http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2010/index_it.htmhttp://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2010/index_it.htm.. ...Enseñanzas pontificias.. .. ....Textos .. ....INDEX.
Enseñanzas del Papa Benedicto XVI
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2010/index_it.htm
Ocho discursos de Benedicto XVI:
Discurso en la Universidad de Ratisbona (12/09/2006)
Discurso a la Asamblea General de las Naciones Unidas (18/04/2008)
Discurso a los Obispos de Uruguay en su visita ad limina (26/09/2008)
Discurso en Westminster Hall (17/09/2010)
Discurso en el Parlamento Federal de Alemania (22/09/2011)
Discurso a la Curia Romana con motivo de la Navidad (22/12/2011)
Discurso a la Curia Romana con motivo de la Navidad (21/12/2012)
Doce homilías:
Homilía en el Sínodo especial sobre Medio Oriente (11/10/2010)
Homilía ante la Pontificia Comisión Bíblica (15/04/2010)
Homilía en la clausura del Año Sacerdotal (11/06/2010)
Homilía en Santiago de Compostela (06/11/2010)
Homilía del Miércoles de Ceniza (09/03/2011)
Homilía de la Santa Misa Crismal (21/04/2011)
Homilía en la Vigilia Pascual (23/04/2011)
Homilía en la beatificación de Juan Pablo II (01/05/2011)
Homilía en la solemnidad de Pentecostés (12/06/2011)
Homilía en la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (21/08/2011)
Lectio divina en el Pontificio Seminario Romano Mayor (15/02/2012)
Dos enseñanzas postreras de Benedicto XVI:
Lectio divina de Benedicto XVI del 8 de febrero de 2013 (tres días antes del anuncio de su renuncia), durante una visita al Pontificio Seminario Romano Mayor. Estas palabras forman parte de un comentario espontáneo del Papa a un texto de la Primera Carta de San Pedro (1,3-5), ante los seminaristas de la Diócesis de Roma.
El texto original, en italiano, se encuentra aquí:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2013/february/documents/hf_ben-xvi_spe_20130208_seminario-romano-mag_it.html (la traducción al español de DIG).Parte final del discurso de Benedicto XVI del 14 de febrero de 2013 (tres días después del anuncio de su renuncia), durante un encuentro con los párrocos y el clero de Roma. Palabras con las que concluyó una charla improvisada sobre el Concilio Vaticano II, ante los sacerdotes de la Diócesis de Roma.
El texto original, en italiano, se encuentra aquí:
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2013/february/documents/hf_ben-xvi_spe_20130214_clero-roma_it.html (la traducción al español es de Daniel Iglesias Grèzes).
Santa Teresa de Lisieux explicada por Benedicto XVI
San Ireneo de Lyon explicado por Benedicto XVI
Mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones de 2009
Despedida de Benedicto XVI en febrero de 2013
Benedicto XVI habla en 2016 de la razón por la que renunció
Benedicto XVI retrasó muchos meses su renuncia, decidida en el verano del 2012
«Nuestra tarea en este Año
de la fe es la de trabajar para que el
verdadero Concilio, con la fuerza del Espíritu Santo, se realice
y la Iglesia se renueve realmente»
Pequeña charla del Papa
Benedicto XVI sobre el Concilio Vaticano II el jueves 14
de febrero de 2013
Benedicto XVI comenta el inicio del Concilio Vaticano II en un artículo periodístico en 2012
CARTA APOSTÓLICA PORTA FIDEI CON LA QUE SE CONVOCA EL AÑO DE LA FE 2012-2013
Summorum Pontificum de 7 de julio de 2007
"La historia demuestra con gran
claridad que las mayorías pueden equivocarse. La
verdadera racionalidad no queda garantizada por el
consenso"
(Benedicto XVI, 5 de octubre de
2007--------------LEER MÁS )
La parusía en la predicación de san Pablo explicada por Benedicto XVI
--------------
Se ha impuesto la participación en cursos de educación sexual o cívica que transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón". Esto es "otra amenaza a la libertad religiosa de las familias en algunos países europeos". (Benedicto XVI al Cuerpo Diplomático, 10.01.2011).
Considerar la naturaleza como
un tabú intocable o abusar de ella son posturas no
conformes con la visión cristiana de la naturaleza,
fruto de la creación de Dios «El tema del desarrollo está también muy
unido hoy a los deberes que nacen de la relación del
hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios
para todos, y su uso representa para nosotros una
responsabilidad para con los pobres, las generaciones
futuras y toda la humanidad. Cuando se considera la
naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del
azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido
de la responsabilidad en las conciencias. El creyente
reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la
intervención creadora de Dios, que el hombre puede
utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas
necesidades materiales e inmateriales
respetando el equilibrio inherente a la creación misma.
Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar
la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario,
por abusar de ella. Ambas posturas no son conformes con
la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la
creación de Dios». |
El Logos tiene corazón (Benedicto XVI, al finalizar los ejercicios espirituales el 23.02.2013)
El Corazón traspasado de
Jesús nos permite llegar al misterio de Dios
|
Benedicto XVI comenta en 2012 en un artículo periodístico el inicio del Concilio Vaticano II
Las razones de la esperanza de Benedicto XVI
Aprobación y publicación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica el 28 de junio de 2005
Santa Hildegarda de Bingen proclamada Doctora de la Iglesia Benedicto XVI el 7 de octubre de 2012
Santa Hildegarda de Bingen amonesta al Papa
Santa Juana de Arco es un «ejemplo
de santidad para los laicos comprometidos en la vida política»
(Benedicto XVI, Audiencia
General, miércoles 26 de
enero de 2011)
Considerar la naturaleza como
un tabú intocable o abusar de ella son posturas no
conformes con la visión cristiana de la naturaleza,
fruto de la creación de Dios «El tema del desarrollo está también muy
unido hoy a los deberes que nacen de la relación del
hombre con el ambiente natural. Éste es un don de Dios
para todos, y su uso representa para nosotros una
responsabilidad para con los pobres, las generaciones
futuras y toda la humanidad. Cuando se considera la
naturaleza, y en primer lugar al ser humano, fruto del
azar o del determinismo evolutivo, disminuye el sentido
de la responsabilidad en las conciencias. El creyente
reconoce en la naturaleza el maravilloso resultado de la
intervención creadora de Dios, que el hombre puede
utilizar responsablemente para satisfacer sus legítimas
necesidades materiales e inmateriales
respetando el equilibrio inherente a la creación misma.
Si se desvanece esta visión, se acaba por considerar
la naturaleza como un tabú intocable o, al contrario,
por abusar de ella. Ambas posturas no son conformes con
la visión cristiana de la naturaleza, fruto de la
creación de Dios». |
El
matrimonio se debe considerar válido hasta que no se
demuestre lo contrario «El matrimonio goza del favor del derecho. Por
lo tanto, en caso de duda, se debe considerar válido
hasta que no se demuestre lo contrario (CIC, 1060). Si no,
se corre el peligro de quedarse sin un punto de
referencia objetiva para las sentencias de nulidad,
transformando cualquier dificultad conyugal en un
síntoma de falta de actuación de una unión cuyo
núcleo esencial de justicia -el vínculo indisoluble- se
niega de hecho». (Leer más) |
La necesidad del retorno de Cristo en la Spe salvi de Benedicto XVI
La Iglesia nace
de la oración de Jesús (Benedicto XVI en la
audiencia general del 25.01.2012): «Podemos decir que en la oración sacerdotal de Jesús se cumple la institución de la Iglesia... Precisamente aquí, en el acto de la última Cena, Jesús crea la Iglesia. Porque, ¿qué es la Iglesia sino la comunidad de los discípulos que, mediante la fe en Jesucristo como enviado del Padre, recibe su unidad y se ve implicada en la misión de Jesús de salvar el mundo llevándolo al conocimiento de Dios? Aquí encontramos realmente una verdadera definición de la Iglesia. La Iglesia nace de la oración de Jesús. Y esta oración no es solamente palabra: es el acto en que él se consagra a sí mismo, es decir, se sacrifica por la vida del mundo» (cf. Jesús de Nazaret, II, 123 s). |
No existe un reino de cuestiones terrenas que pueda sustraerse al Creador y a su dominio
-------------------------------------------------------------------
Cuando las políticas
no presuponen o no proponen valores objetivos,
el relativismo moral resultante, en vez de trazar el
horizonte hacia una sociedad libre, justa y compasiva,
tiende a producir frustración, desesperanza, egoísmo y
desprecio por la vida y la libertad de los demás. (Benedicto XVI el 9.09.2011, en referencia a los disturbios ocurridos entre el 6 y el 10 de agosto de 2011 en Inglaterra). |
Discursos y homilías del papa Benedicto XVI
en la JMJ de Madrid 2011
Consagración de los jóvenes
al Corazón de Jesús por el papa Benedicto XVI el 20 de agosto
de 2011 en la JMJ de Madrid
"La edificación de
la casa común europea sólo puede llegar a buen puerto
si este continente es consciente de sus raíces
cristianas y si los valores del Evangelio, así como de
la imagen cristiana del hombre, son también en
el futuro el fermento de la civilización
europea" (Benedicto XVI, 3 de febrero de 2011 en solemne audiencia al embajador de Austria ante la Santa Sede. |
"La Iglesia es comunidad e institución, familia y misión, creación de Cristo por su Santo Espíritu y a la vez resultado de quienes la conformamos con nuestra santidad y con nuestros pecados. Así lo ha querido Dios, que no tiene reparo en hacer de pobres y pecadores sus amigos e instrumentos para la redención del género humano. La santidad de la Iglesia es ante todo la santidad objetiva de la misma persona de Cristo, de su evangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima e impulsa". (Benedicto XVI en la JMJ, el 20 de agosto de 2011). |
Uno de los mayores males de nuestro
tiempo es la mediocridad en las cuestiones de fe.
No nos hagamos ilusiones. O somos católicos o no lo somos. Si lo
somos, es preciso que se manifieste en todos los campos de
nuestra vida
(Palabras pronunciadas por el beato mártir Stepinac en 1943,
citadas por el papa Benedicto XVI en su visita pastoral a Croacia
de 2011).
"La Cruz es el signo luminoso de la inmensidad del amor de Dios" (Benedicto XVI, 22.04.2011)
La oración sacerdotal de Jesús (Benedicto XVI, 25 de enero de 2012)
Llegar a ser santo es la tarea de todo hombre y consiste en vivir como hijos de Dios, a través del camino exigente de la libertad, en la "semejanza" a él según la cual han sido creados (Benedicto XVI, 1 de noviembre de 2007)
Benedicto XVI sobre la Sábana Santa
Serie de catequesis
sobre la oración Introducción: La oración en las religiones precristianas La oración atraviesa toda la historia La Última Cena y la Eucaristía (Catequesis de Benedicto XVI, 11 de enero de 2012) La oración sacerdotal de Jesús (Catequesis de Benedicto XVI, 25 de enero de 2012) Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos (Catequesis de Benedicto XVI, 18 de enero de 2012) El abandono que sintió
Jesús durante su agonía en la cruz. La oración de
Jesús moribundo en la cruz El silencio de Jesús (Catequesis de Benedicto XVI, 7 de marzo de 2012) La oración en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas de san Pablo (Catequesis de Benedicto XVI, 14 de marzo de 2012) Cuaresma (Catequesis de Benedicto XVI, 22 de febrero de 2012)
Catequesis: Catequesis: Catequesis
sobre San Ireneo de Lyon: Catequesis de Benedicto XVI sobre san Agustín. 1 - Vida Catequesis de Benedicto XVI sobre san Agustín. 2 - Los últimos años y la muerte Catequesis de Benedicto XVI sobre san Agustín. 3 - Armonía entre fe y razón Catequesis de Benedicto XVI sobre san Agustín. 4 - Obras 2008 Catequesis de Benedicto XVI sobre san Agustín. 5 - Las conversiones Homilía de Benedicto XVI el 22 de abril de 2007 en Pavía sobre la conversión de san Agustín Catequesis de Benedicto XVI sobre santo Tomás de Aquino en junio de 2010 El Papa propone a San Anselmo como ejemplo de síntesis entre fe y razón Catequesis sobre Santa Catalina de Génova y el purgatorio
La oración como centro
de la actividad de Santo Domingo (Catequesis de Benedicto XVI el 8 de agosto de
2012) |
Catequesis sobre santa Teresa de Jesús
Catequesis del papa sobre san Juan de la Cruz
Catequesis del papa sobre san Roberto Belarmino
El Papa afirma que sólo la ley moral natural dará solidez a la unidad europea
A las Iglesias antiguas como a las de reciente
fundación les recuerdo que han sido colocadas por el Señor como
sal de la tierra y luz del mundo, llamadas a
difundir a Cristo, Luz de las gentes, hasta los extremos confines
de la tierra. La missio ad gentes debe constituir la
prioridad de sus planes pastorales».
(Benedicto XVI: Jornada Mundial de las Misiones, 29 de junio de
2009).
"Al final vencerá Él, como luminosamente muestra el Apocalipsis mediante sus imágenes sobrecogedoras. La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor" (Encíclica DEUS CARITAS EST de Benedicto XVI de 25 de diciembre de 2005, nº 39).
Se ha impuesto la participación en cursos de educación sexual o cívica que transmiten una concepción de la persona y de la vida pretendidamente neutra, pero que en realidad reflejan una antropología contraria a la fe y a la justa razón". Esto es "otra amenaza a la libertad religiosa de las familias en algunos países europeos". "El peso particular de una determinada religión en una nación jamás debería implicar la discriminación en la vida social de los ciudadanos que pertenecen a otra confesión o, peor aún, que se consienta la violencia contra ellos" (Benedicto XVI al Cuerpo Diplomático 10.01.2011).
«La Iglesia no tiene consistencia por sí misma; está llamada a ser signo e instrumento de Cristo» (Benedicto XVI, 7.11.2010).
«La belleza es la gran necesidad del hombre; es la raíz de la que brota el tronco de nuestra paz y los frutos de nuestra esperanza. La belleza es también reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo» (Benedicto XVI 7.11.2010).
"La esperanza y la alegría son realidades teologales que emanan del misterio de la resurrección de Cristo y del don del Espíritu Santo. Podríamos decir que el Espíritu Santo las toma del corazón de Cristo resucitado y las infunde en el corazón de sus amigos" (Benedicto XVI, 20.04.2010).
"La resurrección de Cristo nos asegura que ningún poder adverso podrá jamás destruir la Iglesia". Homilía de Benedicto XVI en la misa de Lisboa el martes, 11 de mayo de 2010
Las palabras del Papa Benedicto XVI sobre el preservativo
"La fe cristiana es esperanza. Abre el camino hacia el futuro... La fe no debe quedarse en teoría: debe convertirse en vida" (Benedicto XVI, 29.06.2009).
Beatificación del cardenal Newman por Benedicto XVI
El Papa celebra el 10º
Aniversario de la declaración conjunta católico-luterana de
1999 sobre la justificación
En 2006 se unió a la firma
el Consejo Metodista Mundial
La laicidad en la actual situación de hipótesis constatada por Benedicto XVI
Palabras
del papa Benedicto XVI en la Sinagoga de Roma el 17 de
enero de 2010 aplaudidas por los judíos «A diferencia de las otras religiones no cristianas, la fe judía es ya una respuesta a la revelación de Dios en la Antigua Alianza. Es al pueblo judío al que "pertenecen la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las promesas y los patriarcas de los que ha nacido según la carne Cristo" (Rom 9, 4-5) pues "los dones y la llamada de Dios son irrevocables" (Rom 11, 29)» (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 839). (Leer más) |
El Papa dice que el mundo actual vive una especie de dictadura del relativismo
La Iglesia en China en los últimos
50 años
CARTA DE BENEDICTO XVI
Entrevista al Cardenal Joseph Ratzinger: EL PROBLEMA DE FONDO
La pacíente reforma de la reforma de Benedicto XVI según Messori
"La fe cristiana es esperanza. Abre el camino hacia el futuro... La fe no debe quedarse en teoría: debe convertirse en vida" (Benedicto XVI, 29.06.2009).
El Corazón de
Cristo símbolo de la fe cristiana amado tanto por el
pueblo como por los místicos y los teólogos «Os invito a cada uno de vosotros a renovar en el mes de junio su propia devoción al Corazón de Cristo símbolo de la fe cristiana, particularmente amado tanto por el pueblo como por los místicos y los teólogos, pues expresa de una manera sencilla y auténtica la "buena noticia" del amor, resumiendo en sí el misterio de la encarnación y de la Redención Dios ha querido entrar en los límites de la historia y de la condición humana, ha tomado un cuerpo y un corazón, para que podamos contemplar y encontrar el infinito en el finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno». (Benedicto XVI, 2008) El Papa Benedicto XVI afirmó ahí que el Corazón de Cristo es símbolo de la fe cristiana, es la síntesis de la Encarnación y de la Redención, es el manantial de la bondad y de la verdad, es la expresión de la buena nueva del amor, es palpitación de una presencia en la que se puede confiar. |
-----------------------------
Quien quiere ser obediente al Concilio
debe aceptar la fe profesada en el curso de los siglos
A algunos de los que se muestran como grandes
defensores del Concilio se les debe recordar también que el
Vaticano II lleva consigo toda la historia doctrinal de la
Iglesia. Quien quiere ser obediente al Concilio debe aceptar la
fe profesada en el curso de los siglos y no puede cortar las
raíces de las que el árbol vive (Benedicto XVI, carta a
los obispos del 10 de marzo de 2009).
------------------------------
En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado. El auténtico problema en este momento actual de la historia es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, con el apagarse de la luz que proviene de Dios, la humanidad se ve afectada por la falta de orientación, cuyos efectos destructivos se ponen cada vez más de manifiesto (Benedicto XVI, 10 de marzo de 2009). |
"Diría
que no se puede superar este problema del sida sólo con
dinero, aunque éste sea necesario; pero si no hay alma,
si los africanos no ayudan (comprometiendo la
responsabilidad personal), no se puede solucionar
este flagelo distribuyendo preservativos; al contrario,
aumentan el problema. La solución sólo puede
ser doble: la primera, una humanización de la sexualidad,
es decir, una renovación espiritual y humana que
conlleve una nueva forma de comportarse el uno con el
otro; y la segunda, una verdadera amistad también y
sobre todo con las personas que sufren; una
disponibilidad, aun a costa de sacrificios, con renuncias
personales, a estar con los que sufren. Éstos son los
factores que ayudan y que traen progresos visibles" (Benedicto XVI ante una pregunta de Philippe Visseyrias, de France 2, durante el vuelo de Roma a Yaundé, el martes 17 de marzo de 2009). |
La pacíente reforma de la reforma de Benedicto XVI según Messori
La
parusía en la predicación de san Pablo BENEDICTO XVI AUDIENCIA GENERAL 12 de noviembre de 2008 (LEER MÁS) El papa Benedicto XVI comenta las palabras de san Pablo referentes a la segunda venida de Cristo: "El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor" (1 Ts 4, 16-17). San Pablo no dice que en el momento de la segunda venida de Cristo morirán todos los habitantes del planeta. Al contrario, distingue dos tiempos y dos situaciones tras la parusía de Cristo. Dice clara y explícitamente que primero resucitarán "los que murieron en Cristo". Y que será "después" cuando serán llevados al cielo los habitantes del planeta. Ese "después", no dice si ocurrirá tras unos instantes -como dicen muchos hoy en día, pero no san Pablo-, o si ocurrirá tras un tiempo más largo, como creían y esperaban la inmensa mayoría de los cristianos hasta el siglo IV, hasta la época de san Agustín y de san Jerónimo, porque así lo encontraban en los textos bíblicos y en la predicación transmitida desde los apóstoles. Después de la alarma sembrada por san Jerónimo, horrorizado porque esto le sonaba a judaizante, sólo una minoría de cristianos católicos lo ha seguido entendiendo así, aunque muchos eclesiásticos también lo han rechazado horrorizados a su vez, porque algunos protestantes decían que el Anticristo era el Papa y que la Gran Ramera de Babilonia era la Roma pontificia. Y así se ha venido sembrando la creencia infundada de que la segunda venida de Cristo trae consigo el fin aniquilador del mundo y de todos sus habitantes. Por eso no es extraño que Benedicto XVI diga el 12.11.2008 (LEER MÁS), que hoy no es fácil atreverse a orar pidiendo "Ven Señor", ¡Maranà, thà! "¡Ven, Señor Jesús", porque sería creer que se pide la aniquilación de la humanidad ya, y encima tras la previa e inmediata apostasía, que sería inmediatamente seguida de esa aniquilación total y por lo tanto de enviar a todos al infierno, ¿¡cómo atreverse a pedir todo eso?!. Pero no es eso lo que pedían los primeros cristianos y lo que en el Apocalipsis dice el Espíritu Santo que hay que pedir, que no son peticiones humanas, basadas en creencias de tal o cual eclesiástico. Al final, habla inspiradamente por el Espíritu Santo el Papa cuando dice:
Esto es hablar como Papa, en concordancia con la Biblia y con la oración inspirada y querida por Dios. Pedir la civilización del amor. El fin, no del mundo, sino el fin y la ruina de la dictadura del relativismo anticristiano del laicismo. También lo enseña como verdadera esperanza de la Iglesia el Concilio Vaticano II:
La civilización del amor de la que hablaban proféticamente inspirados por Dios, actuando como papas, Pablo VI, Juan Pablo II y como habla el propio Benedicto XVI es el Reinado del Corazón de Jesús, que será inaugurado el día de la segunda venida de Cristo. De ese día habla reiteradamente la Biblia y muy en especial san Pablo. Y no trae la aniquilación de la gente que habite entonces la Tierra, sino que Cristo traerá en su segunda venida la eliminación del sistema anticristiano e inhumano que oprime a la gente. La civilización del amor la traerá Cristo en su segunda venida. Tras la ruina del imperio de Satanás producida por la segunda venida de Cristo, surgirá el Reino de Cristo en el que reinará pese a todos los que se le oponen, como dijo Él mismo: "Reinaré a pesar de mis enemigos". |
Los papas y los totalitarismos
El papa Benedicto XVI, cuando recibe
al Coro de la Ópera de Shangai y la Orquesta Filarmónica de
China (7.05.2008), no alaba la dictadura sanguinaria del
comunismo chino que oprime y explota a su propio pueblo, ni
expresa su condena de ese totalitarismo para evitar aún una
mayor opresión. Aprovecha en cambio la ocasión para hablarles
de Dios, de Jesucristo, cumpliendo la misión de la Iglesia. Lo
mismo hace con la Cuba oprimida por la dictadura comunista de la
dinastía de Castro I y de Castro II. Como hizo Juan Pablo II con
el iniciador de esa dinastía. Y como el papa Pío XII, mientras
a yudaba a escapar de los nazis a los judíos, de los que salvó
muchos miles, procuraba no provocar aún más matanzas de judíos
y de cristianos exhibiendo más condenas que las ya formuladas en
la encíclica Mit Brenender Sorge, porque no tenía necesidad de
demostrar su no colaboracismo con el nazismo. (LEER MÁS).
El Papa propone a San Anselmo como ejemplo de síntesis entre fe y razón
Benedicto XVI pide que se promueva la adoración eucarística por fidelidad a la doctrina católica
El Papa ante Nancy Pelosi pide a la clase política que proteja la vida
BENEDICTO
XVI AUDIENCIA GENERAL Miércoles 7 de enero de
2009 Ha llegado el tiempo del verdadero culto En el corazón de Cristo se deshace la masa triste del mal realizado por la humanidad y se renueva la vida La cruz de Cristo es el acto supremo del amor divino convertido en amor humano La cruz de Cristo, su amor con carne y sangre es el culto real Se trata de honrar a Dios en la existencia cotidiana más concreta Un culto en el que el hombre mismo en su totalidad de ser dotado de razón, se convierte en adoración, glorificación del Dios vivo El creyente ofrece como verdadero holocausto su corazón contrito, su deseo de Dios Sólo en comunión con Cristo el mundo llega a ser espejo del amor divino. Este dinamismo siempre está presente en la Eucaristía |
El Papa Benedicto XVI anuncia posibles avances ecuménicos sobre la naturaleza de la Iglesia
MENSAJE
DE BENEDICTO XVI PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LA
PAZ DEL 1 DE ENERO DE 2009 «Combatir la pobreza es construir la paz» Vaticano, 8 de diciembre de 2008 La referencia a la globalización debería abarcar también la dimensión espiritual y moral, instando a mirar a los pobres desde la perspectiva de que todos comparten un único proyecto divino, el de la vocación de construir una sola familia en la que todos personas, pueblos y naciones se comporten siguiendo los principios de fraternidad y responsabilidad. Hay pobrezas inmateriales, que no son consecuencia directa y automática de carencias materiales Cuando no se considera al hombre en su vocación integral, y no se respetan las exigencias de una verdadera «ecología humana»[4], se desencadenan también dinámicas perversas de pobreza En las sociedades ricas y desarrolladas existen fenómenos de marginación, pobreza relacional, moral y espiritual Se están llevando a cabo campañas para reducir la natalidad en el ámbito internacional, incluso con métodos que no respetan la dignidad de la mujer ni el derecho de los cónyuges a elegir responsablemente el número de hijos [5] y, lo que es más grave aún, frecuentemente ni siquiera respetan el derecho a la vida. El exterminio de millones de niños no nacidos en nombre de la lucha contra la pobreza es, en realidad, la eliminación de los seres humanos más pobres. A esto se opone el hecho de que, en 1981, aproximadamente el 40% de la población mundial estaba por debajo del umbral de la pobreza absoluta, mientras que hoy este porcentaje se ha reducido sustancialmente a la mitad y numerosas poblaciones, caracterizadas, por lo demás, por un notable incremento demográfico, han salido de la pobreza. El dato apenas mencionado muestra claramente que habría recursos para resolver el problema de la indigencia, incluso con un crecimiento de la población. Tampoco hay que olvidar que, desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta hoy, la población de la tierra ha crecido en cuatro mil millones y, en buena parte, este fenómeno se produce en países que han aparecido recientemente en el escenario internacional como nuevas potencias económicas, y han obtenido un rápido desarrollo precisamente gracias al elevado número de sus habitantes. Además, entre las naciones más avanzadas, las que tienen un mayor índice de natalidad disfrutan de mejor potencial para el desarrollo. En otros términos, la población se está confirmando como una riqueza y no como un factor de pobreza. Los países aquejados de pandemias sufren los chantajes de quienes condicionan las ayudas económicas a la puesta en práctica de políticas contrarias a la vida Es difícil combatir sobre todo el sida si no se afrontan los problemas morales con los que está relacionada la difusión del virus. Es preciso, ante todo, emprender campañas que eduquen especialmente a los jóvenes a una sexualidad plenamente concorde con la dignidad de la persona Una finanza restringida al corto o cortísimo plazo llega a ser peligrosa para todos, también para quien logra beneficiarse de ella durante las fases de euforia financiera En el mundo global actual, aparece con mayor claridad que solamente se construye la paz si se asegura la posibilidad de un crecimiento razonable. En efecto, las tergiversaciones de los sistemas injustos antes o después pasan factura a todos. Por tanto, únicamente la necedad puede inducir a construir una casa dorada, pero rodeada del desierto o la degradación. Por sí sola, la globalización es incapaz de construir la paz, más aún, genera en muchos casos divisiones y conflictos. La globalización pone de manifiesto más bien una necesidad: la de estar orientada hacia un objetivo de profunda solidaridad, que tienda al bien de todos y cada uno |
Edward Green, el mayor experto en sida de
Harvard, da la razón al Papa: "A mayor disponibilidad de
preservativos, aumenta la tasa de contagio"
La industria está recibiendo
millones de dólares al año promoviendo el uso de preservativos,
medicamentos, y tratamientos para el Sida, y es claramente
resistente a la idea de que el cambio de comportamiento es la
solución
"Diría
que no se puede superar este problema del sida sólo con
dinero, aunque éste sea necesario; pero si no hay alma,
si los africanos no ayudan (comprometiendo la
responsabilidad personal), no se puede solucionar
este flagelo distribuyendo preservativos; al contrario,
aumentan el problema. La solución sólo puede
ser doble: la primera, una humanización de la sexualidad,
es decir, una renovación espiritual y humana que
conlleve una nueva forma de comportarse el uno con el
otro; y la segunda, una verdadera amistad también y
sobre todo con las personas que sufren; una
disponibilidad, aun a costa de sacrificios, con renuncias
personales, a estar con los que sufren. Éstos son los
factores que ayudan y que traen progresos visibles" (Benedicto XVI ante una pregunta de Philippe Visseyrias, de France 2, durante el vuelo de Roma a Yaundé, el martes 17 de marzo de 2009). |
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En nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento, la prioridad que está por encima de todas es hacer presente a Dios en este mundo y abrir a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor llevado hasta el extremo (cf. Jn 13,1), en Jesucristo crucificado y resucitado. El auténtico problema en este momento actual de la historia es que Dios desaparece del horizonte de los hombres y, con el apagarse de la luz que proviene de Dios, la humanidad se ve afectada por la falta de orientación, cuyos efectos destructivos se ponen cada vez más de manifiesto (Benedicto XVI, 10 de marzo de 2009). |
Cinco familias santas propuestas como modelo por Benedicto XVI
Está ampliamente documentada la
verdad histórica de la resurrección de
Cristo
(Benedicto XVI)
Texto completo de la Instrucción Dignitas Personae
El Apostolado de la Oración y el
Sagrado Corazón
"Dios quiso entrar en los límites de la
historia y de la condición humana, tomó un cuerpo y un corazón,
de modo que pudiéramos contemplar y encontrar lo infinito en lo
finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón
humano de Jesús, el Nazareno
Toda persona necesita tener un "centro" de su vida:
Cristo, corazón del mundo
Os invito a renovar durante el mes de junio vuestra devoción
al Corazón de Cristo
También la tradicional oración de ofrecimiento de la
jornada y teniendo presentes las intenciones que propuse
a toda la Iglesia". (Benedicto XVI, Angelus,
1.06.2008)
Benedicto XVI pide que se promueva la adoración eucarística por fidelidad a la doctrina católica
Los papas y los totalitarismos
El papa Benedicto XVI, cuando recibe
al Coro de la Ópera de Shangai y la Orquesta Filarmónica de
China (7.05.2008), no alaba la dictadura sanguinaria del
comunismo chino que oprime y explota a su propio pueblo, ni
expresa su condena de ese totalitarismo para evitar aún una
mayor opresión. Aprovecha en cambio la ocasión para hablarles
de Dios, de Jesucristo, cumpliendo la misión de la Iglesia. Lo
mismo hace con la Cuba oprimida por la dictadura comunista de la
dinastía de Castro I y de Castro II. Como hizo Juan Pablo II con
el iniciador de esa dinastía. Y como el papa Pío XII, mientras
a yudaba a escapar de los nazis a los judíos, de los que salvó
muchos miles, procuraba no provocar aún más matanzas de judíos
y de cristianos exhibiendo más condenas que las ya formuladas en
la encíclica Mit Brenender Sorge, porque no tenía necesidad de
demostrar su no colaboracismo con el nazismo. (LEER MÁS).
Está ampliamente documentada la
verdad histórica de la resurrección de
Cristo
(Benedicto XVI)
El papa rechaza
en los USA la versión de la laicidad como separación de
la autoridad de la Iglesia sobre la moral a la que se
debe someter todo lo humano para ser humano y rechaza también que
sean un modelo las formulaciones imperantes en los USA de
una religiosidad por encima de las confesiones religiosas:
"La
justa autonomía del orden secular no puede desvincularse
de Dios", ni puede separarse la fe de la vida, ni el
cristianismo es una religión privada, sino para salvar
al mundo; y el secularismo de América reduce la creencia
religiosa al mínimo común denominador" (Benedicto XVI) "Es esencial una correcta comprensión de
la justa autonomía del orden secular que no puede
desvincularse de Dios" |
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El papa Benedicto XVI ha vuelto a defender la síntesis de la religión y de la vida (15.09.2005) recordando lo proclamado por el Concilio Vaticano II:
"La separación entre la fe que profesan y la vida cotidiana de muchos debe ser considerada como uno de los errores más graves de nuestro tiempo" (Gaudium et spes, 43)
La derrota de la ETA y la victoria completa
La convivencia civil se fundamenta en el respeto a la vida, enseña Benedicto XVI
"La historia va hacia la humanidad unida en Cristo"
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"Ya has venido, Señor. Estamos seguros de tu presencia entre nosotros. Pero, ¡ven de manera definitiva!". "¡Ven, Jesús! ¡Ven y transforma el mundo! ¡Ven ya, hoy, y que triunfe la paz!"(Benedicto XVI, 23.08.2006, Audiencia general)
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"Nada puede justificar el
derramamiento de sangre inocente, de cualquier parte de donde
venga"
(Benedicto XVI, 2.08.2006, Audiencia general)
(Es hipócrita e inútil lamentar las muertes por terrorismo, cáncer, carretera, corazón, contaminación, y tolerar las muertes por aborto, eutanasia y por utilizaciones y manipulaciones de personas en estado embrionario).
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"Sobre las
ruinas acumuladas por el odio y la violencia podrá
edificarse la civilización del Corazón de Cristo" (Benedicto XVI, 15.05.2006, Carta sobre el culto al Corazón de Jesús, repitiendo las palabras de Juan Pablo II de 5.10.1986, Insegnamenti, vol. IX/2, 1986, p. 843) |
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La laicidad en
la actual situación de hipótesis constatada por Benedicto XVI Parece que Benedicto XVI se limita a la laicidad. Así cuando dice que
Pero esto es desde la razón, no desde la fe:
Se sitúa en una época como la contemporánea en la que impera la hipótesis de una sociedad en gran parte descristianizada y en la que imperan poderes anticirstianos. Santo Tomás de Aquino dice que a los no cristianos hay que argumentarles con la luz de la razón, no con la Biblia. "Algunos de ellos, como
los mahometanos y paganos, no convienen con nosotros en
admitir la autoridad de parte alguna de la Sagrada
Escritura, por la que pudieran ser convencidos, así como
contra los judíos podemos disputar por el Antiguo
Testamento, y contra los herejes por el Nuevo. Estos
otros no admiten ninguno de los dos. De donde, es
necesario recurrir a la razón natural, que todos se ven
obligados a aceptar. Aunque en las cosas divinas sea
falible". Benedicto XVI dice claramente que en la situación presente no habla desde la fe
Se refiere a lo que ocurre aquí y ahora. Por eso dice que
No se refiere aquí a la situación de tesis católica, no habla del Reino de Cristo, de la aceptación y el acatamiento voluntario por todos los pueblos de la autoridad infalible que le compete a la Iglesia y al Papa en materia de fe y de moral incluida su autoridad infalible sobre la normativa ética de la política. No habla desde la fe, ni
desde situación de tesis católica.
La situación de tesis católica se producirá y llegará con total certeza como enseña el Concilio Vaticano II:
Lo que es proclamar con toda seguridad la confesionalidad de todos los pueblos y que obrarán en consecuencia en el futuro. |
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Dios interviene continuamente en la historia con la omnipotencia de su amor
El Salmo que hemos escuchado es una gran invitación a alabar al Señor en su templo, en el cual se manifiesta su presencia viva entre nosotros. Dios no abandona a su pueblo, sino que interviene continuamente en la historia manifestando en ella la omnipotencia de su amor y su rostro redentor que libera a sus elegidos de la esclavitud y les otorga en herencia la tierra prometida.
En la historia, el amor divino es concreto, se hace visible y casi se puede experimentar. Esta realidad, vivida ya por el pueblo de Israel, se manifiesta de un modo totalmente nuevo y especialmente elocuente en Jesucristo, en el misterio de su muerte y resurrección, que es la máxima expresión de la libertad y de la salvación. BENEDICTO XVI. AUDIENCIA GENERAL. Miércoles 28 de septiembre de 2005.
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El hombre debe caminar con Dios en la historia y ser morada viva de Dios en el mundo
En el centro de la vida social de una ciudad, de una comunidad, de un pueblo, debe estar una presencia que evoca el misterio de Dios trascendente, precisamente un espacio para Dios, una morada para Dios. El hombre no puede caminar bien sin Dios, debe caminar juntamente con Dios en la historia, y el templo, la morada de Dios, tiene la misión de indicar de modo visible esta comunión, este dejarse guiar por Dios.
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El Arca de la alianza, la verdadera morada de Dios en el mundo, no hecha de madera sino de carne y sangre, es la Virgen, que se ofrece al Señor como Arca de la alianza y nos invita a ser también nosotros morada viva de Dios en el mundo.
BENEDICTO XVI. AUDIENCIA GENERAL. Miércoles 14 de septiembre de 2005.
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"La tolerancia que, por así decirlo, admite a Dios como opinión privada pero le niega lo público, la realidad del mundo y de nuestra vida, no es tolerancia sino hipocresía. Sin embargo, allí donde el hombre se alza en único señor del mundo y dueño de sí mismo, no podrá existir la justicia. Allí puede dominar sólo el arbitrio del poder y de los intereses". (Homilía del papa Benedicto XVI en la INAUGURACIÓN DE LA XI ASAMBLEA GENERAL DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS. 2 de octubre de 2005)
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"Éste es el sentido de nuestro camino: servir a la realeza de Dios en el mundo"
(Discurso del papa Benedicto XVI en su encuentro con los seminaristas en la iglesia de San Pantaleón de Colonia el 19.08.2005. VIAJE APOSTÓLICO A COLONIA CON MOTIVO DE LA XX JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD)
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«Tanto los judíos como los cristianos reconocen en Abraham a su padre común en la fe (cf. Ga 3, 7; Rm 4, 11 s), y hacen referencia a las enseñanzas de Moisés y los profetas. La espiritualidad de los judíos, al igual que la de los cristianos, se alimenta de los Salmos. Como el apóstol san Pablo, los cristianos están convencidos de que "los dones y la vocación de Dios son irrevocables" (Rm 11, 29; cf. 9, 6. 1; 11, 1 s). Teniendo en cuenta la raíz judía del cristianismo (cf. Rm 11, 16. 24), mi venerado Predecesor, confirmando una afirmación de los obispos alemanes, dijo: "Quien se encuentra con Jesucristo se encuentra con el judaísmo" (Discurso a los representantes de la comunidad judía, 17 de noviembre de 1980, n. 1: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 23 de noviembre de 1980, p. 15)».
(SALUDO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI A LA COMUNIDAD JUDÍA. VISITA A LA SINAGOGA DE COLONIA. VIAJE APOSTÓLICO A COLONIA CON MOTIVO DE LA XX JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD)
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"Los santos, como hemos dicho, son los verdaderos reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más radical aún: sólo de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. En el siglo pasado vivimos revoluciones cuyo programa común fue no esperar nada de Dios, sino tomar totalmente en las propias manos la causa del mundo para transformar sus condiciones. Y hemos visto que, de este modo, siempre se tomó un punto de vista humano y parcial como criterio absoluto de orientación. La absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo. No libera al hombre, sino que lo priva de su dignidad y lo esclaviza. No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?"
(Discurso del papa Benedicto XVI. VIGILIA CON LOS JÓVENES. Colonia - Explanada de Marienfeld. Sábado 20 de agosto de 2005)
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La paz
He aquí como define la paz el papa Benedicto XVI como paz mesiánica de plenitud traída por Jesucristo, que la ganó para nosotros con su sangre:
"Al derramar su sangre y entregarse a Sí mismo, Cristo trajo la paz que, en el lenguaje bíblico, es síntesis de los bienes mesiánicos y plenitud salvífica extendida a toda la realidad creada". (Catequesis pontificia del miércoles 7.09.2005).
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Encíclica Deus Caritas est
25 de diciembre, solemnidad de la Natividad del Señor, del año
2005
© Copyright 2005 -
Libreria Editrice Vaticana
La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud (1).
...
Mi deseo es insistir sobre algunos elementos fundamentales, para suscitar en el mundo un renovado dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor divino(1).
...
la crítica al cristianismo que se ha desarrollado con creciente radicalismo a partir de la Ilustración (3).
...
el eros necesita disciplina y purificación para dar al hombre, no el placer de un instante, sino un modo de hacerle pregustar en cierta manera lo más alto de su existencia, esa felicidad a la que tiende todo nuestro ser (4).
...
La aparente exaltación del cuerpo puede convertirse muy pronto en odio a la corporeidad (5).
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el momento del agapé se inserta en el eros inicial; de otro modo, se desvirtúa y pierde también su propia naturaleza (7).
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el hombre puede convertirse en fuente de la que manan ríos de agua viva (cf. Jn 7, 37-38). No obstante, para llegar a ser una fuente así, él mismo ha de beber siempre de nuevo de la primera y originaria fuente que es Jesucristo, de cuyo corazón traspasado brota el amor de Dios (cf. Jn 19, 34) (7).
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relación inseparable entre ascenso y descenso, entre el eros que busca a Dios y el agapé que transmite el don recibido (7).
...
el « amor » es una única realidad, si bien con diversas dimensiones; según los casos, una u otra puede destacar más. Pero cuando las dos dimensiones se separan completamente una de otra, se produce una caricatura o, en todo caso, una forma mermada del amor (8).
...
la fe bíblica no construye un mundo paralelo o contrapuesto al fenómeno humano originario del amor, sino que asume a todo el hombre, interviniendo en su búsqueda de amor para purificarla, abriéndole al mismo tiempo nuevas dimensiones (8).
...
la oración fundamental de Israel, la Shema: « Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno » (Dt 6, 4) (9).
el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia: « Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas » (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: « Amarás a tu prójimo como a ti mismo » (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un « mandamiento », sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro (1).
...
íntima compenetración de los dos Testamentos como única Escritura de la fe cristiana (12).
...
nuestro querer y la voluntad de Dios coinciden cada vez más: la voluntad de Dios ya no es para mí algo extraño que los mandamientos me imponen desde fuera, sino que es mi propia voluntad (17).
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Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero. Así, pues, no se trata ya de un « mandamiento » externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de amor nacida desde dentro (18).
...
el Espíritu es esa potencia interior que armoniza su corazón con el corazón de Cristo y lo mueve a amar a los hermanos como Él los ha amado (19).
...
La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia) (25 a).
...
Un Estado que no se rigiera según la justicia se reduciría a una gran banda de ladrones (28 a).
...
la doctrina social católica: no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado (28 a).
Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de comportamiento. Desea simplemente contribuir a la purificación de la razón y aportar su propia ayuda para que lo que es justo, aquí y ahora, pueda ser reconocido y después puesto también en práctica (28 a).
La doctrina social de la Iglesia argumenta desde la razón y el derecho natural, es decir, a partir de lo que es conforme a la naturaleza de todo ser humano (28 a).
...
La afirmación según la cual las estructuras justas harían superfluas las obras de caridad, esconde una concepción materialista del hombre: el prejuicio de que el hombre vive « sólo de pan » (Mt 4, 4; cf. Dt 8, 3), una concepción que humilla al hombre e ignora precisamente lo que es más específicamente humano (28 b).
...
el establecimiento de estructuras justas no es un cometido inmediato de la Iglesia, sino que pertenece a la esfera de la política, es decir, de la razón auto-responsable. En esto, la tarea de la Iglesia es mediata, ya que le corresponde contribuir a la purificación de la razón y reavivar las fuerzas morales, sin lo cual no se instauran estructuras justas, ni éstas pueden ser operativas a largo plazo (29).
...
objetivo: un verdadero humanismo, que reconoce en el hombre la imagen de Dios y quiere ayudarlo a realizar una vida conforme a esta dignidad (30 b).
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el imperativo del amor al prójimo ha sido grabado por el Creador en la naturaleza misma del hombre (31).
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es muy importante que la actividad caritativa de la Iglesia mantenga todo su esplendor y no se diluya en una organización asistencial genérica, convirtiéndose simplemente en una de sus variantes (31).
...
Los seres humanos necesitan siempre algo más que una atención sólo técnicamente correcta. Necesitan humanidad. Necesitan atención cordial (31 a).
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Una parte de la estrategia marxista es la teoría del empobrecimiento: quien en una situación de poder injusto ayuda al hombre con iniciativas de caridad afirma se pone de hecho al servicio de ese sistema injusto, haciéndolo aparecer soportable, al menos hasta cierto punto. Se frena así el potencial revolucionario y, por tanto, se paraliza la insurrección hacia un mundo mejor. De aquí el rechazo y el ataque a la caridad como un sistema conservador del statu quo. En realidad, ésta es una filosofía inhumana. El hombre que vive en el presente es sacrificado al Moloc del futuro, un futuro cuya efectiva realización resulta por lo menos dudosa. La verdad es que no se puede promover la humanización del mundo renunciando, por el momento, a comportarse de manera humana. A un mundo mejor se contribuye solamente haciendo el bien ahora y en primera persona, con pasión y donde sea posible, independientemente de estrategias y programas de partido. El programa del cristiano el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús es un « corazón que ve ». Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia (31 b).
...
deber del Obispo de coordinar las diversas obras de apostolado respetando su propia índole. (Cf. can. 394; Código de los Cánones de las Iglesias Orientales, can. 203) (32).
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el ejercicio de la caridad es una actividad de la Iglesia como tal y que forma parte esencial de su misión originaria, al igual que el servicio de la Palabra y los Sacramentos (32).
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no han de inspirarse en los esquemas que pretenden mejorar el mundo siguiendo una ideología, sino dejarse guiar por la fe que actúa por el amor (33).
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El colaborador de toda organización caritativa católica quiere trabajar con la Iglesia y, por tanto, con el Obispo, con el fin de que el amor de Dios se difunda en el mundo. Por su participación en el servicio de amor de la Iglesia, desea ser testigo de Dios y de Cristo y, precisamente por eso, hacer el bien a los hombres gratuitamente (33).
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En su himno a la caridad (cf. 1 Co 13), san Pablo nos enseña que ésta es siempre algo más que una simple actividad: « Podría repartir en limosnas todo lo que tengo y aun dejarme quemar vivo; si no tengo amor, de nada me sirve » (v. 3). Este himno debe ser la Carta Magna de todo el servicio eclesial; en él se resumen todas las reflexiones que he expuesto sobre el amor a lo largo de esta Carta encíclica. La actuación práctica resulta insuficiente si en ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor que se alimenta en el encuentro con Cristo. La íntima participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro se convierte así en un darme a mí mismo: para que el don no humille al otro, no solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser parte del don como persona (34).
Éste es un modo de servir que hace humilde al que sirve. No adopta una posición de superioridad ante el otro, por miserable que sea momentáneamente su situación. Cristo ocupó el último puesto en el mundo la cruz, y precisamente con esta humildad radical nos ha redimido y nos ayuda constantemente (35).
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hacer todo lo que está en nuestras manos con las capacidades que tenemos, es la tarea que mantiene siempre activo al siervo bueno de Jesucristo: « Nos apremia el amor de Cristo » (2 Co 5, 14) (35).
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« Si comprehendis, non est Deus », si lo comprendes, entonces no es Dios. (San Agustín: Sermo 52, 16: PL 38, 360) (38).
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Fe, esperanza y caridad están unidas. La esperanza se relaciona prácticamente con la virtud de la paciencia, que no desfallece ni siquiera ante el fracaso aparente, y con la humildad, que reconoce el misterio de Dios y se fía de Él incluso en la oscuridad. La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor. De este modo transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de que el mundo está en manos de Dios y que, no obstante las oscuridades, al final vencerá Él, como luminosamente muestra el Apocalipsis mediante sus imágenes sobrecogedoras. La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor (39).
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no obstante las oscuridades, al final vencerá Él, como luminosamente muestra el Apocalipsis mediante sus imágenes sobrecogedoras (39).
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Los Santos son los verdaderos portadores de luz en la historia, porque son hombres y mujeres de fe, esperanza y amor (41).
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La vida de los Santos no comprende sólo su biografía terrena, sino también su vida y actuación en Dios después de la muerte (42).
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En los Santos es evidente que, quien va hacia Dios, no se aleja de los hombres, sino que se hace realmente cercano a ellos (42).
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SACRAMENTUM
CARITATIS
EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL de 22 de
febrero del año 2007, fiesta de la Cátedra del Apóstol san
Pedro,
© Copyright 2007 - Libreria Editrice Vaticana
La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan vivo que, por su carne vivificada y vivificante por el Espíritu Santo, da vida a los hombres. Así, los hombres son invitados y llevados a ofrecerse a sí mismos, sus trabajos y todas las cosas creadas junto con Cristo » (16).
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Tradición:
A los jóvenes, Basilio les invita a aprovechar lo que veían en la cultura de su tiempo, tomando de ella los ejemplos de virtud, para vivirla después ellos mismos como un bien inalienable y duradero. Como las abejas, dice, se ha de tomar de aquello que nos circunda solamente lo que es verdadero y útil, dejando todo lo demás.
(Benedicto XVI, 1.08.2007, Audiencia general)
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Providencia humana y Eucaristía:
El cristiano, además, necesita las obras de caridad para manifestar su fe: con ellas los hombres sirven a Dios mismo; Todos los necesitados dice Basilio miran nuestras manos, como nosotros mismos miramos las de Dios cuando nos encontramos en necesidad. Es necesaria igualmente la Eucaristía, que mantiene vivo el amor a Dios y al prójimo, y alimenta las energías provenientes del bautismo.
(Benedicto XVI, 4.07.2007, Audiencia general)
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Programa episcopal:
Según el programa que él mismo trazó, se convirtió en "apóstol y ministro de Cristo, dispensador de los misterios de Dios, heraldo del reino, modelo y norma de piedad, ojo del cuerpo de la Iglesia, pastor de las ovejas de Cristo, médico compasivo, padre nutricio, cooperador de Dios, agricultor de Dios, constructor del templo de Dios" (cf. Moralia 80, 11-20: PG 31, 864 b-868 b).
Este es el programa que el santo obispo entrega a los heraldos de la Palabra tanto ayer como hoy, un programa que él mismo se esforzó generosamente por poner en práctica.
(Benedicto XVI, 4.07.2007, Audiencia general)
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(Benedicto XVI, 27.05.2007, Carta a la Iglesia Católica en la República Popular China)
En cada Iglesia particular, para que ésta sea plenamente Iglesia, tiene que estar presente la suprema autoridad de la Iglesia, es decir, el Colegio episcopal junto con su Cabeza el Romano Pontífice, y nunca sin él. Por tanto, el ministerio del Sucesor de Pedro pertenece a la esencia de cada Iglesia particular « desde dentro »[19]. Además, la comunión de todas las Iglesias particulares en la única Iglesia católica y, por tanto, la comunión jerárquica ordenada de todos los Obispos, sucesores de los Apóstoles, con el Sucesor de Pedro, son garantía de la unidad de la fe y de la vida de todos los católicos. Para la unidad de la Iglesia en cada nación es indispensable, pues, que cada Obispo esté en comunión con los otros Obispos, y que todos estén en comunión visible y concreta con el Papa (5).
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La finalidad declarada de los mencionados organismos de poner en práctica « los principios de independencia y autonomía, autogestión y administración democrática de la Iglesia » [Estatutos de la Asociación Patriótica Católica China (Chinese Catholic Patriotic Association, CCPA), 2004, art. 3], es también inconciliable con la doctrina católica que, desde los antiguos Símbolos de fe, profesa que la Iglesia es « una, santa, católica y apostólica » (7).
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En la Iglesia, Pueblo de Dios, ejercer el oficio de « enseñar, santificar y gobernar » corresponde sólo a los ministros sagrados, ordenados debidamente después de una adecuada instrucción y formación. Los fieles laicos pueden, con la misión canónica por parte del Obispo, desempeñar un ministerio eclesial útil de transmisión de la fe (8).
Los ministerios petrino y episcopal son elementos esenciales e integrales de la doctrina católica sobre la estructura sacramental de la Iglesia. Esta naturaleza de la Iglesia es un don del Señor Jesús (8).
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La comunión y la unidad me sea permitido repetirlo (cf. n. 5) son elementos esenciales e integrales de la Iglesia católica: por tanto, el proyecto de una Iglesia « independiente » de la Santa Sede, en ámbito religioso, es incompatible con la doctrina católica (8).
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Como decía Juan Pablo II a los Pastores de todo el mundo, congregados en Roma para la celebración del Jubileo, « el pastor es el primer responsable y animador de la comunidad eclesial, tanto en la exigencia de comunión como en la proyección misionera. Frente al relativismo y al subjetivismo que contaminan gran parte de la cultura contemporánea, los obispos están llamados a defender y promover la unidad doctrinal de sus fieles. Solícitos por las situaciones en las que se pierde o ignora la fe, trabajan con todas sus fuerzas en favor de la evangelización, preparando para ello a sacerdotes, religiosos y laicos y poniendo a su disposición los recursos necesarios » (8) (Homilía de Juan Pablo II en el Jubileo de los Obispos (8 octubre 2000), 5: AAS 93 (2001), 28; cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decreto Christus Dominus, sobre la función pastoral de los Obispos, 6)
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Respecto al servicio episcopal, aprovecho la ocasión para recordar lo que dije recientemente: « Los Obispos tienen la primera responsabilidad de edificar la Iglesia como familia de Dios y como lugar de ayuda recíproca y de disponibilidad. Para poder cumplir esta misión habéis recibido, con la consagración episcopal, tres oficios peculiares: el munus docendi, el munus sanctificandi y el munus regendi, que en conjunto constituyen el munus pascendi. En particular, el munus regendi tiene como finalidad el crecimiento en la comunión eclesial, es decir, la construcción de una comunidad concorde en la escucha de la enseñanza de los Apóstoles, en la fracción del pan, en la oración y en la unión fraterna. Íntimamente unido a los oficios de enseñar y santificar, el de gobernar es decir, el munus regendi constituye para el Obispo un auténtico acto de amor a Dios y al prójimo, que se manifiesta en la caridad pastoral ».
Como ocurre en el resto del mundo, también en China la Iglesia es gobernada por Obispos que, por medio de la ordenación episcopal recibida de manos de por otros Obispos ordenados válidamente, han recibido, junto con el oficio de santificar, también los oficios de enseñar y de gobernar el pueblo que se les ha confiado en las respectivas Iglesias particulares, con una potestad que es otorgada por Dios mediante la gracia del sacramento del Orden. Los oficios de enseñar y de gobernar sin embargo, « por su propia naturaleza, no pueden ejercerse sino en comunión jerárquica con la Cabeza y con los miembros del Colegio » de los Obispos (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 21; cf. también Código de Derecho Canónico, can. 375 § 2).. En efecto precisa el mismo Concilio Vaticano II « uno queda constituido miembro del Colegio episcopal en virtud de la consagración episcopal y por la comunión jerárquica con la Cabeza y con los miembros del Colegio » (Const. dogm. Lumen gentium, sobre la Iglesia, 22; cf. también « Nota explicativa previa », 2). (8)
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El actual Colegio de los Obispos Católicos de China [China Catholic Bishops' College (CCBC)] no puede ser reconocido como Conferencia Episcopal por la Sede Apostólica: no forman parte de ella los Obispos clandestinosno reconocidos por el Gobierno, y que están en comunión con el Papa; , es decir, incluye Prelados que son todavía ilegítimos y está regida por Estatutos que contienen elementos inconciliables con la doctrina católica (8).
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El Papa, cuando concede el mandato apostólico para la ordenación de un Obispo, ejerce su autoridad espiritual suprema: autoridad e intervención que quedan en el ámbito estrictamente religioso. No se trata por tanto de una autoridad política que se entromete indebidamente en los asuntos interiores de un Estado y vulnera su soberanía (9).
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Las fuentes de la espiritualidad sacerdotal... son el amor de Dios, el seguimiento incondicional de Cristo, la pasión por el anuncio del Evangelio, la fidelidad a la Iglesia y el servicio generoso al prójimo (13).
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La evangelización nunca es mera comunicación intelectual, sino también experiencia de vida, purificación y transformación de toda la existencia, y camino en comunión. Sólo así se establece una justa relación entre pensamiento y vida (16).
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Dios interviene continuamente en la historia con la omnipotencia de su amor
El Salmo que hemos escuchado es una gran invitación a alabar al Señor en su templo, en el cual se manifiesta su presencia viva entre nosotros. Dios no abandona a su pueblo, sino que interviene continuamente en la historia manifestando en ella la omnipotencia de su amor y su rostro redentor que libera a sus elegidos de la esclavitud y les otorga en herencia la tierra prometida.
En la historia, el amor divino es concreto, se hace visible y casi se puede experimentar. Esta realidad, vivida ya por el pueblo de Israel, se manifiesta de un modo totalmente nuevo y especialmente elocuente en Jesucristo, en el misterio de su muerte y resurrección, que es la máxima expresión de la libertad y de la salvación. BENEDICTO XVI. AUDIENCIA GENERAL. Miércoles 28 de septiembre de 2005.
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El papa Benedicto XVI ha vuelto a defender la síntesis de la religión y de la vida (15.09.2005) recordando lo proclamado por el Concilio VaticanoII:
"La separación entre la fe que profesan y la vida cotidiana de muchos debe ser considerada como uno de los errores más graves de nuestro tiempo" (Gaudium et spes, 43)
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El hombre debe caminar con Dios en la historia y ser morada viva de Dios en el mundo
En el centro de la vida social de una ciudad, de una comunidad, de un pueblo, debe estar una presencia que evoca el misterio de Dios trascendente, precisamente un espacio para Dios, una morada para Dios. El hombre no puede caminar bien sin Dios, debe caminar juntamente con Dios en la historia, y el templo, la morada de Dios, tiene la misión de indicar de modo visible esta comunión, este dejarse guiar por Dios.
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El Arca de la alianza, la verdadera morada de Dios en el mundo, no hecha de madera sino de carne y sangre, es la Virgen, que se ofrece al Señor como Arca de la alianza y nos invita a ser también nosotros morada viva de Dios en el mundo.
BENEDICTO XVI. AUDIENCIA GENERAL. Miércoles 14 de septiembre de 2005.
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"La tolerancia que, por así decirlo, admite a Dios como opinión privada pero le niega lo público, la realidad del mundo y de nuestra vida, no es tolerancia sino hipocresía. Sin embargo, allí donde el hombre se alza en único señor del mundo y dueño de sí mismo, no podrá existir la justicia. Allí puede dominar sólo el arbitrio del poder y de los intereses".
(Homilía del papa Benedicto XVI en la INAUGURACIÓN DE LA XI ASAMBLEA GENERAL DEL SÍNODO DE LOS OBISPOS. 2 de octubre de 2005)
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"Éste es el sentido de nuestro camino: servir a la realeza de Dios en el mundo"
(Discurso del papa Benedicto XVI en su encuentro con los seminaristas en la iglesia de San Pantaleón de Colonia el 19.08.2005. VIAJE APOSTÓLICO A COLONIA CON MOTIVO DE LA XX JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD)
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<<Tanto los judíos como los cristianos reconocen en Abraham a su padre común en la fe (cf. Ga 3, 7; Rm 4, 11 s), y hacen referencia a las enseñanzas de Moisés y los profetas. La espiritualidad de los judíos, al igual que la de los cristianos, se alimenta de los Salmos. Como el apóstol san Pablo, los cristianos están convencidos de que "los dones y la vocación de Dios son irrevocables" (Rm 11, 29; cf. 9, 6. 1; 11, 1 s). Teniendo en cuenta la raíz judía del cristianismo (cf. Rm 11, 16. 24), mi venerado Predecesor, confirmando una afirmación de los obispos alemanes, dijo: "Quien se encuentra con Jesucristo se encuentra con el judaísmo" (Discurso a los representantes de la comunidad judía, 17 de noviembre de 1980, n. 1: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 23 de noviembre de 1980, p. 15)>>.
(SALUDO DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI A LA COMUNIDAD JUDÍA. VISITA A LA SINAGOGA DE COLONIA. VIAJE APOSTÓLICO A COLONIA CON MOTIVO DE LA XX JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD)
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"Los santos, como hemos dicho, son los verdaderos reformadores. Ahora quisiera expresarlo de manera más radical aún: sólo de los santos, sólo de Dios proviene la verdadera revolución, el cambio decisivo del mundo. En el siglo pasado vivimos revoluciones cuyo programa común fue no esperar nada de Dios, sino tomar totalmente en las propias manos la causa del mundo para transformar sus condiciones. Y hemos visto que, de este modo, siempre se tomó un punto de vista humano y parcial como criterio absoluto de orientación. La absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo. No libera al hombre, sino que lo priva de su dignidad y lo esclaviza. No son las ideologías las que salvan el mundo, sino sólo dirigir la mirada al Dios viviente, que es nuestro creador, el garante de nuestra libertad, el garante de lo que es realmente bueno y auténtico. La revolución verdadera consiste únicamente en mirar a Dios, que es la medida de lo que es justo y, al mismo tiempo, es el amor eterno. Y ¿qué puede salvarnos sino el amor?"
(Discurso del papa Benedicto XVI. VIGILIA CON LOS JÓVENES. Colonia - Explanada de Marienfeld. Sábado 20 de agosto de 2005)
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He aquí como define la paz el papa Benedicto XVI como paz mesiánica de plenitud traída por Jesucristo, que la ganó para nosotros con su sangre:
"Al derramar su sangre y entregarse a Sí mismo, Cristo trajo la paz que, en el lenguaje bíblico, es síntesis de los bienes mesiánicos y plenitud salvífica extendida a toda la realidad creada". (Catequesis pontificia del miércoles 7.09.2005).
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DISCURSO
DEL PAPA BENEDICTO XVI
EN LA INAUGURACIÓN DE LOS TRABAJOS
DE LA ASAMBLEA DIOCESANA DE ROMA
Rreunida con el tema
"Jesús es el Señor. Educar
en la fe, en el seguimiento y en el testimonio"
Lunes 11 de
junio de 2007
Queridos hermanos y hermanas:
Por tercer año consecutivo la asamblea de nuestra diócesis me brinda la posibilidad de encontrarme con vosotros y dirigirme a todos, abordando la temática que la Iglesia de Roma afrontará en el próximo año pastoral, en estrecha continuidad con el trabajo desarrollado en el año que se está concluyendo. Os saludo con afecto a cada uno de vosotros, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos que participáis con generosidad en la misión de la Iglesia. Agradezco en particular al cardenal vicario las palabras que me ha dirigido en nombre de todos vosotros.
El tema de la asamblea es "Jesús es el Señor. Educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio". Se trata de un tema que nos atañe a todos, porque cada discípulo confiesa que Jesús es el Señor y está llamado a crecer en la adhesión a él, dando y recibiendo ayuda de la gran compañía de los hermanos en la fe. Ahora bien, el verbo "educar", puesto en el título de la asamblea, implica una atención especial a los niños, a los muchachos y a los jóvenes, y pone de relieve la tarea que corresponde ante todo a la familia: así permanecemos dentro del itinerario que ha caracterizado durante los últimos años la pastoral de nuestra diócesis.
Es importante considerar ante todo la afirmación inicial, que da el tono y el sentido de nuestra asamblea: "Jesús es el Señor". Ya la encontramos en la solemne declaración con la que concluye el discurso de san Pedro en Pentecostés, donde el primero de los Apóstoles dijo: "Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado" (Hch 2, 36). Es análoga la conclusión del gran himno a Cristo contenido en la carta de san Pablo a los Filipenses: "Toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor para gloria de Dios Padre" (Flp 2, 11). También san Pablo, en el saludo final de la primera carta a los Corintios, exclama: "El que no quiera al Señor, sea anatema. Marana tha, Ven, Señor" (1 Co 16, 22), transmitiéndonos así la antiquísima invocación, en lengua aramea, de Jesús como Señor.
Se podrían añadir otras citas: pienso en el capítulo 12 de la misma carta a los Corintios, donde san Pablo dice: "Nadie puede decir "Jesús es Señor" sino con el Espíritu Santo" (1 Co 12, 3). Así declara que esta es la confesión fundamental de la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo. Podríamos pensar también en el capítulo 10 de la carta a los Romanos, donde el Apóstol dice: "Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor..." (Rm 10, 9), recordando también a los cristianos de Roma que las palabras "Jesús es el Señor" constituyen la confesión común de la Iglesia, el fundamento seguro de toda la vida de la Iglesia. A partir de esas palabras se ha desarrollado toda la confesión del Credo apostólico, del Credo niceno. En otro pasaje de la primera carta a los Corintios san Pablo afirma también: "Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1 Co 8, 5-6).
Así, desde el inicio, los discípulos reconocieron que Jesús resucitado es nuestro hermano en la humanidad y que también es totalmente uno con Dios; que con su venida al mundo, con toda su vida, con su muerte y su resurrección, nos trajo a Dios, hizo presente a Dios en el mundo de modo nuevo y único; y que, por tanto, da sentido y esperanza a nuestra vida: en él encontramos el verdadero rostro de Dios, que realmente necesitamos para vivir.
Educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio quiere decir ayudar a nuestros hermanos, o mejor, ayudarnos mutuamente a entablar una relación viva con Cristo y con el Padre. Esta ha sido desde el inicio la tarea fundamental de la Iglesia, como comunidad de los creyentes, de los discípulos y de los amigos de Jesús. La Iglesia, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu Santo, es la compañía fiable en la que hemos sido engendrados y educados para llegar a ser, en Cristo, hijos y herederos de Dios. En ella recibimos al Espíritu, "que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre!" (cf. Rm 8, 14-17).
En la homilía de san Agustín hemos escuchado que Dios no está lejos, que se ha hecho "camino" y que el "camino" mismo vino a nosotros. Dice: "Levántate, perezoso, y comienza a caminar". Comenzar a caminar quiere decir emprender el "camino" que es Cristo mismo, en compañía de los creyentes; quiere decir caminar ayudándonos los unos a los otros a ser realmente amigos de Jesucristo e hijos de Dios.
Como nos enseña la experiencia diaria lo sabemos todos, educar en la fe hoy no es una empresa fácil. En realidad, hoy cualquier labor de educación parece cada vez más ardua y precaria. Por eso, se habla de una gran "emergencia educativa", de la creciente dificultad que se encuentra para transmitir a las nuevas generaciones los valores fundamentales de la existencia y de un correcto comportamiento, dificultad que existe tanto en la escuela como en la familia, y se puede decir que en todos los demás organismos que tienen finalidades educativas.
Podemos añadir que se trata de una emergencia inevitable: en una sociedad y en una cultura que con demasiada frecuencia tienen el relativismo como su propio credo el relativismo se ha convertido en una especie de dogma, falta la luz de la verdad, más aún, se considera peligroso hablar de verdad, se considera "autoritario", y se acaba por dudar de la bondad de la vida ¿es un bien ser hombre?, ¿es un bien vivir? y de la validez de las relaciones y de los compromisos que constituyen la vida.
Entonces, ¿cómo proponer a los más jóvenes y transmitir de generación en generación algo válido y cierto, reglas de vida, un auténtico sentido y objetivos convincentes para la existencia humana, sea como personas sea como comunidades? Por eso, por lo general, la educación tiende a reducirse a la transmisión de determinadas habilidades o capacidades de hacer, mientras se busca satisfacer el deseo de felicidad de las nuevas generaciones colmándolas de objetos de consumo y de gratificaciones efímeras.
Así, tanto los padres como los profesores sienten fácilmente la tentación de abdicar de sus tareas educativas y de no comprender ya ni siquiera cuál es su papel, o mejor, la misión que les ha sido encomendada. Pero precisamente así no ofrecemos a los jóvenes, a las nuevas generaciones, lo que tenemos obligación de transmitirles. Con respecto a ellos somos deudores también de los verdaderos valores que dan fundamento a la vida.
Pero esta situación evidentemente no satisface, no puede satisfacer, porque deja de lado la finalidad esencial de la educación, que es la formación de la persona a fin de capacitarla para vivir con plenitud y aportar su contribución al bien de la comunidad. Por eso, en muchas partes se plantea la exigencia de una educación auténtica y el redescubrimiento de la necesidad de educadores que lo sean realmente. Lo reclaman los padres, preocupados y a menudo angustiados por el futuro de sus hijos; lo reclaman tantos profesores que viven la triste experiencia de la degradación de sus escuelas; lo reclama la sociedad en su conjunto, en Italia y en muchas otras naciones, porque ve cómo a causa de la crisis de la educación se ponen en peligro las bases mismas de la convivencia.
En ese contexto, el compromiso de la Iglesia de educar en la fe, en el seguimiento y en el testimonio del Señor Jesús asume, más que nunca, también el valor de una contribución para hacer que la sociedad en que vivimos salga de la crisis educativa que la aflige, poniendo un dique a la desconfianza y al extraño "odio de sí misma" que parece haberse convertido en una característica de nuestra civilización.
Ahora bien, todo esto no disminuye la dificultad que encontramos para llevar a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes a encontrarse con Cristo y a entablar con él una relación duradera y profunda. Sin embargo, precisamente este es el desafío decisivo para el futuro de la fe, de la Iglesia y del cristianismo, y por tanto es una prioridad esencial de nuestro trabajo pastoral: acercar a Cristo y al Padre a la nueva generación, que vive en un mundo en gran parte alejado de Dios.
Queridos hermanos y hermanas, debemos ser siempre conscientes de que no podemos realizar esa obra con nuestras fuerzas, sino sólo con el poder del Espíritu Santo. Son necesarias la luz y la gracia que proceden de Dios y actúan en lo más íntimo de los corazones y de las conciencias. Así pues, para la educación y la formación cristiana son decisivas ante todo la oración y nuestra amistad personal con Jesús, pues sólo quien conoce y ama a Jesucristo puede introducir a sus hermanos en una relación vital con él.
Impulsado precisamente por esta necesidad pensé: sería útil escribir un libro que ayude a conocer a Jesús. No olvidemos nunca las palabras de Jesús: "A vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca" (Jn 15, 15-16). Por eso, nuestras comunidades sólo podrán trabajar con fruto y educar en la fe y en el seguimiento de Cristo si son ellas mismas auténticas "escuelas" de oración (cf. Novo millennio ineunte, 33), en las que se viva el primado de Dios.
Además, la educación, y especialmente la educación cristiana, es decir, la educación para forjar la propia vida según el modelo de Dios, que es amor (cf. 1 Jn 4, 8. 16), necesita la cercanía propia del amor. Sobre todo hoy, cuando el aislamiento y la soledad son una condición generalizada, a la que en realidad no ponen remedio el ruido y el conformismo de grupo, resulta decisivo el acompañamiento personal, que da a quien crece la certeza de ser amado, comprendido y acogido.
En concreto, este acompañamiento debe llevar a palpar que nuestra fe no es algo del pasado, sino que puede vivirse hoy y que viviéndola encontramos realmente nuestro bien. Así, a los muchachos y los jóvenes se les puede ayudar a librarse de prejuicios generalizados y a darse cuenta de que el modo cristiano de vivir es realizable y razonable, más aún, el más razonable, con mucho.
Toda la comunidad cristiana, en sus múltiples articulaciones y componentes, está llamada a cumplir la gran tarea de llevar a las nuevas generaciones al encuentro con Cristo; por tanto, en este ámbito debe expresarse y manifestarse con particular evidencia nuestra comunión con el Señor y entre nosotros, nuestra disponibilidad y voluntad de trabajar juntos, de "formar una red", de colaborar todos con espíritu abierto y sincero, comenzando por la valiosa contribución de las mujeres y los hombres que han consagrado su vida a la adoración de Dios y a la intercesión por los hermanos.
Sin embargo, es evidente que, en la educación y en la formación en la fe, a la familia compete una misión propia y fundamental y una responsabilidad primaria. En efecto, el niño que se asoma a la vida hace a través de sus padres la primera y decisiva experiencia del amor, de un amor que en realidad no es sólo humano, sino también un reflejo del amor que Dios siente por él. Por eso, entre la familia cristiana, pequeña "iglesia doméstica" (cf. Lumen gentium, 11), y la gran familia de la Iglesia debe desarrollarse la colaboración más estrecha, ante todo en lo que atañe a la educación de los hijos.
Así pues, todo lo realizado a lo
largo de los tres años que nuestra pastoral diocesana ha
dedicado específicamente a la familia, no sólo se ha de
considerar como un fruto, sino que se ha de incrementar
ulteriormente. Por ejemplo, los intentos de implicar más a los
padres e incluso a los padrinos y madrinas antes y después del
bautismo, para ayudarles a entender y a cumplir su misión de
educadores de la fe, ya han dado resultados apreciables, y es
preciso proseguirlos, convirtiéndolos en patrimonio común de
cada parroquia. Lo mismo vale para la participación de las
familias en la catequesis y en todo el itinerario de iniciación
cristiana de los niños y los adolescentes.
Desde luego, son muchas las familias que no están preparadas
para cumplir esa tarea; y algunas parecen poco interesadas en la
educación cristiana de sus hijos, o incluso son contrarias a
ella: aquí se notan también las consecuencias de la
crisis de tantos matrimonios. Con todo, raramente se encuentran
padres totalmente indiferentes con respecto a la formación
humana y moral de sus hijos, y, por tanto, no dispuestos a
dejarse ayudar en una labor educativa que consideran cada vez
más difícil.
Por consiguiente, se abre un espacio de compromiso y de servicio para nuestras parroquias, oratorios, grupos juveniles y, ante todo, para las mismas familias cristianas, llamadas a hacerse prójimo de otras familias a fin de sostenerlas y asistirlas en la educación de los hijos, ayudándoles así a recuperar el sentido y la finalidad de la vida de matrimonio. Pasemos ahora a otros sujetos de la educación en la fe.
A medida que los muchachos crecen, aumenta naturalmente en ellos el deseo de autonomía personal, que fácilmente, sobre todo en la adolescencia, se transforma en un alejamiento crítico de la propia familia. Entonces resulta especialmente importante la cercanía que pueden garantizar el sacerdote, la religiosa, el catequista u otros educadores capaces de hacer concreto para el joven el rostro amigo de la Iglesia y el amor de Cristo.
Para que produzca efectos positivos duraderos, nuestra cercanía debe ser consciente de que la relación educativa es un encuentro de libertades y que la misma educación cristiana es formación en la auténtica libertad. De hecho, no hay verdadera propuesta educativa que no conduzca, de modo respetuoso y amoroso, a una decisión, y precisamente la propuesta cristiana interpela a fondo la libertad, invitándola a la fe y a la conversión.
Como afirmé en la Asamblea eclesial de Verona, "una educación verdadera debe suscitar la valentía de las decisiones definitivas, que hoy se consideran un vínculo que limita nuestra libertad, pero que en realidad son indispensables para crecer y alcanzar algo grande en la vida, especialmente para que madure el amor en toda su belleza; por consiguiente, para dar consistencia y significado a nuestra libertad" (Discurso del 19 de octubre de 2006: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de octubre de 2006, p. 10).
Los adolescentes y los jóvenes, cuando se sienten respetados y tomados en serio en su libertad, a pesar de su inconstancia y fragilidad, se muestran dispuestos a dejarse interpelar por propuestas exigentes; más aún, se sienten atraídos y a menudo fascinados por ellas. También quieren mostrar su generosidad en la entrega a los grandes valores perennes, que constituyen el fundamento de la vida.
El auténtico educador también toma en serio la curiosidad intelectual que existe ya en los niños y con el paso de los años asume formas más conscientes. Con todo, el joven de hoy, estimulado y a menudo confundido por la multiplicidad de informaciones y por el contraste de ideas y de interpretaciones que se le proponen continuamente, conserva dentro de sí una gran necesidad de verdad; por tanto, está abierto a Jesucristo, que, como nos recuerda Tertuliano (De virginibus velandis, I, 1), "afirmó que es la verdad, no la costumbre".
Debemos esforzarnos por responder a la demanda de verdad poniendo sin miedo la propuesta de la fe en confrontación con la razón de nuestro tiempo. Así ayudaremos a los jóvenes a ensanchar los horizontes de su inteligencia, abriéndose al misterio de Dios, en el cual se encuentra el sentido y la dirección de nuestra existencia, y superando los condicionamientos de una racionalidad que sólo se fía de lo que puede ser objeto de experimento y de cálculo. Por tanto, es muy importante desarrollar lo que ya el año pasado llamamos la "pastoral de la inteligencia".
La labor educativa implica la libertad, pero también necesita autoridad. Por eso, especialmente cuando se trata de educar en la fe, es central la figura del testigo y el papel del testimonio. El testigo de Cristo no transmite sólo informaciones, sino que está comprometido personalmente con la verdad que propone, y con la coherencia de su vida resulta punto de referencia digno de confianza. Pero no remite a sí mismo, sino a Alguien que es infinitamente más grande que él, en quien ha puesto su confianza y cuya bondad fiable ha experimentado.
Por consiguiente, el auténtico educador cristiano es un testigo cuyo modelo es Jesucristo, el testigo del Padre que no decía nada de sí mismo, sino que hablaba tal como el Padre le había enseñado (cf. Jn 8, 28). Esta relación con Cristo y con el Padre es para cada uno de nosotros, queridos hermanos y hermanas, la condición fundamental para ser educadores eficaces en la fe.
Acertadamente, nuestra asamblea habla de educación no sólo en la fe y en el seguimiento, sino también en el testimonio del Señor Jesús. Por tanto, el testimonio activo de Cristo que se debe dar no sólo atañe a los sacerdotes, a las religiosas y a los laicos que en nuestras comunidades desempeñan tareas educativas, sino también a los mismos muchachos y jóvenes, y a todos los que son educados en la fe.
La conciencia de estar llamados a ser testigos de Cristo no es, por tanto, algo que se añade después, una consecuencia de algún modo externa a la formación cristiana, como por desgracia se ha pensado a menudo y también hoy se sigue pensando, sino, al contrario, es una dimensión intrínseca y esencial de la educación en la fe y en el seguimiento, del mismo modo que la Iglesia es misionera por su misma naturaleza (cf. Ad gentes, 2).
Así pues, desde el inicio de la formación de los niños, para llegar, con un itinerario progresivo, a la formación permanente de los cristianos adultos, es necesario que arraiguen en el alma de los creyentes la voluntad y la convicción de que participan en la vocación misionera de la Iglesia, en todas las situaciones y circunstancias de su vida. No podemos guardar para nosotros la alegría de la fe; debemos difundirla y transmitirla, fortaleciéndola así en nuestro corazón.
Si la fe se transforma realmente en alegría por haber encontrado la verdad y el amor, es inevitable sentir el deseo de transmitirla, de comunicarla a los demás. Por aquí pasa, en gran medida, la nueva evangelización a la que nos llamó nuestro amado Papa Juan Pablo II. Una experiencia concreta, que podrá hacer crecer en los jóvenes de las parroquias y de las diversas asociaciones eclesiales la voluntad de testimoniar su fe, es la "Misión de los jóvenes" que estáis proyectando, después del feliz resultado de la gran "Misión ciudadana".
A la escuela católica corresponde una tarea muy importante en la educación en la fe. En efecto, cumple su misión basándose en un proyecto educativo que pone en el centro el Evangelio y lo tiene como punto de referencia decisivo para la formación de la persona y para toda la propuesta cultural. Por tanto, la escuela católica, en convencida colaboración con las familias y con la comunidad eclesial, trata de promover la unidad entre la fe, la cultura y la vida, que es objetivo fundamental de la educación cristiana.
También las escuelas del Estado, de formas y modos diversos, pueden ser sostenidas en su tarea educativa por la presencia de profesores creyentes en primer lugar, pero no exclusivamente, los profesores de religión católica y de alumnos cristianamente formados, así como por la colaboración de muchas familias y por la misma comunidad cristiana.
La sana laicidad de la escuela, como de las demás instituciones del Estado, no implica cerrarse a la Trascendencia y mantener una falsa neutralidad respecto de los valores morales que están en la base de una auténtica formación de la persona. Lo mismo se puede decir, naturalmente, de las universidades; y es un signo positivo que en Roma la pastoral universitaria haya podido desarrollarse en todos los ateneos, tanto entre los profesores como entre los alumnos, y se esté llevando a cabo una fecunda colaboración entre las instituciones académicas civiles y pontificias.
Hoy, más que en el pasado, la educación y la formación de la persona sufren la influencia de los mensajes y del clima generalizado que transmiten los grandes medios de comunicación y que se inspiran en una mentalidad y cultura caracterizadas por el relativismo, el consumismo y una falsa y destructora exaltación, o mejor, profanación del cuerpo y de la sexualidad. Por eso, precisamente por el gran "sí" que como creyentes en Cristo decimos al hombre amado por Dios, no podemos desinteresarnos de la orientación conjunta de la sociedad a la que pertenecemos, de las tendencias que la impulsan y de las influencias positivas o negativas que ejerce en la formación de las nuevas generaciones.
La presencia misma de la comunidad de los creyentes, su compromiso educativo y cultural, el mensaje de fe, de confianza y de amor que transmite, son en realidad un servicio inestimable al bien común y especialmente a los muchachos y jóvenes que se están formando y preparando para la vida.
Queridos hermanos y hermanas, hay un último punto sobre el que quiero atraer vuestra atención: es sumamente importante para la misión de la Iglesia y exige nuestro compromiso y ante todo nuestra oración. Me refiero a las vocaciones a seguir más de cerca al Señor Jesús en el sacerdocio ministerial y en la vida consagrada. En los últimos decenios la diócesis de Roma ha recibido el don de muchas ordenaciones sacerdotales, que han permitido colmar las lagunas del período anterior y también salir al encuentro de las solicitudes de no pocas Iglesias hermanas necesitadas de clero; pero las señales más recientes parecen menos favorables y estimulan a toda nuestra comunidad diocesana a seguir pidiendo al Señor, con humildad y confianza, obreros para su mies (cf. Mt 9, 37-38, Lc 10, 2).
De manera siempre delicada y respetuosa, pero también clara y valiente, debemos dirigir una peculiar invitación al seguimiento de Jesús a los chicos y chicas que parecen más atraídos y fascinados por la amistad con él. Desde esta perspectiva, la diócesis destinará a algunos nuevos sacerdotes específicamente al servicio de las vocaciones, pero sabemos bien que en este campo son decisivas la oración y la calidad del conjunto de nuestro testimonio cristiano, el ejemplo de vida de los sacerdotes y de las almas consagradas, y la generosidad de las personas llamadas y de las familias de las que proceden.
Queridos hermanos y hermanas, os dejo estas reflexiones como contribución para el diálogo de estas tardes y para el trabajo del próximo año pastoral. Que el Señor nos conceda siempre la alegría de creer en él, de crecer en su amistad, de seguirlo en el camino de la vida y de dar testimonio de él en todas las situaciones, de forma que podamos transmitir a quienes vengan después de nosotros la inmensa riqueza y belleza de la fe en Jesucristo. Mi afecto y mi bendición os acompañan en vuestro trabajo. Gracias por vuestra atención.
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El Sagrado Corazón de Jesús en las enseñanzas del papa Benedicto XVI
Dios quiso entrar en los límites de la historia y de la condición humana, tomó un cuerpo y un corazón, de modo que pudiéramos contemplar y encontrar lo infinito en lo finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno
Toda persona necesita tener un "centro" de su vida: Cristo, corazón del mundo
Os invito a renovar durante el mes de junio vuestra devoción al Corazón de Cristo
También la tradicional oración de ofrecimiento de la jornada y teniendo presentes las intenciones que propuse a toda la Iglesia (Benedicto XVI, Angelus, 1.06.2008)
BENEDICTO XVI ÁNGELUS
Domingo, 1 de junio de 2008
Queridos hermanos y hermanas:
En este domingo, que coincide con el inicio de junio, me complace recordar que este mes está dedicado tradicionalmente al Corazón de Cristo, símbolo de la fe cristiana particularmente apreciado tanto por el pueblo como por los místicos y teólogos, porque expresa de modo sencillo y auténtico la "buena nueva" del amor, resumiendo en sí el misterio de la Encarnación y de la Redención.
El viernes pasado celebramos la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, tercera y última de las fiestas que siguen al tiempo pascual, después de la Santísima Trinidad y el Corpus Christi. Esta sucesión nos hace pensar en un movimiento hacia el centro: un movimiento del espíritu, que Dios mismo guía. En efecto, desde el horizonte infinito de su amor, Dios quiso entrar en los límites de la historia y de la condición humana, tomó un cuerpo y un corazón, de modo que pudiéramos contemplar y encontrar lo infinito en lo finito, el Misterio invisible e inefable en el Corazón humano de Jesús, el Nazareno.
En mi primera encíclica, sobre el tema del amor, el punto de partida fue precisamente la mirada puesta en el costado traspasado de Cristo, del que habla san Juan en su evangelio (cf. Jn 19, 37; Deus caritas est, 12). Y este centro de la fe es también la fuente de la esperanza en la que hemos sido salvados, esperanza que fue objeto de mi segunda encíclica.
Toda persona necesita tener un "centro" de su vida, un manantial de verdad y de bondad del cual tomar para afrontar las diversas situaciones y la fatiga de la vida diaria. Cada uno de nosotros, cuando se queda en silencio, no sólo necesita sentir los latidos de su corazón, sino también, más en profundidad, el pulso de una presencia fiable, perceptible con los sentidos de la fe y, sin embargo, mucho más real: la presencia de Cristo, corazón del mundo. Por tanto, os invito a cada uno a renovar durante el mes de junio vuestra devoción al Corazón de Cristo, valorando también la tradicional oración de ofrecimiento de la jornada y teniendo presentes las intenciones que propuse a toda la Iglesia.
La liturgia no sólo nos invita a venerar al Sagrado Corazón de Jesús, sino también al Inmaculado Corazón de María. Encomendémonos siempre a ella con gran confianza. Invoco una vez más la intercesión materna de la Virgen en favor de las poblaciones de China y Myanmar, azotadas por calamidades naturales, y en favor de cuantos atraviesan las numerosas situaciones de dolor, enfermedad y miseria material y espiritual que marcan el camino de la humanidad.
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BENEDICTO XVI
ÁNGELUS
Domingo 8 de junio de 2008
Queridos hermanos y hermanas:
En el centro de la liturgia de la Palabra de este domingo está una expresión del profeta Oseas, que Jesús retoma en el Evangelio: «Quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos» (Os 6, 6). Se trata de una palabra clave, una de las palabras que nos introducen en el corazón de la Sagrada Escritura. El contexto, en el que Jesús la hace suya, es la vocación de Mateo, de profesión "publicano", es decir, recaudador de impuestos por cuenta de la autoridad imperial romana; por eso mismo, los judíos lo consideraban un pecador público. Después de llamarlo precisamente mientras estaba sentado en el banco de los impuestos ilustra bien esta escena un celebérrimo cuadro de Caravaggio, Jesús fue a su casa con los discípulos y se sentó a la mesa junto con otros publicanos. A los fariseos escandalizados, les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. (...) No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mt 9, 12-13). El evangelista san Mateo, siempre atento al nexo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, en este momento pone en los labios de Jesús la profecía de Oseas: «Id y aprended lo que significa: "Misericordia quiero y no sacrificios"».
Es tal la importancia de esta expresión del profeta, que el Señor la cita nuevamente en otro contexto, a propósito de la observancia del sábado (cf. Mt 12, 1-8). También en este caso, Jesús asume la responsabilidad de la interpretación del precepto, revelándose como "Señor" de las mismas instituciones legales. Dirigiéndose a los fariseos, añade: «Si comprendierais lo que significa: "Misericordia quiero y no sacrificios", no condenaríais a personas sin culpa» (Mt 12, 7). Por tanto, Jesús, el Verbo hecho hombre, "se reconoció", por decirlo así, plenamente en este oráculo de Oseas; lo hizo suyo con todo el corazón y lo realizó con su comportamiento, incluso a costa de herir la susceptibilidad de los jefes de su pueblo. Esta palabra de Dios nos ha llegado, a través de los Evangelios, como una de las síntesis de todo el mensaje cristiano: la verdadera religión consiste en el amor a Dios y al prójimo. Esto es lo que da valor al culto y a la práctica de los preceptos.
Dirigiéndonos ahora a la Virgen María, pidamos por su intercesión vivir siempre en la alegría de la experiencia cristiana. Que la Virgen, Madre de la Misericordia, suscite en nosotros sentimientos de abandono filial a Dios, que es misericordia infinita; que ella nos ayude a hacer nuestra la oración que san Agustín formula en un famoso pasaje de sus Confesiones: «¡Señor, ten misericordia de mí! Mira que no oculto mis llagas. Tú eres el médico; yo soy el enfermo. Tú eres misericordioso; yo, lleno de miseria. (...) Toda mi esperanza está puesta únicamente en tu gran misericordia» (X, 28. 39; 29. 40).
Después del Ángelus
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular a los fieles de la parroquia de San Saturnino, de Alcorcón, y del colegio San José, de Reus. Os invito a que os acerquéis con confianza a Jesucristo, médico que sana los corazones y llama sin cesar a la conversión, para que, inspirados por él, penséis lo que es recto y lo cumpláis con su ayuda. ¡Feliz domingo a todos!
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