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Interpretación de las narraciones de la creación en la Biblia

por John Baptist Ku, O.P.

https://cpb-us-e1.wpmucdn.com/sites.providence.edu/dist/4/182/files/2020/05/SPANISH-ThomisticEvolution15.pdf

El relato de la creación en seis días del primer capítulo del Génesis es sacado a colación en el debate teológico sobre la evolución para la exclusión de otras narraciones de la creación en la Biblia. Esto no es de sorprender, porque este texto se nos relata en las primeras palabras de la Biblia, y, en sentido literal, todo el punto de esta narrativa parece ser explicar la actividad creadora de Dios en un registro detallado de seis días: en el primer día, Dios creó la luz; en el segundo día, los cielos; en el tercer día, la tierra y las plantas; en el cuarto día, el sol, la luna, y las estrellas; en el quinto día, los pájaros y peces; y en el sexto día, los animales terrestres, y a un hombre y una mujer. Para muchos, es difícil reconciliar esta imagen de la creación con la teoría de la evolución.

Para interpretar correctamente la perícopa del primer capítulo del Génesis tenemos que leerla en el contexto del resto de la Biblia, que contiene otros relatos de la creación que a menudo se pasan por alto. Por ejemplo, hay una segunda narrativa de la creación en el Génesis, que aparece en el segundo capítulo. Dicho relato presenta un orden diferente de la creación: Eva es creada de la costilla de Adán sólo después de que los animales han sido creados y de haber sido hallados indignos como pareja para el hombre. En este reportaje, Dios creó los cielos y la tierra, y después, al primer hombre, Adán. Si todo esto ocurrió en el mismo día o en días diferentes, no se especifica. Después, Dios plantó un jardín y colocó allí al hombre. Luego, Dios creó a los animales, que Adán nombró mientras le fueron presentados. Y finalmente, Eva fue creada.

Ahora bien, si el sentido literal de estos pasajes en el primer y segundo capítulos del Génesis, fuera presentar el orden histórico de la producción de las criaturas, entonces estarían en contradicción; y por lo tanto, la Escritura no sería infalible. Porque en el primer relato, el hombre y la mujer fueron creados después de los animales, mientras que en el segundo relato, sólo el hombre fue creado antes que los animales: la mujer fue creada al final de todos.

Sin embargo, si el sentido literal es más bien afirmar que sólo Dios crea algo donde antes no había nada, que hay un orden divino intencional entre todas las criaturas corporales con el hombre a la cabeza, que Dios creó a Adán y a Eva el uno para el otro –y otros tantos temas teológicos entonces no existe contradicción dado que el autor nunca pretendió proveer un registro astronómico o zoológico de un evento en el que él no estuvo presente. Recordemos del ensayo anterior de esta serie que el sentido literal incluye símbolos y figuras del lenguaje cuando es la intención del autor el utilizarlas.

¿Qué pasa con otros relatos de la creación? Encontramos enseñanzas importantes sobre la creación en los libros históricos (2º Macabeos), en la literatura sapiencial (i.e. Job, Salmos, Proverbios, Sabiduría, y Sirac), en los profetas (i.e. Isaías), y en el Nuevo Testamento (i.e. Juan, Romanos, Colosenses, y 2ª Pedro). Estos no son textos cuyo único propósito sea describir el principio del mundo como en el Génesis, pero constituyen revelación definitiva acerca del acto divino de la creación.

Ahora vamos a examinar detalladamente un pasaje de Proverbios con la ayuda de selecciones de Juan y de Colosenses, y después, simplemente juntaremos algunos otros textos pertinentes para visualizar un ejemplo del tratamiento de la Escritura de la creación. Al considerar estas fuentes, que a menudo se pasan por alto en el debate sobre la evolución, nos beneficiaremos de una perspectiva más amplia.

En Proverbios 3:19-20 somos llevados a una explicación más teológica de la creación, a saber, que Dios creó todo por su sabiduría. Los versos precedentes (vv. 13-17) sitúan este pasaje en el contexto de la alabanza de la sabiduría: es decir, el hombre que encuentra la sabiduría es “feliz” porque “es más preciosa que las perlas y nada apetecible se le puede igualar.” Por si no fuera suficiente, “en su mano derecha hay larga vida,

y en su izquierda, riqueza y gloria” y “sus caminos son caminos deliciosos y todos sus senderos son apacibles.” El siguiente versículo (v. 18) hace una alusión al relato de la creación del segundo capítulo del Génesis, llamando a la sabiduría “un árbol de vida para los que se aferran a ella”.

Luego, en los versículos 19-20, llegamos a la profunda afirmación teológica de que “por la sabiduría, YHWH fundó la tierra, por la inteligencia, afianzó los cielos; pro su ciencia brotaron los océanos y las nubes destilan el rocío.” Esto es clarificado en Juan 1:1-3, que reafirma el relato clásico de la creación del primer capítulo del Génesis en términos de la Palabra no-creada del Padre, esto es, la Sabiduría o Conocimiento del Padre, por quien todo fue hecho: “En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.” San Pablo adelanta la misma enseñanza en la primera parte de su carta a los colosenses (1:16-17): “porque en él (el Primogénito de toda la creación, la imagen de Dios invisible) fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, los Tronos, las Dominaciones, los Principados, las Potestades: todo fue creado por él y para él, él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en él su consistencia.” (ver también 2 Pe 3:5). Pero ¿qué significa esto?

Santo Tomás de Aquino toma prestada una imagen de Aristóteles para explicar esta doctrina de actuar por la sabiduría (ver el ensayo núm. 8 para profundizar en el conocimiento y el amor divinos). El carpintero que hace una banca, la hace no sólo con madera, serrucho y martillo. También debe tener la idea de la banca que quiere hacer. Entonces, hace la banca mediante su conocimiento de la banca, esto es, mediante su sabiduría. Si no tuviera sabiduría acerca de las bancas –por ejemplo, si no tuviera idea de cómo se vería una, entonces, no podría hacerla aunque tuviera la mejor madera, el mejor serrucho, y el mejor martillo del mundo. Es correcto decir, en el sentido más estricto y más riguroso teológicamente, que el Padre crea todas las cosas mediante su Palabra, el Hijo amado, que procede en el intelecto divino como la sabiduría engendrada. El Padre, al conocerse a sí mismo (la esencia divina), produce un concepto de sí mismo, que es un reflejo perfecto de sí mismo, es decir, la Palabra, que es su Hijo engendrado, pero no creado. Y dado que el acto de creación procede del conocimiento de Dios de lo que él desea crear, todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra.

Así, aunque el punto central de Proverbios 3:13-20, Juan 1:1-13, y Colosenses 1:16-17, no necesariamente sea el explicar la producción de las criaturas, estos pasajes articulan correctamente y profundamente cómo es que todas las cosas llegaron a ser.

En conclusión, es importante notar que no hay sólo un relato de la creación en la Biblia que describe un proceso de seis días. Hay un segundo relato en el Génesis y hay una explicación más teológica en los libros históricos, en la literatura sapiencial, y en el Nuevo Testamento. Las afirmaciones contradictorias entre la primera y la segunda historia de la creación en el Génesis con respecto al orden de los eventos, manifiestan que el sentido literal de dichos detalles no puede ser un reportaje-científico, si las Escrituras son la palabra infalible de Dios.TJE