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La Biblia y los sentidos de la Sagrada Escritura

John Baptist Ku, O.P.

https://cpb-us-e1.wpmucdn.com/sites.providence.edu/dist/4/182/files/2020/05/SPANISH-ThomisticEvolution14.pdf

En este ensayo, examinaré los sentidos de la Escritura, a saber, las diferentes formas en las que uno puede leer un pasaje particular en la Biblia. Reconociendo que puede haber numerosos significados legítimos de cualquier texto escritural, nos permitirá establecer que podemos leer las narrativas de la creación de varias formas legítimas. Siguiendo una larga tradición, Santo Tomás de Aquino reconoce un sentido literal y un sentido espiritual de la Escritura.¹

1 Véase Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 115. "El sentido espiritual también se denomina sentido místico” (Santo Tomás de Aquino, Comentario a la epístola a los Gálatas, cap. 4, lec. 7).

Estos son a menudo considerados como “los cuatro sentidos” de la Escritura, es decir, el sentido literal y tres sentidos espirituales. Pero hay cuatro posibles divisiones del sentido literal. En consecuencia, en el tiempo de Tomás, la tradición Católica contaba siete sentidos. Tomás sigue a San Agustín al sostener que “todos los sentidos parten de uno, el literal. Sólo del sentido literal puede partir el argumento, no del alegórico.”²

2 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiæ I.1.10 ad 1.

Así, el sentido literal es el primero, y es el único adecuado para hacer argumentos teológicos adecuadamente, por ejemplo, acerca de la Trinidad, la Encarnación, o de la creación. Para Tomás, el sentido literal de cualquier pasaje es el significado que el autor humano intente dar a las palabras. Si el autor tiene la intención de usar un símbolo en lenguaje figurado, como en una metáfora o en una alegoría, entonces, dicho lenguaje figurado es el significado literal. Por ejemplo, si el autor del primer relato de la creación en el Génesis tiene la intención de utilizar los seis días como una forma de lenguaje para enseñar que Dios (y no un demonio) creó el mundo material, entonces, el sentido literal no es que el mundo haya sido creado en seis días, sino que Dios creó el mundo. Sin embargo, si el autor tuvo la intención de utilizar los seis días como seis periodos de veinticuatro horas, entonces, dicho lapso de tiempo pertenecería al sentido literal del pasaje. Para comprender mejor el sentido literal, vamos ahora a distinguirlo de los sentidos espirituales y a revisar las cuatro divisiones que lo componen. Los tres sentidos espirituales son el alegórico, el moral (también conocido como el tropológico), y el anagógico.

En la interpretación alegórica, que gozó de gran popularidad entre los exégetas patrísticos en los primeros siglos del Cristianismo, “la Antigua Ley es figura de la Nueva.”³

3 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiæ I.1.10.

Por ejemplo: Isaac, que iba a ser sacrificado por su padre; José, que fue vendido como esclavo por sus hermanos y que alimentó a su gente en el tiempo de hambruna; y Jonás, que pasó tres días en el interior de la ballena, todo es figura de Cristo. El sentido alegórico es un sentido verdadero de la Escritura, y la interpretación alegórica ha sido, a menudo, brillante. Pero, como lo explica Tomás, sólo el sentido literal del texto puede ser la base del argumento teológico. El lenguaje del sentido alegórico no puede estar en conformidad con las exigencias del razonamiento silogístico, dado que los significados de sus términos no están claramente establecidos.

De acuerdo con el sentido moral, “lo que ha tenido lugar en Cristo o que va referido a Cristo (en las sagradas Escrituras), es signo de lo que nosotros debemos hacer.”4

4 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiæ I.1.10.

¿Por qué Tomás no dice simplemente que las cosas que Cristo hizo significan lo que nosotros debemos hacer? Porque estas acciones ejemplares de Cristo son recomendadas a nosotros bajo el sentido literal, que por supuesto puede incluir exhortaciones morales o imperativas. Recordemos que si la intención del autor humano era que el lector imitara la acción de Cristo, como cargar su cruz o acoger a los niños, entonces, tomar la acción de Cristo como figura de lo que nosotros debemos hacer, caería dentro del sentido literal, y no del espiritual.

El sentido espiritual es, naturalmente, más simbólico e imaginativo, como queda evidenciado en el ejemplo que el mismo Aquino menciona en Catena Aurea, cap. 27, lec. 7. Allí, él reporta la interpretación de Rábano de un pasaje de acuerdo con el sentido moral:

“La Cruz significa por su anchura la alegría del que trabaja, porque la tristeza produce las angustias. Mas la anchura de la cruz es aquella parte transversal de ésta, donde se fijan las manos; y por manos entendemos las acciones.”

En el sentido anagógico, las cosas en “el Nuevo y en el Antiguo Testamentos significan al mismo tiempo la Iglesia triunfante,”5

5 Santo Tomás de Aquino, Quodlibet VII, q. 6, a. 2.

o pertenecen a “la eterna gloria”.6

6 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiæ I.1.10.

Por ejemplo, “si hay que decir ‘hágase la luz’ significa que por Cristo debemos ser guiados a la Gloria, que pertenece al sentido anagógico”. Entonces, estos tres sentidos: el alegórico, el moral, y el anagógico, son ejemplos del sentido espiritual de la Escritura, donde la interpretación va más allá del sentido literal, es decir, del significado que el autor intenta dar a las palabras. Aun así, como aclara Tomás, todos los sentidos de la Escritura deben basarse en el sentido literal, y los argumentos teológicos sólo podrán ser extraídos del sentido literal.

Aquino identifica cuatro posibles divisiones del sentido literal: el histórico, el etiológico, el analógico, y el parabólico (también conocido como el metafórico).

En el sentido histórico, simplemente se reporta algo como sucedido. Así, José fue vendido como esclavo, y los judíos fueron esclavizados por el faraón que no conocía a José. Estos son hechos históricos.

El sentido etiológico “asigna la causa de lo que se dice” en la Biblia, por ejemplo, cuando Jesús dio la razón por la que Moisés permitió el divorcio de las esposas: el Señor reveló que fue a causa de la dureza de su corazón (Mt 19:8). 7

7 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiæ I.1.10 ad 2.

En el sentido analógico, “dentro de la Escritura, la verdad de un texto no contradice la verdad de otro.”8

8 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiæ I.1.10 ad 2.

Aquí se reconoce que dado que Dios es el autor principal de las Escrituras, a pesar del número y la diversidad de libros que constituyen la Biblia, existe un mensaje consistente que se está comunicando. Así, cuando Pablo habla acerca de estar salvado por la fe y no por las obras (Rom 3:28), y Santiago afirma que la fe sin las obras está muerta (St 2:17), reconocemos que el sentido literal de “obras” puede ser diferente en diferentes contextos: Pablo está hablando de las obras de la Ley, mientras que Santiago tiene las obras de caridad en mente.

El sentido parabólico se refiere al uso de símbolos por el autor. Esto es, el sentido literal incluye los usos simbólicos y metafóricos de las palabras. Por ejemplo, cuando las Escrituras hablan de “el brazo de Dios” (por ejemplo, Dt 4:34, Is 40:10, Jr 32:17, Hch 13:17), el autor pretende significar el poder de Dios, y no cree que Él que es puro espíritu (Jn 4:24), tenga piel, huesos, y un codo muy grande. En conclusión, de estos siete sentidos de la Escritura –tres espirituales y cuatro literales- sólo los literales pueden ser la base del argumento teológico. Esto significa que los argumentos acerca de la creación apoyándose en la evolución tienen que apelar al sentido literal de los relatos bíblicos de la creación, que pueden incluir lenguaje simbólico y figuras en el lenguaje si fue la intención del autor el utilizar dicho lenguaje en el pasaje.TJE