21 de diciembre, san
Miqueas, profeta
«¡No babeéis - babean
ellos - que no babeen de esa manera!
¡El oprobio no nos alcanzará! ¿Es acaso
maldita la casa de Jacob? ¿Se ha cortado el
soplo de Yahveh? ¿Es ése su proceder? ¿Es
que no favorecen sus palabras a su pueblo
Israel?» Sois vosotros los que contra mi
pueblo como enemigos os alzáis. Al
irreprochable le arrancáis el manto; al que
pasa confiado le infligís los desastres de
la guerra. A las mujeres de mi pueblo
expulsáis de las casas de sus delicias; de
sobre sus niños arrancáis mi honor para
siempre:
«¡Levantaos, marchad, que esta no
es hora de reposo!».
Por una bagatela exigís una prenda agobiante.
Si un hombre anda al viento, inventando
mentiras: «Yo babeo para ti vino y licor»,
ése será el baboso de este pueblo.
(Mi 2,6-11)
Voy a reunir a Jacob todo
entero, voy a recoger al Resto de Israel; los
agruparé como ovejas en el aprisco, como
rebaño en medio del pastizal, harán
estrépito lejos de los hombres. El que abre
brecha subirá delante de ellos; abrirán
brecha, pasarán la puerta, y por ella
saldrán; su rey pasará delante de ellos, y
Yahveh a su cabeza.
(Mi 2,12-13).
Yo dije: Escuchad, pues,
jefes de Jacob, y dirigentes de la casa de
Israel: ¿No es cosa vuestra conocer
el derecho (Mi 3,1).
Así dice Yahveh contra los
profetas que extravían a mi pueblo,
los que, mientras mascan con sus dientes, gritan:
«¡Paz!», mas a quien no pone nada en su
boca le declaran guerra santa (Mi 3,5).
Sucederá en días
futuros que el monte de la
Casa de Yahveh será asentado en la cima de
los montes, y se alzará por encima
de las colinas. Y afluirán a él los
pueblos, acudirán naciones
numerosas y dirán: «Venid, subamos
al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de
Jacob, para que él nos enseñe sus
caminos, y nosotros sigamos
sus senderos». Pues de
Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la
palabra de Yahveh.
El juzgará entre pueblos numerosos,
y corregirá a naciones poderosas;
forjarán ellas sus espadas en
azadones, y sus lanzas en
podaderas. No blandirá más
la espada nación contra nación, ni
se adiestrarán más para la guerra.
Se sentará cada cual bajo su parra,
y bajo su higuera, sin que nadie le
inquiete, ¡la boca de Yahveh Sebaot
ha hablado!
(Mi 4,1-4 = Is 2,2-4).
Aquel día
- oráculo de Yahveh - yo recogeré a la
oveja coja, reuniré a la perseguida, y a la
que yo había maltratado.
De las cojas haré un Resto, de las alejadas
una nación fuerte. Entonces reinará
Yahveh sobre ellos en el monte Sión,
desde ahora y por siempre.(Mi
4,6-7 ).
Mas tú, Belén
Efratá, aunque eres la menor entre
las familias de Judá, de ti me ha de
salir aquel que ha de dominar en Israel,
y cuyos orígenes son de antigüedad, desde
los días de antaño.
Por eso él los abandonará hasta el tiempo
en que dé a luz la que ha de dar a luz.
Entonces el resto de sus hermanos volverá a
los hijos de Israel.
El se alzará y pastoreará con el
poder de Yahveh, con la majestad del
nombre de Yahveh su Dios. Se asentarán bien,
porque entonces se hará él grande hasta los
confines de la tierra. El será la
Paz.
(Mi 5,1-4 ).
Y será el Resto de
Jacob, en medio de pueblos numerosos, como
rocío que viene de Yahveh, como
lluvia sobre la hierba, él, que no espera en
el hombre ni aguarda nada de los hijos de
hombre.
Será entonces el Resto de Jacob
entre las naciones, en medio de
pueblos numerosos, como león entre las
bestias de la selva, como leoncillo entre los
rebaños de ganado menor, que si pasa,
pisotea, y si desgarra, no hay quien libre.
¡Que tu mano se alce contra los adversarios
y todos tus enemigos sean extirpados!
Y sucederá aquel día -
oráculo de Yahveh - que yo extirparé de en
medio de ti tus caballos, y haré desaparecer
tus carros;
extirparé las ciudades de tu tierra, y
demoleré todas tus fortalezas;
extirparé de tu mano las hechicerías, y no
habrá para ti más adivinos;
extirparé tus estatuas y tus estelas de en
medio de ti, y ya no podrás postrarte más
ante la obra de tus manos,
arrancaré de en medio de ti tus cipos y
aniquilaré tus ídolos.
¡Venganza tomaré con cólera y furor de las
naciones que no escucharon!
(Mi 5,6-14).
Escuchad ahora lo que dice
Yahveh: «¡Levántate, pleitea con los
montes y oigan las colinas tu voz!».
¡Escuchad, montes, el pleito de Yahveh,
prestad oído, cimientos de la tierra, pues
Yahveh tiene pleito con su pueblo, se
querella contra Israel:
«Pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¿En qué te he molestado? Respóndeme.
¿En que te hice subir del país de Egipto, y
de la casa de servidumbre te rescaté, y
mandé delante de ti a Moisés, Aarón y
María?
Pueblo mío, recuerda, por favor
..., para que conozcas las justicias de
Yahveh».
(Mi 6,1-5).
«Se te ha declarado,
hombre, lo que es bueno, lo que Yahveh de ti
reclama: tan sólo practicar la equidad, amar
la piedad y caminar humildemente con tu
Dios» (Mi 6,8).
El hijo ultraja al padre,
la hija se alza contra su madre, la nuera
contra su suegra, y enemigos de cada cual son
los de su casa (Mi 7,6).
¿Qué Dios hay como tú,
que quite la culpa y pase por alto el delito
del Resto de tu heredad? No mantendrá su
cólera por siempre pues se complace en el
amor; volverá a compadecerse de nosotros,
pisoteará nuestras culpas. ¡Tú arrojarás
al fondo del mar todos nuestros pecados!
(Mi 7,18-19).
Profecía de Isaías
Lo que vio Isaías, hijo de
Amós, tocante a Judá y Jerusalén.
Sucederá en días futuros
que el monte de la Casa de Yahveh
será asentado en la cima de los montes y se
alzará por encima de las colinas.
Confluirán a él todas las naciones,
y acudirán pueblos
numerosos. Dirán:
«Venid, subamos al monte de Yahveh, a la
Casa del Dios de Jacob, para que él nos
enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus
senderos». Pues de Sión saldrá la Ley, y
de Jerusalén la palabra de Yahveh.
Juzgará entre las gentes, será árbitro de
pueblos numerosos. Forjarán de sus
espadas azadones, y de sus lanzas podaderas.
No levantará espada nación contra nación, ni
se ejercitarán más en la guerra.
Casa de Jacob, andando, y vayamos, caminemos
a la luz de Yahveh.
(Is 2,1-5 = Mi 4,1-4).
18 de diciembre, san Malaquías,
profeta
Yahveh es testigo entre tú
y la esposa de tu juventud, a la que tú
traicionaste, siendo así que ella era tu
compañera y la mujer de tu alianza. ¿No ha
hecho él un solo ser, que tiene carne y
espíritu? Y este uno ¿qué busca? ¡Una
posteridad dada por Dios! Guardad, pues,
vuestro espíritu; no traiciones a la esposa
de tu juventud. Pues yo odio el
repudio, dice Yahveh Dios de Israel,
y al que encubre con su vestido la violencia,
dice Yahveh Sebaot. Guardad, pues, vuestro
espíritu y no cometáis tal traición.
(Ml 2,14-16).
Vosotros cansáis a
Yahveh con vuestras palabras. - Y
decís: ¿En qué le cansamos?
- Cuando decís: Todo el que hace el mal es
bueno a los ojos de Yahveh, y él le acepta
complacido; o también: ¿Dónde está el
Dios del juicio?
(Ml 2,17).
He aquí que yo envío
a mi mensajero a allanar el camino
delante de mí, y enseguida vendrá a su
Templo el Señor a quien vosotros buscáis; y
el Angel de la alianza, que vosotros deseáis,
he aquí que viene, dice Yahveh Sebaot.
¿Quién podrá soportar el Día de
su venida? ¿Quién se tendrá en
pie cuando aparezca? Porque es él como fuego
de fundidor y como lejía de lavandero. Se
sentará para fundir y purgar. Purificará a
los hijos de Leví y los acrisolará como el
oro y la plata; y serán para Yahveh los que
presentan la oblación en justicia. Entonces
será grata a Yahveh la oblación de
Judá y de Jerusalén, como en los días de
antaño, como en los años antiguos.
(Ml 3,1-4)
Los que temen a Yahveh se
hablaron unos a otros. Y puso atención
Yahveh y oyó; y se escribió ante él un
libro memorial en favor de los que temen a
Yahveh y piensan en su Nombre.
Serán ellos para mí, dice Yahveh Sebaot, en
el día que yo preparo,
propiedad personal; y yo seré indulgente con
ellos como es indulgente un padre con el hijo
que le sirve.
Entonces vosotros volveréis a distinguir
entre el justo y el impío, entre quien sirve
a Dios y quien no le sirve.
Pues he aquí que viene el Día,
abrasador como un horno; todos los arrogantes
y los que cometen impiedad serán como paja;
y los consumirá el Día que viene,
dice Yahveh Sebaot, hasta no dejarles raíz
ni rama.
Pero para vosotros, los que teméis mi Nombre,
brillará el sol de justicia con la salud en
sus rayos, y saldréis brincando como
becerros bien cebados fuera del establo.
Y pisotearéis a los impíos, porque serán
ellos ceniza bajo la planta de vuestros pies,
el día que yo preparo, dice
Yahveh Sebaot.
Acordaos de la Ley de Moisés, mi siervo, a
quien yo prescribí en el Horeb preceptos y
normas para todo Israel.
He aquí que yo os envío al profeta
Elías antes que llegue el Día de Yahveh,
grande y terrible. El hará volver el
corazón de los padres a los hijos,
y el corazón de los hijos a los padres; no
sea que venga yo a herir la tierra de anatema.
(Ml 3,16-24)
3 de diciembre, san Sofonías,
profeta
Palabra de Yahveh que fue
dirigida a Sofonías... en tiempo de Josías,
hijo de Amón, rey de Judá (So 1,1).
Yo entonces volveré puro el labio de los
pueblos, para que invoquen todos
el nombre de Yahveh, y le sirvan bajo
un mismo yugo.
Desde allende los ríos de Etiopía, mis
suplicantes, mi Dispersión, me traerán mi
ofrenda.
Aquel día no tendrás ya que avergonzarte de
todos los delitos que cometiste contra mí,
porque entonces quitaré yo de tu seno a tus
alegres orgullosos, y no volverás a
engreírte en mi santo monte.
Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y
pobre, y en el nombre de Yahveh se cobijará
el Resto de Israel. No cometerán más
injusticia, no dirán mentiras, y no más se
encontrará en su boca lengua embustera. Se
apacentarán y reposarán, sin que nadie los
turbe.
¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza
clamores, Israel, alégrate y exulta de todo
corazón, hija de Jerusalén!
Ha retirado Yahveh las sentencias contra ti,
ha alejado a tu enemigo. ¡Yahveh,
Rey de Israel, está en medio de ti,
no temerás ya ningún mal!
Aquel día se dirá a
Jerusalén: ¡No tengas miedo, Sión, no
desmayen tus manos! Yahveh tu Dios
está en medio de ti, ¡un poderoso
salvador! El exulta de gozo por ti, te
renueva por su amor; danza por ti
con gritos de júbilo, como en los días de
fiesta. Yo quitaré de tu lado la desgracia,
el oprobio que pesa sobre ti.
He aquí que yo haré exterminio de todos tus
opresores, en el tiempo aquel;
y salvaré a la coja y recogeré a la
descarriada, y haré que tengan alabanza y
renombre en todos los países donde fueron
confundidas.
En aquel tiempo os haré
venir, en aquel tiempo os
congregaré. Entonces os daré renombre y
alabanza entre todos los pueblos de la tierra,
cuando yo vuelva a vuestros cautivos a
vuestros propios ojos, dice Yahveh.
(So 3,9-20).
El Día del Señor, el Día de
la Parusía, aquel día, significa en esta
terminología bíblica, el tiempo, la época de
la liberación, de una duración indeterminada,
que puede ser de varias docenas de siglos; época
en la que todos los pueblos invocarán el nombre
de Yahveh, y todos le servirán, le obedecerán
obrando consecuentemente. Como dice el versículo
9 de este capítulo 3 de Sofonías, que es el
versículo que cita el Concilio Vaticano II en
Nostra Aetate 4, al mismo tiempo que cita
también la profecía de san Pablo sobre la
conversión de los judíos:
"La Iglesia,
juntamente con los profetas y con el mismo
Apóstol, espera el día, que sólo Dios
conoce, en que todos los pueblos
invocarán al Señor con voz unánime y le
servirán hombro con hombro (So
3,9)"
(Concilio Vaticano II. Nostra aetate,
4).
Lo que es anunciar con plena
seguridad que se producirá la
confesionalidad de todos los pueblos y que todos
ellos obrarán en consecuencia en el
futuro, obedeciendo la ley de Dios.
2 de diciembre, san Habacuc,
profeta
Oráculo que tuvo en
visión el profeta Habacuc (Ha 1,1).
Por haber saqueado a
naciones numerosas, te saqueará a ti todo el
resto de los pueblos (Ha 2,8).
Es una advertencia a los
países que se han constituido en imperios sobre
otros. En la época de los Austrias, ya se dieron
cuenta nuestros antepasados cuando decían que
España eran las Indias de los demás reinos de
Europa.
Siguen las advertencias de
Yahveh por medio del profeta Habacuc:
¡Vergüenza para tu casa
has sentenciado: al derribar a muchos pueblos,
contra ti mismo pecas! (Ha 2,10)
¡Ay de quien edifica una ciudad con sangre,
y funda un pueblo en la injusticia! ¿No
viene de Yahveh Sebaot que los pueblos se
fatiguen para el fuego y las gentes se agoten
para nada? (Ha 2,12-13)
Y, sobre todo, la promesa del
gran día de la venida de Dios liberadora, la
Parusía que inicia la época de la liberación:
Viene Dios... Su
majestad cubre los cielos, de su
gloria está llena la tierra. Su
fulgor es como la luz, rayos tiene
que saltan de su mano, allí se oculta su
poder. (Ha 3,3,4).
¡He oído y mis entrañas se estremecen, a
esa voz titubean mis labios, penetra la
caries en mis huesos, bajo mí tiemblan mis
pasos! Tranquilo espero el día de la
angustia, que va a subir sobre el pueblo que
nos asalta. ¡Mas yo en Yahveh
exultaré, jubilaré en el
Dios de mi salvación! Yahveh mi
señor es mi fuerza, él me da pies como los
de ciervas, y por las alturas me hace caminar.
(Ha 3,16,18-19).
Profecía de Joel
¡Tiemblen todos los habitantes del
país, porque llega el Día de Yahveh, porque
está cerca! ¡Día de tinieblas y de
oscuridad, día de nublado y densa niebla! (Jl
2,1-2).
Es grande el Día de Yahveh, y muy
terrible: ¿quién lo soportará?
«Mas ahora todavía - oráculo de Yahveh -
volved a mí de todo corazón, con ayuno, con
llantos, con lamentos».
Desgarrad vuestro corazón y no vuestros
vestidos, volved a Yahveh vuestro Dios,
porque él es clemente y compasivo, tardo a
la cólera, rico en amor, y se ablanda ante
la desgracia. ¡Quién sabe si volverá y se
ablandará! (Jl 2,11-14).
¡Promulgad un ayuno! (Jl 2,15).
Entre el vestíbulo y el altar lloren los
sacerdotes, ministros de Yahveh, y digan:
«¡Perdona, Yahveh, a tu pueblo, y no
entregues tu heredad al oprobio a la
irrisión de las naciones! ¿Por qué se ha
de decir entre los pueblos: ¿Dónde está su
Dios?»
Y Yahveh se llenó de celo por su tierra, y
tuvo piedad de su pueblo.
Respondió Yahveh y dijo a su pueblo: «No os
entregaré más al oprobio de las naciones».
(Jl 2,17-19).
No temas, suelo, jubila y regocíjate, porque
Yahveh hace grandezas (Jl 2,21).
¡Hijos de Sión, jubilad, alegraos en Yahveh
vuestro Dios! (Jl 2,23).
Alabaréis el nombre de Yahveh vuestro Dios,
que hizo con vosotros maravillas. (¡Mi
pueblo no será confundido jamás!).
«Y sabréis que en medio de Israel estoy yo,
¡yo, Yahveh, vuestro Dios, y no hay otro!
¡Y mi pueblo no será confundido jamás!» (Jl
2,26-27).
«Porque he aquí que en
aquellos días, en el tiempo aquel, cuando yo
cambie la suerte de Judá y Jerusalén,
congregaré a todas las naciones y las haré
bajar al Valle de Josafat: allí entraré en
juicio con ellas, acerca de mi pueblo y mi
heredad, Israel. Porque lo dispersaron entre
las naciones, y mi tierra se repartieron.
Y echaron suertes sobre mi pueblo, cambiaron
el niño por la prostituta, y a la niña la
vendieron por vino para beber.»
«Y vosotros también, ¿qué sois para mí,
Tiro y Sidón, y distritos todos de Filistea?
¿Queréis exigir paga de mí? Mas, si
queréis cobrar de mí, ¡bien pronto he de
volver sobre vuestra cabeza vuestra paga!
Vosotros que arrebatasteis mi plata y mi oro,
que llevasteis a vuestros templos mis mejores
alhajas, y a los hijos de Judá y Jerusalén
los vendisteis a los hijos de Yaván, para
alejarlos de su término.
He aquí que yo los voy a reclamar del lugar
donde los vendisteis, y volveré sobre
vuestra cabeza vuestra paga: venderé
vuestros hijos y vuestras hijas en manos de
los hijos de Judá, y ellos los venderán a
los sabeos, a una nación lejana, ¡porque ha
hablado Yahveh!»
Publicad esto entre las naciones: ¡Proclamad
la guerra, incitad a los bravos!
¡Que avancen y suban todos los hombres de
guerra!
Forjad espadas de vuestros azadones y
lanzas de vuestras podaderas; y diga
el débil: «¡Soy un bravo!»
¡Daos prisa, venid, naciones todas
circundantes, y congregaos allá! (¡Haz
bajar, Yahveh, a tus bravos!)
«¡Despiértense y suban las naciones al
Valle de Josafat! Que allí me sentaré yo
para juzgar a todas las naciones circundantes.
Meted la hoz, porque la mies está madura;
venid, pisad, que el lagar está lleno, y las
cavas rebosan, tan grande es su maldad.»
¡Multitudes y multitudes en el Valle de la
Decisión! Porque está cerca el Día
de Yahveh, en el Valle de la
Decisión.
El sol y la luna se oscurecen, las estrellas
retraen su fulgor.
Ruge Yahveh desde Sión, desde Jerusalén da
su voz: ¡el cielo y la tierra se estremecen!
Mas Yahveh será un refugio para su
pueblo, una fortaleza para los hijos
de Israel.
«Sabréis entonces que yo soy Yahveh vuestro
Dios, que habito en Sión, mi monte santo. Santa
será Jerusalén, y los
extranjeros no pasarán más por
ella».
Sucederá aquel día que los
montes destilarán vino y las colinas
fluirán leche; por todas las torrenteras de
Judá fluirán las aguas; y una fuente
manará de la Casa de Yahveh que regará el
valle de las Acacias.
Egipto quedará hecho una desolación, Edom
un desierto desolado, por su violencia contra
los hijos de Judá, por haber derramado
sangre inocente en su tierra.
Pero Judá será habitada para siempre, y
Jerusalén de edad en edad.
«Yo vengaré su sangre, no la dejaré
impune», y Yahveh morará en Sión.
(Jl 4,1-21).
15 de junio, san Amós, «yo no soy
profeta ni hijo de profeta, yo soy vaquero y picador de
sicómoros. Pero Yahveh me tomó de detrás del rebaño,
y Yahveh me dijo: "Ve y profetiza a mi
pueblo Israel"».
Profecía de Amós
¡Ay de los que
ansían el Día de Yahveh! ¿Qué
creéis que es ese Día de Yahveh? ¡Es
tinieblas, que no luz!
Como cuando uno huye del león y se topa con
un oso, o, al entrar en casa, apoya una mano
en la pared y le muerde una culebra...
¿No es tinieblas el Día de Yahveh, y no luz,
lóbrego y sin claridad?
Yo detesto, desprecio vuestras fiestas, no me
gusta el olor de vuestras reuniones solemnes.
Si me ofrecéis holocaustos... no me
complazco en vuestras oblaciones, ni miro a
vuestros sacrificios de comunión de novillos
cebados.
¡Aparta de mi lado la multitud de tus
canciones, no quiero oír la salmodia de tus
arpas!
¡Que fluya, sí, el juicio como agua
y la justicia como arroyo perenne!
(Am 5,18-24)
Esto me dio a ver el Señor
Yahveh: He aquí que él formaba langostas,
cuando empieza a crecer el retoño, el
retoño que sale después de la siega del rey.
Y cuando acababan de devorar la hierba de la
tierra, yo dije: «¡Perdona, por
favor, Señor Yahveh! ¿cómo va a
resistir Jacob, que es tan pequeño?»
Y se arrepintió Yahveh de ello:
«No será», dijo Yahveh.
Esto me dio a ver el Señor Yahveh: He aquí
que el Señor Yahveh convocaba al juicio por
el fuego: éste devoró el gran abismo, y
devoró la campiña.
Y yo dije: «¡Señor Yahveh, cesa,
por favor! ¿cómo va a resistir
Jacob, que es tan pequeño?»
Y se arrepintió Yahveh de ello:
«Tampoco esto será», dijo el
Señor Yahveh.
Esto me dio a ver el Señor Yahveh: He aquí
que el Señor estaba junto a una pared con
una plomada en la mano.
Y me dijo Yahveh: «¿Qué ves, Amós?» Yo
respondí: «Una plomada.» El Señor dijo:
«¡He aquí que yo voy a poner plomada en
medio de mi pueblo Israel, ni una más le
volveré a pasar!
Serán devastados los altos de Isaac,
asolados los santuarios de Israel, y yo me
alzaré con espada contra la casa de Jeroboam.»
El sacerdote de Betel, Amasías, mandó a
decir a Jeroboam, rey de Israel: «Amós
conspira contra ti en medio de la casa de
Israel; ya no puede la tierra soportar todas
sus palabras.
Porque Amós anda diciendo: "A espada
morirá Jeroboam, e Israel será deportado de
su suelo."»
Y Amasías dijo a Amós: «Vete,
vidente; huye a la tierra de Judá;
come allí tu pan y profetiza allí.
Pero en Betel no has de seguir
profetizando, porque es el santuario
del rey y la Casa del reino.»
Respondió Amós y dijo a Amasías: «Yo
no soy profeta ni hijo de profeta, yo soy
vaquero y picador de sicómoros».
»Pero Yahveh me tomó de
detrás del rebaño, y Yahveh me dijo:
"Ve y profetiza a mi pueblo Israel".
»Y ahora escucha tú la
palabra de Yahveh. Tú dices: "No
profetices contra Israel, no vaticines contra
la casa de Isaac".
»Por eso, así dice Yahveh:
"Tu mujer se prostituirá en la ciudad,
tus hijos y tus hijas caerán a espada, tu
suelo será repartido a cordel, tú mismo en
un suelo impuro morirás, e Israel será
deportado de su suelo"».
(Am 7,1-17)
He aquí que vienen días -
oráculo del Señor Yahveh - en que yo
mandaré hambre a la tierra, no hambre de pan,
ni sed de agua, sino de oír la palabra de
Yahveh.
Entonces vagarán de mar a mar, de norte a
levante andarán errantes en busca de la
Palabra de Yahveh, pero no la encontrarán.
Aquel día desfallecerán de sed
las muchachas hermosas y los jóvenes.
(Am 8,11-13).
He aquí que los ojos del
Señor Yahveh están sobre el reino pecador;
voy a exterminarlo de la haz de la tierra,
aunque no exterminaré del todo a la
casa de Jacob - oráculo de Yahveh.
Pues he aquí que yo doy orden, y zarandearé
a la casa de Israel entre todas las naciones,
como se zarandea con la criba sin que ni un
grano caiga en tierra.
A espada morirán todos los pecadores de mi
pueblo, esos que dicen: «¡No se acercará,
no nos alcanzará la desgracia!»
Aquel día levantaré la cabaña de
David ruinosa, repararé sus brechas
y restauraré sus ruinas; la
reconstruiré como en los días de
antaño,
para que posean lo que queda de Edom y de
todas las naciones sobre las que se ha
invocado mi nombre, oráculo de Yahveh, el
que hace esto.
He aquí que vienen días - oráculo de
Yahveh - en que el arador empalmará con el
segador y el pisador de la uva con el
sembrador; destilarán vino los montes y
todas las colinas se derretirán.
Entonces haré volver a los
deportados de mi pueblo Israel;
reconstruirán las ciudades devastadas, y
habitarán en ellas, plantarán viñas y
beberán su vino, harán huertas y comerán
sus frutos.
Yo los plantaré en su suelo y no
serán arrancados nunca más del
suelo que yo les di, dice Yahveh, tu Dios.
(Am 9,8-15).
6 de septiembre, san Zacarías, profeta
21 de septiembre, san Jonás, profeta,
hijo de Amitay (2Re 14, 25), cuyo nombre lleva un libro
del Antiguo Testamento, y su conocida expulsión del
vientre del cetáceo es presentada en el propio Evangelio
como signo de la Resurrección del Señor (Mt 12, 40).
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