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El corazón, la memoria
(san Agustín), la conciencia (Canals)

114 El hombre está también en relación consigo mismo y puede reflexionar sobre sí mismo. La Sagrada Escritura habla a este respecto del corazón del hombre. El corazón designa precisamente la interioridad espiritual del hombre, es decir, cuanto lo distingue de cualquier otra criatura:

Dios «ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el afán en sus corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin» (Qo 3,11).

El corazón indica, en definitiva, las facultades espirituales propias del hombre, sus prerrogativas en cuanto creado a imagen de su Creador: la razón, el discernimiento del bien y del mal, la voluntad libre
(Cf. Juan Pablo II, Carta enc. Evangelium vitae, 34: AAS 87 (1995) 438-440.)

Cuando escucha la aspiración profunda de su corazón, todo hombre no puede dejar de hacer propias las palabras de verdad expresadas por San Agustín:

«Tú lo estimulas para que encuentre deleite en tu alabanza; nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti».
(San Agustín, Confesiones, I,1: PL 32, 661: «Tu excitas, ut laudare te delectet; quia fecisti nos ad te, et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te».))

(Compendio de Doctrina Social de la Iglesia de 2004, http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_doc_20060526_compendio-dott-soc_sp.html)

El kyrios Pantócrator: “Hijo mío, dame tu corazón”

Una mirada contemplativa hacia la Realeza de Cristo
Dom Gérard Calvet
, Demain la Chrétienté, La Cristiandad mañana, Capítulo VII. Traducción de Schola Veritatis. 25.11.2017, InfoCatólica
http://infocatolica.com/blog/schola.php/1711250339-la-mirada-contemplativa-hacia#more34854

Jesús busca primeramente reinar en el secreto del alma. El kyrios Pantócrator -oh milagro incomprensible- cuya mano sostiene el universo, se acerca a su creatura y le murmura: “Hijo mío, dame tu corazón”. Perdonarán a un monje recordar incansablemente la búsqueda presente del reino de los cielos. La realeza del Señor Jesús es cosa dulce e interior, se dirige primero del alma al alma para introducirnos en la intimidad de las personas divinas. Cristo todopoderoso ejerce la realeza mendigando amorSi tú conocieras el don de Dios y quien es el que te habla, dice a la samaritana.

El signo de su realeza es el corazón con una cruz superpuesta. La devoción a Cristo Rey y la devoción al Sagrado Corazón son una misma cosa. Esta devoción nos quiere humildes, amantes y contemplativos, deseosos de ofrecer un corazón totalmente sometido al yugo suave del cual habla el Evangelio, para ser conducidos en la intimidad del Padre por la semejanza del Hijo.

Si es verdad que la realeza de Jesús nos invita primero a una aventura interior donde se hace oír la llamada del silencio y del amor, ¿se sigue acaso que haya que sustraer a la autoridad real del Hijo de Dios el ámbito del arte, de la cultura, el inmenso despliegue de la vida social, la administración, las leyes, los decretos de los Parlamentos? No podemos admitir esto sin pecar gravemente contra Dios y contra los hombres. Contra Dios primero, que merece infinitamente, por su propia excelencia, que todo le sea sometido y consagrado, y que sean reconocidos públicamente sus derechos soberanos sobre la vida de las sociedades. Luego contra los hombres. ¿Qué piden los cristianos a quienes los gobiernan sino que cada parte de su vida moral, de su vida cívica, esté explícitamente referida a la realeza de Aquél que ordena su destino? Los discípulos de Jesús, ¿harán menos bien en este ámbito que los antiguos paganos, para quienes la vida de la ciudad toda entera reposaba sobre la religión?
(Dom Gérard Calvet, Demain la Chrétienté, La Cristiandad mañana, Capítulo VII. Traducción de Schola Veritatis
http://infocatolica.com/blog/schola.php/1711250339-la-mirada-contemplativa-hacia#more34854 )


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Es posible consolar a Dios como fue posible que Dios padeciese y muriese

«Tú lo estimulas para que encuentre deleite en tu alabanza; nos creaste para ti y nuestro corazón andará siempre inquieto mientras no descanse en ti».
San Agustín, Confesiones, I,1: PL 32, 661: «Tu excitas, ut laudare te delectet; quia fecisti nos ad te, et inquietum est cor nostrum, donec requiescat in te».

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"Los que viven según la carne, desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual. Pues las tendencias de la carne son muerte; mas las del espíritu, vida y paz, ya que las tendencias de la carne llevan al odio a Dios: no se someten a la ley de Dios, ni siquiera pueden; así, los que están en la carne, no pueden agradar a Dios.

Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no le pertenece; mas si Cristo está en vosotros, aunque el cuerpo haya muerto ya a causa del pecado, el espíritu es vida a causa de la justicia.
Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos dará también la vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que habita en vosotros.
Así que, hermanos míos, no somos deudores de la carne para vivir según la carne, pues, si vivís según la carne, moriréis. Pero si con el Espíritu hacéis morir las obras del cuerpo, viviréis.
En efecto, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
(Rom 8,5-14)

Si vivís según el Espíritu, no daréis satisfacción a las apetencias de la carne.
Pues la carne tiene apetencias contrarias al espíritu, y el espíritu contrarias a la carne, como que son entre sí antagónicos, de forma que no hacéis lo que quisierais.
Pero, si sois conducidos por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
Ahora bien, las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios.
En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; contra tales cosas no hay ley.
Pues los que son de Cristo Jesús, han crucificado la carne con sus pasiones y sus apetencias.
Si vivimos según el Espíritu, obremos también según el Espíritu.
(Gal 5,16-25)

"No os engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará:
el que siembre en su carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre en el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna".
(Gal 6,7-8)

«Habiendo entre vosotros celos y discordias, ¿no es claro que sois carnales y vivís según el hombre?» (I Cor 3,3).

«... El hombre animal no puede hacerse capaz de las cosas que son del Espíritu de Dios, pues para todos son necedad» (I Cor 2, 11-14)".

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En Yahveh puse toda mi esperanza, Él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor. (Sal 40,2).

¡Dígnate, oh Yahveh, librarme, Yahveh, corre en mi ayuda! (Sal 40,14)

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Jesús a santa Margarita María Alacoque le suplicaba que le queramos:

Le refería Jesús a santa Margarita María --en 1674-- el exceso de su amor a los hombres y que a cambio no recibía de ellos más que ingratitudes:

«Esto, me dijo, me es mucho más sensible que todo lo que sufrí en mi pasión:
»tanto que si me diesen algún retorno de amor,
»yo estimaría en poco todo lo que hice por ellos, y querría, si ello se pudiera, hacer aún más;
»pero no tienen para corresponder a todos mis desvelos por procurar su bien, más que frialdad y rechazo».
(Autobiografía, Cap. V. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 118).
(Bougaud: Histoire de la Bienheureuse Marguerite-Marie, pág. 243).

Y que tengamos compasión de Él y participemos en su dolor

A principios de enero de 1681 se presentó Jesús ante santa Margarita María Alacoque cargado con una cruz, cubierto de heridas, y chorreando sangre, mientras decía la divina víctima con voz dolorosamente triste:

«¿No habrá quien tenga piedad de Mí, y quiera compartir y tener parte en mi dolor, en el lastimoso estado en que me ponen los pecadores, sobre todo actualmente»
( P. A. Hamon, S.I.: Vida de la beata Margarita María. Ed. Subirana, 1916, pág 253).

Jesús a santa Margarita María se le quejaba de que nadie le da descanso en su dolor:

"Se me presentó en figura de Ecce Homo, todo desgarrado y desfigurado, y me dijo:
«No he hallado a nadie que haya querido darme un lugar de descanso en este estado de sufrimiento y de dolor»".
(Fragmentos autobiográficos, V. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 198).

Y se le quejaba de que nadie se esfuerce en apagar su sed de ser amado en el Santísimo Sacramento

«Tengo sed, pero una sed tan ardiente de ser amado de los hombres en el Santísimo Sacramento, que esta sed me consume; y no hallo nadie que se esfuerce, según mi deseo, en apagármela, correspondiendo de alguna manera a mi amor».
(Carta 133, cuarta de Aviñón, al Padre Juan Croiset, S. I. del 3 de noviembre de 1689. Vida y obras de Santa Margarita María Alacoque publicadas por J. Mª Sáenz de Tejada, S. I. 2ª ed, 1948. Pág. 464).

Estas palabras de Nuestro Señor están recogidas en la Bula de canonización de Santa Margarita María por Benedicto XV en 1920, como percibidas por ella en 1674:

«Siti excrucior, ut in sanctissimo Sacramento me homines colant: at nullus fere mortalis inventus est, qui restinguere sitim meam conetur et amori meo respondere».

«Me atormenta la sed de ser honrado por los hombres en el Santísimo Sacramento; mas casi ningún mortal se ha encontrado que se esfuerce en apagar mi sed y en responder a mi amor».
(La Bula de canonización en: AAS 1920, págs. 486-514,
http://www.vatican.va/archive/aas/documents/AAS-12-1920-ocr.pdf)
(La traducción en el libro de Hilario Marín, S. I.: Los Papas y el Sagrado Corazón de Jesús, 1961, pág. 385).

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Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nuestros pecados, para librarnos de este mundo perverso, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. (Gal 1,3-5).

He muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado: y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí. No tengo por inútil la gracia de Dios, pues si por la ley se obtuviera la justificación, entonces hubiese muerto Cristo en vano.
(Gal 2,19-21).

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Pablo incurrió en lo mismo por lo que había recriminado a Pedro

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La buena nueva también se anuncia en el Apocalipsis

«¡Ya no habrá dilación!, sino que en los días en que se oiga la voz del séptimo Angel, cuando se ponga a tocar la trompeta, se habrá consumado el Misterio de Dios [Rm 16,25], según lo había anunciado como buena nueva a sus siervos los profetas [Am 3,7]».
(Ap 10,6-7).

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En el pasaje del evangelio según san Juan: “Mirarán al que traspasaron” (Jn 19,37), pasaje que cita Zacarías 12,10, el evangelista declara cumplida esa profecía veterotestamentaria. Falta por cumplir y se cumplirá Ap 1,7:

Mirad, «viene acompañado de nubes» [Dn 7,13; Mt 24,30]: todo ojo le verá, hasta «los que le traspasaron» [Za 12,10; Jn 19,36-37; Mt 24,30], y «por él harán duelo todas las razas» de la tierra [Za 12,14]. Sí. Amén.
(Ap 1,7).

"Aquel día... derramaré sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración; y mirarán hacia mí. En cuanto a aquél a quien traspasaron, harán lamentación por él como lamentación por hijo único, y le llorarán amargamente como se llora amargamente a un primogénito.
Aquel día será grande la lamentación en Jerusalén... Y se lamentará el país... todas las demás familias".
(Za 12,9-14).

"Todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura: «No se le quebrará hueso alguno» [Ex 12,46; Sal 34,21]. Y también otra Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron» [Za 12,10].
(Jn 19,36-37).

«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria» (Mt 24,30; Ap 1,7).

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Lo anunció y prometió el propio Jesús, el Verbo hecho carne:

«Verán venir al Hijo del Hombre en una nube con gran poder y gloria».
(Lc 21,27)

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«Verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria».
(Mc 13,26)

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Tocó el séptimo Angel... Entonces sonaron en el cielo fuertes voces que decían: «Ha llegado el reinado sobre el mundo de nuestro Señor y de su Cristo; y reinará por los siglos de los siglos» (Apoc 11,15).

"El reino de este mundo ha venido a ser Reino del Swñor Nuestro y de su Cristo" (Apoc 11,15).

 

Ap 1,7: Mirad, «viene acompañado de nubes» [Dn 7,13; Mt 24,30]: todo ojo le verá, hasta «los que le traspasaron» [Za 12,10; Jn 19,36-37; Mt 24,30], y «por él harán duelo todas las razas» de la tierra [Za 12,14]. Sí. Amén. (Ap 1,7).

Mateo 24:30 Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria.

Mateo 26:64;

Marcos 13:26

Marcos 14:62

Apocalipsis 14:14

(Mateo 24,3-14):

Estando luego sentado en el monte de los Olivos, se acercaron a él en privado sus discípulos, y le dijeron: «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo».
«Mirad que no os engañe nadie. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy el Cristo", y engañarán a muchos.
Oiréis también hablar de guerras y rumores de guerras. ¡Cuidado, no os alarméis! Porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá en diversos lugares hambre y terremotos.
Todo esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento
».
«Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre.
Muchos se escandalizarán entonces y se traicionarán y odiarán mutuamente.
Surgirán muchos falsos profetas, que engañarán a muchos.
Y al crecer cada vez más la iniquidad, la caridad de la mayoría se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará
».
«Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin
».
(Mateo 24,3-14 )

 

(Mateo 24:21-31)

Habrá entonces una gran = tribulación, cual no la hubo = desde el principio del mundo = hasta el presente = ni volverá a haberla.
Y si aquellos días no se abreviasen, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días.
«Entonces, si alguno os dice: "Mirad, el Cristo está aquí o allí =, no lo creáis.
Porque surgirán falsos cristos y falsos profetas, que harán grandes señales y prodigios, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos.
¡Mirad que os lo he predicho!
»
«Así que si os dicen: "Está en el desierto", no salgáis; "Está en los aposentos", no lo creáis.
Porque como el relámpago sale por oriente y brilla hasta occidente, así será la venida del Hijo del hombre. (Mateo 24:27)
Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres
».
«Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria
». (Mateo 24:30)
El enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro.

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Lc 21, 5-36

5 Como dijeran algunos, acerca del Templo, que estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo:
6 «Esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida».

7 Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?»
8 El dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y "el tiempo está cerca". No les sigáis.
9 Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.»

10 Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
11 Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo.

12 «Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre;
13 esto os sucederá para que deis testimonio.
14 Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa,
15 porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.
16 Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros,
17 y seréis odiados de todos por causa de mi nombre.
18 Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.
19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

20 «Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación.
21 Entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que estén en medio de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no entren en ella;
22 porque éstos son días de venganza, y se cumplirá todo cuanto está escrito.
23 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! «Habrá, en efecto, una gran calamidad sobre la tierra, y cólera contra este pueblo;
24 y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones, y = Jerusalén = será = pisoteada por los gentiles, = hasta que se cumpla el tiempo de los gentiles.

25 «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas,
26 muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
27 Y entonces verán venir al Hijo del Hombre en una nube con gran poder y gloria.
28 Cuando empiecen a suceder estas cosas, cobrad ánimo y levantad la cabeza porque se acerca vuestra liberación».

29 Les añadió una parábola: «Mirad la higuera y todos los árboles.
30 Cuando ya echan brotes, al verlos, sabéis que el verano está ya cerca.
31 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que el Reino de Dios está cerca.
32 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
34 «Guardaos de que no se hagan pesados vuestros corazones por el libertinaje, por la embriaguez y por las preocupacines de la vida, y venga aquel Día de improviso sobre vosotros,

35 como un lazo; porque vendrá sobre todos los que habitan toda la faz de la tierra.
36 Estad en vela, pues, orando en todo tiempo para que tengáis fuerza y escapéis a todo lo que está para venir, y podáis estar en pie delante del Hijo del hombre.»

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Mc 13,1-36

1 Al salir del Templo, le dice uno de sus discípulos: «Maestro, mira qué piedras y qué construcciones.»
2 Jesús le dijo: «¿Ves estas grandiosas construcciones? No quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.»
3 Estando luego sentado en el monte de los Olivos, frente al Templo, le preguntaron en privado Pedro, Santiago, Juan y Andrés:
4 «Dinos cuándo sucederá eso, y cuál será la señal de que todas estas cosas están para cumplirse.»
5 Jesús empezó a decirles: «Mirad que no os engañe nadie.

6 Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy", y engañarán a muchos.
7 Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis; porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin.
8 Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos en diversos lugares, habrá hambre: esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento.
9 «Pero vosotros mirad por vosotros mismos; os entregarán a los tribunales, seréis azotados en las sinagogas y compareceréis ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos.

10 Y es preciso que antes sea proclamada la Buena Nueva a todas las naciones.
11 «Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de qué vais a hablar; sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu Santo.
12 Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán.
13 Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará.

14 «Pero cuando veáis = la abominación de la desolación = erigida donde no debe (el que lea, que entienda), entonces, los que estén en Judea, huyan a los montes;
15 el que esté en el terrado, no baje ni entre a recoger algo de su casa,
16 y el que esté por el campo, no regrese en busca de su manto.
17 ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días!
18 Orad para que no suceda en invierno.
19 Porque aquellos días habrá = una tribulación cual no la hubo = desde el principio de la creación, que hizo Dios, = hasta el presente, = ni la volverá a haber.

20 Y si el Señor no abreviase aquellos días, no se salvaría nadie, pero en atención a los elegidos que él escogió, ha abreviado los días.
21 Entonces, si alguno os dice: "Mirad, el Cristo aquí" "Miradlo allí", no lo creáis.
22 Pues surgirán falsos cristos y falsos profetas y realizarán señales y prodigios con el propósito de engañar, si fuera posible, a los elegidos.
23 Vosotros, pues, estad sobre aviso; mirad que os lo he predicho todo.
24 «Mas por esos días, después de aquella tribulación, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor,

25 las estrellas irán cayendo del cielo, y las fuerzas que están en los cielos serán sacudidas.
26 Y entonces verán al Hijo del hombre que viene entre nubes con gran poder y gloria;
27 entonces enviará a los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus elegidos, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 «De la higuera aprended esta parábola: cuando ya sus ramas están tiernas y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca.
29 Así también vosotros, cuando veáis que sucede esto, sabed que El está cerca, a las puertas.

30 Yo os aseguro que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda.
31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
32 Mas de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.
33 «Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento.
34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele;
35 velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada.

36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos.
37 Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!»

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Calentamiento global de la atmósfera:

Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Angeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios»... El cuarto derramó su copa sobre el sol; y le fue encomendado abrasar a los hombres con fuego, y los hombres fueron abrasados con un calor abrasador. No obstante, blasfemaron del nombre de Dios que tiene poder sobre tales plagas, y no se arrepintieron dándole gloria.
(Ap 16 1,8-9).

Ansiedad y angustia por el rugido del mar y el oleaje

«Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas; y en la tierra, angustia de las gentes, perplejas por el estruendo del mar y de las olas, muriéndose los hombres de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; porque las fuerzas de los cielos serán sacudidas.
(Lc 21 25-26).

El gran apagón

Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Angeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios»... El quinto derramó su copa sobre el trono de la Bestia; y quedó su reino en tinieblas y los hombres se mordían la lengua de dolor. No obstante, blasfemaron del Dios del cielo por sus dolores y por sus llagas, y no se arrepintieron de sus obras.
(Ap 16 1,10-11).

 

El gran terremoto

En aquella hora se produjo un violento terremoto, y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y con el terremoto perecieron 7.000 personas. Los supervivientes, presa de espanto, dieron gloria al Dios del cielo.
El segundo ¡Ay! ha pasado. Mira que viene en seguida el tercero.
(Ap 11,13-14).

Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Angeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios»... El séptimo derramó su copa sobre el aire; entonces salió del Santuario una fuerte voz que decía: «Hecho está».
Se produjeron relámpagos, fragor, truenos y un violento terremoto, como no lo hubo desde que existen hombre sobre la tierra [Dn 12,1; Mc 13,19], un terremoto tan violento.
La Gran Ciudad se abrió en tres partes, y las ciudades de las naciones se desplomaron; y Dios se acordó de la Gran Babilonia para darle la copa del vino del furor de su cólera.
Entonces todas las islas huyeron, y las montañas desaparecieron.
(Ap 16, 1,17-20).

«Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales del cielo».
(Lc 21,11)

El pedrisco enorme

Y un gran pedrisco, con piedras de casi un talento de peso [40kg], cayó del cielo sobre los hombres. No obstante, los hombres blasfemaron de Dios por la plaga del pedrisco; porque fue ciertamente una plaga muy grande.
(Ap 16, 21).

 

¿Invasión de China? ¿Ataque de Irán?

Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Angeles: «Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios»... El sexto derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y sus aguas se secaron para preparar el camino a los reyes del Oriente.
(Ap 16 1,12).

Tocó el sexto Angel... Entonces oí una voz que salía de los cuatro cuernos del altar de oro que está delante de Dios; y decía al sexto Angel que tenía la trompeta: «Suelta a los cuatro Angeles atados junto al gran río Eufrates».
Y fueron soltados los cuatro Angeles que estaban preparados para la hora, el día, el mes y el año, para matar a la tercera parte de los hombres.
El número de su tropa de caballería era de 200.000.000; pude oír su número.

17 Así vi en la visión los caballos y a los que los montaban: tenían corazas de color de fuego, de jacinto y de azufre; las cabezas de los caballos como cabezas de león y de sus bocas salía fuego y humo y azufre.
18 Y fue exterminada la tercera parte de los hombres por estas tres plagas: por el fuego, el humo y el azufre que salían de sus bocas.
19 Porque el poder de los caballos está en su boca y en sus colas; pues sus colas, semejantes a serpientes, tienen cabezas y con ellas causan daño.

20 Pero los demás hombres, los no exterminados por estas plagas, no se convirtieron de = las obras de sus manos; = no dejaron de adorar a los demonios y a los = ídolos de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, que no pueden = ver ni oír ni caminar.
21 No se convirtieron de sus asesinatos ni de sus hechicerías ni de sus fornicaciones ni de sus rapiñas.

 

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Blas de Lezo, defensor exitoso y eficaz de Cartagena de Indias sobre la armada inglesa: “Una nación no se pierde por el ataque de sus enemigos, sino porque no la defienden los que la aman”.

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La Ascensión de Jesús a los Cielos es una prueba que dió Él de Su presencia real en la Eucaristía

«Yo soy el pan de la vida.
Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron;
este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo».
Discutían entre sí los judíos y decían: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»
Jesús les dijo: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.
El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.
Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él.
Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron vuestros padres, y murieron; el que coma este pan vivirá para siempre».
Esto lo dijo enseñando en la sinagoga, en Cafarnaúm.
Muchos de sus discípulos, al oírle, dijeron: «Es duro este lenguaje. ¿Quién puede escucharlo?»
Pero sabiendo Jesús en su interior que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo: «¿Esto os escandaliza?
¿Y cuando veáis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes?...
(Jn 6,48-62)


Su Dios es el vientre (La fornicación 2) por monseñor Aguer

La fornicación por monseñor Aguer

"La Virgen Inmaculada ... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte". (Concilio Vaticano II - Lumen Gentium, n.59).

... ha de venir a juzgar a vivos y muertos

Roguemos con Jesús con insistencia para que se cumpla esto que le dijo Él, el Verbo hecho carne, a san Pedro:

"Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 32). 

Y que es aplicable a "la Iglesia de todos los tiempos", como explicó Benedicto XVI en su homilía del 29 de junio de 2006:

Jesús en la Última Cena, dirigiéndose a Pedro, "dice que Satanás ha pedido cribar a los discípulos como trigo. Esto alude al pasaje del libro de Job, en el que Satanás pide a Dios permiso para golpear a Job. De esta forma, el diablo, el calumniador de Dios y de los hombres, quiere probar que no existe una religiosidad auténtica, sino que en el hombre todo mira siempre y sólo a la utilidad. 

En el caso de Job Dios concede a Satanás la libertad que había solicitado, precisamente para poder defender de este modo a su criatura, el hombre, y a sí mismo. Lo mismo sucede con los discípulos de Jesús, en todos los tiempos. Dios da a Satanás cierta libertad. A nosotros muchas veces nos parece que Dios deja demasiada libertad a Satanás; que le concede la facultad de golpearnos de un modo demasiado terrible; y que esto supera nuestras fuerzas y nos oprime demasiado. Siempre de nuevo gritaremos a Dios:  ¡Mira la miseria de tus discípulos! ¡Protégenos! Por eso Jesús añade:  "Yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca" (Lc 22, 32). 

La oración de Jesús es el límite puesto al poder del maligno. La oración de Jesús es la protección de la Iglesia. Podemos recurrir a esta protección, acogernos a ella y estar seguros de ella. Pero, como dice el evangelio, Jesús ora de un modo particular por Pedro:  "para que tu fe no desfallezca". Esta oración de Jesús es a la vez promesa y tarea. La oración de Jesús salvaguarda la fe de Pedro, la fe que confesó en Cesarea de Filipo:  "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). 

La tarea de Pedro consiste precisamente en no dejar que esa fe enmudezca nunca, en fortalecerla siempre de nuevo, ante la cruz y ante todas las contradicciones del mundo, hasta que el Señor vuelva. Por eso el Señor no ruega sólo por la fe personal de Pedro, sino también por su fe como servicio a los demás. Y esto es exactamente lo que quiere decir con las palabras:  "Y tú, una vez convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 32). 

"Tú, una vez convertido":  estas palabras constituyen a la vez una profecía y una promesa. Profetizan la debilidad de Simón que, ante una sierva y un siervo, negará conocer a Jesús. A través de esta caída, Pedro, y con él la Iglesia de todos los tiempos, debe aprender que la propia fuerza no basta por sí misma para edificar y guiar a la Iglesia del Señor. Nadie puede lograrlo con sus solas fuerzas. 

Aunque Pedro parece capaz y valiente, fracasa ya en el primer momento de la prueba. "Tú, una vez convertido". El Señor le predice su caída, pero le promete también la conversión:  "el Señor se volvió y miró a Pedro..." (Lc 22, 61). La mirada de Jesús obra la transformación y es la salvación de Pedro. Él, "saliendo, rompió a llorar amargamente" (Lc 22, 62)". 
(
https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2006/documents/hf_ben-xvi_hom_20060629_sts-peter-paul.html).

Santo Tomas de Aquino, SUMA TEOLOGICA II-II, 33,4, 2.
¿SE PUEDE REPRENDER A UN SUPERIOR? Reprender a la cara y en público (Gál 2,11) rebasa a la moderación de la corrección fraterna. Y San Pablo no habría reprendido de esa manera a San Pedro si no hubiera sido de alguna manera su igual en la defensa de la fe. Mas amonestar oculta y severamente puede hacerlo incluso quien no sea igual. Por eso, escribiendo a los Colosenses 4,17 pide San Pablo reprender al superior, en estos términos: Decid a Arquipo: cumple tu ministerio. Hay que tener en cuenta,
no obstante, que en el caso de que amenazare un peligro para la fe, los superiores deberían ser reprendidos incluso públicamente por sus súbditos. Por eso San Pablo, siendo súbdito de San Pedro, le reprendió en público a causa del peligro inminente de escándalo en la fe. Y como dice la Glosa de San Agustín: Pedro mismo dio a los mayores ejemplo de que, en el caso de apartarse del camino recto, no desdeñen verse corregidos hasta por los inferiores.

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"La Virgen Inmaculada ... asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial fue ensalzada por el Señor como Reina universal, con el fin de que se asemejase de forma más plena a su Hijo, Señor de señores y vencedor del pecado y de la muerte". (Lumen Gentium, n.59).

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Oración de Dom Prosper Guéranger, en la que se elogia al papa San León II por su ardua defensa de la integridad de la Fe después de la crisis causada por el papa Honorio I:

«San León, mantén al pastor por encima de la región de las nieblas traidoras que suben de la tierra; conserva en el rebaño esta oración de la Iglesia que debe hacerse continuamente a Dios por él: (Hc. 13, 5) y Pedro, aunque haya sido enterrado en el fondo de las cárceles más oscuras, no cesará de contemplar el brillo claro del Sol de justicia; y todo el cuerpo de la Santa Iglesia estará en la luz. Porque dice Cristo: el ojo ilumina el cuerpo; si el ojo es sencillo, todo el cuerpo resplandecerá (Mt. 6, 22). Aleccionados por ti sobre el valor del beneficio que el Señor confirió al mundo al apoyarle en la enseñanza infalible de los sucesores de Pedro, estaremos mejor preparados para celebrar mañana la solemnidad que se anuncia. Ahora ya conocemos la consistencia de la roca que sostiene a la Iglesia; sabemos que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (Mt. 16, 18). Porque jamás el esfuerzo de estos poderes del abismo llegó tan allá como en la triste crisis [del papa Honorio] a la cual tú pusiste fin; ahora bien, su éxito, por doloroso que fuese, no estaba en contra de las promesas divinas: la asistencia infalible del Espíritu de verdad no se prometió al silencio de Pedro [el apoyo a la herejía del papa Honorio] , sino a su enseñanza». (El Año Litúrgico, Burgos 1955, vol. 4, p. 533-534). Mons. Athanasius Schneider – 21/03/19 10:59 AM http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=34473

Santo Tomás de Aquino:

«En el caso de que amenazare un peligro para la fe, los superiores deberían ser reprendidos incluso públicamente por sus súbditos. Por eso San Pablo, siendo súbdito de San Pedro, le reprendió en público a causa del peligro inminente de escándalo en la fe. Y como dice la Glosa de San Agustín: Pedro mismo dio a los mayores ejemplo de que, en el caso de apartarse del camino recto, no desdeñen verse corregidos hasta por los inferiores». (Summa theol., II-II, 33, 4c). Mons. Athanasius Schneider 25-11-2016 08:11 AM http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=27858

San Hilario de Poitiers, el «Atanasio del oeste» (Mons. Athanasius Schneider 25-11-2016 08:11 AM http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=27858 ):

«Ustedes [los obispos de la Galia] que aún permanecen conmigo, fieles en Jesucristo, no se rindieron al verse amenazados por el surgimiento de la herejía, y ahora, al enfrentarse a dicho surgimiento han desatado su violencia. Sí, hermanos, ustedes han triunfado, para alegría inmensa de quienes comparten su fe: y su constancia inquebrantable obtuvo la doble gloria de mantener la conciencia pura y dar un ejemplo de gran autoridad». (Hil. De Syn., 3).

«Su fe invencible [de los obispos de la Galia] mantiene la distinción honorable del valor consciente y, contentos en rechazar una acción astuta, vaga, o dubitativa, permanece segura en Jesucristo, preservando la profesión de su libertad. Debido a que todos nosotros sufrimos un dolor profundo y lamentable por las acciones de los malvados contra Dios, sólo dentro de nuestros límites se encontrará la comunión en Jesucristo, desde el tiempo que la Iglesia comenzó a verse agobiada por disturbios tales como la expatriación de obispos, la destitución de sacerdotes, la intimidación del pueblo, la amenaza de la fe, y la determinación del significado de la doctrina de Cristo por voluntad y poder humanos. Su decidida fe no pretende ser ignorante de estos hechos o profesar que puede tolerarlos, percibiendo que por el acto de consentirlos hipócritamente traería hacia sí el juicio de la conciencia». (Hil. De Syn., 4).

«He dicho lo que yo mismo creo, consciente de que era mi deber como soldado al servicio de la Iglesia, según la enseñanza del Evangelio, el enviarles por estas cartas la voz del oficio que sostengo en Jesucristo. Corresponde a ustedes discutir, proveer y actuar, que puedan guardar con corazones celosos la fidelidad inviolable que mantienen, y que continúen sosteniendo lo que hoy sostienen». (Hil. De Syn., 92).

Mons. Athanasius Schneider 25-11-2016 08:11 AM http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=27858

Cuando en el año 357 el papa Liberio firmó una de las denominadas fórmulas de Sirmium en la que descartaba deliberadamente la expresión dogmáticamente definida de «homoousios» y excomulgó a San Atanasio para tener paz y armonía con los obispos arrianos y semiarrianos del este, algunos fieles católicos y obispos, especialmente San Hilario de Poitiers, se escandalizaron profundamente. San Hilario transmitió la carta que el papa Liberio escribió a los obispos orientales, anunciando la aceptación de la fórmula de Sirmium y la excomunión de San Atanasio. Con gran dolor y consternación, San Hilario agregó a la carta, en una especie de desesperación, la frase: «Anathema tibi a me dictum, praevaricator Liberi» (Yo te digo anatema, prevaricador Liberio), cf. Denzinger-Schönmetzer, n. 141. El papa Liberio quería paz y armonía a toda costa, incluso a expensas de la verdad divina. En su carta a los obispos heterodoxos latinos Ursace, Valence, y Germinius anunciándoles las decisiones mencionadas arriba, escribió que prefería paz y armonía antes que el martirio (cf. Denzinger-Schönmetzer, n. 142).
(Mons. Athanasius Schneider 25-11-2016 08:11 AM
http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=27858 ).

En qué contraste dramático yacía el comportamiento del papa Liberio frente a la siguiente convicción de San Hilario de Poitiers: «No conseguimos paz a expensas de la verdad, haciendo concesiones para adquirir la reputación de tolerantes. Conseguimos la paz luchando legítimamente según las reglas del Espíritu Santo. Hay un peligro en aliarse secretamente con el descreimiento que lleva el hermoso nombre de la paz». (Hil. Ad Const., 2, 6, 2).
(Mons. Athanasius Schneider 25-11-2016 08:11 AM
http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=27858 ).

El beato John Henry Newman habló sobre estos lamentable e inusuales hechos con la siguiente afirmación sabia y equilibrada: «Si bien es históricamente cierto, no es de ninguna manera doctrinalmente falso que un Papa, como doctor privado, y mucho más los obispos, cuando no enseñan formalmente, pueden errar, tal como vemos que erraron en el siglo cuarto. El papa Liberio podía firmar la fórmula Eusebia en Sirmium, y la misa de los obispos en Ariminum u otro lugar, y a pesar de ese error seguir siendo infalible en sus decisiones ex cathedra».(The Arians of the Fourth Century, London, 1876, p. 465). (Mons. Athanasius Schneider 25-11-2016 08:11 AM http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=27858 ).

En la Exhortación Apostólica Amoris laetitia, el Papa habla de la necesidad «de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales. La reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa, nos ayudará a encontrar mayor claridad». (Mons. Athanasius Schneider 25-11-2016 08:11 AM http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=27858 ).

La Iglesia y los abusos sexuales. Por el papa Emérito Benedicto XVI, miércoles, 10 de abril de 2019