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Para que haya democracia y libertad, la ética debe regir la conducta política de los votantes y no sólo de los políticos

Si después de unas elecciones, llega al poder lo inhumano, no hay democracia

No hay democracia si lo que resulta de las elecciones es que el poder queda en manos de los contrarios a la libertad, de los contrarios a los derechos de la persona, de los totalitarios, de los terroristas.

No hay democracia si los políticos elegidos en las votaciones actúan al margen de la ética o moral. Si se entregan a la corrupción o si actúan inhumanamente.

Actuar conforme a la ética o moral es obrar conforme a la naturaleza racional que tenemos por ser humanos, por ser personas. Todo lo inmoral es inhumano.

La actividad política debe estar regida por la ética, por la moral, como todas las actividades humanas; es decir, debe ser conforme a la naturaleza humana, es decir racional, que tenemos. Y que, por cierto, no nos la hemos dado nosotros mismos.

Y no sólo debe estar regida por la ética o moral la actividad de los políticos, sino la de todos. Por lo tanto, los ciudadanos deben votar según las normas morales, es decir, conforme a la naturaleza humana racional que tenemos.

No es lícito votar al margen de la moral, no es humano.

No es humano votar como gobernantes o parlamentarios a los contrarios a los derechos de la persona, a los totalitarios, a los terroristas. Ni a los que no defienden eficazmente los derechos de la persona, la libertad.

No hay democracia si se actúa en política al margen de la moral.

No hay democracia si los votantes votan al margen de la moral

No hay democracia si lo que resulta de las elecciones es que el poder queda en manos de los que no defienden eficazmente la vida, ni siquiera la de los más inocentes como son los niños en el vientre de su madre, o de las personas en estado embrionario. Habrá liberalismo, socialismo, o lo que ha venido después, pero no democracia. Ni humanidad.

Los electores deben votar según la moral, la ética. Así como los gobernantes elegidos deben gobernar según la moral. Los gobernantes sólo son elegidos democráticamente, si han sido elegidos en una votación en la que los electores ejercen su derecho según la moral. Porque el fin del hombre es obrar bien y voluntariamente, este es el fin de toda educación humana en todas las edades del hombre desde su niñez. Esto es obrar con libertad. Obrar según la moral, que es obrar según la propia naturaleza racional, de la que no somos autores, por cierto.

Un gobierno democrático es aquel en que los gobernantes actúan según la moral (legitimidad de ejercicio); y dichos gobernantes han sido elegidos con la participación de todo el pueblo eligiendo y votando según la moral (legitimidad de origen).

Un partido totalitario no se convierte en democrático por muchos votos que obtenga.

Un partido que actúa al margen de la moral es totalitario y convierte la democracia en democracia absoluta.

La normativa ética de la política está entre en las materias sobre las que el Papa tiene autoridad infalible, porque es infalible en materia de fe y moral, cuando habla ex cátedra, lo mismo que lo es la Iglesia Católica.

La autoridad del Papa para declarar las normas morales es infalible cuando la ejerce con ese carácter, no cuando no la ejerce.

Cristo constituyó a los Apóstoles y a sus sucesores «intérpretes auténticos de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley evangélica, sino también de la natural»
(San Pablo VI, enc. Humanæ vitae 25-VII-1968, 4).

La democracia, como todo lo humano debe ser redimida, no es redentora. Sólo es posible actuar siempre según la moral los electores y los gobernantes, si reconocen la soberanía de Dios y obran según Él, y no según ellos mismos, como si Dios no existiera, y para ello aceptan los medios que, para para poder obrar según la moral, Él ha puesto, por haber sido ganados por Jesucristo en la cruz para nosotros. Y es que la moral es posible conocerla por la luz natural de la razón, porque consiste en obrar según nuestra naturaleza racional de personas. Pero conocerla con seguridad en los casos de normas discutidas y convertidas en discutibles debido a que muchas veces cuesta cumplirlas, requiere seguir la autoridad que Jesucristo ha puesto en su Iglesia con carácter de infalibilidad en materia moral, como en materia de fe. Este acatamiento es lo que se producirá universalmente de forma consecuente en el Reinado Social de Jesucristo, cuando Él lo establezca en la Tierra en su venida gloriosa y visible, que al evidenciar su existencia hundirá el régimen anticristiano que ya impera, y cada vez más, imponiendo vivir y obrar como si Dios no existiera y que imperará de forma total antes de esa Parusía gloriosa y visible de Jesucristo, Nuestro Señor, el Verbo hecho carne.

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Esta democracia redimida es muy diferente de la propugnada y ejercida por los democristianos seglares y eclesiásticos, que es contraria al Reinado Social de Jesucristo. Hacen coincidir lo que llaman democracia cristiana con la democracia anticristiana y antidemocrática del liberalismo y de lo que ha venido después.

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Los que permiten que se presente la fachada electoral de la ETA a las elecciones generales, forales y municipales incurren en una inmoralidad política máxima que impide del todo la democracia y la libertad.

Y lo mismo los que les votan.

El 19.05.2023 nos hacen saber que la Fiscalía General concluye que Bildu “constituye una formación política democrática” y rechaza la posibilidad de declararla ilegal (El País).

El PSOE pierde las elecciones municipales y autonómicas de 20230528 (Resultados de las elecciones del 28 de mayo de 2023)

Quince de los condenados por terrorismo de la ETA de los 44 que iban en las listas de EH Bildu han logrado puestos en las elecciones de la CAV y de Navarra, dos de ellos con delitos de sangre. Y Bildu sigue siendo la que tiene más concejales en Navarra (El Mundo). 15 excondenados de ETA han conseguido acta de concejal. De estos, Begoña Uzkudun en Erregil (Gipuzkoa) y Juan Carlos Arriaga en Berrioplano (Navarra) cumplieron penas por delitos de sangre (El País).

La formación de Arnaldo Otegi [Bildu] ha dado un vuelco total en 2023 en las Juntas Generales (Parlamento provincial) de Gipuzkoa, donde es el partido más votado. En este territorio, pasa de 17 a 22 procuradores y la candidata Maddalen Iriarte, exparlamentaria, se convertirá en la próxima diputada general de Gipuzkoa. Mientras, el PNV pasará a la oposición al retroceder de 20 a 17. La suma con el PSE (ocho escaños) no le da para alcanzar la mayoría absoluta. En Álava ha estado a punto de sobrepasar al PNV. En este territorio la coalición abertzale gana dos escaños (suma 14 procuradores) y se queda a uno del PNV, que pierde dos representantes. En Bizkaia se produce el mismo efecto, como si de vasos comunicantes se tratara entre las fuerzas nacionalistas. El salto que da EH Bildu, que obtiene 15 escaños (cinco más), se produce a costa de la bajada que experimenta el PNV, que se queda con 22 (tres menos). La marea de votos de EH Bildu también se ha reflejado en otros ayuntamientos importantes, como Durango, Galdakao, Tolosa o Mondragón, donde ha conseguido ser primera fuerza (El País).

En las elecciones municipales del 28.05.2023, Bildu queda como segunda fuerza política en los ayuntamientos de Pamplona, San Sebastián y Bilbao; y como la primera en Vitoria.

Los batasunos bildutarras son los que más puestos electos consiguen en lo que ellos llaman Euskadi Sur, [la CAV de Vascogadas y Navarra], tras las elecciones del 28.05.2023.

Ya lo eran tras las mismas elecciones de 2019. En la CAV (Vascongadas), en 2019, Bildu consiguió 930 concejales y el PNV, 1057.

En las autonómicas de junio de 2020 en la CAV, Bildu fue la segunda fuerza política.

318.973 votos tuvo la fachada electoral de la ETA en 2011. Más aún que en 1999, cuando llegaron a 290.000.

Son los votos que consiguió Bildu en las municipales del 22.05.2011: 42.839 votos en Navarra y 276.134 en la CAV.
Y Bildu obtiene 106 alcaldías en la CAV y 17 más en Navarra, al constituirse los ayuntamientos el 11 de junio de 2011.

Sánchez convoca elecciones generales anticipadas para el 23.07.2023, tras la derrota del PSOE en las municipales y autonómicas del día anterior (El País).

Que en las elecciones sindicales de la Administración de Navarra gane en 2023, como en 2011 y en 2015 una organización ligada a la ETA y que se nos aclare en 2011 que no es que sus votantes sean etarras, sino que protestan votando así de que otros sindicatos hayan accedido a los recortes del Gobierno Foral y que éste no haya podido cumplir los acuerdos firmados, significa que con tal de conseguir ventajas materiales, se vota a favor hasta de la ETA, de la que se dice que no se forma parte. Esto es una inmoralidad política máxima que impide del todo la democracia y la libertad.

LAB gana de nuevo en 2023 las elecciones sindicales de funcionarios y contratados de la Administración foral de Navarra
LAB fue la central que más representantes obtuvo en las elecciones sindicales del 17 de mayo de 2023 en el personal del Gobierno de Navarra y sus organismos autónomos
Lo cual confirma que no hay democracia, porque, para que haya democracia, no ha de haber corrupción, ni en los políticos al gobernar, ni en los electores al votar; sino hacerlo según las normas objetivas de moralidad, por lo que es ilícito votar a favor de las opciones contrarias a dichas normas objetivas de moralidad y permitir que se presenten a las elecciones.

LAB vuelve a ganar en 2019 las elecciones sindicales de funcionarios y contratados de la Administración foral de Navarra, Afapna sube al segundo puesto y ELA baja al quinto. perdiendo 7 representantes

..LAB y ELA ganan las elecciones sindicales del 20 de mayo de 2015 en la Administración foral..

LAB queda en primer lugar en las elecciones de la Administración foral del 18 de mayo de 2011.

.Las excepciones liberales a la democracia...
Tras la revolución liberal, los gobiernos se proclaman legítimos si tienen la mayoría en el parlamento, también basan su poder en tener la mayoría en el parlamento, hagan lo que hagan después con el poder así obtenido, sobre la base del parlamentarismo, según la cual los representantes del Pueblo Soberano tienen el poder absoluto y pueden mandar lo que quieran, con las normas éticas que quieran admitir. En el siglo XX y en el XXI este legitimismo liberal ha hecho crisis varias veces. El propio liberalismo, que pone todo el poder en el parlamento que sale de las elecciones, ha llegado desde la segunda mitad del siglo XX a no reconocer como democrático el resultado de las elecciones y de las decisiones de la mayoría parlamentaria en algunos casos: (Leer más)

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Cuán semejante a los latrocinios son los reinos sin justicia
"Sin la virtud de la justicia, ¿qué son los reinos sino unos execrables latrocinios? Y éstos, ¿qué son sino unos reducidos reinos? Estos son ciertamente una junta de hombres gobernada por su príncipe que está unida entre si con pacto de sociedad, distribuyendo el botín y las conquistas conforme a las leyes y condiciones que mutuamente establecieron. Esta sociedad, digo, cuando llega a crecer con el concurso de gentes abandonadas, de modo que tenga ya lugares, funde poblaciones fuertes, y magnificas, ocupe ciudades y sojuzgue pueblos, toma otro nombre más ilustre llamándose reino, al cual se le concede ya al descubierto, no la ambición que ha dejado, sino la libertad, sin miedo de las vigorosas leyes que se le han añadido; y por eso con mucha gracia y verdad respondió un corsario, siendo preso, a Alejandro Magno, preguntándole este rey qué le parecía cómo tenía inquieto y turbado el mar, con arrogante libertad le dijo: y ¿qué te parece a ti cómo tienes conmovido y turbado todo el mundo? Mas porque yo ejecuto mis piraterías con un pequeño bajel me llaman ladrón, y a ti, porque las haces con formidables ejércitos, te llaman rey".
(San Agustín, La Ciudad de Dios, Libro 4, Cap 4).

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La moral natural y la Iglesia

El 24 de noviembre de 2002 la Congregación para la Doctrina de la Fe, con la aprobación del Sumo Pontífice san Juan Pablo II, publicó una "Nota doctrinal sobre algunas cuestiones relativas al compromiso y la conducta de los católicos en la vida política", en la que, entre otras cosas, afirma que los católicos debemos defender sin componendas que la comunidad política respete todas y cada una de las exigencias éticas fundamentales derivadas de la ley moral natural, promoviendo el bien común, y actuando en política de un modo coherente con nuestra conciencia cristiana.

Por otro lado, la citada nota doctrinal precisa que esas "exigencias éticas fundamentales para el bien común de la sociedad" no son "en sí «valores confesionales», pues tales exigencias éticas están radicadas en el ser humano y pertenecen a la ley moral natural", y "no exigen de suyo en quien las defiende una profesión de fe cristiana".

La Iglesia y el Papa son infalibles para enseñar lo que es conforme a la moral natural y lo que es inmoral.

No pueden abdicar de esta misión.

Si no usan su autoridad, no dejan de tenerla.

Es utópico creer que un estado aconfesional va acatar la autoridad del Papa en materia de moral natural.

Sólo la acatará un estado confesional católico si es consecuente.

Sólo un Estado confesional católico consecuente cumplirá y respetará las exigencias éticas radicadas en el ser humano y pertenecientes a la ley moral natural.

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La garantía de la libertad de coacción es el estado confesional verdadero y consecuente, no simplemente nominal, sino que esté consagrado a Dios y obre en consecuencia: teniendo una ley de libertad religiosa conforme a la Declaración Dignitatis humanae de Libertad religiosa aprobada por el Concilio Vaticano II en 1966, una ley que garantice que el acto de fe sea libre de coacción.

La libertad de coacción es un bien y por lo tanto es obra de la gracia, no de un estado agnóstico. Éste es coaccionador y persecutorio.

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Relativismo y democracia

"Muchos opinan que el relativismo constituye un principio básico de la democracia, porque sería parte de ella el que todo se pueda someter a discusión. En verdad, sin embargo, la democracia vive sobre la base de que existen verdades y valores sagrados que son respetados por todos. De otro modo se hunde en la anarquía y se neutraliza a sí misma.

Alexis de Tocqueville señalaba ya, hace aproximadamente 160 años, que la democracia sólo puede subsistir si antes ella va precedida por un determinado «ethos». Los mecanismos democráticos funcionan sólo si éste es, por así decir, obvio e indiscutible y sólo así se convierten tales mecanismos en instrumentos de justicia. El principio de mayoría sólo es tolerable si esa mayoría tampoco está facultada para hacer todo a su arbitrio, pues tanto mayoría como minoría deben unirse en el común respeto a una justicia que obliga a ambas. Hay, en consecuencia, elementos fundamentales previos a la existencia del Estado que no están sujetos al juego de mayoría y minoría y que deben ser inviolables para todos.

La cuestión es: ¿quién define tales «valores fundamentales»? ¿Y quién los protege? Este problema, tal como Tocqueville lo señalara, no se planteó en la primera democracia americana como problema constitucional, porque existía un cierto consenso cristiano básico —protestante— absolutamente indiscutido y que se consideraba obvio. Este principio se nutría de la convicción común de los ciudadanos, convicción que estaba fuera de toda polémica. ¿Pero qué pasa si ya no existen tales convicciones? ¿Es que es posible declarar, por decisión de la mayoría, que algo que hasta ayer se consideraba injusto ahora es de derecho y viceversa? Orígenes expresó al respecto en el siglo tercero: Si en el país de los escitas se convirtiere la injusticia en ley, entonces los cristianos que allí viven deben actuar contra la ley. Resulta fácil traducir esto al siglo XX: Cuando durante el gobierno del nacionalsocialismo se declaró que la injusticia era ley, en tanto durara tal estado de cosas un cristiano estaba obligado a actuar contra la ley. «Se debe obedecer a Dios antes que a los hombres». ¿Pero cómo incorporar este factor al concepto de democracia?

En todo caso, está claro que una constitución democrática debe cautelar, en calidad de fundamento, los valores provenientes de la fe cristiana declarándolos inviolables, precisamente en nombre de la libertad. Una tal custodia del derecho sólo subsistirá, por cierto, si está guardada por la convicción de gran número de ciudadanos. Ésta es la razón por la cual es de suprema importancia para la preparación y conservación de la democracia preservar y profundizar aquellas convicciones morales fundamentales, sin las cuales ella no podrá subsistir. Estamos ante una enorme labor educadora a la cual deben abocarse los cristianos de hoy".

(Declaraciones del entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger, después Papa Benedicto XVI, al director de Humanitas, Jaime Antúnez Aldunate, reeditadas en el libro Crónica de las Ideas: En busca del rumbo perdido. Madrid. Ediciones Encuentro. 2001).

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Es ahí donde Ratzinger afirma que tener el cristianismo como base del Estado se puede y se debe hacer donde un gran númeo de ciudadanos son cristianos. La situación de tesis católica es cuando los ciudadanios son católicos; cuando el proceso de descristianización ha reducido el número de católicos consecuentes tanto como hoy, en las primeras décadas del siglo XXI y ya desde las últimas del XX, entoces hay que reducirse a la situación de hipótesis, que es en la que hablan Benedicto XVI --y ya su antecesor-- de sana laicidad propugnándola como mal menor frente al laicismo. No como ideal. Porque sigue en pie lo que enseña el Concilio Vaticano II como esperanza cierta y segura:

"La Iglesia, juntamente con los profetas y con el mismo Apóstol, espera el día, que sólo Dios conoce, en que todos los pueblos invocarán al Señor con voz unánime y le servirán hombro con hombro" (Nostra aetate, 4).

La catolicidad plena, universal y consecuente, el reconocimiento de Dios como Señor, no sólo por los individuos, sino también por todos los pueblos y la acción consecuente de obedecerle todos los pueblos a Dios. La tesis católica en su plenitud. La plenitud de la Cristiandad futura.

Esto requiere obviamente que los ciudadanos sean otra vez cristianos y consecuentes.

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"La moral no es cosa de acuerdos. En este caso estaría sometida al juego de las mayorías. La moral se basa más bien en el orden interno de la propia realidad: la creación lleva en sí la moral. Estamos comenzando nuevamente a ver esto en los urgentes problemas ecológicos. Volvemos a darnos cuenta de que no debemos hacer todo cuanto podemos hacer. Constatamos que debemos respetar la dignidad de las criaturas. Con mayor razón entonces debemos volver también a comprender que justamente el ser humano lleva en sí una dignidad y un mandato interior que permanecen a través de todos los cambios históricos. El hombre es siempre hombre. Su dignidad esencial es siempre la misma. Por eso existen conductas que nunca podrán llegar a ser buenas, sino que siempre serán incompatibles con el respeto al hombre y a la dignidad que viene Dios y que él lleva en sí". (Ratzinger, ibid.).

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San Juan Pablo II denunció en su época (1987-2005) el relativismo como falseador de la democracia. Benedicto XVI en su época (2005-2013) lo que tuvo que denunciar ya fue la dictadura del relativismo.

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La laicidad en la actual situación de hipótesis constatada por Benedicto XVI

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La falsa filosofía, crimen de Estado.
La democracia es para elegir gobernantes, no para cambiar la moral, cambiar la verdad, cambiar la naturaleza humana. Los gobernantes elegidos deben atenerse al sistema jurídico constitucional regido por la moralidad, por la razón, por la actuación conforme a la naturaleza humana, lo cual sólo es posible en la práctica en un Estado confesional católico.
Desligarse los gobernantes de la moral poniendo a votación leyes inmorales, leyes contrarias a la naturaleza, requiere afirmar e imponer dogmáticamente que todo es relativo, que la verdad no existe, o que no la podemos conocer; y que tampoco sabemos nada de que haya un autor de la naturaleza, que nos ha dado la ley natural impresa en nuestra mente al darnos nuestra naturaleza humana, y que no hay más ley que la que resulte de las votaciones. Absoluto, que quiere decir desligado de Dios y del pueblo, es el sistema falsamente llamado democracia de la democracia absoluta, que es fácilmente la peor tiranía, y que se basa en la falsa filosofía del relativismo y del agnosticismo y en su práctica política llevada a cabo por el liberalismo mediante el relativismo y el agnosticismo del Estado, que es la imposición de la separación de la Iglesia y del Estado, de la desconfesionalización del Estado, de la eliminación del principio del Estado católico, de la sana laicidad tomada como ideal y no como mal menor a subsanar. Lo que recuerda la advertencia de nuestro clásico del siglo XVIII Fernando de Ceballos: La falsa filosofía, crimen de Estado. Los ilustrados de entonces convertían la monarquía en monarquía absoluta al impregnarla de su falsa filosofía, el racionalismo de les philosophes derivado del antropocentrismo renacentista y raíz, a su vez, del liberalismo. La primera víctima iba a ser la monarquía cruentamente derruida por las revoluciones producidas por esa falsa filosofía, como pronosticaba Ceballos. El liberalismo impuso la separación de la Iglesia y del Estado, la desconfesionalización, que es el relativismo y el agnosticismo del Estado y causó la segunda víctima: la población fue así descristianizada. Ahora la falsa filosofía en la que se pretende basar la democracia la convierte en democracia absoluta y en la peor tiranía sobre el pueblo, cada uno de cuyos miembros queda totalmente ninguneado.

"La democracia no implica que todo se pueda votar, que el sistema jurídico dependa sólo de la mayoría y que no se pueda pretender la verdad en la política. Por el contrario, es preciso rechazar con firmeza la tesis, según la cual el relativismo y el agnosticismo serían la mejor base filosófica para la democracia, ya que ésta, para funcionar, exigiría que los ciudadanos admitieran que son incapaces de comprender la verdad y que todos sus conocimientos son relativos, varios o dictados por intereses y acuerdos ocasionales. Este tipo de democracia correría el riesgo de convertirse en la peor tiranía, pues la libertad, elemento fundamental de una democracia, «es valorada plenamente sólo por la aceptación de la verdad» (Centesimus annus, 46)" (San Juan Pablo II: Discurso a obispos portugueses en visita ad limina, 27.11.1992).

Estas enseñanzas del papa san Juan Pablo II fueron comentadas así por su fiel colaborador el cardenal Ratzinger, después sucesor suyo como papa él también con el nombre de Benedicto XVI: la democracia sólo es posible sobre la base de la justicia, la moral, la verdad, los valores provenientes de la fe cristiana. La democracia es redimida como toda realidad humana, no es redentora, como si fuese Dios:

"Muchos opinan que el relativismo constituye un principio básico de la democracia, porque sería parte de ella el que todo se pueda someter a discusión. En verdad, sin embargo, la democracia vive sobre la base de que existen verdades y valores sagrados que son respetados por todos. De otro modo se hunde en la anarquía y se neutraliza a sí misma.
Alexis de Tocqueville señalaba ya, hace aproximadamente 150 años, que la democracia sólo puede subsistir si antes ella va precedida por un determinado «ethos». Los mecanismos democráticos funcionan sólo si éste es, por así decir, obvio e indiscutible y sólo así se convierten tales mecanismos en instrumentos de justicia. El principio de mayoría sólo es tolerable si esa mayoría tampoco está facultada para hacer todo a su arbitrio, pues tanto mayoría como minoría deben unirse en el común respeto a una justicia que obliga a ambas. Hay, en consecuencia, elementos fundamentales previos a la existencia del Estado que no están sujetos al juego de mayoría y minoría y que deben ser inviolables para todos.
La cuestión es: ¿quién define tales «valores fundamentales»? ¿Y quién los protege? Este problema, tal como Tocqueville lo señalara, no se planteó en la primera democracia americana como problema constitucional, porque existía un cierto consenso cristiano básico —protestante— absolutamente indiscutido y que se consideraba obvio. Este principio se nutría de la convicción común de los ciudadanos, convicción que estaba fuera de toda polémica. ¿Pero qué pasa si ya no existen tales convicciones? ¿Es que es posible declarar, por decisión de la mayoría, que algo que hasta ayer se consideraba injusto ahora es de derecho y viceversa? Orígenes expresó al respecto en el siglo tercero: Si en el país de los escitas se convirtiere la injusticia en ley, entonces los cristianos que allí viven deben actuar contra la ley. Resulta fácil traducir esto al siglo XX: Cuando durante el gobierno del nacional-socialismo se declaró que la injusticia era ley, en tanto durara tal estado de cosas un cristiano estaba obligado a actuar contra la ley. «Se debe obedecer a Dios antes que a los hombres». ¿Pero cómo incorporar este factor al concepto de democracia?
En todo caso, está claro que una constitución democrática debe cautelar, en calidad de fundamento, los valores provenientes de la fe cristiana declarándolos inviolables, precisamente en nombre de la libertad. Una tal custodia del derecho sólo subsistirá, por cierto, si está guardada por la convicción de gran número de ciudadanos. Ésta es la razón por la cual es de suprema importancia para la preparación y conservación de la democracia preservar y profundizar aquellas convicciones morales fundamentales, sin las cuales ella no podrá subsistir. Estamos ante una enorme labor educadora a la cual deben abocarse los cristianos de hoy".
(En tres distintas ocasiones el director de Humanitas, Jaime Antúnez Aldunate, entrevistó en Roma al entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger, después papa Benedicto XVI. Dichas entrevistas, publicadas en el diario El Mercurio de Santiago de Chile, fueron luego reeditadas por su autor, como un solo texto, en el libro Crónica de las Ideas: En busca del rumbo perdido publicado en Madrid por Ediciones Encuentro en 2001).

La verdad es lo único que puede cimentar la libertad y vencer los diversos totalitarismos:

"Sólo Dios, el Bien supremo, es la base inamovible y la condición insustituible de la moralidad, y por tanto de los mandamientos, en particular los negativos, que prohíben siempre y en todo caso el comportamiento y los actos incompatibles con la dignidad personal de cada hombre. Así, el Bien supremo y el bien moral se encuentran en la verdad: la verdad de Dios Creador y Redentor, y la verdad del hombre creado y redimido por Él. Únicamente sobre esa verdad es posible construir una sociedad renovada y resolver los problemas complejos y graves que la afectan, ante todo para vencer las formas más diversas de totalitarismo para abrir el camino a la auténtica libertad de la persona" (San Juan Pablo II: Veritatis splendor, 99).

Si la política no se guía por la verdad última y por la moralidad, la democracia se convierte en totalitarismo:

"Si no existe una verdad última -la cual guía y orienta la acción política- entonces las ideas y las convicciones humanas pueden ser instrumentalizadas fácilmente para fines de poder. Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia" (San Juan Pablo II: Centesimus annus, 46).

La moral debe regir la conducta de los políticos y también la de los votantes, para no ir al totalitarismo a través de la democracia sin valores.

"La democracia no implica que todo se pueda votar, que el sistema jurídico dependa sólo de la mayoría y que no se pueda pretender la verdad en la política. Por el contrario, es preciso rechazar con firmeza la tesis, según la cual el relativismo y el agnosticismo serían la mejor base filosófica para la democracia, ya que ésta, para funcionar, exigiría que los ciudadanos admitieran que son incapaces de comprender la verdad y que todos sus conocimientos son relativos, varios o dictados por intereses y acuerdos ocasionales. Este tipo de democracia correría el riesgo de convertirse en la peor tiranía, pues la libertad, elemento fundamental de una democracia, «es valorada plenamente sólo por la aceptación de la verdad» (Centesimus annus, 46)" (San Juan Pablo II: Discurso a obispos portugueses en visita ad limina, 27.11.1992).

Dostoyevski decía: "Si Dios no existe, todo está permitido".

Es el rechazo de Dios y de su Iglesia lo que lleva al totalitarismo:

"Toda institución se inspira, al menos implícitamente, en una visión del hombre y de su destino, de la que saca sus referencias de juicio, su jerarquía de valores, su línea de conducta. La mayoría de las sociedades han configurado sus instituciones conforme a una cierta preeminencia del hombre sobre las cosas. Sólo la religión divinamente revelada ha reconocido claramente en Dios, Creador y Redentor, el origen y el destino del hombre. La Iglesia invita a las autoridades civiles a juzgar y decidir a la luz de la Verdad sobre Dios y sobre el hombre:
«Las sociedades que ignoran esta inspiración o la rechazan en nombre de su independencia respecto a Dios se ven obligadas a buscar en sí mismas o a tomar de una ideología sus referencias y finalidades; y, al no admitir un criterio objetivo del bien y del mal, ejercen sobre el hombre y sobre su destino, un poder totalitario, declarado o velado, como lo muestra la historia»" (cf CA 45, 46)".
(Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, 2244).

"Toda sociedad refiere sus juicios y su conducta a una visión del hombre y de su destino. Si se prescinde de la luz del Evangelio sobre Dios y sobre el hombre, las sociedades se hacen fácilmente «totalitarias»" (Catecismo de la Iglesia Católica de 1992, 2257).

Por consiguiente, es liberadora la autoridad de la Iglesia, infalible en las materias morales.

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La democracia [liberal] es la democracia [liberal]

LIBERTAD DIGITAL. Viernes, 22.10.2004

399 antes de Cristo: Los atenienses votan condenar a muerte a Sócrates por sus enseñanzas.
Bush II: La democracia es la democracia.  

1933: El congreso alemán vota dar a Hitler poderes dictatoriales.
Bush II: La democracia es la democracia.  

2005: ¿Qué sucedería si los iraquíes votan por formar un estado fundamentalista islámico?
Bush II: La democracia es la democracia.

Esta viñeta está inspirada por las declaraciones de Bush II en las que afirma que respetaría el resultado de las elecciones iraquíes incluso si el resultado es un estado fundamentalista islámico.

© 2004 Cox & Forkum

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Las declaraciones de Bush II: "democracy is democracy"

Tuesday, October 19, 2004. ASOCIATED PRESS

ABOARD AIR FORCE ONE  — President Bush says he doesn't envision a longtime presence of U.S. troops in Iraq similar to post-World War II deployments in Europe and South Korea that continue today.

"I think the Iraqi people want us to leave once we've helped them get on the path of stability and democracy and once we have trained their troops to do their own hard work," Bush said Monday in a wide-ranging interview with The Associated Press.

Still, Bush said, "It's very difficult for me to predict what forces will exist although I will tell you that Iraq's leadership has made it quite clear that they can manage their own affairs at the appropriate time."

If free and open Iraqi elections lead to the seating of a fundamentalist Islamic government, "I will be disappointed. But democracy is democracy," Bush said. "If that's what the people choose, that's what the people choose."

Bush steered nearly all questions dealing with Iraq to criticism of Democratic rival John Kerry just two weeks before a U.S. election that polls show to be close.

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Lo que aporta la Iglesia

NORMAS OBJETIVAS DE MORALIDAD......

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....Las marcas electorales de la ETA desde 1978.. .El problema abertzale.... . .Las excepciones liberales a la democracia..Artículos.............INDEX.
.. La democracia tradicional frente a la democracia absoluta... ....Política y ética . ..Lo que aporta la Iglesia.. . LA LEY NATURAL..

"La historia demuestra con gran claridad que las mayorías pueden equivocarse. La verdadera racionalidad no queda garantizada por el consenso"
(
Benedicto XVI, 5 de octubre de 2007--------------LEER MÁS )
"Los principios morales, no dependen, del voto de las mayorías. Lo que está mal, está mal, aunque todos estén errados. Lo que es correcto, es correcto, aún cuando nadie esté del lado correcto" (Obispo Fulton Sheen)