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Os quitaré el corazón de piedra ...

Francisco Canals Vidal. Cristiandad. Barcelona, nº. 150, 15 de junio de 1950. Editorial en portada, firmada como F. C.

"La idea de progreso ha sido en la moderna Europa occidental la fe activa de nuestra civilización" escribe Cristopher Dawson, y añade: "Puede decirse que hoy para la mayería de los eurepeos, y aun más para la mayoría de los americanos, el progreso consiste en la expansión de la nueva civilización urbanomecánica: siqnifica más cinematógrafos, automóviles para todos, instalaciones radiotelefónicas, metodos mortíferos más perfeccionados, compras en mensualidades, alimentlos envasados, papeles pintados...

La exactitud de esta observación no hace sino mostrarnos una vez más el acierto de los pensadores que han definido la moderna civilización occidental por este rasgo: el predominio en la sociedad de los ideales y del modo de entender la vida que significamos por la expresión "espíritu burgués".

Espíritu burgués que no trataremos ahora de analizar, pero al que dehemos aludir aquí desde el principio de este número de CRISTIANDAD. Porque en él, culminación y fracaso a la vez del humanismo del Renalimiento, se encuentra el camino seguido por la sociedad cristiana en su retorno al paganismo, "los hombres se han rebelado contra el Cristianismo verdadero y fiel a Cristo y su doctrina, se han forjado un Cristianismo a su talante, un nuevo ídolo que no salva, que no repugna a las pasiones de la concupiscencia de la carne, a la codicia del oro y de la plata, que fascina la vista, a la soberbia de la vida; una nueva religión sin alma, o un alma sin religión, un disfraz de cristianismo muerto. Sin el espíritu de Cristo. Por los caracteres que señala Pío XII se ve claro que este cristianismo 'forjado por los hombres de su talante" es precisamente un cristianismo mundano, que "se agota en la fría rebusca de ideales terrenos".

En el siglo XVIII el deísmo tendía a minimizar la Providencia paternal de Dios y su soberanía sobre la Creación, se forjaba un Dios no ya Señor y Padre sino sólo Arquitecto del 'Universo, con ello pretendía reducir la religión "dentro los límites de la Razón", bien pronto se iba a negar a la razón misma toda visión trascendente y reducir su campo propio a la Ciencia positiva.

Ciencia al servicio de la técnica, al servicio, como fin último, del bienestar y del progreso económico, de una vida confortable. Al cabo de algunas generaciones de emplear las energías espírituales del hombre al servicio de las ciencias de la cantídad y la materia, creyendo con ello servir a la vida, nos hemos encontrado con que la naturaleza humana misma se rebela contra la sequedad de un pensamiento mecanízado. Muchas corríentes de pensamíento y aun la masa de los hombres se han rebelado entonces contra el espíritu, contra la razón, en nombre de esta misma vida aniquilada.

Porque el "espíritu burgués'" ha sído y es "espírítu de cálculo", es antitetico de una vída bumana profunda. Es antitético de la religión, de la piedad, del entusiasmo y del sacrificio, del amor, enemigo del espíritu de Cruzada. Ciertamente, el espíritu burgués viene a definirse por el espírítu de cálculo, cálculo que no deja de extenderse a la vida religiosa y mora1. La invasión de tal espíritu entre los católicos produce el tipo del que deliberadamente reduce sus problemas religíosos al de llegar "hasta cierto grado de contentar su alma". ¿Cuánto puedo yo adquirir, cuánto puedo yo gozar sin pecado grave? se preguntará el más escrupuloso de los dotados de tal espíritu. Y el sentido de esta pregunta será el de desear ver más y más alejado este limite.

¿Con cuánto podré yo pensar que satisfago las exigencias divinas? Y el sentido de la pregunta es ahora el de encontrar el punto, lo más ínferior posible, en que podré pensar ya que "Díos no me píde más", que no me exige ya sacrificio y entusiasmo generoso. Se trata de minimizar la exigencia de Dios en mis cosas y en mí mismo, de salvaguardar "los derechos del Hombre" frente a Dios.

La religión consiste en reconocer y acatar la soberanía absoluta de Dios nuestro Señor. Aquel espíritu es antitétíco a la religión. La píedad consíste en entregarse confiado en brazos de Dios nuestro Padre. Aquel espírítu es contrario a la vida de piedad

El espíritu de cálculo está reñido con todo afecto generoso, con todo noble entusiasmo del corazón. Por esto el espiritualmente burgués es enemigo del espíritu de Cruzada ¡Cuántos "perversos caballeros" hallaría boy San Ignacio en el Occidente que llamamos cristiano, que no responderian al llamamiento de la Cruzada del Rey temporal! No nos engañemos, maldecimos la cruzada porque nos irrita el entusiasmo y el sacrificio, por miedo, o por odio, a la Cruz.

La mensajera del Amor misericordioso de Dios. La que habla del Corazón de Dios a los hombres "sin corazón ", la que hubiera deseado también "morir en un campo de batalla en defensa de la Iglesia" en medio de sus innúmeras vocaciones, nos da la lección que, si nos hace ver que el "espiritu de cálculo" es sobre todo antitético del amor, nos invita a la vez a la confianza y a la audacia para desprendernos de él. He aquí su lección:

Ah! sans compter je donne, etant bien sûre
que, lorsqu 'on aime on ne calcule pas.

* * *

"Os quitaré el cora:zón de piedra de enmedio de vuestras entrañas, y os daré un corazón de carne" nos promete el Profeta.

'Un extraño misterio se encierra en esta promesa: ¿No nos dice Jesucristo que "El Espíritu es el qne vivifica, pero la carne de nada aprovecha"'? ¿Por qué no nos hace Dios anunciar por el Profeta que vivificará con su divino Espíritu nuestro corazón petrificado por el egoism? ¿Nos promete acaso algo de menos valor, alqo que "nada aprovecha"'? San Pablo nos describe en la Carta de los Romanos a los hombres del paganismo: "Como no quisieron reconocer a Dios, Dios los entregó a un réprobo sentido... quedando atestados de toda suerte de iniquidad, de malicia, de fornicación, de avaricia, de perversidad, llenos de envidia, homicidas pendencieros, fraudulentos, malignos, chismosos, infamadores, enemigos de Dios, ultrajadores, soberbios, altaneros, inventores de vicios, desobedientes a sus padres, irracionales, desleales, sin amor...".

"Sine affectione". Con el corazón desamorado y lleno de corrupción. Con un corazón de piedra. Hombres así, desnaturalizados, sin corazón de carne, sin afectos humanos, crea también el paganismo moderno. Por esto mismo el progreso sin Dios ha terminado en la ruina y en la muerte, en la muerte corporal y en la muerte del alma, en la muerte del corazón.

Y los muertos no resucitan si no es por la omnipotencia y la bondad de Dios. ¡Ay de nosotros si -como es axioma de la mentalidad "burguesa"- Dios no hiciese ya milagros! Pero los hace. "El Espíritu es el que vivifica ". Sólo el Espíritu Santo viviente en nuestras almas puede de nuevo dar vida a nuestro corazón petrificado.

Pero la divina sabiduría, que alcanza de un extremo a otro con fortaleza y dispone todas las cosas con suavidad, nos ha ofrecido a los hombres "un nuevo Mediador, de una como segunda redención amorosa". Un mediador entre la Santidad del Espíritu de Dios y la debilidad de nuestro corazón corrompido y seco.

En Él habita el Espiritu Santo. Él vive en nosotros. El Corazón de Cristo es el nuevo Mediador y Cristo nos lo da para que sea, como escribe el P. Ramiére, "corazón de cada cristiano". En verdad nos quita el corazón de piedra, nuestro corazón de carne corrompido por el pecado, y nos da un Corazón de carne. 'Un Corazón de carne, que es el Corazón de Dios.

F. C.