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El Papa recuerda en 2004 la consagración del mundo a María de 1984 respondiendo a lo que Nuestra Señora había pedido en Fátima
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VATICANO, 24.03.2004 (ACI).-Durante la audiencia general de este miércoles, realizada en la víspera de la Solemnidad de la Anunciación, el papa Juan Pablo II recordó los actos de consagración de la Iglesia, el mundo y la humanidad al Inmaculado Corazón de María, según el designio de Fátima.

El “fiat” –el sí- de la Virgen en el momento de la Anunciación, dijo el Santo Padre, “prepara el del Verbo encarnado”, y a ellos debe unirse, dijo, “nuestro propio ‘sí’ ante los misteriosos designios de la Providencia. Sólo de la plena adhesión a la voluntad divina derivan aquella alegría y aquella paz verdadera que todos deseamos ardientemente también en estos tiempos”.

El Sumo Pontífice recordó que el 8 de diciembre de 1978, en la basílica de Santa María la Mayor, confió la Iglesia y el mundo a la Virgen; y el 4 de junio de 1979, renovó esta consagración en el Santuario de Jasna Gora.

[Bertone en 2000: "Como es sabido, el Papa Juan Pablo II pensó inmediatamente [después de su atentado del 13.05.1981] en la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María y compuso él mismo una oración para lo que definió «Acto de consagración», que se celebraría en la Basílica de Santa María la Mayor el 7 de junio de 1981, solemnidad de Pentecostés, día elegido para recordar el 1600° aniversario del primer Concilio Constantinopolitano y el 1550° aniversario del Concilio de Éfeso. Estando ausente el Papa por fuerza mayor, se transmitió su alocución grabada"].

[En su visita [a Fátima] de 1982, Juan Pablo II consagró solemnemente el mundo entero al Corazón Inmaculado de María].

[Tras un encuentro con la hermana Lucía, la tercera vidente y única sobreviviente de Fátima, Juan Pablo II repitió la consagración dos años más tarde [25.03.1984], luego de escribir una carta a los obispos de los cinco continentes para que se unieran a la celebración].

“Pienso en particular -dijo- en el 25 de marzo de 1984, Año Santo de la Redención. Han transcurrido veinte años desde aquel día, cuando en la Plaza de San Pedro, unido espiritualmente a todos los obispos del mundo precedentemente convocados, quise confiar la humanidad al Corazón Inmaculado de María, respondiendo a lo que Nuestra Señora había pedido en Fátima”.

Tras poner de relieve que “la humanidad vivía entonces momentos difíciles, de gran preocupación e incertidumbre”, añadió: “Veinte años después, el mundo sigue estando marcado por el odio, la violencia, el terrorismo y la guerra. Entre las numerosas víctimas que son noticia cada día, hay tantas personas inermes, agredidas mientras realizan su deber”.

“En la Jornada dedicada hoy a la conmemoración y a la oración por los ‘misioneros mártires’ –siguió el Papa-, pensamos en los sacerdotes, personas consagradas y fieles laicos fallecidos en tierras de misión en 2003. Se sigue derramando tanta sangre en muchas regiones del planeta. Sigue siendo urgente que los seres humanos abran los corazones a un esfuerzo valiente de comprensión recíproca”.

Juan Pablo II continuó: “Cada vez se hace mayor la esperanza en la justicia y en la paz en la tierra. ¿Cómo responder a esta sed de esperanza y de amor sino recurriendo a Cristo por medio de María?”.

El Papa terminó repitiendo la súplica que dirigió a la Virgen en 1984: “¡Madre de Cristo, que se revele una vez más en la historia del mundo la infinita potencia salvífica de la Redención: potencia del Amor misericordioso! ¡Que este amor detenga el mal! ¡Que transforme las conciencias! ¡Que en tu Corazón Inmaculado se revele a todos la luz de la esperanza!”.

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Juan Pablo II y la Virgen de Fátima, una historia de amor filial

FÁTIMA, 12.05.2000 (ACI).- Al recorrer el Pontificado de Juan Pablo II, resulta evidente –y el mismo Santo Padre así lo ha indicado- la presencia maternal de la Virgen de Fátima y se confirma el carácter de peregrinación personal de la visita papal que hoy comienza.

Esta historia de amor filial comenzó el 13 de mayo de 1981. Juan Pablo II llevaba poco más de dos años como Pontífice y ese día, se salvó de morir en un atentado perpetrado por el turco Alí Agca en la Plaza San Pedro.

"Cuando fui alcanzado por la bala no me di cuenta en un primer momento que era el aniversario del día en que la Virgen se apareció a tres niños en Fátima", reveló poco después el Pontífice y agregó que fue su secretario personal quien lo notó después de la operación en la que le extrajeron un proyectil del intestino.

Durante su convalecencia, el Papa pidió que le entregaran un informe sobre las apariciones de Fátima, que estudió en detalle hasta llegar a la conclusión que debía su vida a la amorosa intercesión de la Virgen.

Un año después del atentado, el 13 de mayo de 1982, Juan Pablo II viajó por primera vez a Fátima para "agradecer a la Virgen su intervención para la salvación de mi vida y el restablecimiento de mi salud".

En diciembre de 1983, el Papa visitó en la cárcel al hombre que intentó matarlo. El mismo Alí Agca habló de Fátima. "¿Por qué no murió? Yo sé que apunté el arma como debía y sé que la bala era devastante y mortal… ¿por qué entonces no murió? ¿por qué todos hablan de Fátima?"

Un año más tarde, Juan Pablo II formalizó su devoción y agradecimiento a la Virgen donando al santuario de Fátima la bala que le extrajeron, la misma que desde 1984 está engarzada en la aureola de la corona de la imagen mariana que preside el santuario.

Asimismo, donó la faja blanca que llevaba el día del atentado al santuario polaco de Jasna Gora, cuya Virgen es venerada desde hace siglos por sus compatriotas como símbolo de la unidad nacional.

En 1991 el Santo Padre regresó al santuario, donde afirmó que "la Virgen me regaló otros diez años de vida". [Después vivió otros catorce años más desde 1991 a 2005]. En más de una ocasión ha señalado que considera todos sus años de Pontificado posteriores al atentado como un regalo de la Divina Providencia a través de la intercesión de la Virgen de Fátima.

El Papa también se ha referido a los dos mensajes conocidos de la Virgen de Fátima y en su visita [a Fátima] de 1982, Juan Pablo II consagró solemnemente el mundo entero al Corazón Inmaculado de María, siguiendo una de las recomendaciones dadas por la Virgen a los pastorcitos.

Tras un encuentro con la hermana Lucía, la tercera vidente y única sobreviviente de Fátima, Juan Pablo II repitió la consagración dos años más tarde, luego de escribir una carta a los obispos de los cinco continentes para que se unieran a la celebración.

Sobre el tercer secreto no revelado de Fátima se han hecho múltiples especulaciones. El Santo Padre, conocedor del mismo, ha escrito al respecto que "Cristo triunfará a través de Ella, porque quiere que las victorias de la Iglesia en el mundo contemporáneo y en el futuro estén unidas a ella".

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Homilía del Papa Juan Pablo II durante la Beatificación de los Pastorcillos Jacinta y Francisco en Fátima

Fátima, 13 de mayo, 2000 ACI

1. «Yo te bendigo, o Padre, (...) porque escondiste estas verdades a los sabios e inteligentes, y las revelaste a los pequeños» (Mt 11, 25).

Con estas palabras, amados hermanos y hermanas, Jesús alaba los designios del Padre celeste; sabe que nadie puede estar con él, si no es atraído por el Padre (cf. Jn 6, 44), por eso, alaba por ese designio y lo abraza filialmente: «Sí, Padre y te bendigo porque así fue de tu agrado» (Mt 11, 26). Quisiste abrir el reino a los pequeños.

Por designio divino, vino del cielo a esta tierra, en búsqueda de los pequeños privilegiados del Padre , «una mujer vestida de Sol» (Ap 12, 1). Les habla con voz y corazón de madre: os invita a ofrecerse como víctimas de reparación, ofreciéndose Ella para conducirlos, seguros, hasta Dios. Fue entonces que sus manos maternas salió una luz que os penetró íntimamente, sintiéndose inmersos en Dios como cuando una persona -explican ellos- se contempla en un espejo.

Más tarde, Francisco, uno de los tres privilegiados, exclamaba: «Nosotros estábamos ardiendo en aquella luz y no nos quemábamos. ¿Cómo es Dios? No se puede decir. Esto sí que nosotros no lo podemos decir . Dios: una luz que arde, pero que no quema. La misma sensación tuvo Moisés, cuando vio a Dios en la zarza ardiente; allí escuchó a Dios hablar, preocupado por la esclavitud de su pueblo y decidido a liberarlo por medio suyo: «Yo estaré contigo» (cf. Ex 3, 2-12). A cuantos la acogen, esta presencia se vuelve morada y consecuentemente, «zarza ardiente» del Altísimo.

2. Al beato Francisco, lo que más le impresionaba y absorbía era Dios en aquella luz inmensa que penetrara lo más íntimo de los tres. Sin embargo, sólo a él Dios se le daría a conocer «tan triste», como él decía. Cierta noche, su papá lo escuchó sollozar y le preguntó porqué lloraba; el hijo le respondió «Pensaba en Jesús que está tan triste por causa de los pecados que se cometen contra él». Vive motivado por el único deseo -tan expresivo del modo de pensar de los niños- de «consolar y dar alegría a Jesús».

En su vida, se da una transformación que podríamos radical; una transformación ciertamente no común en niños de su edad. Se entrega a una vida espiritual intensa, que se traduce en oración asidua y fervorosa, llegando a una verdadera forma de unión mística con el Señor. Eso mismo lo lleva a una progresiva purificación del espíritu mediante la renuncia a los propios gustos y hasta a los juegos inocentes de niños.

Soportó los grandes sufrimientos de la enfermedad que lo llevó a la muerte, sin nunca lamentarse. Todo le parecía poco para consolar a Jesús; murió con una sonrisa en los labios. Grande era, en el pequeño Francisco, el deseo de reparar las ofensas de los pecadores, esforzándose por ser bueno y ofreciendo y oración. Y Jacinta su hermana, casi dos años más joven que él, vivía animada por los mismos sentimientos.

3. «Y apareció en el Cielo otra señal: un enorme Dragón» (Ap 12, 3).

Estas palabras de la primera lectura de la Misa, nos hace pensar en la gran lucha que se traba entre el bien y el mal, pudiéndose constatar, cómo el hombre, poniendo a Dios de lado, no consigue llegar a la felicidad, antes termina por destruirse a sí mismo.

¡Cuántas víctimas a lo largo del último siglo del segundo milenio! Vienen a la memoria los horrores de la primera y segunda Gran Guerra y de otras más en tantas partes del mundo, los campos de concentración y exterminio, los gulags, las limpiezas étnicas y las persecuciones, el terrorismo, los raptos de personas, la droga, los atentados contra los niños no nacidos y la familia.

El mensaje de Fátima es un llamado a la conversión, alertando a la humanidad para no caer en el juego del «dragón» que, con su «cola, arrastró un tercio de las estrellas del cielo y las lanzó sobre la tierra» (Ap 12, 4). La meta última del hombre es el Cielo, su verdadera casa donde el Padre Celeste, en su amor misericordioso, por todos espera.

Dios no quiere que nadie se pierda, por eso hace dos mil años mandó a la tierra a su hijo «buscar y salvar lo que estaba perdido» (Lc 19, 10). Y Él nos ha salvado con su muerte en la cruz; ¡que nadie torne vana esa Cruz! Jesús murió y resucitó para ser «el primogénito de muchos hermanos» (Rom 8, 29).

En su solicitud materna, La Santísima Virgen vino aquí, a Fátima, a pedir a los hombres «no ofender más a Dios nuestro Señor, que ya está muy ofendido». Es el dolor de la Madre que la hace hablar; está en juego la suerte de sus hijos. Por eso, decía a los pastorcillos: «Rezad, rezad mucho y haced sacrificio por los pecadores, que muchas almas van al infierno por no haber quién se sacrifique y pida por ellos».

4. La pequeña Jacinta sintió y vivió como propia esa aflicción de Nuestra Señora, ofreciéndose heroicamente como víctima por los pecadores. Un día - ya ella y Francisco habían contraído la enfermedad que os obligaba a estar en cama - la Virgen María vino a visitarlos a su casa, como cuenta la pequeña : «Nuestra Señora vino a vernos y dijo que viene a llevar a Francisco muy pronto al Cielo. Y a mí me preguntó si todavía quería salvar más pecadores. Y le dije que sí». Y, al acercarse el momento de la partida de Francisco, Jacinta le recomienda: «Dale muchos saludos míos a Nuestro Señor y a Nuestra Señora, diles que sufrriré tanto como ellos quieran para convertir a los pecadores». Jacinta quedará tan impresionada con la visión del infierno durante la aparición del 13 de julio, que ninguna mortificación y penitencia era de más para salvar a los pecadores.

Bien podía ella exclamar con San Pablo: «Me alegro de sufrir por vosotros y completo en mi misma lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en beneficio de su cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1, 24). El domingo pasado, junto al Coliseo de Roma, hicimos la conmemoración de tantos testigos de fe del siglo XX, recordando las tribulaciones sufridas por ellos, a través de significativos testimonios que nos dejaron. Una nube incalculable de testigos valientes de la fe nos legó una herencia preciosa, que debe permanecer viva en el tercer milenio. Aquí en Fátima, donde fueron vaticinados estos tiempos de tribulación pidiendo Nuestra Señora oración y penitencia para abreviarlos, quiero hoy dar gracias al Cielo por la fuerza del testimonio que se ha manifestado en todas aquellas vidas y deseo una vez más celebrar la bondad del Señor para conmigo, cuando, duramente herido aquel 13 de Mayo de 1981, fui salvado de la muerte. Expreso mi gratitud también a la beata Jacinta por los sacrificios u oraciones ofrecidas por el Santo Padre, que ella había visto en gran sufrimiento.

5. «Yo te bendigo, oh Padre, porque revelaste esas verdades a los pequeños». La alabanza de Jesús toma hoy la forma solemne de la beatificación de los pastorcillos Francisco y Jacinta. La Iglesia quiere, con este rito, poner sobre el candelabro estas dos velas que Dios encendió para iluminar a la humanidad en sus horas sombrías e inquietas. Brille ellas sobre el camino de esta multitud inmensa de peregrinos y cuantos más nos acompañan por radio y televisión. Sean una luz amiga que ilumine todo Portugal y, de modo especial, esta diócesis de Leiria-Fátima.

Agradezco a Mons. Serafim, Obispo de esa ilustre Iglesia particular, por sus palabras de bienvenida, y con gran alegría saludo a todo el Episcopado portugués y a sus diócesis que mucho amo y exhorto a imitar a sus santos. Un saludo fraterno a los cardenales y obispo presentes, con mención particular a los pastores de la comunidad de los países de lengua portuguesa: la Virgen María alcance la reconciliación del pueblo angoleño; conforte a las víctimas de Mozambique; vele por los pasos de Timor Este, Guinea-Bissau, Cabo Verde, São Tomé y Príncipe; y preserve en la unidad de la fe a sus hijos e hijas de Brasil.

Saludo con deferencia al Señor Primer Ministro y demás Autoridades que quieran participar en esta celebración, aprovechando este momento para, en su persona, expresar mi reconocimiento a todos por su colaboración que ha hecho posible esta peregrinación mía. Un cordial abrazo y una bendición particular a la parroquia y ciudad de Fátima que hoy se alegra por sus hijos elevados a los honores de los altares.

6. Mi última palabra es para los niños: Queridos niños y niñas, veo a muchos de vosotros vestidos como Francisco y Jacinta. ¡Os queda muy bien! Pero luego, mañana, dejaréis esas ropas y... se acabarán los pastorcillos. ¡No deberían acabar, ¿no es cierto? ! Es que Nuestra Señora necesita mucho de todos vosotros, para consolar a Jesús, triste con las tonterías que se hacen; necesita de vuestras oraciones y sacrificios por los pecadores.

Pedid a vuestros padres y educadores que os inscriban en la «escuela» de Nuestra Señora, para que Ella os enseñe a ser como los pastorcillos, que buscaban ser todo lo que Nuestra Señora les pedía. Os digo que «se avanza más en poco tiempo de sumisión y dependencia de María, que durante años enteros de iniciativas personales apoyadas en sí mismos» (S. Luis de Montfort, Tratado de la Verdadera Devoción a la SS.ma Virgen, nº 155). Fue así como los pastorcillos se volvieron santos deprisa. Una mujer que acogió a Jacinta en Lisboa, al escuchar los buenos y acertados consejos que la pequeña le daba, le preguntó quién se los había enseñado. «Fue Nuestra Señora», le respondió. Entregándose con total generosidad a la dirección de tan bondadosa Maestra, Jacinta y Francisco subieron en poco tiempo a las cumbres de la perfección.

7. «Yo te bendigo, oh Padre, porque escondiste estas verdades a los sabios e inteligentes, y la revelaste a los pequeños».

Yo Te bendigo, oh Padre, por todos tus pequeños, comenzando por la Virgen María, tu humilde Sierva, hasta los pastorcillos Francisco e Jacinta.

¡Que el mensaje de sus vidas permanezca siempre viva para iluminar el camino de la humanidad!

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El Cardenal Sodano presenta el tercer secreto de Fátima

FÁTIMA 13.05.2000 (ACI).- El Cardenal Secretario de Estado Angelo Sodano puso fin a décadas de especulaciones al revelar, por expresa voluntad del Papa Juan Pablo II, el tercer secreto de Fátima.

Al finalizar la emotiva misa de beatificación de los pastorcillos, el Cardenal Secretario de Estado leyó el siguiente mensaje:

"Hermanos y hermanas en el Señor:

Al concluir esta solemne celebración, siento el deber de presentar a nuestro amado Santo Padre Juan Pablo II la felicitación más cordial, en nombre de todos los presentes, por su próximo 80° cumpleaños, agradeciéndole su valioso ministerio pastoral en favor de toda la Santa Iglesia de Dios".

"En la solemne circunstancia de su venida a Fátima, el Sumo Pontífice me ha encargado daros un anuncio. Como es sabido, el objetivo de su venida a Fátima ha sido la beatificación de los dos 'pastorinhos'. Sin embargo, quiere atribuir también a esta peregrinación suya el valor de un renovado gesto de gratitud hacia la Virgen por la protección que le ha dispensado durante estos años de pontificado. Es una protección que parece que guarde relación también con la llamada "tercera parte" del secreto de Fátima".

"Este texto es una visión profética comparable a la de la Sagrada Escritura, que no describe con sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetiza y condensa sobre un mismo fondo hechos que se prolongan en el tiempo en una sucesión y con una duración no precisadas. Por tanto, la clave del lectura del texto ha de ser de carácter simbólico".

"La visión de Fátima tiene que ver sobre todo con la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos, y describe el inmenso sufrimiento de los testigos de la fe del último siglo del segundo milenio. Es un interminable Via Crucis dirigido por los Papas del Siglo XX".

"Según la interpretación de los 'pastorinhos', interpretación confirmada recientemente por Sor Lucia, el 'Obispo vestido de blanco' que ora por todos los fieles es el Papa. También él, caminando con fatiga hacia la Cruz entre los cadáveres de los martirizados (obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y numerosos laicos), cae a tierra como muerto, bajo los disparos de arma de fuego".

"Después del atentado de 13 de mayo de 1981, a Su Santidad le pareció claro que había sido 'una mano materna quien guió la trayectoria de la bala', permitiendo al 'Papa agonizante' que se detuviera 'a las puertas de la muerte' (Juan Pablo II, Meditación con los Obispos italianos desde el Policlínico Gemelli, 1994). Con ocasión de una visita a Roma del entonces Obispo de Leiria-Fátima, el Papa decidió entregarle la bala, que quedó en el jeep después del atentado, para que se custodiase en el Santuario. Por iniciativa del Obispo, la misma fue después engarzada en la corona de la imagen de la Virgen de Fátima".

"Los sucesivos acontecimientos del año 1989 han llevado, tanto en la Unión Soviética como en numerosos Países del Este, a la caída del régimen comunista que propugnaba el ateísmo. También por esto el Sumo Pontífice le está agradecido a la Virgen desde lo profundo del corazón. Sin embargo, en otras partes del mundo los ataques contra la Iglesia y los cristianos, con la carga de sufrimiento que conllevan, desgraciadamente no han cesado.

Aunque las vicisitudes a las que se refiere la tercera parte del secreto de Fátima parecen ya pertenecer al pasado, la llamada de la Virgen a la conversión y a la penitencia, pronunciada al inicio del siglo XX, conserva todavía hoy una estimulante actualidad. 'La Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los signos de los tiempos, los signos de nuestros tiempos ... La invitación insistente de María santísima a la penitencia es la manifestación de su solicitud materna por el destino de la familia humana, necesitada de conversión y perdón' (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 1997, n. 1".

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Texto original del tercer secreto de Fátima
Hecho público por el Secretario de Estado, Cardenal Angelo Sodano, el 13 de mayo de 2000

Tercera parte del secreto de Fátima, revelado el 13 de julio de 1917 a los tres pastorcillos en la Cueva de Iria-Fátima y transcrito por Sor Lucía el 3 de enero de 1944.

"Escribo en obediencia a Vos, Dios mío, que lo ordenáis por medio de Su Excelencia Reverendísima el Señor Obispo de Leiria y de la Santísima Madre vuestra y mía.

"Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Angel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos en una inmensa luz qué es Dios: 'algo semejante a como se ven las personas en un espejo cuando pasan ante él' a un Obispo vestido de Blanco 'hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre'. También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Angeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios".

Los dos primeros secretos de Fátima

Dos de los tres secretos revelados por la hermana Lucía en 1942 son:

1) "Vosotros habéis visto el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarles, Dios desea establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón".

2) "La Primera Guerra mundial terminará pronto. Sin embargo, si la humanidad no deja de ofender a Dios, otra guerra peor surgirá en el Reinado del Papa Pío XI. Cuando vosotros veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que éste es el gran signo que Dios os da, porque Él va a castigar el mundo por sus crímenes a través de las guerras, el hambre, la persecución de la Iglesia y del Santo Padre. Para impedir esto, Yo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión de reparación de los Primeros Sábados.

Si mi petición es acatada, Rusia se convertirá, y habrá paz. Si no, Rusia transmitirá sus errores a través del mundo, promoviendo guerras y la persecución de la Iglesia; los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho, varias naciones serán aniquiladas; al final mi Inmaculado Corazón triunfará. El santo Padre me consagrará Rusia, la cual se convertirá, y algún tiempo de paz se le dará al mundo."

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