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Stanley Payne en su homenaje: "Ha habido muchísima tergiversación con la historia de España, más que con la de cualquier otro país de Occidente"

LD 17 09 2022

https://www.libertaddigital.com/cultura/historia/2022-09-17/stanley-g-payne-stanley-payne-en-su-homenaje-ha-habido-muchisima-tergiversacion-con-la-historia-de-espana-mas-que-con-la-de-cualquier-otro-pais-de-occidente-6933665/

No puedo negar que soy hispanófilo, aunque de ningún modo llegué en España como tal, sino meramente como alumno doctorando en un proyecto de investigación, y tratándose de un país de reputación tan exótica y diferente como España, también tenía todo sentido que fuera un viaje de descubrimiento. En otras ocasiones he contado que dediqué una parte de mis dos primeros meses a esta tarea, hasta que llegué a la conclusión de que los españoles eran de verdad gente normal como cualquier otro grupo de occidentales, aunque con las cualidades o peculiaridades individuales que se pudiera encontrar en cualquier nación. En mi caso, la hispanofilia no era nada asumido de libros o de un breve viaje exótico, sino algo aprendido a través de una larga experiencia personal.

Sin embargo, deseo subrayar que nunca he practicado la hispanofilia profesional. El objetivo de todas mis investigaciones ha sido, modestamente, contar la verdad del modo más objetivo que me ha sido posible como investigador individual, reconociendo al mismo tiempo las limitaciones inevitables de cualquier obra personal. Así, pronto aprendí que la realidad no era exactamente como había creído originalmente, que tenía la perspectiva casi inevitablemente distorsionada de alguien que no había penetrado más allá de la superficie, y que sería necesario decir y señalar cosas que estaba descubriendo y aprendiendo que, posiblemente, no agradarían a algunos o incluso a muchos. Nunca me he arredrado en este empeño y nunca he dado, que yo sepa, un paso atrás, a pesar de las limitaciones de cualquier obra individual.

Con los años vi con toda claridad que ha habido muchísima tergiversación con la historia de España, más que con la de cualquier otro país de Occidente, que parece ser casi el destino de esta historia nacional, y así he hecho lo que me ha sido posible para rectificarla, bien de forma parcial o en gran medida dentro de mi modesto alcance.

Uno de los grandes problemas que tiene la historia es la cuestión de perspectiva, de contexto y de comparación. Pienso que la perspectiva con que se juzga la historia de España es demasiado restringida y parcial o hasta algo inauténtica. Dentro del mundo historiográfico español hubo durante mucho tiempo una tendencia al ensimismamiento, y cuando se hacía en un contexto internacional, lo más frecuente era en un estudio con Francia e Inglaterra, cuando una relación válida debe ser mucho más amplia, con todo el sur de Europa y otras naciones del continente, y a veces hasta dentro de una perspectiva mayor aún. Pienso en este aspecto en la clásica historia romántica del polaco Jan Lelewel y en su muy imaginativo libro decimonónico Paralelo histórico entre España y Polonia en los siglos XVI, XVII y XVIII, una historia no "científica" pero muy sugestiva.

Ha sido gran ventaja para mí haber vivido en lo que es probablemente una de las dos épocas más extraordinarias en la larga historia del país. Llegué a España cuando no habían transcurrido veinte años desde la Guerra Civil y pude observar la última etapa de la sociedad y cultura tradicional, la transformación del franquismo y la definitiva modernización del país, que había quedado pendiente durante generaciones; después, la época de reconciliación política, porque los españoles ya se habían reconciliado varios años atrás, y la democratización después de Franco y, finalmente, el cuarto de siglo de vida en democracia; el del llamado Estado del bienestar y la estabilidad, una época interrumpida finalmente por la nueva radicalización política y el atentado achacado a los yihadistas de 2004, los dos factores que inauguraron la nueva época en que vivimos y que seguirá, según parece, por algún tiempo. Esa época quedó marcada por la resolución de grandes desafíos y problemas históricos, aunque al final truncada por la vuelta de los demonios familiares.

En el campo de la historia, la tendencia actual en casi todas partes es hacia la politización y la imposición de las ideologías, aunque con énfasis muy diferentes según el país en consideración. Un caso significativo es el surgido en Estados Unidos este último mes. Se trata de uno de mis colegas más notables de Wisconsin, James Sweet, presidente de la American Historical Association, quien publicó unas observaciones en el boletín oficial de la Asociación, señalando los efectos profundamente distorsionadores del énfasis actual sobre el "presentismo" y el sesgo ideológico.

How do historians undertake their chosen profession with integrity in an era of unrelenting presentism? asks AHA president James H. Sweet in #AHAPerspectives.

¿Cómo emprenden los historiadores la profesión que eligieron con integridad en una era de presentismo implacable? pregunta el presidente de la AHA, James H. Sweet, en #AHAPerspectives

historians.org

Is History History? Identity Politics and Teleologies of the Present When historians concede to discuss the past with the terms of the present, they abandon the skill set that makes them historians.

7:18 p. m. · 17 ago. 2022·Sprout Social

 

Sweet es un hombre de izquierdas, pero se atrevió a decir la verdad, lo que provocó de inmediato una oleada de denuncias en Twitter, que calificaban unánimemente a este profesor relativamente distinguido, casado con una mujer negra y padre de una hija mestiza, de "racista" y "fascista".

Como parece natural en el mundo actual, el pobre profesor Sweet se vino abajo al momento y sin hacer un mínimo intento de defenderse ni dar la batalla, pidió pública y reiteradamente perdón por sus errores; es decir, por haber dicho la verdad, prometiendo hacer todo lo posible para ‘rectificar’ y merecer "la redención," como se dice tan absurdamente dentro del corrompido lenguaje actual. De esta manera, lo que empezó como una declaración honrada y valiente por el presidente de la American Historical Association, acabó en la típica irracionalidad y degradación de nuestra época. Lo que demuestra lo importante que es no pedir nunca perdón por decir la verdad.

Please read this apology from James H. Sweet regarding his recent #AHAPerspectives column. "I apologize for the damage I have caused to my fellow historians, the discipline, and the AHA. I hope to redeem myself in future conversations with you all." https://historians.org/news-and-advoc acy#Message-from-James-H-Sweet-August-2022

Lea esta disculpa de James H. Sweet con respecto a su columna reciente #AHAPerspectives .

"Me disculpo por el daño que he causado a mis compañeros historiadores, la disciplina y la AHA. Espero redimirme en futuras conversaciones con todos ustedes".

https://historians.org/news-and-advoc acy#Message-from-James-H-Sweet-August-2022…

Message from James H. Sweet which reads in part:
My September Perspectives on History column has generated anger and dismay among many of our colleagues and members. I take full responsibility that it did not convey what I intended and for the harm that it has caused. I had hoped to open a conversation on how we “do” history in our current politically charged environment. Instead, I foreclosed this conversation for many members, causing harm to colleagues, the discipline, and the Association. ... I sincerely regret the way I have alienated some of my Black colleagues and friends. I am deeply sorry. ... I hope to redeem myself in future conversations with you all. I’m listening and learning.

Estados Unidos no tiene todavía ninguna ley oficial de censura histórica, como hay en España con la mal llamada Ley de Memoria Histórica de 2007 del presidente Zapatero y la que se está fraguando ahora con la Ley de Memoria Democrática de Pedro Sánchez, que supone a todas luces una aberración superior. Ello es así, porque la táctica norteamericana es la de extender una red de carácter general totalitario, pero siempre tildada de "democrática", como en los antiguos países comunistas del este de Europa.

El trabajo del estudioso profesional es inevitablemente individual, pero no únicamente, porque al fin y al cabo sus investigaciones, además de las fuentes, siempre dependen de un trabajo colectivo de la comunidad de enseñantes e investigadores. Cualquier estudiante ha gozado del amparo, de la pedagogía y del estímulo de muchas personas, una gran parte de ellas normalmente olvidadas. En mi propio caso, cuando llegué a España por vez primera, hace casi exactamente sesenta y cuatro años, no tenía muy claro cómo iba a poder llevar a cabo un proyecto original de investigación de la historia más contemporánea del país, pero algo que sí tenía muy claro era que ello tendría que depender en una parte considerable de la cooperación y ayuda de los españoles. Y los españoles no me fallaron. Como es casi inevitable en un extenso proyecto de historia oral, hubo quienes me trataron de engañar o de encubrir la realidad, pero el grado de cooperación de buena voluntad fue impresionante e indispensable para el éxito del proyecto.

Es cierto que el momento era propicio; casi veinte años después de la Guerra Civil, con cierta perspectiva en el tiempo y capacidad, era posible presentar aquel trauma como historia y no como propaganda sectaria. Además, en esas circunstancias, un investigador extranjero gozaba de una aceptación y una libertad antes imposibles. El éxito en los asuntos humanos siempre depende en parte de las circunstancias y de las contribuciones y apoyo de los otros.

Por ello, estoy profundamente agradecido no solo a los muchos españoles a quienes traté y conocí durante aquel primer año, sino a los muchísimos más que he tenido la oportunidad de tratar, conocer y trabar grandes amistades a lo largo de los tercios de siglo que siguieron. La cordialidad, la simpatía y la generosidad han sido siempre las notas dominantes. Unas relaciones y apoyos de los que siempre he dependido. Es verdad que los moralistas españoles en ocasiones han tachado a sus compatriotas de envidiosos y resentidos, pero a mí siempre me ha sorprendido el poco resentimiento que el hispanista encuentra en España. Cuando hay crítica, es muy raro encontrarla en términos xenófobos, porque normalmente son los mismos términos que estos críticos aplican a muchos, a veces a millones, de los mismos españoles. Así, esta larga obra mía no es meramente un estudio sobre los españoles o a ellos aplicado, pero ha sido en una gran medida un trabajo hecho con los mismos españoles. A todos ellos, y a todos los participantes, asistentes y espectadores de este acto, mis más profundas y sentidas gracias. Yo no hubiera podido hacerlo sin su ayuda.

De corazón.