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La intención habitual y la persona de la Iglesia entera
Se deduce de este texto de santo Tomás de Aquino, que análogamente, es válida nuestra oración, aunque tengamos distracciones, si tenemos la intención habitual de hacerla del todo bien.
Explica santo Tomás que en la misa:
El Doctor Angélico en la tercera objeción de III, q. 64, a. 8 plantea que aparentemente no habría consagración en caso de que el sacerdote no se acuerde que tiene que consagrar. Lo dice así:
no puede decirse que un hombre tiene intención de hacer una cosa cuando no está atento a lo que hace. Pero hay veces que los ministros de los sacramentos no prestan atención a lo que dicen o hacen, sino que están pensando en otra cosa. Luego, en este caso, no se realizaría el sacramento por falta de intención.
Santo Tomás responde a esta simple objeción con suma claridad:
Si bien el que piensa en otra cosa no tiene la intención actual, tiene, sin embargo, la intención habitual, que basta para realizar el sacramento. Por ejemplo, si un sacerdote va a administrar un bautismo con intención de hacer lo que hace la Iglesia y, mientras lo administra, se le va el pensamiento a otra cosa, el sacramento se realiza en virtud de la intención primera. Aunque el ministro del sacramento debe procurar con toda diligencia tener también la intención actual. Pero esto no está enteramente en poder del hombre, porque sin que él lo pretenda, cuando quiere estar muy atento a una cosa, se pone a pensar en otra, según aquello del Sal 39,13: Mi corazón me abandona.