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Hiroshima y Nagasaki el 6 y el 9 de agosto de 1945

[Fuente: InfoCatólica, 2025]

Hiroshima, 6 de agosto de 1945

A las 8.15 h, el bombardero B-29 Enola Gay lanzó la bomba de uranio «Little Boy» sobre el centro de Hiroshima. La explosión, equivalente a unas 15 kilotoneladas de TNT, arrasó cerca del 70 % de los edificios y mató instantáneamente a unas 70 000 personas. Entre quemaduras, radiación y heridas, las víctimas mortales ascendieron a unas 140 000 antes de que terminara 1945. Los supervivientes —conocidos como hibakusha— sufrieron secuelas físicas y psicológicas de por vida.

Nagasaki, 9 de agosto de 1945
Tres días después, el B-29 Bockscar lanzó la bomba de plutonio «Fat Man» sobre Nagasaki a las 11.02 h. La ciudad portuaria, encajada entre colinas, quedó parcialmente protegida, pero la detonación —de unos 21 kilotones— provocó la muerte inmediata de unas 40 000 personas y elevó la cifra a cerca de 70 000 a finales de ese año. La potente onda expansiva redujo a escombros los barrios industriales y dejó huellas radiactivas perdurables.

El doble bombardeo precipitó la rendición de Japón el 15 de agosto de 1945 y el fin de la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico.

La presencia católica en las dos ciudades
Nagasaki
, corazón histórico del catolicismo japonés
Desde el siglo XVI, Nagasaki –especialmente el barrio de Urakami– ha sido el principal enclave católico del país. En 1945 residían allí en torno a 50 000 fieles, casi la mitad de todos los católicos japoneses. La catedral de la Inmaculada Concepción, emblema de esta comunidad, quedó destruida por la bomba «Fat Man», y se calcula que perecieron dos tercios de los bautizados locales.

Hiroshima, una comunidad modesta pero solidaria
La diócesis contaba entonces con una única parroquia urbana, Noborichō, y un noviciado jesuita en Nagatsuka. Apenas unos centenares de católicos vivían en la ciudad; sin embargo, los dieciséis jesuitas presentes el 6 de agosto se volcaron en la asistencia a miles de heridos tras la explosión de «Little Boy», dejando un testimonio imborrable.