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Imagen diseñada bajo la inspiración del beato Manuel Domingo y Sol, natural de Tortosa, por el dibujante barcelonés Paciano Ros y reproducida en fototipia por los talleres, también barceloneses, Thomas y Compañía a finales del XIX. En lo más alto, el
Corazón de Jesús del que brotan las llamas luminosas de
su ardiente amor, con la corona de espinas y la cruz,
rodeado de la inscripción "¡Reinaré en
España!", en alusión a la promesa hecha en 1733 a
Bernardo de Hoyos: "Reinaré en España y
con más veneración que en otras muchas partes". |
El poema épico "La
Atlántida" (1877) de Verdaguer termina con estos
versos: Lo
savi ancià, que des d´un cim l´obira, (El sabio
anciano, que le contempla desde una cima, |
«Hablaban de progreso cuando retrocedían, de ascensión a la madurez cuando se esclavizaban» (Pío XII, Summi Pontificatus)
Jacinto Verdaguer a la Inmaculada, reina de España |
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Oh Verge Immaculada, per vostra Concepció, d´Espanya Reina amada, salvau vostra nació. Concebuda sou Maria, és lo càntic celestial, que la terra al cel envia com un himne triomfal. Concebuda sou Maria, sens pecat original. Vós, Maria, sou l´estrella, que guià Espanya al Nou Món, la de l´alba hermosa i bella de la glòria que se´ns pon. Oh Maria, hermosa estrella resplendiu d´Espanya al front. Quan sa Reina era Maria, nostre regne era el més gran: sa bandera el món cobria des d´Amèrica a Lepant. Si a regnar torna Maria, ses grandeses tornaran. Vós d´Espanya sou la glòria, Vós lo sol del Principat: nostra pàtria i nostra història Vós, oh Verge ens ho heu donat: tronos són de vostra glòria Covadonga i Montserrat. Patrimoni ets de Maria Oh d´Espanya hermós país! Més avui l´error hi nia Que et farà poble infeliç Oh ! xafau-li el cap, Maria que és la serp del paradís |
Oh Virgen Inmaculada por tu santa Concepción de España, oh Reina amada, salva ya a tu nación. Concebida eres María es el canto celestial que la tierra al cielo envía como un himno triunfal. Concebida eres María sin pecado original. Tú María eres la estrella que guió a España a Ultramar, la del alba hermosa y bella que a gloria nos fue a guiar. Oh María, hermosa estrella Ven a España a iluminar. Cuando reinaba María, nuestro reino daba espanto: su enseña el mundo cubría desde América a Lepanto. Si a reinar vuelve María, nuestro reino será santo. Tú de España eres la gloria, Tú el sol de este Principado: nuestra patria y nuestra historia Tú nos las has otorgado: vivo está en nuestra memoria el amor de tu cuidado. ¡Patrimonio es de María, de España el bello país! Pero hoy aquí el error anida que lo hará un pueblo infeliz. ¡Oh, aplástalo ya María, que es de la sierpe cerviz! |
"La paz a que aspiran los pontífices
romanos, la paz que esperan del Corazón de Jesús, la
paz de Cristo en el Reino de Cristo, no es aquella paz
precaria y circunstancial que puede dar la diplomacia, o los
tratados internacionales. No es una paz condicionada a las
tristes circunstancias actuales. Esta es la paz del mal
menor, a la cual es prudente acogerse, cuando no puede
alcanzarse el bien mayor. Será una paz que un pontífice romano
admitirá prudentemente, como la habrían admitido tantos
pontífices romanos. Pero no es la auténtica Pax Romana: la
paz de Cristo en el Reino de Cristo".
(Padre Ramón Orlandis, SI: El arco
iris de la «Pax Romana»).
Advertencia atribuida a Chesterton: No vayas a tener la mente tan abierta que se te caiga el cerebro
Chesterton: "El mundo moderno se divide entre conservadores y progresistas. La función de los progresistas es cometer errores. La de los conservadores, impedir que los errores sean corregidos".
Inglaterra se convertirá: no en masa, sino individualmente (San Pío de Pietrelcina)
Habrá primero una guerra económica y luego será terrible, pero breve. ¡Pobre Francia! ¡Pobre Francia! (San Pío de Pietrelcina).
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Pastor que con tus silbos amorosos
Lope de Vega
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño,
Tú que hiciste cayado de ese leño,
en que tiendes los brazos poderosos,
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño,
y la palabra de seguirte empeño,
tus dulces silbos y tus pies hermosos.
Oye, pastor, pues por amores mueres,
no te espante el rigor de mis pecados,
pues tan amigo de rendidos eres.
Espera, pues, y escucha mis cuidados,
pero ¿cómo te digo que me esperes,
si estás para esperar los pies clavados?
Lope de Vega
Hoy derrama noche el sentimiento
Francisco de Quevedo
Pues hoy derrama noche el sentimiento
por todo el cerco de la lumbre pura,
y amortecido el sol en sombra oscura,
da lágrimas al fuego, y voz al viento;
pues de la muerte el negro encerramiento
descubre con temblor la sepultura,
y el monte, que embaraza la llanura
del mar cercano, se divide atento,
de piedra es hombre duro, de diamante
tu corazón, pues muerte tan severa
no anega con tus ojos tu semblante.
Mas no es de piedra, no; que si lo fuera,
de lástima de ver a Dios amante,
entre las otras piedras se rompiera.
Francisco de Quevedo
Sobre estas palabras que dijo Jesucristo en la
Cruz: Mulier, ecce filius tuus:
ecce Mater tua (Ioan, 19)
Francisco de Quevedo
Mujer llama a su Madre cuando expira,
porque el nombre de madre regalado
no la añada un puñal, viendo clavado
a su Hijo, y de Dios, por quien suspira.
Crucificado en sus tormentos, mira
su Primo, a quien llamó siempre «el Amado»,
y el nombre de su Madre, que ha guardado,
se le dice con voz que el Cielo admira.
Eva, siendo mujer que no había sido
madre, su muerte ocasionó en pecado,
y en el árbol el leño a que está asido.
Y porque la mujer ha restaurado
lo que sólo mujer había perdido,
mujer la llama, y Madre la ha prestado.
Francisco de Quevedo
Entré por aquel lado
Lope de Vega
Con ánimo de hablarle en confianza
de su piedad entré en el templo un día,
donde Cristo en la cruz resplandecía
con el perdón que quien le mira alcanza.
Y aunque la fe, el amor y la esperanza
a la lengua pusieron osadía,
acordéme que fue por culpa mía,
y quisiera de mí tomar venganza.
Ya me volvía sin decirle nada,
y como vi la llaga del costado,
paróse el alma en lágrimas bañada:
Hablé, lloré y entré por aquel lado,
porque no tiene Dios puerta cerrada
al corazón contrito y humillado.
Lope de Vega
A Cristo en la Cruz
Luis de Góngora
Pender de un leño, traspasado el pecho
y de espinas clavadas ambas sienes;
dar tus mortales penas en rehenes
de nuestra gloria, bien fue heroico hecho.
Pero más fue nacer en tanto estrecho
donde, para mostrar en nuestros bienes
a dónde bajas y de dónde vienes,
no quiere un portalillo tener techo.
No fue esta más hazaña, ¡oh gran Dios mío!,
del tiempo, por haber la helada ofensa
vencido en flaca edad, con pecho fuerte
que más fue sudar sangre que haber frío,
sino porque hay distancia más inmensa
de Dios a hombre que de hombre a muerte.
Luis de Góngora
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