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Interpretación de Génesis 1 con santo Tomás de Aquino

por John Baptist Ku, O.P.

https://cpb-us-e1.wpmucdn.com/sites.providence.edu/dist/4/182/files/2020/05/SPANISH-ThomisticEvolution17.pdf

En este ensayo vamos a revisar la interpretación de Santo Tomás de Aquino sobre el relato de la creación que aparece en el primer capítulo del libro del Génesis. Como Agustín, Tomás fue uno de los teólogos más influyentes en la Iglesia, y con la ventaja del excelente trabajo de sus predecesores, fue capaz de producir una síntesis teológica coherente que se mantiene, hasta hoy, como la autoridad de primer recurso para las preguntas teológicas difíciles.

En este ensayo veremos que Tomás ha estudiado cuidadosamente opiniones anteriores acerca de Génesis 1, pero no elige una sobre otra. En vez de esto, él muestra dónde concuerdan, donde no concuerdan, lo que debe ser descartado, y el por qué podemos aceptar diferentes opiniones en lo que de hecho, se puede. En su propia lectura de Génesis 1, Aquino distingue tres fases dentro de los seis días de la creación, pero no discute si los días son periodos de veinticuatro horas o si son, más bien, símbolos de diferentes órdenes de criaturas.

Al igual que los Padres de la Iglesia, Tomás observa la distinción metafísica importante entre creación y cambio. La creación es el acto de hacer existir cosas donde antes no existía nada. En contraste, formar una cosa interesante nueva a partir de elementos básicos preexistentes, es un cambio impresionante, pero no es creación, propiamente hablando. Coincidentemente para la evolución, la palabra que Santo Tomás utiliza para “cambio” es mutatio: él recuerda repetidamente a sus lectores que creatio non est mutatio –esto es, la creación no es cambio, alteración, desarrollo, o mutación.¹

1 II Sent., d. 1, q. 1, a. 2, ad 2; SCG II, ch. 17, 18, 20; ST I.45.2.ad 2; ST I.46.2.ad 1; DP, q. 3, a. 2, s.c.

Aquino clarifica que el acto de creación requiere omnipotencia, así que no hay actores intermediarios en la creación.²

2 Sent., d. 21, q. un., a. 1, qla. 1; I Sent., d. 43, q. 1, a. 2, s.c. 1; II Sent., d. 1, q. 1, a. 4; ST I.65.3, ST III.13.2.

Además, el acto mismo de la creación es indivisible, es decir, no se lleva ningún tiempo. Dios, instantáneamente y sin esfuerzo, quiere que el universo exista –y así sucedió y sucede.³

3 I Sent., d. 8, q. 3, a. 2, corp.; I Sent., d. 43, q. 1, a. 2, s.c. 1; II Sent., d. 15, q. 3, a. 3, obj. & ad 4; ST 1.74.1.ad 1; DP, q. 5, a. 1, s.c. 2.

En cuanto a la interpretación del primer capítulo del Génesis, Aquino manifiesta un conocimiento detallado de las diversas opiniones de los Padres (por ejemplo, si el firmamento son los cielos, si el cielo empíreo son los cielos estrellados; cómo se desarrollan el agua, la tierra, el aire y los vapores, etc.4 ),

4 For example, see his De Potentia, q. 4, a. 1, ad 15.

y él aprecia los puntos de vista de todos ellos. En su primera síntesis teológica, el Comentario a las sentencias de Pedro Lombardo, Tomás señala que la opinión de que el mundo se desarrolló durante seis días ordinarios “es la posición más común y parece más en consonancia con la letra [del texto] en un nivel superficial.”5

5 II Sent., d. 12, q. un., a. 2, corp.

Pero juzga que el entendimiento de San Agustín sobre los seis días significando ordenes de criaturas diferentes, y no diferentes periodos de tiempo “es más racional y defiende mejor la sagrada Escritura en contra de la burla de los incrédulos.” Aquino dice que a él “le gusta más esta [última] opinión” pero que “no obstante, todos los argumentos pueden ser respondidos al sostener cualquiera de las dos opiniones.”6

6 II Sent., d. 12, q. un., a. 2, corp.

En su Summa Theologiæ, un trabajo posterior que representa su última palabra en la materia, cuando Tomás atiende la pregunta sobre si el firmamento fue hecho en el segundo día, comienza repitiendo la enseñanza de San Agustín de que dos cosas son importantes acerca de la interpretación de tales pasajes en la Escritura:

Primero, que la verdad de la Escritura tiene que mantenerse a toda costa. Segundo, que cuando la Escritura divina pueda ser explicada de muchas maneras, que nadie se aferre a una exposición de tal forma que, si se constata que es falsa la opinión que defiende, le impida admitir otro sentido del texto de la Escritura, no sea que se ridiculice la Escritura ante los no creyentes y se les cierre un posible acceso para creer. 7

7 ST I.68.1.

Después de revisar varias posiciones que toman (el) “día” como un período de veinticuatro horas, Aquino hace la siguiente observación:

Si al hablar de estos “días” no se indica sucesión temporal, sino orden natural, como quiere Agustín, entonces nada impide poder decir, siguiendo cualquiera de aquellas opiniones, que la formación del firmamento, en su sustancia, pertenece “al segundo día.” 8

8 Ibid.

En la misma línea, más adelante en esta misma sección en la obra de los seis días, Aquino dedica un artículo a la afirmación de Agustín de que los seis días son en realidad un “día”, o evento. Admitiendo que la opinión de Agustín es bastante diferente a la de otros en cuatro puntos, Aquino extrae la consistencia entre estos enfoques contrastantes mostrando cómo es que las conclusiones divergentes surgen de premisas diferentes, mientras que la comprensión de la forma de producción de las criaturas no es tan diferente. Y ¿De qué lado se pone Aquino? En la última oración de su argumento, Aquino declara que “para inclinarse por una o por otra opinión, hay que responder a sus respectivos argumentos.”9

9 ST I.74.2.

Como es de esperar, Tomás no piensa que todas las opiniones teológicas son aceptables, o de que esto sea simplemente una cuestión de preferencia personal. Regresando a su Comentario a las sentencias, encontramos su aguda distinción con respecto a cómo deberían ser tratadas las interpretaciones contradictorias de la Escritura:

Esas cosas que pertenecen a la fe se distinguen en dos maneras. Pues ciertas cosas son en sí mismas la sustancia de la fe, como el que Dios es tres y uno, y este tipo de cosas, en donde nadie tiene permitido opinar de otra manera. … Pero otras cosas son sólo accidentalmente la sustancia de la fe, es decir, en la medida en que son transmitidas en la Escritura… como muchos hechos históricos que pueden, sin peligro, ser desconocidos por aquellos que no están obligados a conocerlos. Y en este tipo de hechos, incluso los Padres mantuvieron diversas opiniones, explicando la sagrada Escritura de forma diversa. Por lo tanto, en relación al principio del mundo, hay algo que pertenece a la sustancia de la fe, a saber, que el mundo creado tuvo un principio, y todos los Padres concuerdan con esto. Pero el cómo inició y en qué orden fue hecho pertenecen a la fe sólo accidentalmente, en la medida en que estas opiniones sean transmitidas en la Escritura, que verifica a los Padres, manteniendo opiniones diversas, transmitidas por diversas explicaciones. 10

10 II Sent., d. 12, q. un., a. 2, corp

Aquino utiliza libremente el lenguaje del Génesis, tal como que el sol fue creado en el cuarto día, dejando el término en su ambigüedad poética original. En ninguna parte de su obra él utiliza la expresión “veinticuatro horas,” y como hemos visto, no toma una postura en la cuestión, porque ninguna conclusión puede ser comprobada y el punto no es teológicamente decisivo. Por último, Tomás advierte en contra de sobrecargarnos con posturas teológicas no necesarias y potencialmente vulnerables acerca de la interpretación de Génesis 1. Y trabaja para mostrar la importante armonía entre los diferentes puntos de vista sostenidos por varios Padres de la Iglesia. TJE