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La curación del ciego de nacimiento en Siloé
Los arqueólogos han descubierto ocho escalones
que descienden a la piscina de Siloé (Church Pop).
El evangelio de san Juan narra en su capítulo 9 que Jesús, el
Verbo hecho carne, untó en sábado con barro los ojos de un
ciego de nacimiento
y le mandó que se lavase en la piscina de Siloé; y que al
hacerlo se curó y adquirió la vista. (Leer más).
Harumi Suzuki Church Pop 13 de septiembre de 2023
Un nuevo proyecto de excavación en Jerusalén ha descubierto unos escalones de aproximadamente 2700 años de antigüedad, donde el Nuevo Testamento afirma que Jesús curó a un hombre ciego.
En las últimas semanas, los arqueólogos han descubierto ocho escalones que descienden a la piscina de Siloé. Los peldaños estaban ya en la época en que Jesús estuvo en la tierra hace dos mil años.
Esta es la narración de los hechos en el Evangelio de san Juan:
Al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó: este o sus padres, para que naciera ciego?». Jesús contestó:
«Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo».
Dicho esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo:
«Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ese el que se sentaba a pedir?». Unos decían: «El mismo». Otros decían: «No es él, pero se le parece». Él respondía: «Soy yo».
"Y le preguntaban: «¿Y cómo se te han abierto los ojos?». Él contestó: «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver». Le preguntaron: «¿Dónde está él?». Contestó: «No lo sé».
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo». Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado». Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?». Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?». Él contestó: «Que es un profeta». Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron:
«¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?».
Sus padres contestaron: «Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego; pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse». Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: «Ya es mayor, preguntádselo a él». Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Da gloria a Dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador».
Contestó él: «Si es un pecador, no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo».
Le preguntan de nuevo: «¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?». Les contestó: «Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso: ¿para qué queréis oírlo otra vez?, ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?».
Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron: «Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene».
Replicó él: «Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder».
Le replicaron: «Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?». Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?». Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?».
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es». Él dijo: «Creo, Señor». Y se postró ante él. Dijo Jesús: «Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos». Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron: «¿También nosotros estamos ciegos?».
Jesús les contestó: «Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís vemos, vuestro pecado permanece».
(Jn 9, 1-41)
El director de Asuntos Internacionales de la fundación Ciudad de David, Ze'ev Orenstein, indicó a Fox News Digital que las excavaciones en curso dentro de la Ciudad de David, el sitio histórico de la Jerusalén bíblica, particularmente de la piscina de Siloé y el Camino de Peregrinación, sirven como una de las mayores afirmaciones de esa herencia y del vínculo milenario que judíos y cristianos tienen con Jerusalén.
La piscina de Siloé fue construida durante el reinado del rey Ezequías (2 Reyes 20,20) y es el lugar donde Jesús realizó el milagro de la curación ciego de nacimiento.
En 2004, la empresa de agua Hagihon encontró por casualidad indicios de la piscina de Siloé mientras realizaba obras de infraestructura. Este hallazgo llevó a posteriores investigaciones que han dejado al descubierto una parte importante de este lugar histórico.
La Autoridad de Antigüedades de Israel, la Autoridad de Parques Nacionales de Israel y la Fundación Ciudad de David anunciaron a inicios de 2023, que este sitio bíblico estará pronto abierto al público.
La Ciudad de David
La media milla que atraviesa la Ciudad de David, desde el estanque de Siloé en el sur, continuando a lo largo del Camino de Peregrinación, hasta las huellas del Muro Occidental, la Escalera Sur y el Monte del Templo, representa la media milla más significativa del planeta, afirmó Orenstein.
No hay media milla en ningún lugar de la Tierra que signifique más para más personas no para millones, sino para miles de millones que la media milla que es la Ciudad de David, concluyó.