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POSICIONES EXTRAÑAS
"Las opiniones de este tipo, que destruyen los principios de alguna parte de la Filosofía, se llaman posiciones extrañas, como la negación del movimiento, que destruye los principios de la Filosofía de la naturaleza. A la afirmación de tales tesis son llevados algunos hombres en parte ciertamente por protervia y en parte por argumentaciones sofísticas, que no son capaces de superar"
(Santo Tomás: Quaestiones disputatae, De malo, q. 6, c).
La negación del movimiento es la alternativa absurdamente suicida de los que niegan esta vía demostrativa de la existencia de Dios. Pero ya Aristóteles les decía a los del sistema del permanente devenir que si un ser deviene "es indispensable que aquello de donde sale y aquello que le hace devenir tengan una existencia, y que esto no continúe así hasta el infinito". [Si no, no hay causa del devenir, y no hay devenir].
Aristóteles constata que los que creen en el perpetuo movimiento, porque lo ven en la naturaleza sensible, "pensaron que no se puede determinar nada verdadero sobre lo que muda sin cesar y en todos los sentidos. De estas consideraciones nacieron otras doctrinas llevadas más lejos aún. Por ejemplo, la de los filósofos que se dicen de la escuela de Heráclito; la de Cratilo, que llegaba hasta creer que no hay que decir nada. Se contentaba con mover un dedo" (ib.). "Pretender que el ser y el no-ser existen simultáneamente es admitir el eterno reposo, más bien que el movimiento eterno. No hay, en efecto, cosa alguna en que puedan transformarse los seres, puesto que todo existe en todo" (ib.).
Los que han impuesto en la modernidad la negación social de la fe en Dios lo que han conseguido es que en la posmodernidad se pierda la fe en la razón. Han destruido los principios no de la Religión, sino de todas las partes de la Filosofía. Unos por protervia y otros por no poder superar los argumentos sofísticos de esa protervia, ni querer superarlos, ni atreverse a ello.
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Santo Tomás de Aquino:
"Los antiguos filósofos no decían que las especies de las cosas naturales procedan de algún entendimiento, sino que provienen del azar; y como consideraban que lo verdadero dice relación («lleva consigo la comparación») con el entendimiento, concluían que la verdad de las cosas consiste en su relación con nuestro entendimiento. De lo cual se seguían los inconvenientes que señala el Filósofo en el Libro IV de la Metafísica [Methaphys. 4, c. 5, n.1 (BK 1009a8); c. 6 (BK 1011a3): Sto. Tomás: Lect. 9-15, n. 661-719; item Metaphys. 10, c. 6 (BK 1062b12): Sto. Tomás: Lect. 5, n. 2224]. Pero estos inconvenientes desaparecen si admitimos que la verdad de las cosas consiste en su relación con el entendimiento divino" (S. Th. 1, 16, 1 ad 2).
Esos inconvenientes los indica santo Tomás en el enunciado de la dificultad o videtur quod nº 2:
"Nada sería verdadero más que en cuanto conocido, que es el error de aquellos antiguos filósofos que sostenían que es verdadero todo lo aparente; de donde se sigue que es simultáneamente verdadero lo contradictorio, ya que cosas contradictorias pueden parecer simultáneamente verdaderas a distintos opinantes" (S Th 1, 16, 1 vid. 2).
En S.Th. 1, 85, 2 c:
Hubo quienes opinaron que nuestras facultades cognoscitivas no conocen más que las propias afecciones; que el sentido, por ejemplo, no conoce más que la afección de su órgano. Y, en este supuesto, el entendimiento no entendería más que su propia modificación, es decir, la especie inteligible recibida en él. Y, según esto, son estas especies el objeto de su intelección. Mas esta opinión es evidentemente falsa por dos razones. Primero, porque los objetos que entendemos son los mismos que constituyen las ciencias... Segundo, porque se seguiría el error de los antiguos que decían que "es verdadero todo lo aparente" [cf. ARISTÓTELES, Metaphysica, 4, c. 5, n. 1 (BK 1009a6): Sto. Tomás, lib. 4, lect. 9, n. 6661; PLATÓN, Theaeteto, c. 8 ss.]; de modo que lo contradictorio sería simultáneamente verdadero. Pues, si una potencia no conoce más que su propia afección, solamente de ella juzga. Ahora bien, una cosa parece, según como es afectada la potencia afectiva. Luego el juicio de la potencia cognoscitiva tendría siempre por objeto aquello de que juzga, es decir, su propia afección tal como es; y, en consecuencia, todos sus juicios serían verdaderos. Por ejemplo, si el gusto no siente sino su propia impresión, cuando alguien tiene el gusto sano y juzga que la miel es dulce, formará un juicio verdadero; y de igual modo juzgaría con verdad el que, por tener el gusto estragado, afirmase que la miel es amarga; pues ambos juzgan en conformidad con la afección de su gusto. De donde se deduciría que todas las opiniones son igualmente verdaderas y en general, toda percepción".
Aristóteles nos da la clave cuando genialmente dice que "lo que motiva la opinión de estos filósofos es que, al considerar la verdad en los seres, no han admitido como seres más que las cosas sensibles" (Metaphysica, 4, c. 5). |
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Explica Canals:
«"Aquello de que se trata" en la tarea especulativa de Hegel es precisamente el "pensamiento" y sólo en este pensamiento pensado y en el "concepto" se contiene, [según Hegel], lo verdaderamente verdadero de las cosas». (HEGEL, Ciencia de la Lógica. Ed. Librería Hachette, Buenos Aires, 1956, pág. 60).
(CANALS: Analogía y dialéctica).
Sí, excluir a Dios es pretender que el creador de la verdad y el creador de las cosas es el sujeto humano excluyente.
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El Papa Benedicto XVI enseña que estos pseudocreadores son falsificadores:
«¿Son realidad sólo los bienes materiales, los problemas sociales, económicos y políticos? Aquí está precisamente el gran error de las tendencias dominantes en el último siglo, error destructivo, como demuestran los resultados tanto de los sistemas marxistas como incluso de los capitalistas. Falsifican el concepto de realidad con la amputación de la realidad fundante y por eso decisiva, que es Dios. Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de realidad y, en consecuencia, sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas.
La primera afirmación fundamental es, pues, la siguiente: Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano. La verdad de esta tesis resulta evidente ante el fracaso de todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis....
»Sólo Dios conoce a Dios, sólo su Hijo que es Dios de Dios, Dios verdadero, lo conoce. Y Él, "que está en el seno del Padre, lo ha contado" (Jn 1, 18). De aquí la importancia única e insustituible de Cristo para nosotros, para la humanidad. Si no conocemos a Dios en Cristo y con Cristo, toda la realidad se convierte en un enigma indescifrable; no hay camino y, al no haber camino, no hay vida ni verdad.
»Dios es la realidad fundante, no un Dios sólo pensado o hipotético, sino el Dios de rostro humano; es el Dios-con-nosotros, el Dios del amor hasta la cruz. Cuando el discípulo llega a la comprensión de este amor de Cristo "hasta el extremo", no puede dejar de responder a este amor si no es con un amor semejante: "Te seguiré adondequiera que vayas" (Lc 9, 57)».
(Benedicto XVI, Discurso inaugural en la CELAM de Aparecida 2007 05 13. https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2007/may/documents/hf_ben-xvi_spe_20070513_conference-aparecida.html )
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