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La trampa del New York Times puede haber sido un publirreportaje pagado con el dinero de las subvenciones a la Generalidad de Cataluña

El 23 de junio de 2017, un editorial del New York Times abogaba por que el gobierno general de España permita el referéndum separatista anunciado por el Presidente de la Generalidad de Cataluña Puigdemont para el 1.10.2017. Y también expresaba que lo mejor sería que venciese el no: "La mejor solución para España sería permitir el referéndum, y para los catalanes, rechazar la independencia, como ha ocurrido en Quebec y Escocia". Contar con ello, es un cuento de la lechera como el que engañó a Cameron y lo convirtió en el fautor del separatismo británico respecto a la UE, cuando se creía que lo iba a enterrar.

Otro cuento de la lechera lo formula así el NYT: "muchos catalanes ven claras ventajas en seguir siendo parte de España, como la pertenencia a la Unión Europea".Pero es buena señal que en el fondo el NYT no se crea que sea inexorable que consigan llevar a Cataluña a la separación. Parece que sigue funcionando la contrapartida de la retirada en 2014 de la ley de pseudocombate del aborto de Gallardón. Esa contrapartida era que los que se creen que tienen derecho a decidir cómo es el mapa del mundo no han decidido por ahora la separación de Cataluña. Y por lo tanto, lo que ahora toca es dar una salida con aparentes contraprestaciones para que todo siga igual: seguir viendo cómo hacen brotar en Cataluña clamores de que están oprimidos, discriminados y robados, y que hay que darles más dinero, porque, si no, reactivarán el prusés separatista. En ese escrito trampa del NYT se piden ya las contraprestaciones para lo que insisten en llamar región: "un gobierno central más capaz podría reducir el fervor independentista otorgando a la región un mejor trato económico".Argumenta ese escrito que Cataluña aporta cerca de la quinta parte del PIB de España, mientras que recibe sólo el 9'5% del presupuesto. Como si el PIB fuese algo que pagamos a España en vez de la suma de lo que ganamos sus habitantes con la venta de los bienes y servicios que producimos. Omite además ese escrito que el PIB de Cataluña procede en gran parte de lo que vende en el resto de España, a la que desde hace dos siglos ha tenido --y en gran medida aún tiene-- como mercado reservado. Y que el IVA que se atribuye como impuestos de Cataluña lo recaudan de sus clientes del resto de España, también en gran parte, empresas con sede en Cataluña como Caixabank, Grifols, etc.Como las desgracias no suelen venir solas, si Cataluña tiene la desgracia de que la lleven a la separación, volveremos a tener, en lo que quede de España, a Gallardón en el poder y en el candelabro. En concepto de "torna". [¿O ahora se dice return?].--------------------------------------------

Catalonia’s Challenge to Spain

By THE EDITORIAL BOARD JUNE 23, 2017 https://www.nytimes.com/2017/06/23/opinion/catalonias-challenge-to-spain.html

Spain is determined to prevent a Catalonian referendum on independence, even though its tough attitude toward Catalan leaders has probably only increased enthusiasm for a measure with questionable support.

A new round in a long game of chicken began earlier this month, after Catalonia’s president, Carles Puigdemont, announced an independence referendum on Oct. 1. Spain’s culture, sport and education minister, Íñigo Méndez de Vigo, vowed: “What I can say is what will not happen on Oct. 1 — an illegal referendum that goes against the Constitution.”

After Catalonia’s government staged a nonbinding independence vote in 2014, Spain charged the autonomous region’s leader at the time, Artur Mas, with the crimes of disobedience and breach of trust. In March, a court fined Mr. Mas the equivalent of $39,000 and banned him from holding public office for two years. The trial only succeeded in galvanizing Catalan separatists, as hundreds of thousands took to the streets in September to demand that their politicians push ahead on independence.

But while independence was approved in the 2014 ballot measure, less than half the electorate took part, and many Catalans see clear advantages in remaining a part of Spain, such as membership in the European Union.

Spain might suppress secessionist impulses more successfully by putting its own house in order. Political gridlock and two inconclusive elections left Spain effectively without a national government for 10 months last year, and while the government, reeling from a corruption scandal, survived a no-confidence vote last week, the effort showed that political divisions continue to roil Spain.

A more capable central government could head off independence fervor by giving the region a better economic return. Catalonia contributes nearly a fifth of Spain’s gross domestic product, yet the region receives just 9.5 percent of Spain’s national budget. Negotiating in good faith with Catalan leaders to find a political solution, rather than relying on the judiciary’s restrictive interpretation of the Constitution to punish Catalan efforts for greater autonomy, would also help.

The best outcome for Spain would be to permit the referendum, and for Catalan voters to reject independence — as voters in Quebec and Scotland have done. Otherwise, Madrid’s intransigence will only inflame Catalan frustrations.