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Decenario al Espíritu Santo de Francisca del Valle
Fiesta solemne de Pentecostés
Conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y la Virgen María y los demás cristianos que estaban en el Cenáculo de Jerusalén el día de la fiesta judía de Pentecostés, a los cincuenta días de la Pascua judía y de la Resurrección de Jesús, el Verbo hecho carne y a los diez días de su Ascensión.
"Para que Pentecostés se renueve en nuestro tiempo, tal vez es necesario sin quitar nada a la libertad de Dios que la Iglesia esté menos "ajetreada" en actividades y más dedicada a la oración". (Benedicto XVI en Pentecostés de 31.05.2009) |
Jesús, el Verbo hecho carne, en la última Cena les había prometido a los apóstoles que les enviaría al Espíritu Santo:
Os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré.
Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os explicará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo explicará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: Recibirá de lo mío y os lo explicará a vosotros.
(Juan 16,7;12-15)
También se lo prometió después de su Resurrección:
Después de su pasión, se dio a ver en muchas ocasiones, apareciéndoseles durante cuarenta días y habiéndoles del reino de Dios. Y comiendo con ellos, les mandó no apartarse de Jerusalén, sino
"esperar la promesa del Padre, que de mí habéis escuchado; porque Juan bautizó en agua, pero vosotros, pasados no muchos días, seréis bautizados en el Espíritu Santo" (Hch 1,3-5).
Y de nuevo les prometió enviarles al Espíritu Santo el mismo día de su retorno al cielo, que Él visualizó como Ascensión:
Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»
El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra» (Hch 1,6-8).
Y el día de la fiesta judía de Pentecostés, a los diez días de que Jesús, el Verbo hecho carne, retornase al cielo visualizándolo en su gloriosa Ascensión, Él les envió al Espiritu Santo (Hch 2,1-41):
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como una impetuosa ráfaga de viento, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; se llenaron todos de Espíritu Santo y se pusieron a hablar en diversas lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.
Había en Jerusalén hombres piadosos, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían:
"¿Es que no son galileos todos estos que están hablando? Pues ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa: Partos, medos y elamitas; los que habitamos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene; los romanos residentes aquí, tanto judíos como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios?"
Todos estaban estupefactos y perplejos y se decían unos a otros: " ¿Qué significa esto?"
Otros, en cambio, decían riéndose: "¡Están llenos de mosto!'"
Entonces Pedro, presentándose con los Once, levantó la voz y les dijo:
"Judíos y todos los que vivís en Jerusalén: Que os quede esto bien claro y prestad atención a mis palabras: Éstos no están borrachos, como vosotros suponéis, pues es la hora tercia del día, sino que es lo que dijo el profeta:
"Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños. Y también sobre mis siervos y sobre mis siervas derramaré mi Espíritu. Haré prodigios arriba en el cielo y signos abajo en la tierra. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes de que llegue el Día grande del Señor. Y todo el que invoque el nombre del Señor se salvará".
"Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios ante vosotros con milagros, prodigios y signos que Dios realizó por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de unos impíos; a éste Dios le resucitó librándole de los lazos del Hades, pues no era posible que lo retuviera bajo su dominio; porque David dice refiriéndose a él:
"Veía constantemente al Señor delante de mí, puesto que está a mi derecha para que no vacile. Por eso se ha alegrado mi corazón y alborozado mi lengua, y hasta mi carne reposará, en la esperanza de que no abandonarás mi alma en el Hades ni permitirás que tu santo experimente la corrupción. Me has hecho conocer caminos de vida, me llenarás de gozo con tu presencia".
"Hermanos, permitidme que os diga con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado y su tumba permanece entre nosotros hasta el presente. Pero como él era profeta y sabía que Dios le había asegurado con juramento que se sentaría en su trono uno de su linaje, vio el futuro y habló de la resurrección de Cristo, que ni fue abandonado en el Hades ni su carne experimentó la corrupción. A este Jesús Dios le resucitó; de lo cual todos nosotros somos testigos. Así pues, exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha derramado; esto es lo que vosotros veis y oís. Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice:
"Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies".
"Sepa, pues, con certeza todo Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a ese Jesús a quien vosotros habéis crucificado".
Al oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: '¿Qué hemos de hacer, hermanos?'
Pedro les contestó:
'Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo;
pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro'.
Con otras muchas palabras les conjuraba y les exhortaba:
"Poneos a salvo de esta generación perversa".
Así pues, los que acogieron su palabra fueron bautizados. Y aquel día se les unieron unas tres mil personas.
Así ese día se empezó a cumplir lo que Jesús, después de su Resurrección, les había encomendado a los apóstoles (Mt 28,19):
Jesús, les dijo:
"Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del siglo".
https://www.primeroscristianos.com/que-es-pentecostes-lo-explica-benedicto-xvi/
http://es.catholic.net/op/articulos/1350/especial-de-pentecosts.html http://es.catholic.net/celebraciones/120/301/articulo.php?id=1270https://www.aciprensa.com/noticias/8-claves-para-comprender-pentecostes-58001
https://opusdei.org/es-es/article/meditacion-solemnidad-de-pentecostes/
https://www.youcat.org/es/credopedia/pentecostes/#que-dice-la-sagrada-escritura