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Las excepciones liberales a la democracia...Para que haya democracia y libertad, la ética debe regir la conducta política de los votantes y no sólo de los políticos

Legitimismo tradicional frente a legitimismo absolutista ilustrado y liberal

Los monárquicos tradicionales se denominan legitimistas, porque afirman que no basta que los reyes para tener derecho a reinar sean herederos legítimos del trono, sino que exigen a los reyes principalmente la legitimidad de ejercicio, es decir, que su gobierno sea justo, o sea conforme a la moral sobre la que la Iglesia católica es la que tiene la autoridad infalible. La política tradicional es no sólo proclamarse católico sino obrar en consecuencia.

El legitimismo de los absolutistas, de los ilustrados y de los liberales afirma que lo que da derecho al poder es ser el heredero legítimo según la ley establecida en cada momento.

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El legitimismo fue un invento de Talleyrand, o manipulación para salvar a Francia utilizando a Napoleón como chivo expiatorio en la época de la Restauración.

Tiene en la Enciclopedie un insospechado origen. En una nota aclaratoria publicada por sus editores, les philosophes, respecto al artículo Autorité a los dos años de su publicación, ante el escándalo causado porque habían dicho entonces que la autoridad deriva de la nación, que sigue siendo su propietaria, dicen: "Jamás hemos pretendido que la autoridad de los príncipes legítimos no viniese de Dios, únicamente hemos querido distinguirla de la de los usurpadores... La autoridad de los príncipes legítimos procede de Dios, y la de los usurpadores es un mal que Dios consiente. La señal de que la autoridad procede de Dios es el consentimiento de los pueblos" (nota al artículo Autorité, vol III).

Una tomadura de pelo para monárquicos beatos y beatíficos.

No se sale del deísmo de la Ilustración más que para ir al panteísmo en el que Dios y el pueblo son sinónimos, de ahí la doctrina del Pueblo Soberano de los liberales, cuando descubren que pueden mandar con un poder mucho más absoluto en nombre del Pueblo, que en nombre de la monarquía del despotismo ilustrado los que dicen ser we the People.

El spinoziano Deus, sive Natura, sive substantia, deriva en

el Pueblo Soberano, o sea el dios manejado por los liberales del Güi de Pípol, para someter al pueblo con minúscula

con el poder absoluto de Güi de Pípol en nombre del Pueblo o Nación en la democracia absoluta.

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Tras la revolución liberal, los gobiernos se proclaman legítimos si tienen la mayoría en el parlamento, también basan su poder en tener la mayoría en el parlamento, hagan lo que hagan después con el poder así obtenido, sobre la base del parlamentarismo, según la cual los representantes del Pueblo Soberano tienen el poder absoluto y pueden mandar lo que quieran, con las normas éticas que quieran admitir. En el siglo XX y en el XXI este legitimismo liberal ha hecho crisis varias veces. El propio liberalismo, que pone todo el poder en el parlamento que sale de las elecciones, ha llegado desde la segunda mitad del siglo XX a no reconocer como democrático el resultado de las elecciones y de las decisiones de la mayoría parlamentaria en algunos casos:

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Si después de unas elecciones, llega al poder lo inhumano, no hay democracia

No hay democracia si lo que resulta de las elecciones es que el poder queda en manos de los contrarios a la libertad, de los contrarios a los derechos de la persona, de los totalitarios, de los terroristas.

No hay democracia si los políticos elegidos en las votaciones actúan al margen de la moral. Si actúan inhumanamente.

Actuar conforme a la moral es obrar conforme a la naturaleza racional que tenemos por ser humanos, por ser personas. Todo lo inmoral es inhumano.

La actividad política debe estar regida por la moral, como todas las actividades humanas; es decir, debe ser conforme a la naturaleza humana racional que tenemos.

Y no sólo la actividad de los políticos, sino la de todos. Por lo tanto, los ciudadanos deben votar según las normas morales, es decir, conforme a la naturaleza humana racional que tenemos.

No es lícito votar al margen de la moral, no es humano.

No es humano votar como gobernantes o parlamentarios a los contrarios a los derechos de la persona, a los totalitarios, a los terroristas. Ni a los que no defienden eficazmente los derechos de la persona, la libertad.

No hay democracia si se actúa en política al margen de la moral.

No hay democracia si los votantes votan al margen de la moral

No hay democracia si lo que resulta de las elecciones es que el poder queda en manos de los que no defienden eficazmente la vida, ni siquiera de los más inocentes como son los niños en el vientre de su madre, o de las personas en estado embrionario. Habrá liberalismo, pero no democracia.

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El liberalismo impuso la separación de la Iglesia y del Estado, la desconfesionalización, que es el relativismo y el agnosticismo del Estado y causó la segunda víctima: la población fue así descristianizada. Ahora, la falsa filosofía en la que se pretende basar la democracia la convierte en democracia absoluta y en la peor tiranía sobre el pueblo.

"La democracia no implica que todo se pueda votar, que el sistema jurídico dependa sólo de la mayoría y que no se pueda pretender la verdad en la política. Por el contrario, es preciso rechazar con firmeza la tesis, según la cual el relativismo y el agnosticismo serían la mejor base filosófica para la democracia, ya que ésta, para funcionar, exigiría que los ciudadanos admitieran que son incapaces de comprender la verdad y que todos sus conocimientos son relativos, varios o dictados por intereses y acuerdos ocasionales. Este tipo de democracia correría el riesgo de convertirse en la peor tiranía, pues la libertad, elemento fundamental de una democracia, «es valorada plenamente sólo por la aceptación de la verdad» (Centesimus annus, 46)" (San Juan Pablo II: Discurso a obispos portugueses en visita ad limina, 27.11.1992).

"La historia demuestra con gran claridad que las mayorías pueden equivocarse. La verdadera racionalidad no queda garantizada por el consenso"
(
Benedicto XVI, 5 de octubre de 2007 -------------- LEER MÁS )

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La legitimidad de ejercicio y la de origen y la democracia tradicional

La exigencia de la legitimidad de ejercicio, además de la de origen, procede del carlismo y fue formulada por la princesa de Beira, segunda esposa del rey carlista Carlos V de Borbón, para descartar al rey carlista Juan III, que era heredero legítimo del trono carlista, pero se había hecho liberal, y eso le hacía carecer de legitimidad de ejercicio. Así fue proclamado rey del trono carlista Carlos VII, que además de ser el heredero legítimo, tenía como política la tradición política española.

La legitimidad de ejercicio consiste en actuar al gobernar y al votar según las normas objetivas de moralidad, cognoscibles con nuestra razón natural, que es falible, pero que la Iglesia enseña con autoridad infalible y proporciona los medios para obrar en consecuencia, por lo que la legitimidad de ejercicio se cimenta en reverenciar a Dios y obedecer la autoridad de su Iglesia en los aspectos éticos de ese actuar de gobernantes y votantes.

Un gobierno democrático es aquel en que los gobernantes actúan según la moral natural enseñada por la Iglesia (legitimidad de ejercicio); y dichos gobernantes han sido elegidos con la participación de todo el pueblo eligiendo y votando según la moral natural enseñada por la Iglesia (legitimidad de origen).

El mejor gobierno según santo Tomás es el que une las ventajas de los tres sistemas simples aceptables, monarquía, aristocracia y democracia. Como él dice, el mejor gobierno es el bien combinado de monarquía, en cuanto a que uno ejerce el gobierno según la moral enseñada por la Iglesia; de aristocracia, en cuanto a que ese monarca se ayuda para gobernar de los gobernantes mejores, que ejercen el gobierno según la moral enseñada por la Iglesia; y de democracia, en cuanto a que esos gobernantes mejores [y el propio monarca] son elegidos [según la moral enseñada por la Iglesia] de entre el pueblo y por el pueblo.

"Para la buena ordenación de gobernantes en un Estado o nación, hay que tener en cuenta dos cosas. Una de ellas es que todos tengan alguna participación en el gobierno: pues por esto se conserva la paz del pueblo, y todos aman tal sistema político y lo custodian, como se dice en la Política (II, 6, 5). La otra es que se atienda a la especie de régimen o de sistema de gobierno. De la cual hay diversas especies, recopiladas por el Filósofo en la Política (III, 5, 2.4), siendo las principales: la monarquía, en la que uno gobierna según la virtud; y la aristocracia, que es la potestad de los mejores, en la que unos pocos gobiernan según la virtud. De donde la mejor ordenación de gobernantes en un Estado o reino es aquella en la que uno está al mando según la virtud y a todos dirige; y bajo él hay algunos gobernantes según la virtud; y sin embargo tal gobierno pertenece a todos, tanto porque todos son elegibles, como porque todos son también electores. Tal es pues el mejor sistema político, el bien combinado de monarquía, en cuanto uno dirige; de aristocracia, en cuanto muchos gobiernan según la virtud; y de democracia, esto es, potestad del pueblo, en cuanto del pueblo se pueden elegir gobernantes, y al pueblo corresponde la elección de los gobernantes". (Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, I-II, 105, 1 c).

Y debe ser según la virtud, esta elección por el pueblo de los gobernantes, según la moral enseñada por la Iglesia, una elección buscando el bien común:

"El gobierno político (politia) sólo es apto para las naciones sabias y virtuosas", dice santo Tomás en De regimine principum. Politia designa ahí el gobierno de la multitud cuando es justo (De regimine principum, 1,1).

Con el nombre genérico de politia designaba santo Tomás en De regimine principum, 1,1 el gobierno de la multitud cuando es justo; en la Suma, admite ya la palabra democracia para designar la participación del pueblo en el poder en el mejor sistema político, en el que la moralidad es la base.

No sólo para que haya democracia debe haber moralidad, sino para que haya pueblo que elija a los gobernantes que gobiernen honradamente para el bien común. En el concepto de pueblo entra el derecho y la búsqueda del bien común, como afirma santo Tomás utilizando una expresión de Cicerón que emplea también san Agustín:

"Pueblo es la asamblea de la muchedumbre, reunida en conformidad con el derecho y con miras al bien común" (S. Th., 1-2, 105, 2c).

También san Agustín considera indispensable la moralidad del pueblo para la elección de cargos por sufragio universal, como vemos en este pasaje que cita igualmente santo Tomás:

"Si un pueblo es moderado y sensato, diligentísimo guardián de la utilidad común, es justo establecer una ley que permita a tal pueblo elegir los magistrados por los que se administren los asuntos públicos. Pero si ese mismo pueblo maleado poco a poco, bastardea el sufragio y entrega el gobierno a criminales y pervertidos, con justicia se le puede quitar a tal pueblo la potestad de dar los cargos, y entregarla al albedrío de unos pocos buenos". (De libero arbitrio, libro I, capítulo 6, Migne Latino 32,1229. Citado por santo Tomás en: S. Th., 1-2, 97, 1c).

Cuán semejante a los latrocinios son los reinos sin justicia
Sin la virtud de la justicia, ¿qué son los reinos sino unos execrables latrocinios? Y éstos, ¿qué son sino unos reducidos reinos? Estos son ciertamente una junta de hombres gobernada por su príncipe la que está unida entre si con pacto de sociedad, distribuyendo el botín y las conquistas conforme a las leyes y condiciones que mutuamente establecieron. Esta sociedad, digo, cuando llega a crecer con el concurso de gentes abandonadas, de modo que tenga ya lugares, funde poblaciones fuertes, y magnificas, ocupe ciudades y sojuzgue pueblos, toma otro nombre más ilustre llamándose reino, al cual se le concede ya al descubierto, no la ambición que ha dejado, sino la libertad, sin miedo de las vigorosas leyes que se le han añadido; y por eso con mucha gracia y verdad respondió un corsario, siendo preso, a Alejandro Magno, preguntándole este rey qué le parecía cómo tenía inquieto y turbado el mar, con arrogante libertad le dijo: y ¿qué te parece a ti cómo tienes conmovido y turbado todo el mundo? Mas porque yo ejecuto mis piraterías con un pequeño bajel me llaman ladrón, y a ti, porque las haces con formidables ejércitos, te llaman rey. (San Agustín La Ciudad de Dios, Libro 4, Cap 4).

El sentido de la democracia en santo Tomás es tal que considera que, en un pueblo libre, que puede establecer sus propias leyes (un pueblo que, como ha dicho antes, vive según la moral, porque no ha sido maleado):

"Si la muchedumbre es libre de modo que puede hacer sus leyes, más es el consenso de la multitud entera en la observancia de algo, manifestado en la costumbre, que la autoridad del príncipe, que no tiene potestad de establecer la ley, sino como gestor de la multitud. De donde aunque las personas individuales no pueden legislar, el conjunto de todo el pueblo sí puede establecer leyes" (S. Th. 1-2, 97, 3 ad 3).

En un pueblo así (un pueblo que vive según la moral, no maleado), la aprobación de las leyes le corresponde a la totalidad de la población o a sus representantes:

"La ley propiamente dicha, en primer lugar y principalmente se ordena al bien común. Ahora bien, ordenar algo al bien común corresponde, o bien a la población entera, o bien al gestor que la representa. Por consiguiente, legislar atañe o bien a la población entera, o bien a la persona pública que tiene el cuidado de la población entera. Porque en todo género de cosas, ordenarlas a su fin corresponde a quien tiene ese fin como algo propio" (S. Th. 1-2, 90, 3c).

Para esta formulación, santo Tomás se apoya en la que san Isidoro en Las Etimologías (5, 10) pone como procedimiento legislativo, y que ya estaba incluida en el Decreto de Graciano, según la cual la aprobación de la ley corresponde a los dirigentes y a la plebe juntos:

"Ley es una constitución del pueblo, por la cual los magnates conjuntamente con la plebe sancionan algo" (S. Th. 1-2, 90, 3 sed contra).

En el sistema de santo Tomás, no hay inconveniente en que el propio monarca sea elegido, según la moral, por el pueblo y de entre el pueblo, porque en dicho sistema la monarquía hereditaria sólo es mejor per accidens; per se, es mejor que sea electiva, para que gobierne el mejor:

"Per se semper melius est assumi regem per electionem quam per successionem: sed per successionem melius per accidens. Primum patet sic. Melius est assumi principantem illo modo, quo per se contingit ipsum accipi meliorem; sed per electionem contingit assumi meliorem quam per successionem generis, quia melior ut in pluribus invenitur in tota multitudine quam sit unus. Et electio per se est appetitus ratione determinatus. Tamen per accidens est melius assumere principantem per generis successionem, quia in electione contingit esse dissensionem inter eligentes. Iterum quandoque eligentes mali sunt; et ideo contingit quod eligant malum. Utrumque autem istorum malum est in civitate. Iterum consuetudo dominandi multum facit ad hoc quod aliquis subiiciatur alteri; et ideo regnante patre assuescunt filii subiici, quia patri ideo inclinantur ad hoc ut subiiciantur ei. Iterum valde durum et extraneum est, quod ille qui est hodie aequalis alicui cras dominetur et sit princeps illi; et ideo per accidens melius est principantem assumi per successionem generis quam per electionem".
(Sententia libri Politicorum. Expositio Sancti Thomae librorum Politicorum desinit in libro III lectione VI. Eam tamen retulit et usque ad finem pertraxit Petrus de Alvernia. Continuatio a Petro de Alvernia. Petrus de Alvernia, In Politic. continuatio, libro 3, lectione 14, n. 16)

La mayor ventaja que santo Tomás de Aquino atribuye a que la monarquía sea hereditaria es que le parece que al monarca se le respetará más y se le obedecerá mejor si viene rodeado del prestigio reverencial de una familia o dinastía real, que si es uno de tantos hasta ser elegido rey. Pero las dinastías reales nos exhiben su desprestigio y plebeyez constantemente, mientras que en la primera y única superpotencia actual habían sabido rodear de prestigio y de mítico respeto al monarca electivo que tenían al frente, hasta que, con la caída de Trump, confirmada el 7.01.2021, el último katejon fue eliminado y su sucesor ya no es obstáculo para la política anticristiana, sino colaboracionista.

Un partido totalitario no se convierte en democrático por muchos votos que obtenga.

Un partido que actúa al margen de la moral es totalitario y convierte la democracia en democracia absoluta.

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Bush II: "democracy is democracy"

La democracia* es la democracia*

* liberal

LIBERTAD DIGITAL. Viernes, 22.10.2004

399 antes de Cristo: Los atenienses votan condenar a muerte a Sócrates por sus enseñanzas.
Bush II: La democracia es la democracia.  

1933: El congreso alemán vota dar a Hitler poderes dictatoriales.
Bush II: La democracia es la democracia.  

2005: ¿Qué sucedería si los iraquíes votan por formar un estado fundamentalista islámico?
Bush II: La democracia es la democracia.

Esta viñeta está inspirada por las declaraciones de Bush II en las que afirma que respetaría el resultado de las elecciones iraquíes incluso si el resultado es un estado fundamentalista islámico.

© 2004 Cox & Forkum

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Las declaraciones de Bush II: "democracy is democracy"

Tuesday, October 19, 2004. ASOCIATED PRESS

ABOARD AIR FORCE ONE  — President Bush says he doesn't envision a longtime presence of U.S. troops in Iraq similar to post-World War II deployments in Europe and South Korea that continue today.

"I think the Iraqi people want us to leave once we've helped them get on the path of stability and democracy and once we have trained their troops to do their own hard work," Bush said Monday in a wide-ranging interview with The Associated Press.

Still, Bush said, "It's very difficult for me to predict what forces will exist although I will tell you that Iraq's leadership has made it quite clear that they can manage their own affairs at the appropriate time."

If free and open Iraqi elections lead to the seating of a fundamentalist Islamic government, "I will be disappointed. But democracy is democracy," Bush said. "If that's what the people choose, that's what the people choose."

Bush steered nearly all questions dealing with Iraq to criticism of Democratic rival John Kerry just two weeks before a U.S. election that polls show to be close.

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