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La cultura de la muerte comenzó a visualizarse en España en 1976 y fue sembrada en la década anterior
El paquete de la muerte se inició en España mucho antes de la despenalización del aborto en 1985, porque ya en 1978 se despenalizó el adulterio, que fue preparada por la infame manifestación del "Yo también soy adúltera" en 1976 y la inclusión en los Pactos de la Moncloa de 1977 de la despenalización del amancebamiento, además de la del adulterio, y la inclusión en esos mismos pactos de 1977 de "la regulación de la expedición de anticonceptivos y su despenalización"; a lo que siguió la ley del divorcio, y la citada despenalización del aborto, propiciadas y no impedidas por la Constitución de 1978, como tampoco las sucesivas vueltas de tuerca de las mismas, entre las que destacan las que propician la matanza de personas en estado embrionario, la legalización del aborto químico mediante la píldora del día después, la del matrimonio homosexual; la del suicidio asistido y del suicidio cómplice con el nombre de ley de eutanasia, y la ley trans.
Ya mucho antes, en los años sesenta del XX, fue sembrada en todos los países la mentalidad anticonceptiva cuando la píldora anovulatoria, existente ya en el mercado desde 1957, , comenzó, en la década de los sesenta del XX, a ser difundida y predicada en el confesonario y desde el ambón, y su utilización llegó a ser masiva en la segunda mitad de dicha década, aunque se intentó cortar dicha predicación mediante la Humanae Vitae demasiado tardíamente en 1968. Durante años se había producido la extensión masiva y la proliferación arrolladora de las teorías y las prácticas de la contracepción entre los católicos. No se había sabido cortar. ¿Quizá fue por querer hacer admisible y aceptable la doctrina de la Iglesia? Quizá... El caso es que la pastoral había sido desacertada una vez más. Y que se había acelerado enormemente el proceso de descristianización y apostasía propiciado por la anomía, o permisividad de la transgresión, o iniquidad, como tradujo al latín san Jerónimo. Y esto ha seguido incrementándose aún más aceleradamente: el misterio de iniquidad, la anomía o permisividad de la transgresión, vivir y pensar como si Dios no existiera; y de ahí, el enfriamiento de la caridad y la apostasía o descristianización. Cualitativa y cuantitativamente.
La raíz anómica, es decir el permisivismo de la transgresión, quitó todas las barreras, dinamitó los diques desde esa misma segunda mitad de los sesenta del XX y no se paró ni ante lo más sagrado. El placer sexual, llamándolo amor a veces, no debía, ni debe, tener barreras; eso sería represión; ni siquiera se debía, ni se debe, frenar ante la muerte, la matanza, del hijo no deseado; los hijos no eran deseados, sólo era y es deseado el placer sexual; y esto llevó al aborto; ligó el sexualismo a la cultura de la muerte.
Desde entonces se impuso por la transgresión y se admitió por la permisividad de la transgresión lo inverso de lo establecido por Pío XI en 1930 y de su concreción normativa dada por de Pío XII en 1951: "el goce está sometido a la ley de la acción de la que él se deriva, y no, viceversa, la acción a la ley del goce".
Los votos religiosos dejaron de ser también una barrera y se colgaron progresiva, acelerada y masivamente los hábitos. Y se hundieron las vocaciones. [Entonces y no ahora fue la crisis de vocaciones; lo de ahora es el resultado, la carencia total]. La captación desde hacía décadas como candidatos al sacerdocio o a la vida religiosa de personas con atracción por las del mismo sexo pasó, mediante el permisivismo transgresor, de la tendencia a los abusos. Aborto, abusos sexuales clericales, muchos heterosexuales y muchísimos más, homosexuales. Al sobreabundar progresivamente la transgresión, la iniquidad, se enfrió la caridad, la vida religiosa, conectada, injertada en Dios. Por supuesto que incidieron otros factores. Mayo de 1968. Se conoce la acción de grupos organizados anticristianos [véase el informe de Eclesia reproducido en la revista Cristiandad de Barcelona en feebrero de 1969 Grupos proféticos]. Y es muy conocida la sustitución de la vida cristiana por la acción asistencial desconectada de Dios y de esta por el activismo revolucionario. La vieja Nueva Teología. El rebrote del modernismo. El narcisismo patológico, incluso en las autoridades eclesiásticas. La cronolatría. Se decía actuar en nombre de los curas jóvenes. Hoy, como triste paradoja, estos en promedio son octogenarios.
El doble exkatejon en vano lleva espada
.San Pablo VI y la Humanae Vitae...
El humo de Satanás en la Iglesia
Reflexiones en la beatificación de Pablo VI el 19.10.2014.....Francisco y san Pablo VI y sus dos consejeros
La dimensión personal
del reino de Dios es la dimensión primordial y la
dimensión social es su culminación y su redundante
caldo de cultivo. El reino de Dios va de dentro a fuera. De nuestro más profundo interior, la séptima morada de nuestro castillo interior, donde está Dios "por esencia, presencia y potencia", a nuestra aceptación, con Su gracia, de que Él reine del todo en nosotros; nuestra aceptación, con Su gracia, de ser víctimas del reino de Dios, ser víctimas del amor de Dios
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