......Aportaciones urgentes a la teología de la historia: el reino de Dios......El anuncio del Reino de Dios es el núcleo central de la predicación de Jesús......La oración del Jubileo de la esperanza 2025.....Artículos....Textos....INDEX.

Textos bíblicos relacionados con los del anuncio evangélico del Reino de Dios por Jesús, el Verbo hecho carne

"Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos»".
(Mt 4, 17. Texto de la versión oficial de la Biblia de la Conferencia Episcopal Española).

En la Biblia de Jerusalén:

He aquí el primero de los versículos citados del libro de Daniel, junto con los de su contexto, que se refieren al sueño de la estatua, en la versión oficial de la Biblia de la C. E. E.

"...hay un Dios en el cielo que revela los secretos y que ha anunciado al rey Nabucodonosor lo que sucederá al final de los tiempos. Este es el sueño y las visiones de tu mente estando acostado: 
«Tú, oh rey, mientras estabas en tu lecho, te pusiste a pensar en lo que iba a suceder más tarde, y el que revela los secretos te comunicó lo que va a suceder... apareció una gran estatua. Era una estatua enorme y su brillo extraordinario resplandecía ante ti, y su aspecto era terrible. Aquella estatua tenía la cabeza de oro fino, el pecho y los brazos de plata, el vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro, y los pies de hierro mezclado con barro. Mientras estabas mirando, una piedra se desprendió sin intervención humana, chocó con los pies de hierro y barro de la estatua, y los hizo pedazos. Se hicieron pedazos a la vez el hierro y el barro, el bronce, la plata y el oro, triturados como tamo de una era en verano; el viento los arrebató y desaparecieron sin dejar rastro. Y la piedra que había deshecho la estatua creció hasta hacerse una montaña enorme que ocupaba toda la tierra... Tú, ¡oh rey, rey de reyes!, a quien el Dios del cielo ha entregado el reino y el poder, y el dominio y la gloria..., tú eres la cabeza de oro. Te sucederá otro reino menos poderoso; después, un tercer reino de bronce, que dominará todo el orbe. Vendrá después un cuarto reino, fuerte como el hierro; como el hierro destroza y machaca todo, así destrozará y triturará a todos. Los pies y los dedos que viste, de hierro mezclado con barro de alfarero, representan un reino dividido, aunque conservará algo del vigor del hierro, porque viste hierro mezclado con arcilla. Los dedos de los pies, de hierro y barro, son un reino a la vez poderoso y débil. Como viste el hierro mezclado con la arcilla, así se mezclarán los linajes, pero no llegarán a fundirse uno con otro, lo mismo que no se puede fundir el hierro con el barro. Durante ese reinado, el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido, ni su dominio pasará a otro pueblo, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos, y él durará por siempre. En cuanto a la piedra que viste desprenderse del monte sin intervención humana, y que destrozó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro, esto significa lo que el Dios poderoso ha revelado al rey acerca del tiempo futuro. El sueño tiene sentido y la interpretación es cierta».
(Dn 2, 28-45)

Y en esta edición de la Biblia de Jerusalén hay una nota a este versículo Dn 2, 28, que se refiere también a los versículos que vienen a continuación; y dice que describen la sucesión de los grandes imperios históricos; pero sólo menciona los poderes hegemónicos de tres épocas: el de la época neobabilónica de Nabucodonosor, el de la época medo-persa y los de la época helenística: el de Alejandro Magno y los de sus sucesores, los Diádocos. Oro, plata y bronce. Se olvida del hierro, que corresponde al Imperio romano. Y también se olvida del hierro mezclado con barro, que corresponde, como dice la propia Biblia a un poder dividido, a la vez poderoso y débil, porque ningunea férreamente a cada uno de sus subditos, pero basa su férreo poder en la desunión interna e internacional, lo mismo que no se puede fundir el hierro con el barro, corresponde por consiguiente al férreo poder basado en el inmanentismo del sistema liberal, lo mismo que sus nominales adversarios esporádicos, porque carecen el uno y los otros, no sólo de la materialidad del título de Imperio Romano, sino principal y formalmente de cimentarse en el principio de autoridad, al rechazar que el poder viene de Dios. Este poder se ha ido extendiendo por todo el planeta desde el siglo XIX. Porque el Imperio romano continuó con el nombre oficial de Imperio Romano de Nación Germánica (el Sacro Imperio Romano-Germánico) hasta que Napoleón lo suprimió manu militari, tras autocoronarse él como emperador e imponer al entonces emperador romano-germánico Francisco II, al que había vencido, la aceptación entre otras cosas del Tratado de Presburgo (Bratislava) de 1806 por el que se avenía a la eliminación del Imperio Romano de Nación Germánica y a pasar a ser emperador de Austria con el nombre de Francisco I. Era una sombra de imperio, como el napoleónico y los otros imperios decimonónicos: el de Alemania, que surgió al eliminar militarmente en 1870 el II Imperio napoleónico, que había restaurdo en Francia un sobrino de Napoleón que se hizo llamar Napoleón III. Con todo, este Imperio alemán como el de Rusia trataron de basarse en titulos cesáreos, como para evocar al Imperio romano. El rey de Prusia, fue proclamado emperador de Alemania con el título de Káiser, que es literalmente César; y a este imperio se le llamó oficialmente, el II Imperio alemán, contando como I al Imperio Romano de Nación Germánica.Y el título del emperador de Rusia, como es sabido es zar que literalmente es Czar. Todos estos imperios desaparecieron con la I Guerra Mundial, como así también el califal Imperio Turco. Quedaron los imperios coloniales. El mayor de ellos, el Imperio Británico, oficialmente además, con el título imperial sobre la India. Pero ya asomaba el nuevo poder hegemónico mundial, el estadounidense. Porque el aún más inmanentista y con mayor extensión territorial que estableció el comunismo marxista en Rusia, sólo duró desde 1917 hasta 1991. Mucho antes, con la II Guerra Mundial acabó el Imperio Británico y acabaron los demás imperios coloniales con el subsiguiente proceso de descolonización, dando paso a una multitud de Estados; en la ONU se cuentan hasta 193 miembros nominalmente soberanos.
(Cf. la explicación en la revista Cristiandad de Barcelona del jesuita ramierista y por ende ignaciano Ramón Orlandis, S. J., fundador de Schola Cordis Iesu en 1924).

Y he aquí el otro importante texto del libro de Daniel junto con su contexto, que es el de la visión de las cuatro bestias, asimismo en la versión oficial de la Biblia de la C. E. E.:

"Dijo Daniel: Tuve una visión nocturna: Vi que los cuatro vientos del cielo agitaban el océano. Cuatro bestias gigantescas salieron del mar, distintas una de otra. La primera era como un león con alas de águila; la estaba mirando y de pronto vi que le arrancaban las alas, la alzaron del suelo, la pusieron de pie como un hombre y le dieron un corazón humano. Había una segunda bestia semejante a un oso; estaba medio erguida, con tres costillas en la boca, entre los dientes. Le dijeron: «Levántate. Come carne en abundancia». Después yo seguía mirando y vi otra bestia como un leopardo, con cuatro alas de ave en el lomo, y esta bestia tenía cuatro cabezas. Y le dieron el poder. Después seguí mirando y en mi visión nocturna contemplé una cuarta bestia, terrible, espantosa y extraordinariamente fuerte; tenía grandes dientes de hierro, con los que comía y descuartizaba; y las sobras las pateaba con las pezuñas. Era distinta de las bestias anteriores, porque tenía diez cuernos. Miré atentamente los cuernos, y vi que de entre ellos salía otro cuerno pequeño; y arrancaron ante él tres de los cuernos precedentes. Aquel cuerno tenía ojos humanos, y una boca que profería insolencias. Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas. Yo seguí mirando, atraído por las insolencias que profería aquel cuerno; hasta que mataron a la bestia, la descuartizaron y la echaron al fuego. A las otras bestias les quitaron el poder, dejándolas vivas una temporada, hasta un tiempo y una hora. Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia. A él se le dio poder, honor y reino. Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. Su poder es un poder eterno, no cesará. Su reino no acabará. Yo, Daniel, me sentía agitado por dentro a causa de esto, y me turbaban las visiones de mi mente. Me acerqué a uno de los que estaban allí en pie y le pedí que me explicase todo aquello. Él me contestó exponiéndome la interpretación de la visión: «Esas cuatro bestias gigantescas representan cuatro reinos que surgirán en el mundo. Pero los santos del Altísimo recibirán el reino y lo poseerán para siempre por los siglos de los siglos». Yo quise saber qué significaba la cuarta bestia, distinta de las demás, terrible, con dientes de hierro y garras de bronce, que devoraba y trituraba, y pateaba las sobras con las pezuñas, y qué significaban los diez cuernos de su cabeza, y el otro cuerno que le salía y eliminaba a otros tres; aquel cuerno que tenía ojos y una boca que profería insolencias, y era más grande que sus compañeros. Mientras yo seguía mirando, aquel cuerno luchó contra los santos y los derrotó. Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo; se cumplió el tiempo y los santos tomaron posesión del reino. Después me dijo: «La cuarta bestia es un cuarto reino que habrá en la tierra, distinto de todos los demás; devorará toda la tierra, la trillará y triturará. Sus diez cuernos son diez reyes que habrá en aquel reino; después de ellos vendrá otro distinto que destronará a tres reyes, blasfemará contra el Altísimo, e intentará aniquilar a los santos del Altísimo y cambiar el calendario y la ley. Los santos serán abandonados a su poder durante un año, dos años y medio año. Pero cuando se siente el tribunal a juzgar, se le quitará el poder y será destruido y aniquilado totalmente. El reinado, el dominio y la grandeza de todos los reinos bajo el cielo serán entregados al pueblo de los santos del Altísimo. Su reino será un reino eterno, al que temerán y se someterán todos los soberanos».
(Dn 7, 2-27).

Este es el texto que refiere lo que predicaba san Juan Bautista:

"Juan el Bautista se presenta en el desierto de Judea, predicando: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos»".
(Mt 3, 1-2).

Esta edición de la Biblia de Jerusalén dice en nota a este versículo: "[Reino de los cielos] en lugar de «Reino de Dios», expresión propia de Mateo que responde a la preocupación judía por sustituir el Nombre temible de Dios con una metáfora".

Este, el texto sobre el Evangelio o Buena Nueva:

"Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo" (Mt 4, 23. Biblia CEE).

Esta edición de la Biblia de Jerusalén dice en las notas a este versículo: "«Buena Nueva» es el sentido originario de la palabra «Evangelio». Su objeto es la llegada inminente del Reino de los Cielos. Las curaciones milagrosas son la señal preferente del advenimiento mesiánico", cf. Mt 10, 1-7s; Mt 11, 4s:

"Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y toda dolencia. Estos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo, y Tadeo; Simón el de Caná, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: «No vayáis a tierra de paganos ni entréis en las ciudades de Samaría, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis...»" (Mt 10, 1-8. Biblia CEE).

«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan y los pobres son evangelizados». (Mt 11, 4-5).

"Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios".
(Mc 1, 34).

«Es necesario que proclame el reino de Dios también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado».
(Lc 4, 43. Biblia CEE)

Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
(Mc 2, 38-39. Biblia CEE).

no la realiza por medio de un triunfo bélico o nacionalista, como esperaba la gente,

"Muchos alfombraron el camino con sus mantos, otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!»".
(Mc 11, 8-10)

"Él estaba cerca de Jerusalén y pensaban que el reino de Dios iba a manifestarse enseguida.
(Lc 19, 11)

"Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días». Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?». Les dijo: «No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra». Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista.
(Hch 1, 3-9)

sino de una manera enteramente espiritual,

Jn 18, 36,

como «Hijo del hombre»,

Mt 8,20+,

y «Siervo»,

Mt 8,17+;

Mt 20,28+;

Mt 26, 28+,

por su obra de redención que arranca a los hombres del reinado de Satán

De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los reinos del mundo y su gloria, y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras». Entonces le dijo Jesús: «Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”». Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.
(Mt 4, 8-11)

"Llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos. Desde los sepulcros dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a atormentarnos antes de tiempo?». A cierta distancia, una gran piara de cerdos estaba paciendo. Los demonios le rogaron: «Si nos echas, mándanos a la piara». Jesús les dijo: «Id». Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo al mar y murieron en las aguas.
(Mt 8, 28-32)

«Si Satanás expulsa a Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo va a subsistir su reino? Y si yo expulso los demonios con el poder de Belzebú, ¿vuestros hijos con el poder de quién los expulsan? Por eso ellos os juzgarán. Pero si yo expulso a los demonios por el Espíritu de Dios, es que ha llegado a vosotros el reino de Dios».
(Mt 8, 28-32)

Antes de su realización escatológica definitiva en la que los elegidos vivirán cerca del Padre en la alegría del banquete celestial,

Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos; en cambio, a los hijos del reino los echarán fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes».
(Mt 8, 11-12)

Los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre»".
(Mt 13, 43).

Mt 26, 29

el Reino aparece con comienzos humildes

Mt 13, 31-33;

misteriosos

Mt 13, 11,

impugnados,

Mt 13, 24-30,

como una realidad ya comenzada,

Mt 12, 28;

Lc 17, 20-21;

que es desarrollada lentamente en la tierra,

Mc 4, 26-29;

por la Iglesia,

Mt 16, 18+

Instaurado con poderío como Reino de Cristo por el Juicio de Dios sobre Jerusalén,

Mt 16, 28,

Lc 21, 31,

y predicado en el universo por la misión apostólica

Mt 10,7;

Mt 24, 14;

Hch 1, 3+,

será definitivamente establecido y devuelto al Padre,

1 Co 15, 24,

por el retorno glorioso de Cristo

Mt 16, 27;

Mt 25, 31,

en el Juicio final,

Mt 13, 37-43;

Mt 13, 47-50;

Mt 25, 31-46.

Entre tanto se presenta como una pura gracia,

Mt 20, 1-16;

Mt 22, 9-10;

Lc 12, 32,

aceptada por los humildes,

Mt 5, 3;

Mt 18, 3-4;

Mt 19, 14;

Mt 19, 23-24,

y los abnegados

Mt 13, 44-46;

Mt 19, 12,

Mc 9, 47;

Lc 9, 62;

Lc 18, 29s,

rechazada por los violentos y los egoístas,

M7 21, 31-32,

Mt 21, 43;

Mt 22, 2-8;

Mt 23, 13.

Sólo se entra en él con la vestidura nupcial,

Mt 22, 11-13,

de la vida nueva,

Jn 3, 3; Jn 3, 5;

hay excluidos,

Mt 8-12;

1 Co 6, 9-10;

Ga 5,21.

Hay que velar para estar a punto cuando venga de improviso

Mt 25, 1-13.

Sobre la forma que Mt ha elaborado su plan en torno a este tema, véase la Introducción, pág. 1.384.

---------------

 

------------------


«

»

«Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». (Mt 16, 39)

"Llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».Y añadió: «En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia». Seis días más tarde Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, sube aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos".
(Mc 8,34 -9,2)

"«A vosotros se os han dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no»".
(Mt 13, 11).

"Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
(Mt 13, 19).

El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó»".
(Mt 13, 24).

El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno toma y siembra en su campo»".
(Mt 13, 31).

"«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta»".
(Mt 13, 33).

"«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de los tiempos y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes.Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre»".
(Mt 13, 37-43).

"«El reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo»".
(Mt 13, 44).

"«El reino de los cielos se parece también a un comerciante de perlas finas, que al encontrar una de gran valor se va a vender todo lo que tiene y la compra»".
(Mt 13, 45).

"«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes»".
(Mt 13, 47-50).

"«Un escriba que se ha hecho discípulo del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando de su tesoro lo nuevo y lo antiguo»".
(Mt 13, 52).

Todas estas veces dijo Jesús en la Última Cena que amarle consiste en obedecerle, cumplir sus mandamientos y hacer su voluntad:

 

«Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Jn 14, 15).

Juan Leal comenta: "El amor está en la obediencia, cf v.21", (en La Sagrada Escritura, comentario por profesores de la Compañía de Jesús, Nuevo Testamento, BAC 1ª ed., vol. I, pg. 1.017)

Y este versículo 21 dice en efecto:

«El que conoce mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado de mi Padre, y yo le amaré y yo me manifestaré a él».
(Jn 14, 21)...

«Todo el que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y moraremos en él. El que no me ama no guarda mis palabras... El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará cuanto os he dicho» (Jn 14, 23-26)

«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama» (Jn 14, 21 Biblia CEE).

«El que me ama guardará mi palabra» (Jn 14, 23 Biblia CEE).

«El que no me ama no guarda mis palabras» (Jn 14, 24 Biblia CEE).

«Que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos» (Jn 15, 8 Biblia CEE).

«Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor» (Jn 15, 10 Biblia CEE).

«Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15, 12 Biblia CEE).

«Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando» (Jn 15, 14 Biblia CEE).

«Ya no os llamo siervos... os llamo amigos» (Jn 15, 15 Biblia CEE).

«Esto os mando: que os améis unos a otros» (Jn 15, 17 Biblia CEE).

«El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él». Le dijo Judas, no el Iscariote: «Señor, ¿qué ha sucedido para que te reveles a nosotros y no al mundo?». Respondió Jesús y le dijo: «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.
(Jn 14, 21-26. Biblia CEE)

Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos. Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer.No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
(Jn 15, 1-17. Biblia CEE)

«

»

------------------------

Y en el Catecismo de La Iglesia Católica de 1992:

-------------------------------

 

Mt 12, 15-21

Él los curó a todos, mandándoles que no lo descubrieran. Así se cumplió lo dicho por medio del profeta Isaías: «Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho a las naciones. No porfiará, no gritará, nadie escuchará su voz por las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará, hasta llevar el derecho a la victoriaen su nombre esperarán las naciones». 
(Mt 12, 15-21)

-----------------------------------------

Iraburu 31.07.2009

Nuestras esperanzas no han de ser otras que las promesas mismas de Dios en las Sagradas Escrituras. En ellas los autores inspirados nos aseguran una y otra vez que

«todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor, y bendecirán tu Nombre» (Sal 85,9; cf. Tob 13,13; Sal 85,9; Is 60; Jer 16,19; Dan 7,27; Os 11,10-11; Sof 2,11; Zac 8,22-23; Mt 8,11; 12,21; Lc 13,29; Rm 15,12; etc.).

El mismo Cristo nos anuncia y promete que «habrá un solo rebaño y un solo pastor» (Jn 10,16), y que, finalmente, resonará grandioso entre los pueblos el clamor litúrgico de la Iglesia:

«Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios, soberano de todo; justos y verdaderos tus designios, Rey de las naciones. ¿Quién no te respetará? ¿quién no dará gloria a tu Nombre, si sólo tú eres santo? Todas las naciones vendrán a postrarse en tu presencia» (Ap 15,3-4).

 

Una vez más son hoy principalmente los Papas los que mantienen vivas las esperanzas de la Iglesia. Son ellos los que, fieles a su vocacion, «confortan en la fe a los hermanos» (Lc 22,32). Especialmente asistidos por Cristo, son fieles a la Revelación, a la fe y a la esperanza de la Tradición católica. Con muy pocos apoyos de los autores católicos actuales en estos temas.

León XIII enseña:

«Puesto que toda salvación viene de Jesucristo, y no se ha dado otro nombre a los hombres en el que podamos salvarnos (Hch 4,12), éste es el mayor de nuestros deseos: que todas las regiones de la tierra puedan llenarse y ser colmadas del nombre sagrado de Jesús… No faltarán seguramente quienes estimen que Nos alimentamos una excesiva esperanza, y que son cosas más para desear que para aguardar. Pero Nos colocamos toda nuestra esperanza y absoluta confianza en el Salvador del género humano, Jesucristo, recordando bien qué cosas tan grandes se realizaron en otro tiempo por la necedad de la predicación de la cruz, quedando confusa y estupefacta la sabiduría de este mundo… Dios favorezca nuestros deseos y votos, Él, que es rico en misericordia, en cuya potestad están los tiempos y los momentos, y apresure con suma benignidad el cumplimiento de aquella divina promesa de Jesucristo: se hará un solo rebaño y un solo Pastor» (epist. apost. Præclara gratulationis, 1894).

San Pío X,

de modo semejante, en su primera encíclica, declara que su voluntad más firme es «instaurar todas las cosas en Cristo» (Ef 1,10).

Es cierto que «“se amotinan las naciones” contra su Autor, “y que los pueblos planean un fracaso” (Sal 2,1), de modo que casi es común esta voz de los que luchan contra Dios: “apártate de nosotros” (Job 21,14). De aquí viene que esté extinguida totalmente en la mayoría la reverencia hacia el Dios eterno, y que no se haga caso alguno de la Divinidad en la vida pública y privada. Más aún, se procura con todo empeño y esfuerzo que la misma memoria y noción de Dios desaparezca totalmente. Quien reflexione sobre estas cosas, será ciertamente necesario que tema que esta perversidad de los ánimos sea un preludio y como comienzo de los males que se han de esperar para el último tiempo; o que “el Hijo de perdición”, de quien habla el Apóstol, no esté ya en este mundo“levantándose sobre todo lo que se llama Dios… y sentándose en el templo de Dios como si fuese Dios” (2Tes 2,3-4)».

«Sin embargo, ninguno que tenga la mente sana puede dudar del resultado de esta lucha de los mortales contra Dios… El mismo Dios nos lo dice en la Sagrada Escritura… “aplastará la cabeza de sus enemigos” (Sal 67,22), para que todos sepan “que Dios es el Rey del mundo” (46,8), y “aprendan los pueblos que no son más que hombres” (9,21). Todo esto lo creemos y esperamos con fe cierta» (enc. Supremi Apostolatus Cathedra, 1903).

--------------

Cristo vence, reina e impera. Cada día confesamos en la liturgia –quizá sin enterarnos de ello– que Cristo «vive y reina por los siglos de los siglos. Amén». No sabemos cuándo ni cómo será la victoria final del Reino de Cristo. Pero siendo nuestro Señor Jesucristo el Rey del universo, el Rey de todas las naciones; teniendo, pues, sobre la historia humana una Providencia omnipotente y misericordiosa, y habiéndosele dado en su ascensión «todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18), ¿podrá algún creyente, sin renunciar a su fe, tener alguna duda sobre la plena victoria final del Reino de Jesucristo sobre el mundo?

Reafirmemos nuestra fe y nuestra esperanza. La secularización, la complicidad con el mundo, el horizontalismo inmanentista, la debilitación y, en fin, la falsificación del cristianismo proceden hoy del silenciamiento y olvido de la Parusía. Sin la esperanza viva en la segunda Venida gloriosa de Cristo, los cristianos caen en la apostasía.

-----------------------------