningún pretexto, de parte de cualquier autoridad civil, el encargo de proponer el veto o la llamada exclusiva, incluso bajo la forma de simple deseo, o bien de manifestarlo tanto a todo el Colegio de los electores reunido, como a cada uno de ellos, por escrito o de palabra, directa e inmediatamente o indirectamente o por medio de otros, tanto antes del comienzo de la elección como durante su desarrollo. Quiero que dicha prohibición se extienda a todas las posibles interferencias, oposiciones y deseos, con que autoridades seculares de cualquier nivel o grado, o cualquier grupo o personas aisladas, quisieran inmiscuirse en la elección del Pontífice.

81. Los Cardenales electores se abstendrán, además, de toda forma de pactos, acuerdos, promesas u otros compromisos de cualquier género, que los puedan obligar a dar o negar el voto a uno o a algunos. Si esto sucediera en realidad, incluso bajo juramento, decreto que tal compromiso sea nulo e inválido y que nadie esté obligado a observarlo; y desde ahora impongo la excomunión latae sententiae a los transgresores de esta prohibición. Sin embargo, no pretendo prohibir que durante la Sede vacante pueda haber intercambios de ideas sobre la elección.

82. Igualmente, prohíbo a los Cardenales hacer capitulaciones antes de la elección, o sea, tomar compromisos de común acuerdo, obligándose a llevarlos a cabo en el caso de que uno de ellos sea elevado al Pontificado. Estas promesas, aun cuando fueran hechas bajo juramento, las declaro también nulas e inválidas.

83. Con la misma insistencia de mis Predecesores, exhorto vivamente a los Cardenales electores, en la elección del Pontífice, a no dejarse llevar por simpatías o aversiones, ni influenciar por el favor o relaciones personales con alguien, ni moverse por la intervención de personas importantes o grupos de presión o por la instigación de los medios de comunicación social, la violencia, el temor o la búsqueda de popularidad. Antes bien, teniendo presente únicamente la gloria de Dios y el bien de la Iglesia, después de haber implorado el auxilio divino, den su voto a quien, incluso fuera del Colegio Cardenalicio, juzguen más idóneo para regir con fruto y beneficio a la Iglesia universal.

84. Durante la Sede vacante, y sobre todo mientras se desarrolla la elección del Sucesor de Pedro, la Iglesia está unida de modo particular con los Pastores y especialmente con los Cardenales electores del Sumo Pontífice y pide a Dios un nuevo Papa como don de su bondad y providencia. En efecto, a ejemplo de la primera comunidad cristiana, de la que se habla en los Hechos de los Apóstoles (cf. 1, 14), la Iglesia universal, unida espiritualmente a María, la Madre de Jesús, debe perseverar unánimemente en la oración; de esta manera, la elección del nuevo Pontífice no será un hecho aislado del Pueblo de Dios que atañe sólo al Colegio de los electores, sino que en cierto sentido, será una acción de toda la Iglesia. Por tanto, establezco que en todas las ciudades y en otras poblaciones, al menos las más importantes, conocida la noticia de la vacante de la Sede Apostólica, y de modo particular de la muerte del Pontífice, después de la celebración de solemnes exequias por él, se eleven humildes e insistentes oraciones al Señor (cf. Mt 21, 22; Mc 11, 24), para que ilumine a los electores y los haga tan concordes en su cometido que se alcance una pronta, unánime y fructuosa elección, como requiere la salvación de las almas y el bien de todo el Pueblo de Dios.

85. Recomiendo esto del modo más vivo y cordial a los venerables Padres Cardenales que, por su edad, no gozan ya del derecho de participar en la elección del Sumo Pontífice. En virtud del especialísimo vínculo que los cardenales tienen con la Sede Apostólica, pónganse al frente del Pueblo de Dios, congregado particularmente en las Basílicas Patriarcales de la ciudad de Roma y también en los lugares de culto de las otras Iglesias particulares, para que con la oración asidua e intensa, sobre todo mientras se desarrolla la elección, se alcance del Dios Omnipotente la asistencia y la luz del Espíritu Santo necesarias para los Hermanos electores, participando así eficaz y realmente en la ardua misión de proveer a la Iglesia universal de su Pastor.

86. Ruego, también, al que sea elegido que no renuncie al ministerio al que es llamado por temor a su carga, sino que se someta humildemente al designio de la voluntad divina. En efecto, Dios, al imponerle esta carga, lo sostendrá con su mano para que pueda llevarla; al conferirle un encargo tan gravoso, le dará también la ayuda para desempeñarlo y, al darle la dignidad, le concederá la fuerza para que no desfallezca bajo el peso del ministerio.

 

CAPÍTULO VII

ACEPTACIÓN, PROCLAMACIÓN E INICIO
DEL MINISTERIO DEL NUEVO PONTÍFICE

87.n Realizada la elección canónicamente, el último de los Cardenales Diáconos llama al aula de la elección al Secretario del Colegio de los Cardenales, al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y a dos Ceremonieros; después, el Cardenal Decano, o el primero de los Cardenales por orden y antigüedad, en nombre de todo el Colegio de los electores, pide el consentimiento del elegido con las siguientes palabras: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice? Y, una vez recibido el consentimiento, le pregunta: ¿Cómo quieres ser llamado? Entonces el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, actuando como notario y teniendo como testigos a dos Ceremonieros, levanta acta de la aceptación del nuevo Pontífice y del nombre que ha tomado.

88. Después de la aceptación, el elegido que ya haya recibido la ordenación episcopal, es inmediatamente Obispo de la Iglesia romana, verdadero Papa y Cabeza del Colegio Episcopal; el mismo adquiere de hecho la plena y suprema potestad sobre la Iglesia universal y puede ejercerla.

En cambio, si el elegido no tiene el carácter episcopal, será ordenado Obispo inmediatamente.

89. Entre tanto, cumplidas las otras formalidades previstas en el Ordo rituum Conclavis, los Cardenales electores, según las formas establecidas, se acercan para expresar un gesto de respeto y obediencia al neoelegido Sumo Pontífice. A continuación se dan gracias a Dios, y el primero de los Cardenales Diáconos anuncia al pueblo, que está esperando, la elección y el nombre del nuevo Pontífice, el cual inmediatamente después imparte la Bendición Apostólica Urbi et Orbi desde el balcón de la Basílica Vaticana.

Si el elegido no tiene el carácter episcopal, sólo después de que haya sido ordenado Obispo solemnemente se le rinde homenaje y se da el anuncio.

90. Si el elegido reside fuera de la Ciudad del Vaticano, deben observarse las normas del mencionado Ordo rituum Conclavis.

La ordenación episcopal del Sumo Pontífice elegido, si no es aún Obispo, a la cual se refieren los nn. 88 y 89 de la presente Constitución, debe hacerla, según la costumbre de la Iglesia, el Decano del Colegio de los Cardenales o, en su ausencia, el Vicedecano o, si éste está impedido, el más antiguo de los Cardenales Obispos.

91. El Cónclave se concluirá inmediatamente después de que el nuevo Sumo Pontífice elegido haya dado el consentimiento a su elección, salvo que él mismo disponga otra cosa. Desde ese momento podrán acercarse al nuevo Pontífice el Sustituto de la Secretaría de Estado, el Secretario para las Relaciones con los Estados, el Prefecto de la Casa Pontificia y cualquier otro que tenga que tratar con el Pontífice elegido cosas que sean necesarias en ese momento.

92. El Pontífice, después de la solemne ceremonia de inauguración del pontificado y dentro de un tiempo conveniente, tomará posesión de la Patriarcal Archibasílica Lateranense, según el rito establecido.


PROMULGACIÓN

Por tanto, después de madura reflexión y movido por el ejemplo de mis Predecesores, establezco y prescribo estas normas, determinando que nadie ose impugnar por cualquier causa la presente Constitución y lo que en ella está contenido. Esta debe ser inviolablemente observada por todos, no obstante cualquier disposición al contrario, incluso si es digna de especialísima mención. Que ésta surta y alcance sus plenos e íntegros efectos, y sea guía para todos aquellos a quienes se refiere.

Igualmente declaro derogadas, como ha sido establecido más arriba, todas las Constituciones y los Ordenamientos emanados a este respecto por los Romanos Pontífices, y al mismo tiempo declaro carente de todo valor cuanto se intentara hacer en sentido contrario a esta Constitución por cualquiera, con cualquier autoridad, consciente o inconscientemente.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el día 22 de febrero, fiesta de la Cátedra de San Pedro Apóstol del año 1996, decimoctavo de mi Pontificado.

 

JOANNES PAULUS PP. II

 

 


[1] S. Ireneo,  Adv. Haeres., III, 3, 2:  SCh 211, 33.

[2] Cf. Const. ap.  Vacante Sede Apostolica (25 diciembre 1904):  Pii X Pontificis Maximi Acta, III (1908), 239-288.

[3] Cf. Motu proprio  Cum Proxime (1 marzo 1922):  AAS 14 (1922), 145-146; Const. ap.  Quae divinitus (25 marzo 1935):  AAS 27 (1935), 97-113.

[4] Cf. Const. ap.  Vacantis Apostolicae Sedis (8 diciembre 1945):  AAS 38 (1946), 65-99.

[5] Cf. Motu proprio  Summi Pontificis electio (5 septiembre 1962):  AAS 54 (1962), 632-640.

[6] Cf. Const. ap.  Regimini Ecclesiae universae (15 agosto 1967):  AAS 59 (1967), 885-928; Motu proprio  Ingravescentem aetatem (21 noviembre 1970):  AAS 62 (1970), 810-813; Const. ap.  Romano Pontifici eligendo (1 octubre 1975):  AAS 67 (1975), 609-645.

[7] Cf.  AAS 80 (1988), 841-912.

[8] Cf. Conc. Ecum. Vat. I, Const. dogm.  Pastor aeternus, sobre la Iglesia de Cristo, III; Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm.  Lumen gentium, sobre la Iglesia, 18.

[9]  Código de Derecho Canónico, can. 332 §1; cf.  Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 44 § 1.

[10] Cf. Motu proprio  Ingravescentem aetatem (21 noviembre 1970), II, 2:  AAS 62 (1970), 811; Const. ap.  Romano Pontifici eligendo (1 octubre 1975), 33:  AAS 67 (1975), 622.

[11]  Código de Derecho Canónico, can. 1752.

[12] Cf.  Código de Derecho Canónico, can. 332 § 2;  Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 44 § 2.

[13] Cf.  AAS 80 (1988), 860.

[14] Cf.  AAS 69 (1977), 9-10.

[15] Cf. Const. ap.  Vicariae potestatis (6 enero 1977), 2 § 4:  AAS 69 (1977), 10.

[16] Cf. n. 12:  AAS 27 (1935), 112-113.

[17] Cf. art. 117:  AAS 80 (1988), 905.

[18] Cf.  AAS 80 (1988), 864.

[19]  Missale Romanum, n. 4, p. 795.

[20] Cf. Const. ap.  Vacante Sede Apostolica (25 diciembre 1904), 76:  Pii X Pontificis Maximi Acta, III, 1908, 280-281.

[21] Cf. Const. ap.  Vacantis Apostolicae Sedis (8 diciembre 1945), 88:  AAS 38 (1946), 93.

[22] Cf. Const. ap.  Romano Pontifici eligendo (1 octubre 1975), 74:  AAS 67 (1975), 639.

[23] Cf. S. Pío X, Const. ap.  Vacante Sede Apostolica (25 diciembre 1904), 79:  Pii X Pontificis Maximi Acta, III, 1908, 282; Pío XII, Const. ap.  Vacantis Apostolicae Sedis (8 diciembre 1945), 92:  AAS 38 (1946), 94; Pablo VI, Const. ap.  Romano Pontifici eligendo (1 octubre 1975), 79:  AAS 67 (1975), 641.



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CARTA APOSTÓLICA
EN FORMA DE MOTU PROPRIO

NORMAS NONNULLAS

DEL SUMO PONTÍFICE
BENEDICTO XVI

SOBRE ALGUNAS MODIFICACIONES DE LAS NORMAS RELATIVAS
A LA ELECCIÓN DEL ROMANO PONTÍFICE

 

Con la Carta apostólica De aliquibus mutationibus in normis de electione Romani Pontificis, publicada en Roma, en forma de Motu proprio, el 11 de junio de 2007, en el tercer año de mi pontificado, establecí algunas normas que, abrogando las prescritas en el número 75 de la Constitución apostólica Universi Dominici gregis promulgadas el 22 de febrero de 1996 por mi predecesor el beato Juan Pablo II, restablecieron la norma, sancionada por la tradición, según la cual para la elección válida del Romano Pontífice se requiere siempre la mayoría de dos tercios de los votos de los cardenales electores presentes.

Considerada la importancia de asegurar el mejor desarrollo de cuanto se refiere, si bien con diversa relevancia, a la elección del Romano Pontífice, y particularmente una interpretación y actuación más cierta de algunas disposiciones, establezco y prescribo que algunas normas de la Constitución apostólica Universi Dominici gregis así como lo que yo mismo dispuse en la Carta apostólica citada más arriba, se sustituyan con las normas siguientes:

n. 35. «Ningún Cardenal elector podrá ser excluido de la elección, activa o pasiva, por ningún motivo o pretexto, quedando en pie lo establecido en los números 40 y 75 de esta Constitución».

n. 37. «Establezco, además, que desde el momento en que la Sede Apostólica esté legítimamente vacante, se espere durante quince días completos a los ausentes antes de iniciar el Cónclave, aunque dejo al Colegio de los Cardenales la facultad de anticipar el comienzo del Cónclave si consta la presencia de todos los cardenales electores, así como la de retrasarlo algunos días si hubiera motivos graves. Pero pasados al máximo veinte días desde el inicio de la Sede vacante, todos los Cardenales electores presentes están obligados a proceder a la elección».

n. 43. «Desde el momento en que se ha dispuesto el comienzo del proceso de la elección hasta el anuncio público de que se ha realizado la elección del Sumo Pontífice o, de todos modos, hasta cuando así lo ordene el nuevo Pontífice, los locales de la Domus Sanctae Marthae, como también y de modo especial la Capilla Sixtina y las zonas destinadas a las celebraciones litúrgicas, deben estar cerrados a las personas no autorizadas, bajo la autoridad del Cardenal Camarlengo y con la colaboración externa del Vicecamarlengo y del Sustituto de la Secretaría de Estado, según lo establecido en los números siguientes.

Todo el territorio de la Ciudad del Vaticano y también la actividad ordinaria de las Oficinas que tienen su sede dentro de su ámbito deben regularse, en dicho período, de modo que se asegure la reserva y el libre desarrollo de todas las actividades en relación con la elección del Sumo Pontífice. De modo particular se deberá cuidar, también con la ayuda de los Prelados Clérigos de Cámara, que nadie se acerque a los Cardenales electores durante el traslado desde la Domus Sanctae Marthae al Palacio Apostólico Vaticano».

n. 46, párrafo 1. «Para satisfacer las necesidades personales y de oficio relacionadas con el desarrollo de la elección, deberán estar disponibles y, por tanto, alojados convenientemente dentro de los límites a los que se refiere el n. 43 de la presente Constitución, el Secretario del Colegio Cardenalicio, que actúa de Secretario de la asamblea electiva; el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias con ocho Ceremonieros y dos religiosos adscritos a la Sacristía Pontificia; un eclesiástico elegido por el Cardenal Decano, o por el Cardenal que haga sus veces, para que lo asista en su cargo».

n. 47. «Todas las personas señaladas en el n. 46 y en el n. 55, párrafo 2 de la presente Constitución apostólica, que por cualquier motivo o en cualquier momento fueran informadas por quien sea sobre algo directa o indirectamente relativo a los actos propios de la elección y, de modo particular, de lo referente a los escrutinios realizados en la elección misma, están obligadas a estricto secreto con cualquier persona ajena al Colegio de los Cardenales electores; por ello, antes del comienzo del proceso de la elección, deberán prestar juramento según las modalidades y la fórmula indicada en el número siguiente».

n. 48. «Las personas señaladas en el n. 46 y en el n. 55, párrafo 2 de la presente Constitución, debidamente advertidas sobre el significado y sobre el alcance del juramento que han de prestar antes del comienzo del proceso de la elección, deberán pronunciar y subscribir a su debido tiempo, ante el Cardenal Camarlengo u otro Cardenal delegado por éste, en presencia de dos Protonotarios apostólicos de Número Participantes, el juramento según la fórmula siguiente:

Yo N. N. prometo y juro observar el secreto absoluto con quien no forme parte del Colegio de los Cardenales electores, y esto perpetuamente, a menos que reciba especiales facultades dadas expresamente por el nuevo Pontífice elegido o por sus Sucesores, acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice.

Prometo igualmente y juro que me abstendré de hacer uso de cualquier instrumento de grabación, audición o visión de cuanto, durante el período de la elección, se desarrolla dentro del ámbito de la Ciudad del Vaticano, y particularmente de lo que directa o indirectamente de algún modo tiene que ver con las operaciones relacionadas con la elección misma.

Declaro emitir este juramento consciente de que una infracción del mismo comportaría para mí la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica.

Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano».

n. 49. «Celebradas las exequias del difunto Pontífice, según los ritos prescritos, y preparado lo necesario para el desarrollo regular de la elección, el día establecido para el inicio del Cónclave, según lo previsto en el n. 37 de la presente Constitución, todos los Cardenales se reunirán en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, o donde la oportunidad y las necesidades de tiempo y de lugar aconsejen, para participar en una solemne celebración eucarística con la Misa votiva Pro eligendo Papa. Esto deberá realizarse a ser posible en una hora adecuada de la mañana, de modo que en la tarde pueda tener lugar lo prescrito en los números siguientes de la presente Constitución».

n. 50. «Desde la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, donde se habrán reunido en una hora conveniente de la tarde, los Cardenales electores, en hábito coral, irán en solemne procesión, invocando con el canto del Veni Creator la asistencia del Espíritu Santo, a la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico, lugar y sede del desarrollo de la elección. Participan en la procesión el Vicecamarlengo, el Auditor General de la Cámara Apostólica y dos miembros de cada uno de los Colegios de Protonotarios Apostólicos de Número Participantes, de los Prelados Auditores de la Rota Romana y de los Prelados Clérigos de Cámara».

n. 51, párrafo 2. «Por tanto, el Colegio Cardenalicio, que actúa bajo la autoridad y la responsabilidad del Camarlengo ayudado por la Congregación particular de la que se habla en el n. 7 de la presente Constitución, cuidará de que, dentro de dicha Capilla y de los locales adyacentes, todo esté previamente dispuesto, incluso con la ayuda desde el exterior del Vicecamarlengo y del Sustituto de la Secretaría de Estado, de modo que se preserve la normal elección y el carácter reservado de la misma».

n. 55, párrafo 3. «Si se cometiese y descubriese una infracción a esta norma, sepan los autores que estarán sujetos a la pena de excomunión latae sententiae reservada a la Sede Apostólica».

n. 62. «Abolidos los modos de elección llamados per acclamationem seu inspirationem y per compromissum, la forma de elección del Romano Pontífice será de ahora en adelante únicamente per scrutinium.

Establezco, por lo tanto, que para la elección válida del Romano Pontífice se requieren al menos los dos tercios de los votos, calculados sobre la totalidad de los electores presentes y votantes».

n. 64. «El procedimiento del escrutinio se desarrolla en tres fases, la primera de las cuales, que se puede llamar pre-escrutinio, comprende: 1) la preparación y distribución de las papeletas por parte de los Ceremonieros —llamados al Aula junto con el Secretario del Colegio de los Cardenales y con el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias— quienes entregan por lo menos dos o tres a cada Cardenal elector; 2) la extracción por sorteo, entre todos los Cardenales electores, de tres Escrutadores, de tres encargados de recoger los votos de los enfermos, llamados por brevedad Infirmarii, y de tres Revisores; este sorteo es realizado públicamente por el último Cardenal Diácono, el cual extrae seguidamente los nueve nombres de quienes deberán desarrollar tales funciones; 3) si en la extracción de los Escrutadores, de los Infirmarii y de los Revisores, salieran los nombres de Cardenales electores que, por enfermedad u otro motivo, están impedidos de llevar a cabo estas funciones, en su lugar se extraerán los nombres de otros no impedidos. Los tres primeros extraídos actuarán de Escrutadores, los tres segundos de Infirmarii y los otros tres de Revisores».

n. 70, párrafo 2. «Los Escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado al menos los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido al menos los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice».

n. 75. «Si las votaciones a las que se refieren los números 72, 73 y 74 de la mencionada Constitución no tuvieran resultado positivo, dedíquese un día a la oración, a la reflexión y al diálogo; en las sucesivas votaciones, observado el orden establecido en el número 74 de dicha Constitución, tendrán voz pasiva solamente los dos nombres que en el precedente escrutinio hayan obtenido el mayor número de votos, sin apartarse de la norma de que también en estas votaciones se requiere para la validez de la elección la mayoría cualificada de al menos dos tercios de los sufragios de los Cardenales presentes y votantes. En estas votaciones los dos nombres que tienen voz pasiva carecen de voz activa».

n. 87. «Realizada la elección canónicamente, el último de los Cardenales Diáconos llama al aula de la elección al Secretario del Colegio de los Cardenales, al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias y a dos Ceremonieros; después, el Cardenal Decano, o el primero de los Cardenales por orden y antigüedad, en nombre de todo el Colegio de los electores, pide el consentimiento del elegido con las siguientes palabras: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice? Y, una vez recibido el consentimiento, le pregunta: ¿Cómo quieres ser llamado? Entonces el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, actuando como notario y teniendo como testigos a dos Ceremonieros, levanta acta de la aceptación del nuevo Pontífice y del nombre que ha tomado».

Esto decido y establezco, no obstante cualquier disposición contraria.

Este documento entrará en vigor inmediatamente después de su publicación en L'Osservatore Romano.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 22 de febrero del año 2013, octavo de mi pontificado.

BENEDICTUS PP. XVI



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IOANNES PAULUS EPISCOPUS
SERVUS SERVORUM DEI
AD PERPETUAM REI MEMORIAM

CONSTITUTIO APOSTOLICA

« UNIVERSI DOMINICI GREGIS »

DE SEDE APOSTOLICA VACANTE
DEQUE ROMANI PONTIFICIS ELECTIONE

 

ACCOMMODATA SECUNDUM IMMUTATIONES QUAS ATTULIT
SUMMUS PONTIFEX BENEDICTUS XVI
PER APOSTOLICAS LITTERAS
NORMAS NONNULLAS
MOTU PROPRIO DATAS
DIE XXII MENSIS FEBRUARII ANNO MMXIII

 

Ioannes Paulus PP. II - Constitutio Apostolica:

Benedictus PP. XVI - Litterae Apostolicae Motu Proprio datae:

 

NOTA. Per Litteras Apostolicas Normas nonnullas Motu Proprio datas die XXII mensis Februarii anno MMXIII sequentes numeri Constitutionis Apostolicae Universi Dominici gregis sunt mutati: 35; 37; 43; 46, § 1°; 47; 48; 49; 50; 51, § 2; 55, § 3; 62; 64; 70, § 2; 75; 87.

 

UNIVERSI DOMINICI GREGIS Pastor est Romanae Ecclesiae Episcopus, in qua Beatus Petrus Apostolus, divina disponente Providentia, Christo per martyrium extremum sanguinis testimonium reddidit. Plane igitur intellegitur legitimam apostolicam in hac Sede successionem, quacum « propter potentiorem principalitatem, necesse est omnem convenire Ecclesiam »,(1) usque peculiari diligentia esse observatam.

Hanc propter causam Summi Pontifices, saeculorum decursu, suum ipsorum esse officium aeque ac praecipuum ius existimaverunt opportunis normis Successoris electionem moderari. Sic, proximis superioribus temporibus, Decessores Nostri Sanctus Pius X (2), Pius XI (3), Pius XII (4), Ioannes XXIII (5) et novissime Paulus VI (6), pro peculiaribus temporum necessitatibus, providas congruentesque curaverunt regulas de hac quaestione ferendas, ut convenienter procederent apta praeparatio atque accurata evolutio consessus electorum cui, vacante Apostolica Sede, grave omninoque difficile demandatur officium Romani Pontificis eligendi.

Si quidem nunc et Ipsi hoc aggredimur negotium, id certe facimus haud parvi aestimantes normas illas quas e contrario penitus colimus quasque magna ex parte confirmandas censemus, saltem quod ad praecipua elementa et principia primaria attinet quae eas informarunt. Ad hoc suscipiendum movemur propterea quod Nobis sumus conscii mutatas esse condiciones in quibus hodie Ecclesia versatur, atque proinde esse necesse ut canonica lex, funditus retractata, prae oculis habeatur, quae feliciter, cunctis plaudentibus Episcopis, primum Codicis Iuris Canonici deinde Codicis Canonum Ecclesiarum Orientalium per editionem et promulgationem ad effectum est adducta. Huic retractationi, quam Concilium Vaticanum II suasit, Nobis deinceps fuit curae ut Romana Curia Constitutione Apostolica « Pastor Bonus »(7) accommodaretur. Ceterum id quod canon 335 Codicis Iuris Canonici statuit, quodque canon 47 Codicis Canonum Ecclesiarum Orientalium confirmat, officium innuit ferendi atque ad praesentia accommodandi peculiares leges quae canonicam Romanae Sedis provisionem, quavis ratione vacantis, moderentur.

In nova constituenda disciplina, quamquam nostrae aetatis postulata respeximus, ne in re a via declinaremus sapientis et venerandae traditionis usque adhuc servatae curavimus.

Sine controversia illud videtur principium cuius vi Romanorum Pontificum est proprium modum definiendi, congruentem cum temporum mutatione, secundum quem persona designanda est, quae in Romana Sede ad Petri successionem vocatur. Id ante omnia personarum coetum respicit, cui officium concreditur Romani Pontificis eligendi: secundum millenariam consuetudinem, quam definitae canonicae leges sanxerunt quae expressa vigentis Codicis Iuris Canonici norma quoque confirmantur(8), ipse e Cardinalium Sanctae Romanae Ecclesiae Collegio constat. Si quidem doctrina est fidei Summi Pontificis potestatem ab ipso Christo oriri, cuius ipse in terris est Vicarius(9), illud etiam pro certo est habendum talem supremam in Ecclesia potestatem eidem tribui legitima electione ab ipso acceptata una cum episcopali consecratione seu ordinatione(10). Gravissimum ideo est officium coetus huic electioni deputati. Quapropter admodum certae perspicuaeque esse debent normae quae processum temperant, ut electio ipsa quam dignissime explicetur et ea consentanea sit officio summae auctoritatis, quam electus per divinam immissionem suo assensu suscipere debet.

Confirmantes idcirco vigentem Codicis Iuris Canonici regulam(11), in qua plane apparet millenarius Ecclesiae agendi mos, denuo iteramu electorum Summi Pontificis Collegium solummodo constitui ex Patribus S.R.E. Cardinalibus. In iis, quodam quasi mirabili compendio, duae rationes habentur quae figuram officiumque Romani Pontificis designant: scilicet Romani, quia idem est ac Episcopus Ecclesiae quae est Romae, ideoque inter Ipsum et huius Urbis Clerum, cuius personam ferunt Cardinales titulorum presbyteralium et diaconalium Romae nec non Cardinales Episcopos Sedium suburbicariarum, arta intercedit necessitudo; Pontificis Ecclesiae universalis, quoniam visibiliter ad sustinendas partes vocatur invisibilis Pastoris, qui ad vitae aeternae pascua ducit integrum gregem. Ecclesiae porro universalitas ipsa Patrum Cardinalium Collegii compositione demonstratur, quod singularum continentium Purpuratos amplectitur.

In hodiernis historicis adiunctis facies universalis Ecclesiae a Collegio centum et viginti Cardinalium electorum satis iam significari videtur, quod constat ex Purpuratis undique terrarum oriundis diversissimisque culturis. Hunc igitur absolutum Cardinalium electorum numerum confirmamus, dum interea plane dicimus minoris aestimationis argumentum illud videri non debere, servatum scilicet praescriptum a Decessore Nostro Paulo VI statutum, cuius vi electioni non intersunt ii qui ipso die inceptae vacationis Sedis Apostolicae octoginta vitae annos iam expleverunt(12). Huius namque legis ratio in illa tantum voluntate exquirenda est ne venerandae aetatis ponderi aliud addatur onus, quod secum fert responsalitas eum eligendi qui Christi gregem convenienter secundum temporum necessitates regere debeat. Id tamen non obstat quin Patres Cardinales, qui octoginta annos excesserunt, congressionibus Conclave praeeuntibus intersint, prout infra disponitur. Ab iis proinde peculiariter requiritur ut, Sede vacante ac potissimum Summi Pontificis electione eveniente, quasi duces Dei Populi facti in Patriarchalibus Urbis Basilicis coadunati perinde ac aliis un dioecesium ecclesiis ubique terrarum dispersis, plurima prece et Divino Spiritui supplicationibus electorum opus iuvent, pro eis necessarium lumen deprecantes, ut suum eligendi officium obeant Deum tantum ob oculos habentes et solummodo spectantes ad « salutem animarum, quae in Ecclesia suprema semper lex esse debet »(13).

Peculiari modo ad Conclavis antiquissimum institutum cogitationem Nostram intendimus: leges latas pariter ac de hac re usus sanxerunt et definierunt sollemnia complurium Decessorum Nostrorum quoque praecepta. Diligens autem historica inquisitio non modo opportunitatem confirmat, quae hoc institutum respicit, propter adiuncta in quibus tempore progrediente ipsum ortum est atque lege definitum, verum etiam eius constantem utilitatem ad eandem electionem ordinate, sollicite et composite agendam, temporibus potissimum occurrentibus contentionis et perturbationis.

Hac prorsus de causa, quamvis conscii Nobis simus de theologorum et omnium aetatum canonistarum iudicio, qui communi sententia hoc institutum putant non necessarium suapte natura ad validam Romani Pontificis electionem, hac Constitutione iubemus eius essentialem structuram manere, quibusdam additis immutationibus, ut eius disciplina hodiernis postulatis accommodetur. Praecipue opportunum esse iudicavimus ut, toto electionis tempore, Cardinalium electorum domicilia et illorum qui ad opera praestanda vocantur quibus electio ordinate evolvatur, in convenientibus locis Civitatis Vaticanae collocentur. Quamvis parva, Civitas Vaticana par est, aptis adhibitis quae infra significabuntur rationibus, ad segregationem illam et ideo meditationem intra ipsius moenia conciliandas, quas actus tanti ponderis cuncta pro Ecclesia ab electoribus postulat.

Spectata simul sacra actus indole ideoque etiam necessitate ut idem expleatur convenienti in sede, in qua hinc liturgicae actiones scite cum iuridicialibus formulis coniungantur, atque illinc ut electoribus facilius animos disponendi ad interiores Spiritus Sancti motus suscipiendos potestas detur, decernimus ut electio in Sacello Sixtino futurum in tempus etiam explicetur, ubi omnia Dei praesentiae conscientiam alere iuvant, in cuius conspectu quisque, ut iudicetur, comparere debebit.

Apostolica Nostra auctoritate confirmamus praeterea strictissimi officium secreti servandi de his omnibus quae recte obliquove ad electionis actus attinent: hac de re tamen simpliciores reddere normas volumus, praecipua tenentes, ut haesitationes dubitationesque atque conscientiae forte angustiae vitentur illorum qui electioni intersunt.

Formam tandem ipsam electionis censuimus renovandam, hodierna postulata ecclesialia ac sana recentioris hominum culturae proposita ob oculos etiam habentes. Sic visum est electionem per conclamationem factam quasi ex inspiratione non relinqui, quia non idoneam iudicamus ad mentes significandas electivi collegii iam sic numero amplificati et ortu distincti. Necessarium pariter putamus electionem per compromissum aboleri non modo quia difficile agitur, quemadmodum normarum cumulus inextricabilis demonstrat quae praeteritis temporibus hac de re latae sunt, sed etiam quia talis est natura, ut quandam electorum officii conscientiam imminutam secum ferat, quippe qui, hoc si ita evenit, ad sua suffragia ferenda non ipsi vocentur.

Re igitur mature perpensa, decrevimus unam esse formam, per scrutinium scilicet secretum, in qua electores sua suffragia significare possunt ad Summum Pontificem eligendum, quod secundum normas infra descriptas explicatur. Modus namque hic quam optimas praebet perspicuitatem, rectitudinem, simplicitatem, perspicientiam atque praesertim certam et constructivam omnium singulorumque Patrum Cardinalium participationem, qui ad conventum electivum Petri Successoris vocantur.

His quidem permoti animi sensibus, hanc Constitutionem Apostolicam promulgamus, in qua normae continentur quibus, Sede Romana quavis ratione causave vacante, stricte est parendum a Cardinalibus qui ius tenent officiumque Petri Successoris eligendi, qui est universae Ecclesiae visibile Caput atque Servus servorum Dei.

 

PARS PRIMA

DE SEDE APOSTOLICA VACANTE

CAPUT I

DE POTESTATE CARDINALIUM COLLEGII SEDE APOSTOLICA VACANTE

1. Sede Apostolica vacante, Cardinalium Collegium nullam potestatem aut iurisdictionem habet in ea quae pertinebant ad Summum Pontificem dum vivebat vel muneribus officii sui fungebatur; ea omnia exclusive uni Pontifici futuro debent reservari. Quapropter invalidum et irritum esse decernimus quidquid potestatis aut iurisdictionis - ad Romanum Pontificem dum vivit pertinentes, vel ad perfunctionem officii ipsius - coetus ipse Cardinalium duxerit exercendum nisi quatenus in hac Nostra Constitutione expresse permittatur.

2. Apostolica Sedes dum vacat, regimen Ecclesiae concreditur Cardinalium Collegio dumtaxat circa negotia ordinaria et ea quae differri nequeunt (cfr. infra, n. 6), et circa praeparationem earum omnium rerum quae ad novi Pontificis electionem necessariae sunt, servatis modis et limitibus huius Constitutionis. Omnino excludantur ideo negotia quae - sive lege sive consuetudine - tantum ad Romani Pontificis potestatem pertinent vel normas respiciunt de novo Pontifice eligendo secundum huius Constitutionis praescriptiones.

3. Praeterea statuimus, ne Cardinalium Collegium de iuribus Sedis Apostolicae Romanaeque Ecclesiae ullo modo disponere valeat, nedum de iis sive directe sive indirecte quidquam detrahat, quamvis agatur de componendis discidiis aut de persequendis factis adversus eadem iura perpetratis, post Pontificis obitum vel validam renuntiationem.(14) Curae autem sit omnibus Cardinalibus haec iura tueri.

4. Sede Apostolica vacante, leges a Romanis Pontificibus latas non licet ullo modo corrigi vel immutari, neque quidquam detrahi iis sive addi vel dispensari circa partes earum, maxime eas, quae ad ordinandum negotium electionis Summi Pontificis pertinent. Si quid contra hoc praescriptum fieri vel attentari contigerit, id suprema Nostra auctoritate nullum et irritum declaramus.

5. Si quae autem dubia exoriantur de sensu praescriptionum, quae hac Nostra Constitutione continentur, aut circa rationem qua ad usum deduci eae debeant, edicimus ac decernimus penes Cardinalium Collegium esse potestatem de his ferendi sententiam; propterea, eidem Cardinalium Collegio facultatem tribuimus interpretandi locos dubios vel in controversiam vocatos, statuentes, ut, si de eiusmodi vel similibus quaestionibus deliberati oporteat, excepto ipso electionis actu, satis sit maiorem congregatorum Cardinalium partem in eandem sententiam convenire.

6. Pariter, cum negotium est expediendum quod ex voto maioris congregatorum Cardinalium partis in aliud tempus nequeat differri, Cardinalium Collegium secundum maioris partis sententiam agat.

 

CAPUT II

DE CARDINALIUM CONGREGATIONIBUS
AD SUMMI PONTIFICIS APPARANDAM ELECTIONEM

7. Tempore Sedis vacantis agentur Cardinalium Congregationes duplicis generis: altera generalis, seu totius Collegii usque ad ineundam electionem, altera particularis. Congregationibus generalibus omnes Cardinales legitime non impediti interesse debent, simul atque de vacatione Apostolicae Sedis certiores facti sunt. Cardinalibus qui secundum n. 33 huius Constitutionis eligendi Pontificem munere non fruuntur, facultas datur non participandi Congregationes generales.

Congregatio particulares constat Cardinale Sanctae Romanae Ecclesiae Camerario et tribus Cardinalium, uno ex quoque ordine, sorte ductis inter Cardinales electores qui Romae tunc adsunt. Horum trium Cardinalium, qui Assistentes appellantur, officium tertio iam die transacto omnino cessat, in eorumque locum, etiam sortitione, alii succedunt post initam quoque electionem, eodem temporis praestituto fine.

Tempore electionis res gravioris momenti, si casus fert, a conventu Cardinalium electorum decernuntur, negotia vero ordinaria a Congregatione particulari Cardinalium pergunt expediri. Cardinales in Congregationibus generalibus et particularibus, Sede vacante, suetam vestem talarem nigram cum torulo et zona rubri coloris deferant, addito galericulo, cruce pectorali atque anulo.

8. In Congregationibus particularibus levioris tantum momenti negotia, in dies seu passim occurrentia, tractentur. Si quid vero gravioris ponderis et altioris indaginis fuerit, id ad Congregationem generalem deferri debet. Praeterea, quae in una Congregatione particulari decreta, persoluta aut denegata fuerint, nequeunt in alia abrogari, mutari aut concedi; id faciendi ius est tantum penes Congregationem generalem, ac quidem per maiorem partem suffragiorum.

9. Cardinalium Congregationes generales in Aedibus Apostolicis Vaticanis habeantur aut, si rerum adiuncta id postulent, in alio opportuniore loco, iudicio ipsorum Cardinalium. His praeest Decanus Sacri Collegii aut, eo absente vel legitime impedito, Subdecanus. Quodsi alteruter vel uterque amplius non fruatur ad normam n. 33 huius Constitutionis iure eligendi Pontificem, Congregationibus Cardinalium electorum in Conclavi habendis praesidebit Cardinalis elector maximus natu secundum generalem ordinem praecedendi.

10. Suffragia in Cardinalium Congregationibus, cum de rebus maioris momenti agitur, non ore sed secreto ferantur.

11. Congregationes generales quae electionis initium praecedunt, ideoque « praeparatoriae » appellantur, cotidie celebrari debent, ac quidem a die quem Sanctae Romanae Ecclesiae Camerarius atque primus Cardinalis elector cuiusque ordinis statuerint, etiam diebus, quibus exsequiae Pontificis defuncti celebrantur. Quod eo consilio fit, ut Cardinalis Camerarius sententiam Sacri Collegii possit exquirere atque cum eo communicare illa quae necessaria vel opportuna iudicaverit, utque singulis Cardinalibus facultas praebeatur mentem suam circa negotia occurrentia aperiendi, de rebus dubiis explicationes petendi, resque proponendi.

12. Caveatur ut in primis Congregationibus generalibus huius Constitutionis exemplar quisque Cardinalis teneat, cuique pariter facultas praebeatur proponendi, si casus venerit, quaestiones de significatione deque exsecutione normarum, quae in ipsa continentur. Praeterea decet huius Constitutionis legatur pars quae ad Sedis Apostolicae vacationem pertinet. Interea omnes Cardinales, qui adsunt, ius iurandum dare debent de observandis praescriptionibus quae in illa continentur et de secreto servando. Hoc ius iurandum, quod praestandum est etiam a Cardinalibus qui, serius advenientes, eiusmodi Congregationibus postmodum intersunt, legatur ad hanc formulam a Cardinale Decano vel ab alio Collegii praeside, secundum normam statutam ad n. 9 huius Constitutionis, ceteris Cardinalibus astantibus:

Nos Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinales ordinis Episcoporum, Presbyterorum et Diaconorum, promittimus, vovemus et iuramus nos universos et singulos ad amussim fideliterque observaturos esse cuncta, quae in Constitutione Apostolica « Universi Dominici Gregis » Summi Pontificis Ioannis Pauli II continentur atque secreto contecturos esse religiose omnia quae ad electionem Romani Pontificis quomodolibet pertinent, vel ex eorum natura, Sede Apostolica vacante, idem secretum postulent.

Deinde singuli Cardinales dicent: Et ego N. Cardinalis N. spondeo, voveo ac iuro. Et imponentes manum super Evangelium adiungent: Sic me Deus adiuvet et haec Sancta Dei Evangelia, quae manu mea tango.

13. In una e proxime subsequentibus Congregationibus Cardinales, secundum ordinem rerum agendarum praestitutum, de iis decernere debent, quae ad Conclave inchoandum urgentiora sunt, id est:

a) constituant diem, horam et modum, quo corpus defuncti Pontificis in Basilicam Vaticanam feratur, ibi obsequio fidelium exponendum;

b) omnia paranda curent, quae necessaria sunt ad exsequias Pontificis defuncti, quae per novem dies continuos celebrentur; earumque initium praefiniant ita ut sepultura fiat, nisi ex peculiaribus rerum adiunctis aliter visum fuerit, inter quartum sextumque post mortem diem;

c) admoneant Commissionem quae constat ex Cardinale Camerario necnon iis Cardinalibus qui Officium Secretarii Status atque Praesidis Pontificiae Commissionis pro Statu Urbis Vaticanae explebant, ut tempestive tum loca disponant in aedibus Domus Sanctae Marthae quo convenienter Cardinales electores recipiantur tum etiam cubilia iis omnibus idonea qui huius Constitutionis n. 46 commemorantur, utque ea omnia simul parentur necessaria in Sacello Sixtino, unde singulae partes electionem attingentes expleri possint modo quidem facili, composito et maxima cum secreti custodia prout haec ipsa Constitutio decernit et edicit;

d) duobus solidae doctrinae, eximiae prudentiae moralisque auctoritatis ecclesiasticis viris munus concredant proferendi ante Cardinales ipsos perpensas meditationes duas de Ecclesiae ea ipsa aetate condicionibus deque novi Pontificis colluminata electione; caveant pariter - ratione habita de iis quae n. 52 huius Constitutionis disponuntur - ut dies et hora significentur qua prior meditatio tradatur;

e) comprobent - Sedis Apostolicae Administratione proponente vel, pro sua quidem dicione, Civitatis Vaticanae Praefectura - expensas incurrentes inde a Pontificis obitu ad successoris electionem;

f) perlegant, si quae sint, documenta a defuncto Pontifice Cardinalium Collegio relicta;

g) Anulum Piscatoris et Sigillum plumbeum, sub quibus Litterae Apostolicae expediuntur, curent delenda;

h) constituant ut datis sortibus cubicula electoribus Cardinalibus adsignentur;

i) constituant diem et horam cum incipient suffragii actus.

 

CAPUT III

DE NONNULLIS OFFICIIS, SEDE APOSTOLICA VACANTE

14. Ad mentem n. 6 Constitutionis Apostolicae cuius initium est « Pastor Bonus »(15), omnes Dicasteriis Romanae Curiae Praepositi, sive Cardinalis Secretarius Status sive Cardinales Praefecti sive Archiepiscopi Praesides sicut etiam eorundem Dicasteriorum Membra occurrente morte Pontificis, a munere suo cessant, exceptis Sanctae Romanae Ecclesiae Camerario et Paenitentiario Maiore, qui ordinaria negotia pergunt expedire, ea Cardinalium Collegio proponentes quae ad Summum Pontificem essent referenda.

Eodem modo, convenienter cum Constitutione Apostolica « Vicariae Potestatis »(16), Cardinalis Vicarius Generalis dioecesis Romanae a munere suo non cessat Sede Apostolica vacante pariterque pro sua quidem dicione non cessat Basilicae Vaticanae Cardinalis Archipresbyter atque Generalis Vicarius pro Civitate Vaticana.

15. Quodsi munus Sanctae Romanae Ecclesiae Camerarii vel Paenitentiarii Maioris, quo tempore Pontifex diem obiit supremum vel ante Successoris electionem, vacare contingat, Cardinalium Collegium quam primum eligere debet Cardinalem vel, si casus ferat, Cardinales, qui usque ad electionem novi Pontificis eiusmodi officia gerant. In singulis casibus memoratis, electio fit per secreta suffragia omnium Cardinalium electorum qui praesentes adsunt; suffragia feruntur ope schedularum, quas viri ecclesiastici a caeremoniis distribuant et colligant, nec non aperiant coram Sanctae Romanae Ecclesiae Camerario ac tribus Cardinalibus Assistentibus, si eligendus est Paenitentiarius Maior; vel coram praedictis tribus Cardinalibus ac Collegii Cardinalium Secretario, si eligendus est Camerarius. Is autem electus habendus est, et ipso facto omnibus facultatibus ad munus pertinentibus praeditus, in quem maior pars votorum seu suffragiorum convenerit. Quodsi forsitan suffragia paria fuerint, ille deputatus habeatur qui fuerit ordine prior, aut, si eiusdem ordinis, qui prius in Sacrum Collegium adlectus. Donec Camerarius eligatur, eius partes gerit Collegii Decanus vel, eo absente aut legitime impedito, Subdecanus vel Cardinalis senior secundum priorum partium usitatum ordinem congruenter cum n. 9 huius Constitutionis, qui sine mora decernere potest prout rerum adiuncta suadeant.

16. Quodsi Vicarium Generalem dioecesis Romanae, Sede vacante, e vivis decedere contigerit, Vices Gerens tunc hoc in officio constitutus, etiam munus Vicarii Generalis exercebit praeter ordinariam iurisdictionem vicariam quae ad eum pertinet(17). Si vero etiam Vices Gerens deest, Episcopus Auxiliaris electione primus eiusmodi officia exsequetur.

17. Ad Sanctae Romanae Ecclesiae Camerarium spectat, statim ac nuntium obitus Summi Pontificis acceperit, iure recognoscere Pontificis mortem, astantibus Magistro Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum, Praelatis Clericis, Secretario et Cancellario Camerae Apostolicae, qui authenticum mortis actum conficiat. Cardinalis Camerarii pariter erit privatis eiusdem Pontificis aedibus sigilla apponere atque statuere ut ministrantibus ex more commorantibusque in privata habitatione liceat permanere usque ad peractam Papae sepulturam, cum scilicet integrae pontificiae habitationi sigilla imponentur; ipsius obitum Cardinali in Urbe Vicario nuntiare, qui de re populum Romanum singulari edicto edocebit; pariter de eadem certiorem facere Cardinalem Basilicae Vaticanae Archipresbyterum; ad Apostolicum Palatium Vaticanum accedere ut huius possessionem capiat, nec non possessionem, sive per se sive per delegatum, utriusque Palatii ad Lateranum et ad Arcem Gandulfi, eorumque custodiam et regimen exercere; statuere, auditis Cardinalibus qui tribus ordinibus praesunt, ea omnia quae pertinent ad sepulturam Pontificis, nisi forte is, dum vivebat, suam hac de re voluntatem manifestavit; ea omnia, nomine et consensu Collegii, curare quae ad iura Apostolicae Sedis tuenda et ad huius administrationem recte gerendam rerum temporumque adiuncta suadebunt. Etenim Cardinali Sanctae Romanae Ecclesiae Camerario, Sede Apostolica vacante, contingit cura et administratio bonorum et iurium temporalium ipsius Sanctae Sedis, auxiliantibus tribus Cardinalibus qui Assistentes appellantur, praehabita, semel circa leviora ac singulis in casibus circa graviora negotia suffragatione Cardinalium Collegii.

18. Cardinalis Paenitentiarius Maior, eiusque officiales, Sede vacante, ea agere et expedire valent, quae a Pio XI Decessore Nostro definita sunt per Constitutionem Apostolicam « Quae Divinitus » die 25 mensis Martii anno 1935 editam(18), atque a Nobismet Ipsis per Constitutionem Apostolicam « Pastor Bonus »(19).

19. Decani autem Cardinalium Collegii erit, ubi primum a Cardinale Camerario vel a Praefecto Domus Pontificiae de Pontificis morte fuerit edoctus, omnibus Cardinalibus hanc nuntiare, eosque convocare ad Congregationes Collegii agendas. Item Pontificis mortem is significabit Nationum Legatis seu Oratoribus ad Apostolicam Sedem publice missis, et iis qui in iisdem Nationibus supremam obtinent auctoritatem.

20. Sede Apostolica vacante Substitutus Secretariae Status sicut et Secretarius de rationibus cum Civitatibus et Secretarii Dicasteriorum Romanae Curiae pergunt in moderando proprio cuiusque Officio, de quo Cardinalium Collegio respondent.

21. Item non cessant Pontificiorum Legatorum munus et potestas.

22. Eleemosynarius quoque Sanctitatis Suae opera caritatis exercere pergit, et quidem eadem ratione qua, vivente Pontifice, solebat; est autem Cardinalium Collegio subiectus usque ad novi Pontificis electionem.

23. Sede Apostolica vacante, universa civilis potestas Summi Pontificis circa regimen Civitatis Vaticanae ad Cardinalium Collegium spectat; quod tamen decreta ferre non poterit, nisi urgente necessitate et pro tempore tantum vacationis Sanctae Sedis, in posterum autem valitura solummodo, si a novo Pontifice erunt confirmata.

 

CAPUT IV

DE DICASTERIORUM CURIAE ROMANAE FACULTATIBUS
SEDE APOSTOLICA VACANTE

24. Curiae Romanae Dicasteria, praeter illa de quibus dicitur n. 26 huius Constitutionis, Sede Apostolica vacante nullam potestatem habent in iis, quae Sede plena facere et expedire non possunt, nisi facto verbo cum SS. mo vel ex Audientia SS.mi, vel vigore specialium et extraordinariarum facultatum, quae a Romano Pontifice eorundem Dicasteriorum Praefectis, Praesidibus vel Secretariis solent concedi.

25. Facultates vero propriae cuiusque Dicasterii, occurrente morte Pontificis, non cessant; verumtamen statuimus, ut Dicasteria iis facultatibus solum ad gratias concedendas, quae minoris momenti sunt, utantur, negotia vero graviora vel in controversiam vocata, quae in aliud tempus possint differri, futuro Pontifici omnino reserventur; quae si nullam moram admittant (sicut ceterum, cum agitur de dispensationibus in articulo mortis, quas Summus Pontifex concedere solet), a Cardinalium Collegio committi poterunt Cardinali qui usque ad obitum Pontificis fuit Praefectus, vel Archiepiscopo ad id temporis Praesidi ceterisque Cardinalibus eiusdem Dicasterii, cui ea Summus Pontifex defunctus probabiliter examinanda mandavisset. Poterunt illi per modum provisionis, in eiusmodi rerum adiunctis, donec Pontifex eligatur, decernere ea, quae iuribus et traditionibus ecclesiasticis custodiendis ac tuendis aptiora magisque consentanea censuerint.

26. Supremum Tribunal Signaturae Apostolicae et Tribunal Rotae Romanae, Sancta Sede vacante, negotia sua exsequi pergunt secundum leges sibi proprias, servatis tamen iis, quae art. 18, comm. 1 et 3 Constitutionis Apostolicae « Pastor Bonus » praescribuntur(20). 

 

CAPUT V

DE EXSEQUIIS ROMANI PONTIFICIS

27. Romano Pontifice demortuo, Cardinales exsequias pro eius anima per novem dies continuos celebrabunt, secundum Ordinem exsequiarum Romani Pontificis, cuius regulis prout etiam normis Ordinis rituum Conclavis, fideliter obsequentur.

28. Si tumulationem in Basilica Vaticana fieri contingit, authenticum eius instrumentum a Notario Capituli eiusdem Basilicae vel a Canonico tabularii praefecto conficitur. Postea vero delegatus a Cardinale Camerario atque delegatus a Praefecto Domus Pontificiae separatim documenta perscribant, quae peractae tumulationis fidem faciant; prior coram Camerae Apostolicae membris, alter coram Domus Pontificiae Praefecto.

29. Si Romanus Pontifex extra Urbem supremum obiit diem, Cardinalium Collegii est omnia disponere, quae necessaria sunt ad dignam ac decoram translationem exanimi corporis ad Vaticanam Basilicam Sancti Petri.

30. Non cuiquam capere ullo instrumento licet Summi Pontificis imaginem sive lecto decumbentis sive iam mortui, neque eius voces quovis apparatu percipere unde postea repetantur. Si quis, Pontifice defuncto, eiusmodi imagines probationis vel testimonii causa, photographice efficere cupit, id a Cardinale Sanctae Romanae Ecclesiae Camerario petere debet, qui tamen Summi Pontificis imaginem luce exprimi non sinet, nisi pontificiis vestibus induti.

31. Post Summi Pontificis sepulturam atque dum novi Pontificis electio habeatur, diaetae privatae Summi Pontificis nulla pars habitetur.

32. Si defunctus Summus Pontifex de rebus suis testamentum fecit litterasque ac tabulas privatas reliquit, atque sui testamenti curatorem designavit, huius est, pro potestate sibi a testatore facta, ea statuere et exsequi quae ad privata defuncti Pontificis bona et scripta pertinent. Qui curator de munere a se gesto uni novo Summo Pontifici rationem reddet.

 

PARS ALTERA

DE ELECTIONE ROMANI PONTIFICIS

CAPUT I
DE ELECTORIBUS ROMANI PONTIFICIS

33. Ius eligendi Romanum Pontificem ad Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinales exclusive pertinet, iis exceptis qui ante diem mortis Summi Pontificis vel ante diem quo Sedes Apostolica vacavit octogesimum aetatis annum iam confecerunt. Maximus autem Cardinalium electorum numerus centum viginti ne excedat. Prorsus ergo excluditur quodlibet electionis activae ius cuiuspiam alterius ecclesiasticae dignitatis aut laicae potestatis cuiusvis gradus et ordinis interventus.

34. Si quando contingit ut Sedes Apostolica vacet dum aliquod Concilium Oecumenicum aut Episcoporum Synodus sive Romae sive in alio quovis orbis terrarum loco celebrantur, electio novi Pontificis a Cardinalibus electoribus, qui supra sunt dicti, solum et exclusive fieri debet, minime vero ab ipsis Concilio aut Synodo Episcoporum. Quapropter acta, quae quomodocumque rationem electionis faciendae vel collegium electorum temerario consilio immutare audeant, invalida et irrita declaramus. Quin immo perstantibus confirmatis hac in re cann. 340 et 347 § 2 Codicis Iuris Canonici atque can. 53 Codicis Canonum Ecclesiarum Orientalium, ipsum Concilium aut Synodus Episcoporum, in quovis statu exsistunt, statim ipso iure suspensa ab accepto certo nuntio Sanctae Sedis vacantis intellegi debent. Itaque, nulla prorsus interiecta mora, cessare statim debent a quibuslibet conventibus, congregationibus, sessionibus et a quibusvis decretis seu canonibus vel conficiendis vel apparandis vel etiam promulgandis etsi confirmatis, sub poena nullitatis eorum; neque ulterius Concilio vel Synodo progredi licet quamlibet ob causam, etsi gravissimam et speciali mentione dignam, donec novus Pontifex canonice electus illa iterum assumi et continuari iusserit.

35.n Cardinalis elector nulla ratione vel causa a Summi Pontificis electione activa et passiva excludi potest, vigentibus tamen iis omnibus quae sub n. 40 et 75 huius Constitutionis statuuntur.

36. Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalis, dummodo creatus renuntiatusque in Consistorio sit, hac ipsa de causa ius eligendi Pontificis possidet secundum huius Constitutionis praescriptum in n. 33, etiamsi nondum ipsi pileus est impositus neque anulus creditus neque ius iurandum is pronuntiavit. Non tamen hoc iure fruuntur Cardinales canonice depositi aut qui, consentiente Romano Pontifice, dignitati cardinalitiae renuntiaverunt. Praeterea non licet Cardinalium Collegio, Sede vacante, eos restituere.

37.n Praecipimus praeterea ut, ex quo Apostolica Sedes legitime vacat, antequam Conclave incohetur, mora sit interponenda quindecim solidorum dierum, facta tamen Cardinalium Collegio potestate Conclavis initium anticipandi, si constat omnes Cardinales electores adesse, vel etiam proferendi per aliquot dies, si graves obstant causae; tamen viginti diebus ad summum elapsis ab initio Sedis vacantis, cuncti Cardinales electores praesentes ad electionis negotium procedant.

38. Omnes Cardinales electores, a Decano aut ab alio Cardinale illius nomine agente, ad novi Pontificis electionem advocati, obligatione tenentur, ex virtute sanctae oboedientiae, convocationis nuntio obtemperandi et ad locum sibi designatum pro electione se conferendi, nisi infirmitate vel alio gravi impedimento, a Cardinalium Collegio agnoscendo, detinentur.

39. Attamen Cardinales electores, si re integra supervenerint, id est antequam de Ecclesiae Pastore eligendo sit provisum, in electionis negotium eodem statu, quo ipsum invenerint, admittantur.

40. Si quis vero Cardinalis, ius suffragii habens, in Civitatem Vaticanam ingredi noluerit ut electionis negotia participet aut deinde postquam ea initium habuerunt, recusaverit permanere ut munere suo fungatur sine manifesta infirmitatis causa, iure iurando medicorum necnon a maiore parte electorum approbata, ipso minime exspectato neque in eiusdem electionis negotium iterum admisso, per ceteros ad eligendum Summum Pontificem libere procedatur. Quodsi, infirmitate superveniente, aliquis Cardinalis elector e Conclavi exire cogetur, poterit, eius suffragio non requisito, ad electionem procedi; sed si is ad Conclave, post sanitatem sibi restitutam aut etiam ante, redire voluerit, rursus admittatur.

Praeterea si quis Cardinalis quamlibet aliam ob gravem causam, a maiore parte electorum comprobatam, e Civitate Vaticana egressus fuerit, poterit reverti, ut electionem participet.

 

CAPUT II

DE ELECTIONIS SEDE, OFFICIALIBUS ATQUE MINISTRIS
ADMISSIS RATIONE HABITA EORUM MUNERIS

41. Conclave ad Summum Pontificem eligendum fiet in Civitate Vaticana, in partibus et aedibus descriptis, extraneis interdictis, ita ut accommodata collocatio atque permansio praebeantur Cardinalibus electoribus iisque quotquot legitimo iure advocantur ut operam dent ipsi electioni recte atque ordine explicandae.

42. Tempore ineundis negotiis electionis Summi Pontificis statuto oportet acceperint et adiverint omnes Cardinales electores opportunam collocationem in vulgo dictis aedibus Domus Sanctae Marthae recens exstructis in Civitate Vaticana.

Si infirmae valetudinis rationes, ante a statuta Cardinalium Congregatione comprobatae, suadeant ut aliquis Cardinalis elector adducat etiam electionis tempore aegrorum ministrum, caveatur ut ipsi quoque apta detur habitatio.

43.n Ex quo initium negotiorum electionis statutum est ad peractae usque Summi Pontificis electionis publicum nuntium vel, utcumque, hoc iusserit novus Pontifex, aedes Domus Sanctae Marthae, pariterque Sacellum Sixtinum atque loci designati liturgicis celebrationibus obserari debebunt, sub auctoritate Cardinalis Camerarii externaque cooperatione Vicecamerarii et Substituti Secretariae Status, omnibus licentia carentibus, prout statuitur in sequentibus numeris.

Integra regio Civitatis Vaticanae, atque etiam ordinaria industria Ministeriorum quorum sedes stat intra eius fines, ita moderandae erunt, hoc tempore, ut circumspectio in tuto collocetur nec non expedita explicatio actionum ad Summi Pontificis electionem pertinentium. Provideatur peculiariter, Praelatis Clericis de Camera etiam opem ferentibus, ut Cardinales electores a nullo conveniantur iter facientes ab aedibus Domus Sanctae Marthae ad Palatium Apostolicum Vaticanum.

44. Cardinales electores, ab initis electionis negotiis ad peractam publiceque nuntiatam electionem, se abstineant ab epistularum commercio, telephonii usu vel ab aliis instrumentis communicationis, cum iis qui extranei sunt explicationi eiusdem electionis, nisi hoc requirit confirmata atque urgens necessitas quam Coetus particularis, de quo diximus n. 7, rite agnoverit. Eidem Coetui tribuitur potestas probandi necessitatem et properantiam quas habent communicandi cum suo officio Cardinalis Paenitentiarius Maior, Cardinalis Vicarius pro dioecesi Romana, vel Cardinalis Archipresbyter Basilicae Vaticanae.

45. Ii omnes, qui subsequenti numero indicantur quique, quamvis in Civitate Vaticana iure sint, quemadmodum huius Constitutionis n. 43 sancit, forte electorem quempiam Cardinalem electionis tempore offenderint, qualibet forma, quovis instrumento atque quovis ratione, cum iisdem Cardinalibus sermocinari vetantur.

46.n Ut personarum necessitatibus et officii, quae cum electionis cursu nectuntur, occurratur, praesto esse debent ideoque convenientibus locis recepti intra fines quorum in huius Constitutionis n. 43 fit mentio, Secretarius Cardinalium Collegii, qui conventus electivi Secretarii fungitur munere, Magister Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum cum octo Caeremoniariis et duobus Religiosis qui Sacrarium Pontificium curant; atque ecclesiasticus vir a Cardinale Decano electus vel a Cardinale vicem gerente, ut in munere explendo eum iuvet.

Nonnulli deinceps Religiosi in promptu sint variarum linguarum ad confessiones excipiendas necnon duo medici ad res inopinatas expediendas.

Tempestive caveatur ut personarum paratarum congruus numerus adsit ad mensas instruendas et munditias faciendas.

Omnes personae, quae hic recensentur, a Cardinale Camerario tribusque Assistentibus in antecessu comprobentur oportet.

47.n Omnes personae quae n. 46 et n. 55, § 2° significantur huius Constitutionis Apostolicae, quae quavis ratione ac quovis tempore a quocumque resciscunt ea quae ad recte obliquove proprios electionis actus attinent, potissimum quae peracta ipsius electionis scrutinia contingunt, arto secreto tenentur cum qualibet persona ad Collegium Cardinalium electorum non pertinente; hac de causa, antequam incipiat electio, ius iurandum nuncupare debent, secundum modum et formulam, ut subsequens numerus indicabit.

48.n Illi omnes, de quibus dicitur n. 46 et n. 55, § 2° huius Constitutionis, rite certiores facti circa significationem amplitudinemque iuris iurandi faciendi ante negotiorum electionis initium coram Cardinale Camerario vel alio Cardinale ab eo delegato et coram duobus Protonotariis Apostolicis de Numero Participantium, tempore opportuno pronuntiabunt et subscribent ius iurandum secundum hanc formulam:

Ego N. N. promitto et iuro me inviolate servaturum esse secretum absolutum cum omnibus quotquot participes non sunt Collegii Cardinalium electorum, hoc quidem in perpetuum, nisi mihi datur expresse peculiaris facultas a novo Pontifice electo eiusve Successoribus, in omnibus quae directe vel indirecte respiciunt suffragia et scrutinia ad novum Pontificem eligendum.

Itemque promitto et iuro me nullo modo in Conclavi usurum esse instrumentis quibuslibet ad vocem transmittendam vel recipiendam aut ad imagines exprimendas quovis modo aptis de iis quae tempore electionis fiunt intra fines Civitatis Vaticanae, atque praecipue de iis quae quolibet modo directe vel indirecte attinent ad negotia coniuncta cum ipsa electione. Declaro me editurum esse ius iurandum utpote qui plane noverim quamlibet eius violationem adducturam esse excommunicationis mihi poenam latae sententiae Sedi Apostolicae reservatae.

Sic me Deus adiuvet et haec sancta Dei Evangelia, quae manu mea tango.

 

CAPUT III

DE ELECTIONIS INAUGURANDAE ACTIBUS

49.n Exsequiis defuncti Pontificis rite persolutis et apparatis iis quae requiruntur ad legitimam electionem exsequendam, die constituto prout n. 37 huius Constitutionis decernitur, pro Conclavis initio Cardinales omnes convenient in Basilicam Vaticanam Sancti Petri, vel alium in locum pro temporis et loci opportunitate, ad participandam sollemnem Eucharisticam celebrationem cum Missa votiva pro eligendo Papa. Hoc congruenti tempore matutino persolvendum est, ita ut horis postmeridianis impleri possit quod praescribitur sequentibus numeris huius Constitutionis.

50.n A Sacello Paulino Palatii Apostolici, ubi congruo pomeridiano tempore Cardinales electores adstiterint, chorali vestimento induti sollemni processione, cantu invocantes Veni, creator Spiritus Sancti assistentiam, se conferent in Cappellam Sixtinam Palatii Apostolici, locum et sedem electionis peragendae. Processionem participabunt Vicecamerarius, Auditor Generalis Camerae Apostolicae et duo membra cuiusque Collegii Protonotariorum Apostolicorum de Numero Participantium, Praelatorum Auditorum Rotae Romanae et Praelatorum Clericorum de Camera.

51. Elementa essentialia Conclavis servantes, mutantes tamen quasdam minoris momenti rationes, quae rerum mutatione nullius ponderis sunt ad illam rem cui antea proderant, per hanc Constitutionem statuimus et iubemus ut omnes electionis Summi Pontificis actus, secundum praescripta sequentium numerorum, persolvantur tantummodo in Palatii Apostolici Vaticani Cappella Sixtina, quae ideo locus manet omnino reservatus usque ad expletam electionem, ut absolutum servetur secretum de omnibus quae ibi explebuntur aut dicentur quacumque sub ratione directe aut indirecte circa electionem Summi Pontificis.

n Quapropter Collegium Cardinalium, agens de auctoritate et officio Camerarii, quem adiuvabit Congregatio particularis de qua in numero 7 huius Constitutionis, curabit ut, intra praefatum Sacellum et in locis contiguis, omnia prius disponantur adiuvantibus quoque foris Vicecamerario et Substituto Secretariae Status, ita ut regularis electio eiusdemque secreta indoles in tuto ponantur.

Peculiarem in modum accuratae et rigidae recognitiones peragantur, opem quoque adhibentibus personis rectae fidei et probatae peritiae technicae, ne in praedictis locis subdole instrumenta audiovisifica collocentur ad negotia exscribenda et foras transmittenda.

52. Cum Cardinales electores ad Sacellum Sixtinum advenerint, secundum praescriptum n. 50, adhuc coram omnibus qui partes habuerunt sollemnis processionis, ius iurandum dabunt secundum formulam quae sequenti numero describitur.

Cardinalis Decanus aut Cardinalis primus ordine et aetate, servato quidem praescripto n. 9 huius Constitutionis statuto, elata voce formulam leget; post conclusionem vero quisque Cardinalium electorum, Sanctum Evangelium tangendo, leget et enuntiabit formulam, prout in sequenti numero praescribitur.

Iure iurando dato ab ultimo Cardinale electore, Magister Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum nuntiabit illud extra omnes atque ad Conclave non pertinentes Sacellum Sixtinum relinquere debebunt.

In ea manebunt tantum idem Magister Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum et ecclesiasticus vir, antea electus ad secundam meditationem habendam coram Cardinalium electoribus, de qua in numero 13/d, circa gravissimum onus illis impendens et ideo circa necessitatem ut recta intentione procedatur ad bonum Ecclesiae universae solum Deum prae oculis habendo.

53. Ratione habita eorum quae praescribuntur in superiore numero, Cardinalis Decanus aut Cardinalis ordine et aetate primus, sequentem iuris iurandi formulam recitabit:

Nos omnes et singuli in hac electione Summi Pontificis versantes Cardinales electores promittimus, vovemus et iuramus inviolate et ad unguem Nos esse fideliter et diligenter observaturos omnia quae continentur in Constitutione Apostolica Summi Pontificis Ioannis Pauli II, quae a verbis « Universi Dominici Gregis » incipit, data die xxii mensis Februarii anno MCMXCVI. Item promittimus, vovemus et iuramus, quicumque nostrum, Deo sic disponente, Romanus Pontifex erit electus, eum munus Petrinum Pastoris Ecclesiae universae fideliter exsecuturum esse atque spiritualia et temporalia iura libertatemque Sanctae Sedis integre ac strenue asserere atque tueri numquam esse destiturum. Praecipue autem promittimus et iuramus Nos religiosissime et quoad cunctos, sive clericos sive laicos, secretum esse servaturos de iis omnibus, quae ad electionem Romani Pontificis quomodolibet pertinent, et de iis, quae in loco electionis aguntur, scrutinium directe vel indirecte respicientibus; neque idem secretum quoquo modo violaturos sive perdurante novi Pontificis electione, sive etiam post, nisi expressa facultas ab eodem Pontifice tributa sit, itemque nulli consensioni, dissensioni, aliique cuilibet intercessioni, quibus auctoritates saeculares cuiuslibet ordinis et gradus, vel quivis hominum coetus vel personae singulae voluerint sese Pontificis electioni immiscere, auxilium vel favorem praestaturos.

Deinde singuli Cardinales electores, praecedentiae ordine servato, ius iurandum interponent sequenti formula:

Et ego N. Cardinalis N. spondeo, voveo ac iuro, et imponendo manum super Evangelium, adiungant: Sic me Deus adiuvet et haec Sancta Dei Evangelia, quae manu mea tango.

54. Peracta autem meditatione, qui eam protulit de Sacello Sixtino cum Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum Magistro egreditur. Cardinales autem electores, recitatis precibus secundum Ordinem peculiarem, Cardinalem Decanum audiant (aut illum qui eius vice fungitur) qui Collegio electorum subiciet in primis quaestionem utrum iam nunc procedere liceat ad incohandos actus electionis an adhuc necesse sit dubitationes dissolvere de normis et rationibus in hac Constitutione statutis, quin tamen liceat, non obstante electorum unanimitate, et hoc quidem sub poena nullitatis ipsius deliberationis, ut quaedam ex iis, quae respiciunt naturam actus ipsius electionis, mutari aut substitui possint.

Quodsi, de sententia maioris partis electorum, nihil obstat quominus incohentur actus electionis, statim ad ipsos procedendum est, servatis tamen normis in hac eadem Constitutione prolatis.

 

CAPUT IV

DE SECRETO SERVANDO IN OMNIBUS AD ELECTIONEM PERTINENTIBUS

55. Cardinalis Camerarius atque tres Cardinales pro tempore Assistentes obligatione tenentur ut vigilent diligenter, ne de omnibus in Sacello Sixtino peractis silentium ullo pacto violetur, ubi suffragia feruntur, nec non proximorum locorum, ante, inter et post electionis actus.

Peculiariter duorum technicorum fidei dignorum auxilio tale secretum tuebuntur, dum cavebunt ne ullum instrumentum exceptorium vel emissionis televisificae a quolibet in ante dicta loca, potissimum in Sacellum Sixtinum ubi electionis actus explicantur, inferatur.

n Si quid tale contra hanc normam admissum fuerit, sciant auctores se innodari excommunicationis poena latae sententiae Sedi Apostolicae reservatae.

56. Cum electionis actus peraguntur, Cardinales electores ab epistolarum commercio atque a colloquiis etiam per telephonium vel radiophonium se abstineant cum personis quae legitime officiis sibi servatis non destinantur.

Gravissimae dumtaxat et impellentes rationes, quas Cardinalium peculiaris Congregatio iudicabit, sicut in n. 7 decernitur, haec colloquia sinere possunt.

Quapropter videant Cardinales electores, antequam electionis actus incipiant, ut omnia suppeditent quae ipsius officii vel personarum necessitates requirunt, quae quidem differri sic non possunt, ut necesse non sit haec colloquia permittere.

57. Similiter se abstineant Cardinales a quibuslibet nuntiis accipiendis et mittendis extra Civitatem Vaticanam, dum, ut patet, prohibetur ne iidem nuntii per ullam personam ibidem legitime admissam transvehantur. Cardinales electores praesertim tempore ex quo electionis actus peraguntur, acta diurna vel ephemerides cuiuslibet naturae recipere aeque radiophonicas emissiones auscultare vel emissiones televisificas spectare vetantur.

58. Qui electioni quoquo modo, ad normam n. 46 huius Constitutionis, deserviunt, quique directe vel indirecte secretum violare quomodolibet poterunt - sive per verba, sive per scripta, per signa, aliasve per quasvis rationes - omnino violationem huiusmodi vitare debent, sub poena excommunicationis latae sententiae, Sedi Apostolicae reservatae.

59. Specialiter autem Cardinalibus electoribus interdicitur, ne ministris, quos forte secum adduxerint, aut aliis quibusvis ea pandant, quae scrutinium directe vel indirecte respiciunt, itemque ea, quae de Pontificis electione acta vel decreta sunt in Cardinalium congressionibus sive ante electionem sive inter ipsam habitis. Obligatio haec Cardinales non electores quoque respicit, qui generalibus Congressionibus intersunt, ad huius Constitutionis normam n. 7.

60. Insuper praecipimus Cardinalibus electoribus, graviter onerata ipsorum conscientia, ut secretum huiusmodi servent etiam post peractam novi Pontificis electionem, memores id nullo modo violari licere, nisi ab eodem Pontifice peculiaris et expressa ad hoc facultas concessa fuerit.

61. Denique, ut Cardinales electores cavere possint ab aliorum imprudenta nec non ab insidiis, quas facultati suo ipsorum utendi iudicio et libertati decernendi fortasse parari contingat, omnino interdicimus, ne in illis locis in quibus electio peragitur introducantur, sub quolibet praetextu, nec, si ibi forte iam exstent, adhibeantur quaelibet genera instrumentorum vocibus vel imaginibus vel scriptionibus mechanice imprimendis, reddendis, transmittendis.

 

CAPUT V

DE ELECTIONIS EXPLICATIONE

62.n Modis abrogatis electionis qui per acclamationem seu inspirationem et per compromissum dicuntur, electionis forma Romani Pontificis futuro de tempore erit tantum per scrutinium.

Decernimus igitur ut Summi Pontificis ad validam electionem saltem duae ex tribus partes suffragiorum requirantur omnium electorum praesentium et suffragia ferentium.

63. Electio peragatur continuo post eas expletas res, quas n. 54 huius Constitutionis fieri iubet.

Si id iam accidit vespere primi diei, unum scrutinium erit; subsequentibus autem diebus, si electio primo die facta non erit, duo suffragia erunt ferenda, tum mane tum vespere, atque suffragia dantur illa hora, sive in praeviis Congressionibus ante statuta, sive dum ipsa agitur electio, secundum rationes tamen, quae in nn. 64 et subsequentibus significantur.

64.n Tribus gradibus explicatur scrutinium, quorum primus, qui antescrutinium vocari potest, complectitur: 1) schedularum praeparationem et partitionem per Caeremoniarios - qui interea in aulam revocantur una cum Secretario Collegii Cardinalium simulque cum Magistro Pontificiarum celebrationum Liturgicarum – quique earum saltem duas vel tres cuique Cardinali electori dabunt; 2) ex omnibus Cardinalibus electoribus sortitionem trium Scrutatorum, trium ad infirmorum excipienda suffragia qui destinantur, qui brevitatis gratia Infirmarii appellantur, et trium Recognitorum; sortes has publice iacit novissimus Cardinalis Diaconus, qui subinde novem nomina depromit illorum qui munia haec sustinere debent; 3) si in extractione Scrutatorum, Infirmariorum et Recognitorum ducta nomina exierint Cardinalium electorum qui, ob infirmitatem vel aliam ob causam impedientur quominus officia haec gerant, eorum loco alia nomina non impeditorum depromantur. Primi tres sorte educti erunt Scrutatores, alteri tres Infirmarii, ceteri vero tres Recognitores.

65. In hac scrutinii actione hae normae prae oculis habeantur: 1) forma schedulae debet esse rectiangula, in medio autem anterioris eius partis haec verba, si fieri potest typis impressa, contineat: Eligo in Summum Pontificem, in parte vero inferiore a medio liberum sit spatium, ubi electi nomen inscribatur; schedula ergo sic disposita est, ut ambae partes complicentur; 2) schedularum inscriptio secreto ab unoquoque Cardinale facienda est, qui perspicue, scribendi ratione utatur, quantum fieri potest, quae non revelet manum exarantem: cavebit pariter ne plura nomina scribat quoniam tum suffragium nullum est: demum plicabit et iterum complicabit schedulam; 3) dum suffragia feruntur, Cardinales electores soli in Sacello Sixtino esse debent; quocirca, statim postquam schedulae distributae sunt et antequam electores in iis scribere incipiant, Secretarius Collegii Cardinalium, Magister Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum et viri a caeremoniis ex aula exire debent. Quibus egressis, ultimus Cardinalis Diaconus ianuam claudat, quam aperiat iterumque claudat quoties necessarium est, veluti cum Infirmarii ad suffragia infirmorum colligenda exeunt ac deinde in sacellum revertuntur.

66. Secundus gradus, qui vere proprieque dicitur scrutinium, complectitur: 1) positionem schedularum in urnam; 2) schedularum mixtionem ac numerationem; 3) suffragiorum diribitionem. Unusquique Cardinalis elector, praecedendi ordine servato, schedulam, postquam eam scripsit et complicavit, elevata manu, ita ut videri possit, ad altare deferat, apud quod sunt Scrutatores et in quo est urna disco cooperta ad schedulas recipiendas. Postquam ibi pervenerit, Cardinalis elector elata voce iuret in hanc formam: Testor Christum Dominum, qui me iudicaturus est, me eum eligere, quem secundum Deum iudico eligi debere. Post haec schedulam in disco ponat et per hunc in urnam ingerat, quo facto ad altare inclinet et ad suum locum revertatur.

Si vero quis Cardinalis elector ex iis, qui in sacello praesentes adsunt, ad altare ob infirmam valetudinem pergere nequit, ultimus scrutator ad eum accedit; et elector ille, praedicto iure iurando dato, schedulam complicatam eidem scrutatori tradit, qui eam palam ad altare defert neque ullo iuramento pronuntiato in disco deponit, et per eum in urnam mittit.

67. Si autem aliqui Cardinales electores infirmi sunt in cellis suis, quorum in n. 41 et subsequentibus huius Constitutionis fit mentio, tres Infirmarii ad eos accedunt cum capsula, in cuius parte superiore sit foramen, per quod schedula complicata possit in eam immitti; quam capsulam antequam scrutatores Infirmariis tradant, palam aperiant, ut ceteri electores possint eam vacuam conspicere, deinde claudant et clavem super altare ponant. Hinc Infirmarii cum capsula clausa et congruenti numero schedularum in parvo disco collocatarum, ministris recto modo comitantibus, ad aedes Domus Sanctae Marthae apud unumquemque infirmum se recipiunt; qui acceptam schedulam secreto scribat, complicet et, dato antea iure iurando praedicto, in capsulam per foramen mittat. Quodsi quis infirmus scribere non valet, unus e tribus Infirmariis aut alius Cardinalis elector, ab infirmo deputatus, praestito de secreto servando in manibus ipsorum Infirmariorum iure iurando, praedicta faciat. Quibus peractis, Infirmarii capsulam in Sacellum reportant, quae a Scrutatoribus aperietur cum Cardinales adstantes suffragium suum deposuerint et schedulas, quae in ea continentur, numeraverint; et tot repertas, quot sunt infirmi, singillatim in disco ponant, et per hunc simul omnes in urnam immittant. Ne autem scrutinii actio nimis protrahatur, Infirmarii poterunt proprias schedulas statim post Cardinalium primum conficere et in urna ponere, deinde, dum ceteri electores suam schedulam ponunt, ad infirmos pergere ad accipienda eorum vota eo modo, qui supra est dictus.

68. Postquam omnes Cardinales electores schedulas suas in urnam immiserunt, primus Scrutator hanc semel iterumque agitet ut schedulae permisceantur; quo facto, ultimus Scrutator statim eas numeret, unamquamque schedulam singillatim ex urna palam sumens et in vase vacuo, ad hoc apparato, deponens. Quodsi schedularum numerus non respondet numero electorum, omnes comburendae sunt, et iterum, id est altera vice, ad suffragia ferenda procedatur; si vero schedularum numerus numero electorum respondet, subsequitur publicatio scrutinii, quae hoc modo fit.

69. Scrutatores ad mensam ante altare positam sedent: quorum primus unam schedulam accipit, explicat et, viso in ea electi nomine, eam secundo Scrutatori tradit, qui, pariter electi nomine perspecto, eandem schedulam tradit tertio, qui illam elata et intellegibili voce legit, ut omnes electores praesentes suffragium annotare possint in folio ad hoc apparato. Notat autem et ipse nomen e schedula recitatum. Quodsi in suffragiorum diribitione Scrutatores inveniant duas schedulas ita complicatas, ut ab uno tantum datas esse appareat, siquidem unus et idem in utraque electus fuerit, schedulae praedictae pro uno suffragio habeantur; si vero diversa ibi inscripta sint nomina, neutrum suffragium est validum; scrutinium tamen ipsum neutro in casu vitiatur.

Peracta schedularum diribitione, suffragia a Scrutatoribus secundum nomina illorum, qui ea obtinuerunt, in unam summam redigantur et in folio separato notentur. Ultimus vero Scrutator singulas schedulas, postquam eas perlegit, eo loco, ubi est verbum Eligo, acu cum filo perforat et in filo includit, quo cautius conserventur. Finita nominum lectione, fili capita nodo iunguntur et schedulae omnes, ita colligatae, in urna vacua vel in mensae parte ponuntur.

70. Sequitur tertia et postrema actio, quae post-scrutinium appellatur quaeque complectitur: 1) numerationem suffragiorum; 2) eorum recognitionem; 3) schedularum combustionem.

n Scrutatores in unam summam redigunt suffragia, quae quilibet obtinuit, et si nemo saltem ad duas partes ex tribus suffragiorum pervenit, non est electus Papa in illo scrutinio; si quis vero duas partes ex tribus saltem accepit, habetur electio Romani Pontificis et quidem canonice valida.

Recognitores, in utroque casu, scilicet sive electio secuta est, sive non, inspicere debent tam schedulas, quam suffragiorum annotationes factas per Scrutatores, ut constet an iidern accurate et fideliter muneri suo satisfecerint.

Statim post recognitionem antequam Cardinales electores e sacello discedant, omnes schedulae comburantur a Scrutatoribus dum adiuvant Secretarius Collegii et Viri a caeremoniis, interim arcessiti ab ultimo Cardinale Diacono. Si tamen secundum scrutinium statim est agendum, schedulae primi scrutinii solum in fine, una cum schedulis secundi scrutinii, comburantur.

71. Omnibus et singulis Cardinalibus electoribus praecipimus, ut, ad secretum tutius servandum, omnis generis scripturas, quas de exitu uniuscuiusque scrutinii apud se habent, Cardinali Camerario vel uni e tribus Cardinalibus Assistentibus una cum schedulis comburendas tradant.

Decernimus insuper ut, completa electione, Cardinalis Sanctae Romanae Ecclesiae Camerarius relationem exaret, etiam a tribus Cardinalibus Assistentibus approbandam, quae suffragiorum exitum declaret in singulis sessionibus latorum. Quae relatio Pontifici tradetur, in tabulario asservanda et clausa in involucro obsignato, quod a nullo resignari poterit, nisi Summus Pontifex id nominatim permiserit.

72. Confirmantes ea, quae Decessores Nostri S. Pius X(23), Pius XII(24) et Paulus VI(25) statuerunt, praescribimus ut - excepto ipso tempore postmeridiano ingressionis in Conclave - sive mane sive vespere, post completum scrutinium, si quidem in eo secuta non sit electio, Cardinales electores statim ad novum scrutinium peragendum procedant, in quo denuo suffragia ferant. Hoc in secundo scrutinio omnes ritus serventur sicut in primo, ita tamen ut electores non teneantur obligatione novum dandi ius iurandum neque novos eligendi Scrutatores, Infirmarios et Recognitores, cum quae in primo scrutinio hac de re praestita sunt sine renovatione valeant etiam pro secundo.

73. Haec omnia, quae de scrutinii ritibus sunt exposita, servanda erunt diligenter a Cardinalibus electoribus in omnibus scrutiniis, quae singulis diebus peragi debent mane et post meridiem, peractis sacris ritibus seu precationibus, quae memoratus Ordo rituum Conclavis statuit.

74. Quodsi contingit, ut Cardinales electores cum difficultate de persona eligendi concordia ineant consilia, tunc per tres dies scrutiniis secundum formam supra descriptam, nn. 62 et sequentibus, frustra peractis, scrutinia ipsa tempore summum unius diei intermittuntur, ut preces Deo admoveantur, electores inter se libere colloquantur fiatque per Cardinalem primum ex ordine Diaconorum brevis adhortatio spiritalis. Post quae, scrutinia secundum eandem formam exsequenda resumuntur; quae, si antequam electio interveniat sint septem, rursus intervallum interponitur, ut precationi, colloquio et adhortationi per Cardinalem primum ex ordine Presbyterorum faciendae sit locus. Demum septem, si casus fert, scrutinia secundum praedictam formam peraguntur; quae si ad irritum ceciderint, denuo orationes ad Deum fundantur, colloquia serantur, adhortatio a Cardinale primo ex ordine Episcoporum electoribus adhibeatur. Exinde scrutinia ad eandem formam rursus peragantur, quae, nisi electio interveniet, erunt septem.

75.n Si scrutinia de quibus in numeris septuagesimo secundo, tertio et quarto memoratae Constitutionis incassum reciderint, habeatur unus dies orationi, reflexioni et dialogo dicatus; in subsequentibus vero suffragationibus, servato ordine in numero septuagesimo quarto eiusdem Constitutionis statuto, vocem passivam habebunt tantummodo duo nomina quae in superiore scrutinio maiorem numerum suffragiorum obtinuerunt, nec recedatur a ratione ut etiam in his suffragationibus minimum maioritas qualificata duarum ex tribus partium suffragiorum Cardinalium praesentium et vocem activam habentium ad validitatem electionis requiratur. In his autem suffragationibus, duo nomina quae vocem passivam habent, voce activa carent.

76. Quodsi electio aliter celebrata fuerit, quam haec Constitutio statuit, aut non servatis condicionibus pariter hic praescriptis, electio eo ipso est nulla et invalida absque ulla declaratione, ideoque electo nullum ius tribuit.

77. Quae de actis electionem praecedentibus et de ipsa Romani Pontificis electione hactenus dicta sunt, ea omnia servanda esse declaramus, etiam si contingat vacationem Sedis Apostolicae per renuntiationem Summi Pontificis occurrere, secundum can. 332, § 2 « Codicis Iuris Canonici » et can. 44, § 2 « Codicis Canonum Ecclesiarum Orientalium ».

 

CAPUT VI

DE IIS QUAE SERVANDA VEL VITANDA SUNT
IN ELECTIONE ROMANI PONTIFICIS

78. Si in electione Romani Pontificis perpetretur - quod Deus avertat - crimen simoniae, deliberamus et declaramus omnes quotquot fuerint in culpa exstantes in excommunicationem latae sententiae esse incursos, nullitatem tamen vel eiusdem simoniacae provisionis irritationem tolli, ne hac de causa - prout a Decessoribus Nostris statutum est - validitas electionis Romani Pontificis impugnetur(26).

79. Item Decessorum praescripta confirmantes, prohibemus, ne quis, quavis Cardinalatus dignitate praeditus, vivente Romano Pontifice eoque inconsulto, deliberare audeat de ipsius Successoris electione, aut aliquod suffragium polliceri, aut hac de causa, privatis conventiculis factis, quidquam decernere.

80. Item ea confirmata volumus, quae Decessores Nostri sanxerunt, ut omnis externus interventus in electionem Summi Pontificis removeretur. Quam ob rem, iterum ex virtute sanctae oboedientiae et sub poena excommunicationis latae sententiae, omnibus et singulis Cardinalibus electoribus, praesentibus et futuris, pariterque Secretario Collegii Cardinalium atque ceteris omnibus partem habentibus praeparationis et exsecutionis rerum quae ad electionem requiruntur, interdicimus, ne, quovis praetextu, a quavis civili potestate munus recipiant veto seu exclusivam, uti vocant, etiam sub forma simplicis desiderii, proponendi, neve hoc ipsum veto patefaciant sive universo electorum Collegio simul congregato, sive singulis electoribus, sive scripto sive ore, sive directe ac proxime, sive oblique et per alios, sive ante electionis initium sive ipsa perdurante. Quam prohibitionem extendi volumus ad omnes interventus, intercessiones, optata, quibus auctoritates saeculares cuiuslibet ordinis et gradus, vel quivis hominum coetus vel personae singulae voluerint sese Pontificis electioni immiscere.

81. Cardinales electores praeterea abstineant ab omnibus pactionibus, conventionibus, promissionibus aliisque quibusvis obligationibus, quibus astringi possint ad suffragium cuidam vel quibusdam dandum aut recusandum. Quae omnia, si reapse intervenerint, etiam iure iurando adiecto, decernimus ea nulla et irrita esse, neque eadem observandi obligatione quemquam teneri; facientes contra iam nunc poena excommunicationis latae sententiae innodamus. Vetari tamen non intellegimus, ne per tempus Sedis vacantis de electione sententiae invicem communicentur.

82. Pariter Cardinalibus interdicimus, ne ante electionem capitula conficiant seu quaedam communi consensu statuant, ad quorum observantiam se astringant, si unus ex iis ad Pontificatum assumatur. Has item promissiones, si re vera intervenerint, etiam iure iurando adiecto, nullas et irritas declaramus.

83. Iisdem denique, quibus Decessores Nostri, vocibus Cardinales electores vehementer hortamur, ut in eligendo Pontifice, nulla propensione animi vel aversione ducantur, nullius gratia aut obsequio, non interventu personarum auctoritate gravium, vel coetuum impulsione quadam urgentium, vel suasione utentium instrumentis communicationis socialis, non vi vel metu vel aura populari. Sed unice Dei gloriam et Ecclesiae bonum prae oculis habentes, divino auxilio implorato, in eum, etiamsi extra Collegium Cardinalium versetur, suffragia conferant sua, quem universali Ecclesiae fructuose utiliterque regendae prae ceteris idoneum iudicaverint.

84. Tempore Sedis Vacantis at potissimum dum electio Successoris Petri celebratur, Ecclesia singulari prorsus modo cum sacris Pastoribus et praecipue cum Cardinalibus electoribus Summi Pontificis con iungitur, atque a Deo novum Papam veluti donum eius bonitatis et providentiae implorat. Perinde enim ac prima christianorum communitas, de qua in Actibus Apostolorum(27) agitur, ita universa Ecclesia, spiritualiter congregata cum Maria, Matre Iesu, unanimiter perseveret oportet in oratione; quo fit, ut electio novi Pontificis non sit quiddam disiunctum a populo Dei et ad solum electorum pertinens Collegium, sed quasi quaedam totius Ecclesiae actio. Quapropter statuimus, ut in omnibus urbibus ceterisque locis, saltem insignioribus, ubi primum nuntius vacationis Sedis Apostolicae ac praesertim obitus Pontificis pervenerit et postquam exsequiae sollemniter pro eo celebratae fuerint, humiles assiduaeque preces ad Dominum fundantur(28), ut ipse electorum animos illuminet et in eorum munere tam concordes efficiat, ut sollicitam, unanimam et frugiferam electionem, prout animarum salus et totius Populi Dei bonum requirit, fieri contingat.

85. Haec quidem vehementer et imo ex corde commendamus Venerabilibus Patribus Cardinalibus qui, attenta aetate, iure electionem Summi Pontificis participandi non amplius fruuntur. Ob specialissimum cum Apostolica Sede vinculum quod secum fert Cardinalium purpura, sese praebeant uti ductores Populi Dei, praecipue congregati sive in Patriarchalibus Basilicis Urbis sive in sacris etiam aedibus reliquarum particularium Ecclesiarum, ut assidua ferventique prece, maxime dum electio evolvitur, ab Omnipotenti Deo et a Spiritu assistentia obtineantur et lumen, quae Confratribus electoribus sunt necessaria; ita efficienter et vere gravissimum participabunt officium Ecclesiam universam novo donandi Pastore.

86. Eum vero, qui electus fuerit, rogamus, ne muneris gravitate deterritus, ab eodem subeundo se retrahat, sed potius divinae voluntatis consilio se humiliter subiciat. Deus enim, qui onus imponit, manum etiam supponit, ne ei ferendo sit impar; quippe qui sit oneris auctor, ipse est etiam administrationis adiutor; atque ne sub magnitudine muneris succumbat infirmus, virtutem dat, qui contulit dignitatem.

 

CAPUT VII

DE ACCEPTATIONE, PROCLAMATIONE
ET INITIO MINISTERII NOVI PONTIFICIS

87.n Post electionem canonice factam, ultimus Cardinalis Diaconus vocat in aulam electionis Secretarium Collegii Cardinalium et Magistrum Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum et duos Caeremoniarios; atque consensus electi per Cardinalem Decanum aut per Cardinalium primum ordine et aetate, nomine totius Collegii electorum, his verbis requiratur: Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem? Statimque, post consensum declaratum, electus interrogetur: Quo nomine vis vocari? Tunc per Magistrum Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum, munere notarii fungentem, testibus adhibitis duobus Viris a caeremoniis, instrumentum de acceptatione novi Pontificis et de nomine ab eo assumpto conficitur.

88. Post acceptationem, electus qui episcopali ordinatione iam pollet est ilico Romanae Ecclesiae Episcopus simulque verus Papa, et Caput Collegii Episcopalis; idemque actu plenam et supremam potestatem in universam Ecclesiam acquirit atque exercere potest.

Quodsi electus charactere episcopali careat, statim ordinetur Episcopus.

89. Deinde, actis de more agendis, prout iubet Ordo rituum Conclavis, Cardinales electores, secundum statutas rationes, accedunt ut novo electo Summo Pontifici obsequium et oboedientiam exhibeant. Deinde gratiae Deo persolvuntur, ac demum populo exspectanti a primo Cardinalium Diaconorum, peracta electio novique Pontificis nomen nuntiantur, qui subinde ex podio Vaticanae Basilicae Apostolicam Benedictionem Urbi et Orbi impertit.

Si electus charactere episcopali careat, obsequium et oboedientia eidem praebentur et nuntius populo perfertur tantum postquam ipse sollemniter ordinatus est Episcopus.

90. Si autem electus extra Civitatem Vaticanam degit, normae sunt observandae, quas praedictus Ordo rituum Conclavis continet.

Episcopalis ordinatio Summi Pontificis electi, qui forsitan nondum sit Episcopus, de qua in nn. 88 et 89 huius Constitutionis mentio habetur, fit de Ecclesiae more a Decano Collegii Cardinalium aut, si hic abest, a Subdecano aut, si hic quoque impeditur, ab antiquiore Cardinale Episcopo.

91. Conclave absolvetur simul ac novus electus Summus Pontifex suae electioni consenserit, nisi quid aliter is statuerit. Et tunc temporis novum adire poterunt Pontificem Substitutus Secretariae Status, Secretarius sectionis de rationibus cum Civitatibus, Praefectus Domus Pontificiae atque quilibet alius, cui cum Pontifice electo est agendum de rebus eo temporis momento necessariis.

92. Pontifex, sollemnibus caeremoniis inaugurationis Pontificatus persolutis, intra congruum tempus Patriarchalis Archibasilicae Lateranensis possessionem ritu praescripto capiet.

 

PROMULGATIO

Has igitur normas, omnibus rebus graviter perpensis atque Decessorum Nostrorum exemplum secuti, statuimus et praescribimus, decernentes ut nemini hanc Constitutionem et quae in ea continentur qualibet de causa impugnare liceat. Ea quidem ab omnibus religiose servetur, contrariis quibusvis nihil obstantibus, etiam specialissima mentione dignis. Quam volumus plenam et integram vim suam sortiri et obtinere, ut subsidio sit omnibus quorum interest.

Item abrogatas declaramus, ut supra statutum est, omnes Constitutiones et Leges hac de re a Romanis Pontificibus editas, ac pariter declaramus omnino irrita esse quae, a quolibet, quacumque auctoritate praedito, scienter vel inscienter contra hanc Constitutionem fuerint excogitata.

Datum Romae, apud Sanctum Petrum, die XXII mensis Februarii, die festo Cathedrae sancti Petri Apostoli, anno MCMXCVI, Pontificatus Nostri duodevicesimo.

 

IOANNES PAULUS PP. II


 

(1) S. IR?N??I Adversus Haereses III, 3, 2: SCh 211, 33.

(2) Pii X Vacante Sede Apostolica, die 25 dec. 1904: Pii X Pontificis Maximi Acta, III (1908) 239-288.

(3) Pii XI Cum Proxime, die 1 mart. 1922: AAS 14 (1922) 145-146; EIUSDEM Quae Divinitus, die 25 mart. 1935: AAS 27 (1935) 97-113.

(4) Pii XII Vacantis Apostolicae Sedis, die 8 dec. 1945: AAS 38 (1946) 65-99.

(5) IOANNIS XXIII Summi Pontificis Electio, die 5 sept. 1962: AAS 54 (1962) 632-640.

(6) PAULI VI Regimini Ecclesiae Universae15 aug. 1967: AAS 59 (1967) 885-928; EIUSDEM Ingravescentem Aetatemdie 21 nov. 1970: AAS 62 (1970) 810-813; EIUSDEM Romano Pontifici eligendodie 1 oct. 1975: AAS 67 (1975) 609-645.

(7) Cfr. IOANNIS PAULI PP. II Pastor Bonus.

(8) Cfr. Codex Iuris Canonici, can. 349.

(9) Cfr. CONC. OECUM. VAT. I Pastor Aeternus, III; cfr. Lumen Gentium18.

(10) Codex Iuris Canonici, can. 332 § 1; Codex Ca?onum Ecclesiarum Orientalium, can. 44 § 1.

(11) Codex Iuris Canonici, can. 349.

(12) Cfr. PAULI VI Ingravescentem AetatemII, 1, die 21 nov. 1970: AAS 62 (1970) 811; EIUSDEM Romano Pontifici eligendo, 33, die 1 oct. 1975: AAS 67 (1975) 622.

(13) Codex Iuris Canonici, can. 1752.

(14) Cfr. Codex Iuris Canonici, can. 332 § 2; Codex Ca?onum Ecclesiarum Orientalium, can. 44 § 2.

(15) Cfr. IOANNIS PAULI PP. II Pastor Bonus, 6.

(16) Cfr. PAULI VI Vicariae Potestatis, 2 § 1, die 6 ian. 1977: AAS 69 (1977) 9-10.

(17) Cfr. PAULI VI Vicariae Potestatis, 2 § 4, die 6 ian. 1977: AAS 69 (1977) 10.

(18) Cfr. Pii XI Quae Divinitus, 12, die 25 mart. 1935: AAS 27 (1935) 112-113.

(19) Cfr. IOANNIS PAULI PP. II Pastor Bonus, 117.

(20) Cfr. IOANNIS PAULI PP. II Pastor Bonus, 18, § 1 et 3.

(21) Cfr. Codex Iuris Canonici, can. 1399.

(22) Missale Romanum, Missa votiva « Pro eligendo Papa », n. 4, p. 795.

(23) Cfr. S. Pii X Vacante Sede Apostolica, 76, die 25 dec. 1904: Pii X Pontificis Maximi Acta, III (1908) 280-281.

(24) Cfr. Pii XII Vacantis Apostolicae Sedis, 88, die 8 dec. 1945: AAS 38 (1946) 93.

(25) Cfr. PAULI VI Romano Pontifici eligendo74, die 1 oct. 1975: AAS 67 (1975) 639.

(26) Cfr. S.Pii X Vacante Sede Apostolica, 79, die 25 dec. 1904: Pii X Pontificis Maximi Acta III (1908) 282; Pii XII Vacantis Apostolicae Sedis, 92, die 8 dec. 1945: AAS 38 (1946) 94; PAULI VI Romano Pontifici eligendo, 79, 1 oct. 1975: AAS 67 (1975) 641.

(27) Cfr. Act. 1, 14.

(28) Cfr. Matth. 21, 22; Marc. 11, 24.



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BENEDICTUS PP. XVI

LITTERAE APOSTOLICAE
MOTU PROPRIO DATAE

NORMAS NONNULLAS

DE NONNULLIS MUTATIONIBUS IN NORMIS
AD ELECTIONEM ROMANI PONTIFICIS ATTINENTIBUS

 

 

Normas nonnullas per Apostolicas Litteras De aliquibus mutationibus in normis de electione Romani Pontificis Motu Proprio die XI mensis Iunii anno MMVII, tertio Nostri Pontificatus, datas, statuimus, quae, cum eas abrogarent normas quae in numero 75 continentur Constitutionis Apostolicae Universi Dominici gregis quam die XX mensis Februarii anno MCMXCVI Decessor Noster beatus Ioannes Paulus II promulgavit, normam statuerunt, traditione sancitam, ad quam, ut valida Summi Pontificis habeatur electio, duae ex tribus partes suffragiorum omnium Cardinalium electorum praesentium semper requiruntur.

Gravitate quidem considerata quo aptiore modo id evolvatur quod, quamvis vario pondere, ad electionem attinet Romani Pontificis, potissimum ad certam interpretationem et exsecutionem nonnullorum praeceptorum, statuimus et decernimus ut quaedam normae Consitutionis Apostolicae Universi Dominici gregis necnon ea quae in supra memoratis Apostolicis Litteris Nos Ipsi statuimus, substituantur normis quae sequuntur:

35. Cardinalis elector nulla ratione vel causa a Summi Pontificis electione activa et passiva excludi potest, vigentibus tamen iis omnibus quae sub n. 40 et 75 huius Constitutionis statuuntur.

37. Praecipimus praeterea ut, ex quo Apostolica Sedes legitime vacat, antequam Conclave incohetur, mora sit interponenda quindecim solidorum dierum, facta tamen Cardinalium Collegio potestate Conclavis initium anticipandi, si constat omnes Cardinales electores adesse, vel etiam proferendi per aliquot dies, si graves obstant causae; tamen viginti diebus ad summum elapsis ab initio Sedis vacantis, cuncti Cardinales electores praesentes ad electionis negotium procedant.

43. Ex quo initium negotiorum electionis statutum est ad peractae usque Summi Pontificis electionis publicum nuntium vel, utcumque, hoc iusserit novus Pontifex, aedes Domus Sanctae Marthae, pariterque Sacellum Sixtinum atque loci designati liturgicis celebrationibus obserari debebunt, sub auctoritate Cardinalis Camerarii externaque cooperatione Vicecamerarii et Substituti Secretariae Status, omnibus licentia carentibus, prout statuitur in sequentibus numeris.

Integra regio Civitatis Vaticanae, atque etiam ordinaria industria Ministeriorum quorum sedes stat intra eius fines, ita moderandae erunt, hoc tempore, ut circumspectio in tuto collocetur nec non expedita explicatio actionum ad Summi Pontificis electionem pertinentium. Provideatur peculiariter, Praelatis Clericis de Camera etiam opem ferentibus, ut Cardinales electores a nullo conveniantur iter facientes ab aedibus Domus Sanctae Marthae ad Palatium Apostolicum Vaticanum.

46. § 1° Ut personarum necessitatibus et officii, quae cum electionis cursu nectuntur, occurratur, praesto esse debent ideoque convenientibus locis recepti intra fines quorum in huius Constitutionis n. 43 fit mentio, Secretarius Cardinalium Collegii, qui conventus electivi Secretarii fungitur munere, Magister Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum cum octo Caeremoniariis et duobus Religiosis qui Sacrarium Pontificium curant; atque ecclesiasticus vir a Cardinale Decano electus vel a Cardinale vicem gerente, ut in munere explendo eum iuvet.

47. Omnes personae quae n. 46 et n. 55, § 2° significantur huius Constitutionis Apostolicae, quae quavis ratione ac quovis tempore a quocumque resciscunt ea quae ad recte obliquove proprios electionis actus attinent, potissimum quae peracta ipsius electionis scrutinia contingunt, arto secreto tenentur cum qualibet persona ad Collegium Cardinalium electorum non pertinente; hac de causa, antequam incipiat electio, ius iurandum nuncupare debent, secundum modum et formulam, ut subsequens numerus indicabit.

48. Illi omnes, de quibus dicitur n. 46 et n. 55, § 2° huius Constitutionis, rite certiores facti circa significationem amplitudinemque iuris iurandi faciendi ante negotiorum electionis initium coram Cardinale Camerario vel alio Cardinale ab eo delegato et coram duobus Protonotariis Apostolicis de Numero Participantium, tempore opportuno pronuntiabunt et subscribent ius iurandum secundum hanc formulam:

Ego N. N. promitto et iuro me inviolate servaturum esse secretum absolutum cum omnibus quotquot participes non sunt Collegii Cardinalium electorum, hoc quidem in perpetuum, nisi mihi datur expresse peculiaris facultas a novo Pontifice electo eiusve Successoribus, in omnibus quae directe vel indirecte respiciunt suffragia et scrutinia ad novum Pontificem eligendum.

Itemque promitto et iuro me nullo modo in Conclavi usurum esse instrumentis quibuslibet ad vocem transmittendam vel recipiendam aut ad imagines exprimendas quovis modo aptis de iis quae tempore electionis fiunt intra fines Civitatis Vaticanae, atque praecipue de iis quae quolibet modo directe vel indirecte attinent ad negotia coniuncta cum ipsa electione. Declaro me editurum esse ius iurandum utpote qui plane noverim quamlibet eius violationem adducturam esse excommunicationis mihi poenam latae sententiae Sedi Apostolicae reservatae.

Sic me Deus adiuvet et haec sancta Dei Evangelia, quae manu mea tango.

49. Exsequiis defuncti Pontificis rite persolutis et apparatis iis quae requiruntur ad legitimam electionem exsequendam, die constituto prout n. 37 huius Constitutionis decernitur, pro Conclavis initio Cardinales omnes convenient in Basilicam Vaticanam Sancti Petri, vel alium in locum pro temporis et loci opportunitate, ad participandam sollemnem Eucharisticam celebrationem cum Missa votiva pro eligendo Papa. Hoc congruenti tempore matutino persolvendum est, ita ut horis postmeridianis impleri possit quod praescribitur sequentibus numeris huius Constitutionis.

50. A Sacello Paulino Palatii Apostolici, ubi congruo pomeridiano tempore Cardinales electores adstiterint, chorali vestimento induti sollemni processione, cantu invocantes Veni, creator Spiritus Sancti assistentiam, se conferent in Cappellam Sixtinam Palatii Apostolici, locum et sedem electionis peragendae. Processionem participabunt Vicecamerarius, Auditor Generalis Camerae Apostolicae et duo membra cuiusque Collegii Protonotariorum Apostolicorum de Numero Participantium, Praelatorum Auditorum Rotae Romanae et Praelatorum Clericorum de Camera.

51, § 2° Quapropter Collegium Cardinalium, agens de auctoritate et officio Camerarii, quem adiuvabit Congregatio particularis de qua in numero 7 huius Constitutionis, curabit ut, intra praefatum Sacellum et in locis contiguis, omnia prius disponantur adiuvantibus quoque foris Vicecamerario et Substituto Secretariae Status, ita ut regularis electio eiusdemque secreta indoles in tuto ponantur.

55, § 3° Si quid tale contra hanc normam admissum fuerit, sciant auctores se innodari excommunicationis poena latae sententiae Sedi Apostolicae reservatae.

62. Modis abrogatis electionis qui per acclamationem seu inspirationem et per compromissum dicuntur, electionis forma Romani Pontificis futuro de tempore erit tantum per scrutinium.

Decernimus igitur ut Summi Pontificis ad validam electionem saltem duae ex tribus partes suffragiorum requirantur omnium electorum praesentium et suffragia ferentium.

64. Tribus gradibus explicatur scrutinium, quorum primus, qui antescrutinium vocari potest, complectitur: 1) schedularum praeparationem et partitionem per Caeremoniarios - qui interea in aulam revocantur una cum Secretario Collegii Cardinalium simulque cum Magistro Pontificiarum celebrationum Liturgicarum – quique earum saltem duas vel tres cuique Cardinali electori dabunt; 2) ex omnibus Cardinalibus electoribus sortitionem trium Scrutatorum, trium ad infirmorum excipienda suffragia qui destinantur, qui brevitatis gratia Infirmarii appellantur, et trium Recognitorum; sortes has publice iacit novissimus Cardinalis Diaconus, qui subinde novem nomina depromit illorum qui munia haec sustinere debent; 3) si in extractione Scrutatorum, Infirmariorum et Recognitorum ducta nomina exierint Cardinalium electorum qui, ob infirmitatem vel aliam ob causam impedientur quominus officia haec gerant, eorum loco alia nomina non impeditorum depromantur. Primi tres sorte educti erunt Scrutatores, alteri tres Infirmarii, ceteri vero tres Recognitores.

70, § 2° Scrutatores in unam summam redigunt suffragia, quae quilibet obtinuit, et si nemo saltem ad duas partes ex tribus suffragiorum pervenit, non est electus Papa in illo scrutinio; si quis vero duas partes ex tribus saltem accepit, habetur electio Romani Pontificis et quidem canonice valida.

75. Si scrutinia de quibus in numeris septuagesimo secundo, tertio et quarto memoratae Constitutionis incassum reciderint, habeatur unus dies orationi, reflexioni et dialogo dicatus; in subsequentibus vero suffragationibus, servato ordine in numero septuagesimo quarto eiusdem Constitutionis statuto, vocem passivam habebunt tantummodo duo nomina quae in superiore scrutinio maiorem numerum suffragiorum obtinuerunt, nec recedatur a ratione ut etiam in his suffragationibus minimum maioritas qualificata duarum ex tribus partium suffragiorum Cardinalium praesentium et vocem activam habentium ad validitatem electionis requiratur. In his autem suffragationibus, duo nomina quae vocem passivam habent, voce activa carent.

87. Post electionem canonice factam, ultimus Cardinalis Diaconus vocat in aulam electionis Secretarium Collegii Cardinalium et Magistrum Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum et duos Caeremoniarios; atque consensus electi per Cardinalem Decanum aut per Cardinalium primum ordine et aetate, nomine totius Collegii electorum, his verbis requiratur: Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem? Statimque, post consensum declaratum, electus interrogetur: Quo nomine vis vocari? Tunc per Magistrum Pontificiarum Celebrationum Liturgicarum, munere notarii fungentem, testibus adhibitis duobus Viris a caeremoniis, instrumentum de acceptatione novi Pontificis et de nomine ab eo assumpto conficitur.

Omnia quae in his Litteris Apostolicis in forma Motu Proprio deliberavimus, ordinamus ut in omnibus earum partibus serventur, contrariis rebus minime quibuslibet officientibus.

Hoc documentum cum in actis diurnis L’Osservatore Romano evulgabitur, statim vigere incipiet.

Datum Romae, apud Sanctum Petrum, die XXII mensis Februarii, anno MMXIII, Pontificatus Nostri octavo.

 


BENEDICTUS PP. XVI

 

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