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La fiesta solemne del Sagrado Corazón de Jesús.
La plenitud terrena del Reino de Dios en la historia de la teología
Tesis doctoral de Javier Pueyo
La obra de Javier Pueyo Velasco La plenitud terrena del Reino de Dios en la historia de la teología recibió en 2018 el Premio de las Academias Pontificias
https://www.religionenlibertad.com/cultura/787601768/javier-pueyo-reino-de-Dios-en-la-tierra.html
Javier Pueyo en 2018 al recoger su Premio de las Academias Pontificias, acompañado por los cardenales Pietro Parolin, secretario de Estado, y Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura
Dice don Javier Pueyo en https://www.religionenlibertad.com/cultura/787601768/javier-pueyo-reino-de-Dios-en-la-tierra.html :
«Existe una esperanza ortodoxa en la plenitud del Reino de la Dios en la tierra... cuando me acerqué a la teología de san Buenaventura, vi que explicaba este tema de un modo nuevo, que yo no conocía, y que podía ayudarnos a tener una esperanza en el triunfo de Cristo muy profunda y muy dentro de la ortodoxia cristiana. San Buenaventura vinculaba este triunfo a una época en la que en la Iglesia estuviera impregnada de la contemplación del Corazón de Dios por una gracia que recibiría para resistir la persecución del Anticristo.
»La verdadera esperanza en un triunfo de Cristo en la historia es una doctrina común en la Iglesia a lo largo de los siglos... pero siempre ha estado salpicada por interpretaciones heterodoxas. Una de ellas fue el llamado milenarismo mitigado, que se dio en las primeras décadas del siglo XX y que fue condenado en época de Pío XII. Ha habido otros milenarismos en diferentes épocas, en el siglo XII con Joaquín de Fiore, en los primeros cristianos con las desviaciones de los ebionitas o de Tertuliano
»Desde los primeros
siglos, es doctrina común en la Iglesia. Han sido muy pocos los
autores que la han negado, y les ha supuesto caer en errores
graves; por ejemplo, Orígenes lo negaba, pero cae en una
escatología muy heterodoxa, o san Dionisio de Alejandría, pero
se ve forzado a negar la autenticidad del Apocalipsis para
mantener su tesis.
Es cierto que esta esperanza se ha desarrollado de manera
diferente a lo largo de los siglos... pero siempre se ha
mantenido que al final de la historia, el Anticristo será
derrotado y les será concedido a los hombres un tiempo de paz en
el mundo como preparación a la transformación
escatológica del mundo, los cielos nuevos y la tierra
nueva.
»Está esperanza se secularizó especialmente a partir del siglo XVII y dio lugar a ideologías progresistas, como la Ilustración primero, el liberalismo, el nazismo y el comunismo después, que también soñaban con una plenitud de la humanidad, que se vinculaba, precisamente, al abandono de la fe sobrenatural.
»Muchos autores comparan la historia de la Iglesia con la vida de Cristo, y afirman que antes del período de plenitud, que correspondería con los días entre la resurrección y la Ascensión al cielo, habría un período de máxima dificultad y tentación, el tiempo del Anticristo, que correspondería con la Pasión. Creo que en los momentos en los que vivimos, los cristianos estamos muy tentados de desesperación, como lo estuvieron los Apóstoles el viernes santo, al ver el retroceso de la vida cristiana en la sociedad, los escándalos en la Iglesia, la crisis moral, etc. Para vencer esta tentación, es más necesario que nunca recordar que tras la pasión viene la resurrección, que tras la humillación y la purificación de la Iglesia, viene la plenitud».
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Dice Balmes Librería
«En este largo itinerario por la historia de la teología, el Prof. Dr. F. Javier Pueyo nos muestra que en la Tradición teológica existe una unanimidad moral entre los Santos Padres y teólogos en afirmar que, tras la derrota del Anticristo ocasionada por la Segunda Venida del Señor, la humanidad gozará de un tiempo de plenitud del Reino sobre la tierra que sirve de transición y de preparación a la plenitud celestial y a ella se ordena.
»No se trata de una plenitud de bienes humanos, sino una época ordenada a manifestar ya en la historia el triunfo de Dios y de su Reino eterno. Esta plenitud consiste, esencialmente, en que la Iglesia verá realizada plenamente su vocación de catolicidad y abrazará en su seno moralmente a toda la humanidad, incluido el pueblo de Israel, cuya conversión será causa de riqueza espiritual para toda la humanidad».