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La Cruzada actual

Francisco Canals Vidal, Cristiandad. Barcelona, nº. 145, abril de 1950. Editorial en portada, firmada F. C.

«La pérdida de nuestros ejércitos considero que ha sucedido por disposición de la divina Providencia, para que, derrotados mientras estuvimos armados con armas ajenas a la Iglesia, volvamos a las propias y con ellas triunfemos. Nuestras armas son la piedad y religión, la rectitud de vida, las oraciones y deseos presentados a Dios, el escudo de la fe y las armas de la luz. Si a ellas volvemos, así como con las armas que no son las propias hemos sido inferiores a cualquier adversario, así con las nuestras podremos triunfar de todo enemigo».

Con estas palabras predicaba la Cruzada contra los Turcos, al inaugurarse en mayo de 1512 el Concilio ecuménico de Letrán, un hombre ilustre: Egidio Canisio de Viterbo, que algún tiempo después habia de levantar tras de si el entusiasmo del pueblo español al proclamar en nuestra patria la guerra santa contra el enemigo de la Cristiandad.

Pronunciadas en los tiempos en que decaia ya en Europa aquel ideal, las palabras de Egidio de Viterbo son expresión ejemplar del espíritu adecuado a la predicación de una Cruzada. Por esto lo encontramos ahora de tan vital actualidad.

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Hoy ciertamente no tendría sentido, en las presentes circunstancias del mundo, esperar en que se sirviese con eficacia a su salvación cen una empresa guerrera. Pero el espiritu que transformó el guerrero bárbaro en el caballero cristiano, el espíritu que animaba las Cruzadas de siglos pretéritos no ha perdido su actualidad por ello.

Se nos pide de nuevo con mayor urgencia que nunca una movilización general del pueblo cristiano. 'Una lucha total en todos los campos. De este despertar de la conciencia cristiana, depende la suerte del mundo. Nos lo ha advertido en solemnes ocasiones el Papa Pio XIl (1):

(1) Pío XII. Mensaje pascual del afio 1948.-Véase CRISTIANDAD nº. 98 págs. 170-171.

«presten su ayuda - dice en la Encíclica Anni sancti. (2)

(2) El texto íntegro de esta Encíclica está reproducida en las págs. 164 y 165 del presente número.

-con su decidida y experta actividad los que militan en los ejércitos de la Acción católica. A nadie le es lícita la indolencia, a nadie la inercia, nadie se entregue al ocio mientras se padecen males tan grandes, mientras tales peligros amenazan, mientras los que están enfrente se esfuerzan por socavar los mismos fundamentos de la religión católica y del culto cristiano. No se dé nunca en el futuro que «los hijos de este siglo sean más prudentes que los hijos de la luz» que jamás sean menos activos éstos que aquéllos».

Pero la caracteristica de esta Cruzada actual es que no puede ya consustir esencialmente en una actividad de orden natural. No ya sólo una empresa guerrera, toda otra actividad esencialmente humana: lucha politica, acción social, prensa, etc., está en desproporción con la magtlítud y gravedad de los problemas del mundo actual. Los católicos que pusieran desordenadamente su ilusión en estas armas para superar a sus adversarios, pasarian pronto a engrosar la masa de los que creen que no hay remedio posible para los males presentes. o por lo menos que no está en su mano trabajar para salvar al mundo de males tan ingentes y peligros tan angustiosos.

Ello nos llevaría a la indolencia y a la inercia. Yel Papa nos dice en cambio una vez más que «ha llegado la hora de la acción». Re aquí lo que la Dirección del Apostolado de la Oración nos advierte al proclamar la Cruzada internacional de Oraci6n y Penitencia (3):

(3) Véase CRISTIANDAD nº. 138.

"Nosotros los católicos conocemos los principios que llevan a procurar la salvación del linaje humano. Y debemos trabajar con todas nuestras fuezas para que se reconozcan y pongan en práctica, así en la vida privada como en la pública».

"Mas la experiencia nos enseña que, de momento no es posible obtener en la vida pública tal reconocimiento práctico de la doctrina de la Jglesia.

"Nos falta algo todavía que es necesario para lograr la victoria de Cristo.

"Este requisito imprescindible es la oración». La Cruzada radicalmente sobrenatural que puede salvar el mundo es pues Cruzada de oración. «La oraci6n es el único medio de salvación» nos dicen al proclamarla. «S6lo una legión de orantes puede dar la paz al mundo» dijo también el Sumo Pontífice (4)

(4) CRISTIANDAD nº. 113 pág. 525.

Y en la Enciclica «Anni sacri» después de las palabras que antes citamos nos exhorta: «Como quiera que las fuerzas humanas son ineficaces si no se apoyan en la divina gracia por esto os exhortamos encarecidamente a iniciar entre los fieles una Cruzada de Oración para impetrar del Padre de las misericordias y Dios de toda consolación los oportunos remedios para los males presentes».

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En esta Cruzada se nos pide nuestra colaboración y nuestra entrega al amor omnipotente del Corazón de Cristo «manifestado en alto a las naciones como bandera de paz y caridad y como presagio de no dudosa victoria en el combate» (5).

(5) Enc. «Misserentisimus Redemptor», véase Al Reino de Cristo por la devoción a su Sagrado Corazón., pág. 188. Publicaciones CRISTIANDAD.

«Dios y ]a Ig]esia para estas extraordinarias aflicciones nos ha dado]a devoción a] Corazón sacratísimo de Jesús», «remedio que puede y debe traernos la victoria y el triunfo de Cristo». Si una conlsideración naturalista y en el fondo orgullosa de nuestras fuerzas humanas nos lleva a dmsperar de todo esfuerzo por la salvación del mundo, la humilde y confiada aceptacIón del mensaje del Corazón de Jesús nos llena de seguridad en la victoria. En la fuerza sobrenatural de la Jglesia recibida de El, tenemos nuestras verdaderas armas. Esto nos llena a la vez del sentido de la responsabilidad que tenemos contraída ante Dios «por nosotros mismos y por los hombres de nuestra época». Porque los hijos de la Jgl,~sia católictl que sigamos este llamamiento, deberemos convencernos- sean cualesquiera nuestras cualidades y medios naturales-de que sólo nosotros podemos salvar el mundo. Porque sólo el Corazón de Cristo puede salvarle.

F. C.