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Santa Teresa de Lisieux y el Apostolado de la Oración

Junto con san Francisco Javier, santa Teresita es patrona de las Misiones. Sin haber viajado a lejanas tierras, sino por haber ofrecido y entregado sus oraciones y sus padecimientos y gozos, convertidos en oración, y su vida toda en holocausto, por los misioneros. Con lo cual ejercía al máximo el Apostoñado de la Oración ramierista y por eso ha sido proclamada también copatrona del Apostolado de la Oración.

El 6 de marzo de 2004 Santa Teresa del Niño Jesús, doctora de la Iglesia, fue proclamada patrona segunda del Apostolado de la Oración, hoy Red Mundial de Oración del Papa, por decreto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos con aprobación del Papa. El patrón del Apostolado de la Oración, actualmente llamado Red Mundial de Oración del Papa, es también san Francisco Javier.

Santa Teresa del Niño Jesús fue, desde los 12 años, miembro del Apostolado de la Oración, denominado también en aquel entonces, 1885, Liga del Sagrado Corazón.
Se afilió al año siguiente de la muerte del padre Ramière, en 1884.

Era miembro de primer grado, para lo que era necesario el cotidiano ofrecimiento de obras al Divino Corazón de Jesús.

La fórmula del ofrecimiento diario de obras era muy sencilla, pero total. Se hacía ofreciendo toda la jornada por las intenciones del Sagrado Corazón de Jesús, por medio del Corazón Inmaculado de María,

"Divino Corazón de Jesús, por medio del Corazón Inmaculado de María, te ofrezco mi jornada por todas tus intenciones".


Santa Teresita a los 11 años.

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“Pide mucho al Sagrado Corazón. Tú sabes que yo no veo el Sagrado Corazón como todo el mundo. Pienso que el Corazón de mi Esposo es para mí sola, como el mío es para Él solo, y le hablo entonces en la soledad de este delicioso corazón a corazón esperando contemplarlo un día cara a cara” (Carta 122 a su hermana Celina, con ocasión del viaje de ésta a Paray-le-Manial, 14 octubre 1890).

Desde mi niñez he soñado con combatir en los campos de batalla. Cuando comencé a estudiar la historia de Francia, el relato de las hazañas de Juana de Arco me entusiasmaba; sentía en mi corazón el deseo y el ánimo de imitarla; me parecía que el Señor me destinaba a mí también a grandes cosas. Y no me engañaba. Sólo que, en lugar de una voz del cielo invitándome al combate, yo escuché en el fondo de mi alma una voz más suave y más fuerte todavía: la del Esposo de las vírgenes, que me llamaba a otras hazañas y a conquistas más gloriosas. Y en la soledad del Carmelo he comprendido que mi misión no era la de hacer coronar a un rey mortal, sino la de hacer amar al Rey del cielo, la de someterle el reino de los corazones. En el Sagrado Corazón de Jesús, soy para toda la eternidad Su indigna hermanita, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz rel. Carm. Ind.
(Santa Teresita Carta 224 al abate Bellière 25 de abril de 1897)

“Quiero trabajar por vuestro solo Amor, con el único objeto de agradaros, de consolar a vuestro Sagrado Corazón y de salvar las almas que os amarán eternamente” (Acto de ofrenda al amor misericordioso).

«Quiero ser hija de la Iglesia como nuestra madre Santa Teresa y rogar por todas las intenciones del Vicario de Jesucristo, que abarcan el universo. Tal es el fin general de mi vida».

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Esto es el Apostolado de la Oración ramierista
Sí, Amado mío, así es como se consumirá mi vida... No tengo otra forma de demostrarte mi amor que arrojando flores, es decir, no dejando escapar ningún pequeño sacrificio, ni una sola mirada, [4vº] ni una sola palabra, aprovechando hasta las más pequeñas cosas y haciéndolas por amor...
Quiero sufrir por amor, y hasta gozar por amor. Así arrojaré flores delante de tu trono. No encontraré ni una sola en mi camino que no deshoje para ti. Y además, al arrojar mis flores, cantaré (¿puede alguien llorar mientras realiza una acción tan alegre?), cantaré aun cuando tenga que coger las flores entre las espinas, y tanto más melodioso será mi canto, cuanto más largas y punzantes sean las espinas.
¿Y de qué te servirán, Jesús, mis flores y mis cantos...? Sí, lo sé muy bien: esa lluvia perfumada, esos pétalos frágiles y sin valor alguno, esos cánticos de amor del más pequeño de los corazones te fascinarán.
Sí, esas naderías te gustarán y harán sonreír a la Iglesia triunfante, que recogerá mis flores deshojadas por amor y las pasará por tus divinas manos, Jesús. Y luego esa Iglesia del cielo, queriendo jugar con su hijito, arrojará también ella esas flores -que habrán adquirido a tu toque divino un valor infinito- arrojará esas flores sobre la Iglesia sufriente para apagar sus llamas, y las arrojará también sobre la Iglesia militante para hacerla alcanzar la victoria...
(
SANTA TERESA del NIÑO JESÚS: Carta a sor María del Sagrado Corazón, 1896, folio 4r y 4v)

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