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Fátima en el Año Santo 1974

Por José Manuel Zubicoa Bayón

Revista CRISTIANDAD, Barcelona • Año XXXI • núms 524 - octubre de 1974 (p. 257)

Dedicamos este número de nuestra revista a reiterar la difusión del mensaje de Fátima. A ello hemos dedicado en otras ocasiones nuestras páginas y lo seguiremos haciendo a partir de ahora con una insistencia todavía mayor. Nos hemos obligado, al adoptar nuestro lema, a difundir la devoción al Corazón Inmaculado de María, que es cristocéntrica: redunda en la aspiración de la Iglesia a que venga el reinado del Corazón de Jesús.

Esta devoción al Corazón Inmaculado de María es urgente que se establezca. La Virgen de Fátima vino en nuestro siglo a pedirla personalmente. Por eso conviene recordar esto ahora, en este Año Santo, de reconciliación con Dios y con el prójimo. A recordar esta urgencia, invita también ahora el aldabonazo de los sucesos de Portugal.

La Virgen María, Madre de Dios y de la Iglesia, ha venido en nuestro siglo a Fátima, a recordar el llamamiento evangélico a la oración y a la penitencia. La Iglesia ha reconocido la realidad sobrenatural de estas apariciones y revelaciones, reiteradamente, y por medio de quien en la Iglesia tiene poder para hacerlo, el Papa y la Jerarquía en comunión con él. Todo el pueblo de Dios en su conjunto, los fieles y sus legítimos Pastores, las han recibido también con veneración y amor (1os pseudoteólogos autosuficientes y demás eclesiásticos descarriados no cuentan).

Este mensaje evangélico recordado por nuestra Madre celestial en Fátima, nos ha sido explicado por Ella misma más tarde mediante las revelaciones que hizo a la vidente Lucía en Pontevedra y en Tuy: se trata concretamente (pues la oración y la penitencia evangélicas se han de realizar mediante prácticas concretas) de que Dios quiere que se establezca en la Iglesia la devoción reparadora al Corazón Inmaculado de María para reparar las ofensas que le infligimos los hombres: la penitencia ha de tener un sentido reparador y ha de consistir en el cumplimiento exacto del deber de cada uno, aceptando los sufrimientos y trabajos que cueste, consagrándolos, ofreciéndolos junto con mortificaciones y con las alegrías de la vida al Corazón Inmaculado de María para que por su medio queden unidos al Corazón de Jesús y, santificados por el Espíritu Santo, sean aceptados por Dios Padre como parte de la obra de la redención, según la doctrina de San Pablo. Lo más importante, según nos ha transmitido Lucía es la penitencia reparadora, la consagraci6n de nuestra vida. Según el mensaje de Fátima Dios nos pide concretamente hoy estas prácticas de piedad:

a) La práctica de los cinco primeros sábados (Sacramentos, meditación).

b) El rezo diario del Rosario.

c) Llevar el escapulario del Carmen como señal de consagración a María.

Además de estas peticiones a cada persona hay otra a nuestra Santa Madre Iglesia Católica Jerárquica:

La consagración al Corazón Inmaculado de María del mundo, y especialmente de Rusia, hecha por el Papa y los Obispos en un acto conjunto.

Esto no se ha realizado aún, según ha demostrado en el Congreso de Fátima de 1971 el Padre Alonso C.M.F.

A la implantación de esta devoción al Corazón Inmaculado de María así concretada Dios ha vinculado la paz del mundo y la conversión de Rusia. Por tanto, esas voces que claman: "¡Paz, paz, paz!", para conseguirla, mejor harían en practicar y extender la devoción al Corazón Inmaculado de María; se ha dicho, con toda razón, que es un crimen de lesa humanidad no hacer oración y penitencia como Dios quiere. En cuanto a la conversión de Rusia y al cese de la expansión por el mundo, oriental y occidental, de sus errores materialistas, anticristianos, y, por tanto, inhumanos, ha sido condicionada por Dios según estas revelaciones, a la consagración de Rusia tal como ha sido pedida y a la devoción reparadora de los cinco primeros sábados.

Ya en 1917, la Virgen dijo:

"Si mis ruegos son atendidos, Rusia se convertirá y habrá paz, si no Rusia extenderá sus errores por todo el mundo provocando guerras y persecuciones de la Iglesia. Los buenos serán martirizados. El Santo Padre sufrirá mucho. Varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia que se convertirá y se dará al mundo un cierto período de paz."

Los recientes sucesos políticos de Portugal y el peligro inminente de dominación marxista que entrañan, en la propia tierra de las apariciones y mensajes de la Virgen, ¿no van a servir de aviso para hacer nosotros lo que Dios quiere y nos ha pedido por medio de María Madre de la Iglesia? Confiamos en que Dios, por su amor, nos mantendrá la fe y la confianza en su misericordia y la esperanza en que Cristo triunfe, y, aplastada por María la cabeza de la serpiente, establezca el Reinado del Sagrado Corazón de Jesús, que será por lo mismo el triunfo del Corazón Inmaculado de María anunciado en Fátima.