Texto
del decreto por el que por mandato del Papa se conceden
indulgencias especiales con ocasión del Año de San
José hasta el 8 12 2021 Se
concede indulgencia plenaria:
--a aquellos que mediten
durante al menos 30 minutos en el rezo del Padre
Nuestro, o que participen en un retiro
espiritual de al menos un día que incluya una
meditación sobre San José;
-- a aquellos que, siguiendo el
ejemplo de San José, realicen una obra de
misericordia corporal o espiritual;
--por el rezo del Santo
Rosario en las familias y entre los novios;
--a todo aquel que confíe
diariamente su trabajo a la protección de San José
--a todo creyente que invoque con
sus oraciones la intercesión del obrero de
Nazaret, para que los que buscan trabajo lo
encuentren y para que el trabajo de todos
sea más digno.
--a los fieles que recen la
letanía de San José (para la tradición
latina),
--a los fieles que recen el
Akathistos a San José, en su totalidad o al menos
una parte de ella (para la tradición bizantina),
--a los fieles que recen alguna
otra oración a San José, propia de las otras
tradiciones litúrgicas, en favor de la
Iglesia perseguida ad intra y ad extra y
para el alivio de todos los cristianos que sufren toda
forma de persecución.
--a los fieles que recen cualquier
oración o acto de piedad legítimamente
aprobado en honor de San José, por ejemplo "A
ti, oh bienaventurado José",
especialmente el 19 de marzo y el 1 de mayo, fiesta
de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, el
domingo de San José (según la tradición bizantina),
el 19 de cada mes y cada miércoles, día dedicado a
la memoria del Santo según la tradición latina.
--el don de la indulgencia plenaria se
extiende particularmente a los ancianos, los
enfermos, los moribundos y todos aquellos que
por razones legítimas no pueden salir de su casa,
los cuales, con el ánimo desprendido de cualquier pecado
y con la intención de cumplir, tan pronto como sea
posible, las tres condiciones habituales, en su propia
casa o dondequiera que el impedimento les retenga, recen
un acto de piedad en honor de San José,
consuelo de los enfermos y patrono de la buena muerte, ofreciendo
con confianza a Dios los dolores y las dificultades de su
vida.
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Se pueden utilizar para conseguir estas
indulgencias las dos oraciones que incluye el papa
Francisco en su Carta Apostólica Patris Corde, sobre san
José y este año jubilar:
Una oración a san José tomada de
un libro de devociones francés del siglo XIX, de la
Congregación de las Religiosas de Jesús y María,
que expresa devoción, confianza y un cierto reto a
san José:
Glorioso patriarca san José,
cuyo poder sabe hacer posibles las cosas imposibles,
ven en mi ayuda en estos momentos de angustia y
dificultad. Toma bajo tu protección las situaciones
tan graves y difíciles que te confío, para que
tengan una buena solución. Mi amado Padre, toda mi
confianza está puesta en ti. Que no se diga que te
haya invocado en vano y, como puedes hacer todo con
Jesús y María, muéstrame que tu bondad es tan
grande como tu poder. Amén.
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.
Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal. Amén.
Y obviamente la oración indicada "A
ti, oh bienaventurado José", que envió el
Papa León XIII junto con su enciclica Quamquam
pluries de 1889:
"Disponemos que durante todo
el mes de octubre, durante el rezo del Rosario, sobre
el cual ya hemos legislado, se añada una oración a
San José, cuya fórmula será enviada junto con la
presente, y que esta costumbre sea repetida todos los
años":
A ti, bienaventurado san
José, acudimos en nuestra
tribulación, y después de implorar el auxilio
de tu santísima esposa, solicitamos también
confiadamente tu patrocinio.
Con aquella caridad que te tuvo
unido con la Inmaculada Virgen María, Madre de
Dios, y por el paterno amor con que abrazaste al
Niño Jesús, humildemente te suplicamos que
vuelvas benigno los ojos a la herencia que con su
Sangre adquirió Jesucristo, y con tu poder y
auxilio socorras nuestras necesidades.
Protege, oh providentísimo Custodio
de la divina Familia, la escogida descendencia de
Jesucristo; aleja de nosotros, oh padre
amantísimo, este flagelo de errores y vicios.
Asístenos propicio desde el cielo, en esta lucha
contra el poder de las tinieblas; y como en otro
tiempo libraste de la muerte la vida amenazada
del Niño Jesús, así ahora defiende a la santa
Iglesia de
Dios de las hostiles insidias y de
toda adversidad.
Y a cada uno de nosotros protégenos con tu
constante patrocinio, para que, a ejemplo tuyo, y
sostenidos por tu auxilio, podamos vivir y morir
santamente y alcanzar en los cielos la eterna
bienaventuranza. Amén
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